Le tocó, por ser el con mayor edad, presidir la ceremonia inaugural de la Comisión Experta, que debutó hace algunas semanas. Hernán Larraín (75), quien ya estaba de salida de la primera línea política, volvió a la palestra pública como uno de los comisionados escogidos por la UDI.
Con un traje azul, zapatos cafés y una corbata tejida, el mismo estilo de su época de senador y de ministro de Justicia, el abogado comenta en esta entrevista su regreso al Congreso en Santiago como experto, el cual no ha estado exento de críticas, debido a que lo han intentado cancelar por haber defendido en el pasado a Colonia Dignidad.
Evita ahondar en los indultos, salvo en lo relativo a su experiencia como exministro, y dice que el foco lo tiene puesto en el nuevo proceso constituyente para que resulte exitoso.
¿Usted quería ser experto o le pidieron?
Me plantearon que fuera candidato, cuestión que no acepté, porque decidí no volver a la política activa, pero estaba disponible para participar en otras funciones. Ahí me plantearon la idea de ser experto.
¿Le costó convencerse?
Lo que pasa es que la labor de experto, de alguna manera, se conjuga con 34 años de actividad académica, 24 de senador, donde estuve normalmente en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, y tuve un rol muy activo en la reforma del 2005. Es un desafío enorme y realmente es muy honroso poder ser parte de él.
Hay una cancelación a su nombre. Se reflotó su vínculo con Colonia Dignidad y que su participación en el proceso es una revictimización. ¿Qué piensa de eso?
Cuando uno tiene una trayectoria política muy extensa siempre hay aspectos que buscan para poder hablar, impedir, cancelar, funar, etc. a una persona. Yo advertí que hubo ese intento, pero el tema de Dignidad es un tema muy resuelto por todos los que conocen el tema. Yo no tuve en Dignidad mayor participación, solo junto a parlamentarios, alcaldes de todos los sectores políticos, un rol más activo para la reapertura de un hospital que se cerró cuando había sido recién elegido senador. No tuve participación en ningún otro evento. Hubo declaraciones equivocadas por mala información mía. La verdad que he hecho el máximo esfuerzo por que se haga justicia, porque se condene a los que fueron responsables de situaciones de horror, tanto en el ámbito de las violaciones a derechos humanos, como en el ámbito de los abusos que se cometieron en Dignidad, y creo haber dado examen. Y la ciudadanía me reeligió dos veces con altísimas votaciones en las comunas donde tenía más injerencia en Dignidad. Aquí hay un grupo muy chico, que realmente persigue fines muy deplorables. Ya me haré cargo en algún momento de eso.
¿A qué se refiere con que se hará cargo?
Algún día, ya separado de toda actividad pública, veré cómo cerrar ese capítulo.
¿Se arrepiente de haber defendido a Colonia Dignidad?
A ver, en tantos años de actividad pública he cometido muchos errores en declaraciones. La lástima es que cuando uno corrige esas declaraciones no tengan ponderación, no sean acogidas, no sean repetidas. Solamente se repiten los errores y eso es lo que hace que se perciban en forma equivocada las actuaciones que uno tiene. Tengo la certeza de haber actuado bien, habiendo cometido errores en declaraciones, pero desde un punto de vista ético y legal, he actuado en forma correcta siempre.
¿No cree que su participación en la Comisión Experta imprime una carga negativa al nuevo proceso?
No, porque todos tenemos nuestra historia, todos tenemos nuestros pros, nuestras contras, no hay nadie que pueda tirar la primera piedra, ¿no? Al contrario, yo pienso que he dedicado muchos años de mi vida a la actividad académica, al Parlamento, al trabajo en el ámbito de gobierno. Toda esa experiencia que la he hecho en forma muy comprometida y con buenos resultados, si no por casualidad fui elegido con la más alta mayoría nacional en la última participación. Tengo una trayectoria que no la voy a ponderar, porque me parece una falta a la humildad, pero que me da tranquilidad de poder estar aquí contribuyendo para que este proceso sea exitoso.
No es un proceso cualquiera. Todos dicen que es la última oportunidad para tener una nueva Constitución. ¿Lo comparte?
