Son las 11.45 horas del miércoles. Han pasado tres meses desde la instalación de la Convención y, como cada día, la presidenta de la Convención Constitucional, Elisa Loncón (58), sale a la entrada del ex Congreso Nacional para dar el primer y único punto de prensa de la jornada junto a los miembros de la mesa ampliada. Vienen a comunicar la firma de un convenio para asegurar la participación de menores de edad en el proceso constituyente. Tras la cita sostenida con la defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, las autoridades entregan su vocería y el punto de prensa se acaba.

El tema es que hay más preguntas que responder.

Pese a la insistencia de los periodistas, Loncón dice: “Por respeto a los pichikeches (infantes en mapudungún) no me voy a referir a otra cosa en este punto de prensa, porque este espacio es para ellos, gracias”. La presidenta sale de escena y vuelve al interior del edificio del ex Congreso. La sigue su vicepresidente, Jaime Bassa. Pero este, antes de entrar, se acerca a preguntar a los periodistas cuáles eran las interrogantes pendientes.

La escena grafica los momentos fuera del pleno de la Convención de una de las 100 figuras más influyentes del mundo, según la revista Time: precisos y concisos. Cada vez que Elisa Loncón sale, todas las miradas se giran hacia ella, los camarógrafos se mueven rápido para poder captar cada movimiento y varias personas intentan acercarse. Solo que la académica y lingüista mapuche casi siempre permanece flanqueada por su equipo asesor u otros miembros de la mesa, manteniendo una actitud silenciosa y reservada.

La misma que hizo que el 4 de julio 58 convencionales la eligieran en una primera ronda y luego 96 en la votación final para liderar la Convención Constitucional.

Quienes primero levantaron a Elisa Loncón como una figura competitiva fueron los siete convencionales electos de su pueblo. Fue una propuesta que desordenó el plan de muchos sectores que tenían a otros en mente. Precisamente porque el suyo era un buen nombre: una mujer mapuche, y eso tenía un significado relevante. Así, Loncón, vestida con el traje tradicional de su pueblo -que suele dejar en algunas ocasiones en las que no hay pleno-, se convirtió en la autoridad máxima de la Convención. Ese día dejó en el camino precisamente a otra representante de pueblo originario: la convencional del pueblo colla Isabel Godoy, con quien volvería a toparse ingratamente algunas semanas después.

Entre algunos convencionales de diversos sectores existe consenso en que las primeras semanas Elisa Loncón -dueña de un extenso currículum académico- ejerció un rol más simbólico que técnico. Muchos lo adjudican a la experiencia jurídica del vicepresidente de la mesa, el abogado del Frente Amplio Jaime Bassa. Aunque un convencional advierte una cosa: “Jaime Bassa sin Elisa Loncón no tiene ningún poder. Él representa la solución técnica y más pragmática, pero cumple un rol que sin ese valor presencial y representativo de la presidenta se vería muy devaluado”. Coincide el abogado y académico de la Universidad de Chile, Salvador Millaleo, quien es cercano a la presidenta: “La vi que al principio estaba muy encima de lo que era el rol simbólico, pero a medida que pasa el tiempo se ha ido metiendo en la gestión más cotidiana”.

Esa percepción, para muchos va con la idea de que Elisa Loncón viene de un mundo que dista mucho de las reglas de la política y ven en ese aprendizaje uno de sus principales desafíos. Pero hay quienes ven en eso una virtud: “Ella tiene un buen manejo, lo que pasa es que no estamos acostumbrados a otras formas de hacer política. Yo creo que es importante abrirse a estos otros tipos de liderazgos que no necesariamente son al choque, son también amables, pero firmes en la toma de decisiones”, dice Elisa Giustinianovich, una de las vicepresidentas de la mesa directiva.

Para nada parecido piensa la convencional de Chile Vamos Marcela Cubillos, cuyas críticas a Loncón han sido públicas desde el primer día. A poco andar la acusó de “pavimentar el camino a la tiranía”, le reprocha que tiene una agenda personal en su conducción, que avala la violencia y que a pesar de haber votado a favor de la regla de los 2/3, eso es letra muerta al aprobar los plebiscitos dirimentes. Y así mucho más.

