No es la primera vez que Hunter Biden, segundo hijo del actual Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha estado en el centro de la polémica, convirtiéndose en un problema para la carrera política de su padre. Ahora fue imputado de tres cargos relacionados con la compra y posesión de armas, algo considerado ilegal para personas con adicciones, y el momento no puede ser peor, ya que el mandatario demócrata se encuentra ad portas del inicio de la campaña por la reelección.
Hunter Biden fue imputado el 14 de septiembre. La justicia federal lo acusa de tres cargos relacionados con la compra y posesión de armas, que es ilegal cuando una persona es adicta. El documento señala que el 12 de octubre de 2018 le mintió al vendedor de armas al haberle entregado un certificado que estipulaba que no era consumidor ilícito ni adicto a estimulantes, estupefacientes u otras sustancias controladas, sabiendo que lo que decía era falso, y también lo acusa de poseer un arma de fuego conociendo que era ilegal por sus adicciones.
El acta de acusación por parte del fiscal especial de Delaware, David Weiss, que supervisa el caso, se produjo semanas después de que colapsara el acuerdo de culpabilidad de Hunter Biden y vuelve a poner el caso en camino hacia un posible juicio de enorme relevancia de cara a las elecciones de 2024.
Es la primera vez que el Departamento de Justicia presenta cargos contra el hijo de un Presidente en ejercicio y pone en aprietos al mandatario, ya que existe la desconfianza de cómo se está manejando la investigación. De hecho, sólo el 19% de los estadounidenses tiene mucha o extrema confianza en que el Departamento de Justicia está haciendo su investigación de manera justa y no partidista, según el sondeo de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs. Un 30% adicional tiene algo de confianza y el 50% dice que no tiene demasiada confianza o no tiene ninguna confianza.
Esa opinión es especialmente común entre los republicanos: el 79% dice que tiene poca o ninguna confianza en la imparcialidad de la investigación. Incluso, los demócratas expresan niveles mediocres de confianza: el 33% tiene mucha confianza; el 36%, algo de confianza, y el 29%, poca confianza.
A lo anterior se suma que la semana pasada los republicanos del Congreso también abrieron una investigación de juicio político contra Joe Biden mientras investigan el presunto tráfico de influencias por parte de su hijo.
En este sentido, uno de cada tres estadounidenses se encuentra muy preocupado por si el Presidente Biden pudo haber cometido algún delito relacionado con los negocios de su hijo, según una nueva encuesta. El 66% de los republicanos y solo el 7% de los demócratas están muy o extremadamente preocupados por si Joe Biden cometió irregularidades en lo que respecta a los negocios de su hijo.
Una vida de escándalos
A sus 53 años, Hunter arrastra un pasado en el que se intercalan tragedias, adicciones y sospechas de tráfico de influencias. El segundo hijo de Joe Biden y Neilia Hunter Biden -quien falleció en 1972 en un accidente de tránsito en el que también perdió la vida su hija Naomi Biden, de un año- nació en febrero de 1970 y tuvo una destacada vida académica, graduándose en Historia de la Universidad de Georgetown y de Derecho en Yale.
Creció recordando a Neilia como mommy (mamita) y llamando mom a Jill Jacobs, la mujer con quien su padre se casó en 1977.
En un artículo publicado en 2019 por la revista The New Yorker, titulado “¿Pondrá en peligro Hunter Biden la campaña de su padre?”, se señala que él y su hermano pasaban mucho tiempo en el Senado, sentados en el regazo de su padre mientras este trabajaba, o jugando en las oficinas de otros senadores.
En 1993 se casó con Kathleen Buhle, a quien conoció cuando ambos tenían 20 años y estaban en el Cuerpo de Voluntarios Jesuitas en Portland, Oregón.
Si bien Joe Biden es abstemio, Hunter comenzó a beber cuando era adolescente y reconoció haber abusado de la cocaína cuando era estudiante universitario.
En la entrevista con The New Yorker, el abogado y empresario habló abiertamente de la lucha contra su adicción a las drogas y el alcohol, una batalla que libra desde hace décadas. De hecho, ha entrado y salido de varios centros de rehabilitación, ha recurrido al yoga y a la meditación, ha tomado medicinas para disminuir la ansiedad por la abstinencia y fármacos que causan náuseas cada vez que se consume alcohol, indicó la BBC.
Según sus propias declaraciones, obtenidas por el diario The New York Times, fue a comienzos de los 2000 cuando comenzó a beber mucho en cenas, fiestas y después del trabajo en Oldaker, Biden & Belair, una firma de abogados y lobby de la que era socio desde 2001.
Según The New Yorker, bebió en exceso después de la muerte de su hermano mayor, Beau, por cáncer cerebral en 2015, y a veces solo salía de casa para comprar vodka.
Su primer tropiezo tuvo que ver con las drogas, una adicción que tuvo por años. En mayo de 2013 se aprobó su solicitud para un puesto en la Reserva de la Armada de Estados Unidos. El propio Joe Biden presidió su juramento como funcionario comisionado directo en una ceremonia de la Casa Blanca. Pero sólo un mes después, Hunter dio positivo por cocaína durante un análisis de orina. Dijo que se había tratado de cigarrillos que había recibido de extraños y que iban mezclados con droga. Fue dado de baja de la Armada.