Nosotros deberíamos avanzar en cerrar un ciclo que ha sido muy negativo para el país, porque se conjugó un malestar ciudadano versus el enorme desarrollo que hubo en las últimas décadas. Hubo algunos errores en ese desarrollo, a veces por falta de equidad, por falta de seriedad en el trabajo de las instituciones. No olvidemos que pasamos por crisis en las iglesias, en las empresas por corrupción, en el deporte por corrupción, en el mundo político por desconfianza ciudadana. Se conjugaron demasiados elementos que gatillaron en estallidos sociales y cuestionamientos a todo, incluyendo, en ese sentido, una desconfianza muy profunda al mundo político y al mundo de las instituciones. Desde entonces ha estado en un proceso de recuperación y de reconstrucción. Hubo una primera etapa que fracasó, porque quizás se extremó la cuerda y buscando a través de una refundación un camino que no es el que los chilenos quieren. En ese sentido, este nuevo proceso sí abre las puertas para poder tener una nueva oportunidad. Este proceso es la última oportunidad, en el sentido de que no vamos a tener, si es que llegara a fracasar, nuevos procesos similares. Si fracasa se abre la puerta a opciones populistas, autoritarias o disruptivas, que serían la consumación del fracaso nacional, ya no de una propuesta de texto constitucional.
¿De qué depende el éxito del proceso?
Creo que tenemos que hacer un esfuerzo doblemente comprometido para sacar adelante, en términos positivos, este proceso constituyente, que no va a resolver toda la crisis, pero podemos cerrar un ciclo e iniciar uno nuevo, donde haya mayor justicia, una democracia sólida, donde se recupere la confianza en las autoridades e instituciones y donde, además, quienes tienen responsabilidades públicas y privadas sean efectivos en su trabajo, porque la gente lo que ve es que no hay resultado. Llegó la hora de iniciar un ciclo virtuoso, con resultados que se midan en productos positivos.
Usted habla del desafío del nuevo ciclo o pacto social, sin embargo, la ciudadanía está cada vez más desafectada. ¿Cómo se administra eso?
Nadie puede dar por garantizado el éxito de este proceso. Lo que sí creo es que se está trabajando, con los 24 miembros de la Comisión Experta, con bastante sentido de la responsabilidad. Hay una recuperación de un estilo de trabajo más sobrio, más respetuoso de las formas. Luego viene la labor del Consejo Constituyente, que va a agregar, en forma ya resolutiva, las propuestas que van a emanar de esta Comisión, para culminar en un plebiscito. Repito, aquí hemos tenido demasiados fracasos en el último tiempo. Desde el punto de vista político en el país, estamos frente a una situación de ingobernabilidad muy fuerte. Si uno mira los últimos gobiernos, no hay ninguno que haya podido realmente gobernar debidamente, como ocurrió a principio de la década de los 90 en adelante. Ahí hubo gobiernos que lograron llevar adelante sus programas, pero el último periodo de la expresidenta Bachelet, el último del expresidente Piñera y el actual del Presidente Boric, y los menciono porque son gobiernos de distintos signos políticos, han tenido demasiados problemas por las crisis del sistema político, que han convertido el funcionamiento institucional en uno que da frutos. Eso la gente lo resiente y le ha hecho cobrar creciente desconfianza.
Hay quienes cuestionan la legitimidad de este nuevo proceso. Los más de izquierda por el acuerdo entre políticos y los más duros de derecha, porque no quieren una nueva Constitución.
Es absolutamente legítimo el proceso que se está siguiendo y la ciudadanía va a tener, además, la posibilidad de consagrarlo, pero quienes han resuelto esto han sido grupos elegidos democráticamente que, ante el fracaso del proceso anterior, han retomado el camino que mantiene una cierta inspiración en lo que se procuró hacer, pero de una manera que garantice un mejor resultado. Sería muy lamentable que se pongan piedras en el camino, porque serían responsables de una eventual crisis institucional que no se merece el país.
¿Cómo espera que sea la nueva Constitución? Al menos en los grandes ejes.
Yo pienso en lo que es el régimen de gobierno y la forma de Estado, que obviamente hay que presentar la idea de una sola nación, de una república democrática que es respetuosa, que se construye en torno a la persona y la dignidad de sus derechos y que genera una sociedad justa, una sociedad libre, una sociedad solidaria, que de alguna manera está implícita en la Constitución vigente, pero que se debe perfeccionar y asegurar. Necesitamos el régimen político, aunque a mí me gustaría un régimen parlamentario, no lo veo viable dado el desarrollo de la cultura política en Chile, pero sí tenemos que hacer una recomposición del presidencialismo y del régimen legislativo, de las funciones, tareas y responsabilidades del Congreso Nacional. Ahí hay que hacer un ajuste que permita la efectividad de gobierno y un actuar responsable como contrapeso del Congreso, pero que permita avanzar a los gobiernos haciendo los diques de contención que sean necesarios para asegurar un camino adecuado.