En La Moneda la sensación es parecida. Dicen que se muestra desconfiada y siempre blindada por su equipo, que componen la abogada Marta Yáñez como su asesora jurídica, el investigador del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) Claudio Alvarado Lincopi, su coordinador estratégico, y Martín Llancaman, quien es su jefe de gabinete. También hay otros asesores, pero su mano derecha más íntima es la académica Rayén Carimán, a quien Loncón conoció trabajando en la Universidad de Talca. Ella es quien pasa junto a Loncón la mayor parte del día, se encarga de su agenda y la pasa a buscar cada mañana a su casa, en La Reina. Ese mundo, dicen en La Moneda, “funciona como una corte inquebrantable”.

Y con el Ejecutivo los momentos de tensión no han sido pocos. Lo fueron al principio con la instalación, pero también más tarde con la discusión del presupuesto que tendría la Convención Constitucional. En una de esas reuniones con el ministro de Hacienda, Rodrigo Cerda, un asistente recuerda un comentario de Loncón que tensionó la instancia. Mientras se discutía sobre el monto, en que ella pedía más plata para asignaciones, dijo: “Recuerde, ministro, que viene el 18 de octubre”.

Constanza Schonhaut, convencional del Frente Amplio por el distrito 11, está en la otra vereda. Explica que Loncón ha establecido códigos que han dado buen resultado: “Tiene toda una visión muy tierna de ejercer la política. Lo vemos cuando parte las mañanas saludando en todas las lenguas, cuando dice estas frases de lo importante de enseñar y del lenguaje. Siempre tiene una frase del día que es inspiradora y eso le ha hecho bien a la Convención”.

Mala comunicación

A veces, eso sí, ese lado más humano le ha jugado malas pasadas. Sobre todo en el manejo comunicacional.

El primero vino el 2 septiembre, precisamente cuando la mesa pedía al gobierno aumentar el presupuesto para asignaciones. En ese punto de prensa, las preguntas que se hicieron eran en torno a cuáles serían los montos exactos y a explicar el porqué se estaban solicitando. Fue entonces que Loncón aseguró: “En la mañana muy temprano ya estaba publicado en El Mercurio. Ahí está el oficio y toda la información. Revísenla y ahí la van a encontrar”. Tras esa respuesta, uno de los periodistas presentes insistió en que era ella quien tenía que dar las explicaciones y no la prensa informarse por otros medios, lo que generó un silencio incómodo que Bassa terminó por romper: “Esto es un punto de prensa, no un seminario”, dando paso a explicar lo que se les estaba solicitando.

Tres días después vino el segundo impasse. Luego de la revelación que Rojas Vade dio a La Tercera Domingo admitiendo que no tenía cáncer, esto dijo Elisa Loncón desde la Región del Biobío: “Estamos respondiendo a la altura de los acontecimientos y nosotros somos humanos, no somos dioses para no fallar. (...) Yo les pido respeto por la situación del convencional. Hay una enfermedad de por medio, una situación humana de por medio”. La frase generó molestia casi de manera transversal entre los constituyentes. Pero se corrigió rápidamente el día después, cuando toda la mesa ampliada decidió enviar los antecedentes del convencional Rojas Vade a la fiscalía.

Más tarde, el jueves 9 de septiembre, vino el último y el que, dicen, es el episodio que más le ha pesado a la presidenta. Esta vez, el problema de comunicación no fue hacia los medios, sino entre la presidenta y los convencionales de los pueblos originarios. Ese día Loncón tuvo que suspender la sesión del pleno. Tenía enfrente a Isabel Godoy y a la convencional del pueblo aimara, Isabella Mamani, exigiéndole a gritos que ciertas normas del reglamento de la Comisión de Participación y Consulta Indígena no podían aprobarse con el quórum de los dos tercios. El episodio se viralizó en redes y en los puntos de prensa de ese día los pueblos del norte hicieron un fuerte cuestionamiento al rol que estaba tomando Loncón como presidenta de la Convención. “Me parece que tenemos que evaluar ese rol y el rol de la mesa, es hora de hacer cambios”, sentenció ese día la representante kawésqar, Margarita Vargas, en el punto de prensa.