Hunter ha seguido durante décadas tratamientos por su adicción al alcohol y las drogas, en particular el crack. Estuvo internado en una clínica de Tijuana, México, que ofrecía un tratamiento con ibogaína, una sustancia natural psicoactiva prohibida en EE.UU., y hasta participó en un programa que le obligaba a llevar consigo un alcoholímetro con cámara incorporada.
“Hay adicciones en todas las familias. Yo estaba en esa oscuridad, estaba en ese túnel, que es un túnel interminable. No te deshaces de él. Sólo vas descubriendo cómo lidiar con ello”, dijo en su libro Beautiful Things, de 2021.
Su adicción al alcohol y a drogas como la cocaína y el crack dañó la relación con su esposa, que terminó de deteriorarse cuando, en 2015, el sitio web de noticias conservador Breitbart lo acusó de ser un usuario de Ashley Madison, un servicio de citas para gente casada. Se divorció de Kathleen Buhle en 2017.
Pero dos años antes ya mantenía una relación sentimental con Hallie Biden, la viuda de su hermano mayor Beau. “Hallie y yo somos increíblemente afortunados de haber encontrado el amor y el apoyo mutuo durante momentos tan difíciles”, dijo Hunter en una declaración remitida a Page Six del diario New York Post.
La relación con Hallie Biden duró hasta abril de 2019. El 16 de mayo de ese año se casó con la documentalista sudafricana Melissa Cohen, en Los Ángeles. Lo hicieron solo seis días después de conocerse, tras ser presentados por un amigo en común. “Me enamoré instantáneamente de ella. Y luego me enamoré más de ella cada día, dijo a ABC News en ese momento.
Tráfico de influencias y Trump
En paralelo a sus aventuras amorosas, Hunter Biden también incursionaba en los negocios. En 2013, junto a otras dos personas, fundo BHR Partners, una compañía que invertía capital chino en empresas con sede fuera de China, y llegó a administrar el equivalente a US$ 2.100 millones en activos. Tiempo después, en octubre de 2017, Hunter Biden adquirió el 10% de participación por US$ 420.000.
En septiembre de 2019, el entonces Presidente Donald Trump dijo que Hunter Biden “salió de China con US$ 1.500 millones en un fondo” y que “ganó millones” de dólares del acuerdo con BHR. Trump pidió públicamente a China que investigara las actividades comerciales del hijo de Biden en ese país, mientras su padre fue vicepresidente (2009-2017). El 13 de octubre de 2019, citando “el aluvión de acusaciones falsas” del mandatario republicano, Hunter renunció a estar en la junta de BHR Partners. Sin embargo, en 2021 Fox News mostró que aún mantenía una participación del 10%.
Los negocios de Hunter Biden han gatillado que circulen rumores de tráfico de influencias, una situación que tanto padre e hijo han negado y han señalado que no conversan sobre sus trabajos. “Esa narrativa que ha sido sugerida y desarrollada por el aparato político de derecha es falsa de manera demostrable”, dijo Hunter sobre el caso Burisma Holdings, en un comunicado enviado a The Washington Post.
Hunter se unió en 2014 a la directiva de esa empresa, la mayor compañía de producción de gas de Ucrania. Fue contratado para su “junta internacional de alto perfil”, pese a su completa falta de experiencia en el campo de las energéticas. El hijo de Biden trabajó en la junta de Burisma entre 2014 y abril de 2019, y recibió una compensación de hasta US$ 50.000 mensuales durante algunos meses.
En el verano boreal de 2019, un militar denunció que el entonces Presidente Trump había presionado a su homólogo ucraniano Volodymyr Zelensky para que colaborara en su intento de probar que Joe Biden había intentado, como vicepresidente, que se apartara de su cargo al fiscal Viktor Shokin, que investigaba supuestas irregularidades cometidas por Hunter Biden en Ucrania, aunque el fiscal era criticado por bloquear investigaciones de corrupción. El Parlamento ucraniano lo acabó destituyendo. Tiempo después, Biden, ya como Presidente, se jactó en público de haber logrado la destitución de Shokin.
En 2019, Trump llegó a decir que Biden, siendo vicepresidente, había solicitado el despido de Shokin para proteger a su hijo y a Burisma Holdings. El propio Shokin afirmó que fue despedido porque estaba investigando a Burisma, pero el departamento anticorrupción de Ucrania indicó que la investigación se limitaba al período de 2010 a 2012, antes de que Hunter Biden se uniera a la compañía.
Fue este caso el que terminó provocando el primer juicio político contra Trump, al que se acusó de haberse valido de su cargo de presidente para dañar a un rival político, aunque finalmente el Senado -de mayoría republicana- lo exoneró.
En medio de todos los escándalos, la estrategia de la Casa Blanca ha sido mantener a Joe Biden con la cabeza gacha y concentrado en gobernar, mientras mantiene los problemas de Hunter a distancia, a medida que se acerca la carrera por la reelección.