Uno de los grandes debates que habrá es cómo se plasma el Estado social de derecho versus el rol de los privados. ¿Qué espera de esa discusión?
Me parece que necesitamos el Estado y necesitamos el mercado, pero necesitamos muchas cosas más. Por eso, cuando hablamos del Estado subsidiario en la necesidad de fortalecer y hacer eficaz el cumplimiento y el acceso a los derechos, tenemos que hacerlo dentro de un Estado en donde se compatibilice con dos elementos: las autonomías sociales, es decir, pensar que los Estados se construyen desde las personas, y las asociaciones que estas crean para desarrollar sus fines (...). Yo veo que estamos empezando la discusión y espero que haya sensatez. No hay que caer en el juego de las palabras o en el juego de los fetiches, sino que ver cómo es la realidad, como funcionan los países. Esta configuración es la que tenemos que repensar, salirnos de esa discusión torpe de Estado o mercado.
Usted fue exministro de Justicia y una de las materias a discutir será si mantener o no el indulto presidencial. Usted plantea modificarlo. ¿Por qué?
Es muy difícil que una autoridad política tenga la responsabilidad del indulto, yo creo que es mejor que la tenga un juez, sobre todo, porque el efecto que tiene el indulto es alterar una decisión judicial.
¿Se ha hecho un mal uso de los indultos?
Yo no quiero hacer un juicio, porque no quiero entrar al análisis de la contingencia.
¿En el gobierno del expresidente Piñera indultaron con informe negativo de Gendarmería?
Para serte franco, no recuerdo algún caso. En general, siempre lo hicimos con informe positivo de Gendarmería.
Usted va a presentar un anteproyecto para cambiar la Constitución del 80, cuyo principal impulsor fue uno de sus mentores y fundadores de la UDI, Jaime Guzmán. ¿Cree que por eso a su partido le costó tanto avanzar a una nueva Carta Magna?
Yo estoy seguro, conociendo a Jaime Guzmán, que él estaría en una posición proactiva en estas materias. Porque Jaime era bastante realista y moderno. Por cierto, tenía principios de respeto y de preservación de todo lo bueno que ha ido construyendo el hombre o las sociedades en la historia. Pero siempre abierto a la novedad, siempre abierto a las innovaciones.
¿Por qué cree que a la UDI le costó tanto este tránsito?
No sé. Yo he visto en la actual directiva bastante sensatez y bastante anticipación a los hechos del futuro. La UDI ha dado pasos y lideró este proceso. Hay que admitirlo, así se lo reconocía al propio Javier Macaya en su momento.
¿Usted se convenció luego del estallido social que era necesaria una nueva Constitución?
Esa fue una opción que en ese minuto a mí me pareció viable. No tenía la convicción de que era necesaria una nueva Constitución, como en los años anteriores. Pero aquí no hay un día que marque un antes y un después. Como todas estas cosas, los fenómenos sociales son procesos que se van dando.
¿Pero votó por el Apruebo en el plebiscito de entrada, por una nueva Carta Magna?
Sí, así es. Había que tomar una posición en ese sentido, porque más allá de lo que uno valorara en este caso, el contenido constitucional, había que hacer un esfuerzo de mucha humildad para poder decir que hagamos este alto, que repensemos.
¿Creen que los expertos terminen con unanimidad este anteproyecto?
Me encantaría que el proyecto fuera aprobado, al menos, no sé si por unanimidad, pero por 20 votos de los 24. Luego, en el Consejo por 45 de los 50, que no haya comisión mixta. Pero bueno, vamos a ver. Si hay algunos que todavía están pegados en el pasado y quieren volver a insistir en el texto de la Convención, eso va a generar un clima negativo, porque volver a lo que fracasó sería el peor de los mundo. Hay que insistir en que el camino es del acuerdo, en que se debe trabajar con una mirada de Estado y no con perspectiva de trincheras. No debemos quedarnos en palabras ni presos de debates ideologizados, sino que realmente aprovechar de darles a los chilenos lo que siempre esperan: respuestas concretas y positivas.