Más allá del desacuerdo técnico -que para los escaños reservados tenía un trasfondo político importante-, ese momento caló hondo en la relación de ella con los 17 convencionales de pueblos originarios. Para uno de ellos, es esto lo que principalmente molesta: “Ha faltado liderazgo por parte de Elisa Loncón, de hacer visible que ella es la presidenta y la que conduce la Convención. A la luz de los hechos, uno puede decir que aquí pareciera que son otros los que deciden y no la presidenta”.

En la reunión que tuvo después de ese episodio la mesa directiva con los escaños reservados y los presidentes de las comisiones, la propia Loncón pidió en privado a los vicepresidentes que la respaldaran en términos personales y que les cedieran el punto a los representantes indígenas. Un miembro de la mesa reconoce que más allá de todo lo que ha ocurrido en estos tres meses, son estos momentos y todo lo que tenga que ver con el tema indígena lo que más la agobia: “Son los pueblos los que la tensionan”.

Cambio de etapa

A diferencia del resto de los 153 convencionales, a Elisa Loncón no se le ve mucho fuera del ex Congreso Nacional. Cuando sale es para actividades y no lo hace casi nunca sola: siempre acompañada de Rayén Carimán, el vicepresidente Jaime Bassa o algún miembro de la mesa ampliada. Sus almuerzos son dentro del edificio, los prepara desde su casa y pasa ese tiempo con su equipo asesor o sus convencionales más cercanos. La mayoría de ellos son los representantes del pueblo mapuche Adolfo Millabur, Ramona Reyes, la machi Francisca Linconao, Victorino Antilef y Rosa Catrileo, entre otros. A esta última convencional, tras su contagio de Covid, la propia Loncón fue hasta su casa a dejarle alimentos para su recuperación. “Aquí en Santiago nosotros no tenemos muchas redes, entonces ella ha estado preocupada por nosotros, muestra su solidaridad como lamgen”, cuenta Catrileo.

30 de Julio del 2021/ SANTIAGO Elisa Loncon, Presidenta de la Convencion Constitucional, posa y conversa junto a la Asociación de Funcionarias y funcionarios del Instituto de Derechos Humanos.

Con el resto de los convencionales, cuentan, no tiene mucha cercanía. Uno de ellos -que al igual que la mayoría no quiso dar su nombre para este reportaje- dice que es una mujer difícil de leer: “Es complejo descifrarla, entre otras cosas porque es mapuche. El mundo mapuche es un mundo que se ha perfeccionado en la desconfianza y no se muestra así como así”. En La Moneda y Chile Vamos ven ahí la explicación para solicitar seguridad para los convencionales en la semana que saldrán a terreno. Quizás por eso ni ella ni nadie de su círculo cercano de asesores quiso participar para este reportaje.

Aunque estos últimos días varios convencionales han percibido un cambio. Tras las complejas semanas de septiembre, a Elisa Loncón se le ha visto más empoderada que al principio. Así lo cree el convencional de Vamos por Chile Eduardo Cretton: “A medida que va avanzando en el cargo ha ido entendiendo las lógicas de la política. Sobre todo cuando se tocan temas que atañen al mundo indígena, se ve que la presidenta ha tomado un rol más fuerte. En eso ella no se pierde”.

Un convencional, incluso, menciona que la presidenta sabe aprovechar oportunidades: en vista de la distanciada relación que ha tenido el PC con el FA -donde quien más se ha visto afectado ha sido Jaime Bassa-, Loncón ha aprovechado de tomar más espacios de empoderamiento. En la mesa directiva perciben también que la lingüista mapuche ha tenido un cambio en su estrategia. Y una razón importante de ese cambio fue haber logrado despachar los cuatro reglamentos que regirán el órgano constituyente en el plazo de tres meses y tres días, para muchos un tiempo récord. Eso, aseguran, es el mayor logro en la mesa directiva. “Hay algo que aquí no se ha dimensionado y es la tarea de autonormarse, es algo muy complejo y el liderazgo ha sabido navegar a través de todas las complejidades que se han ido presentando. Eso se debe, en parte, al liderazgo de la presidenta Loncón”, dice el convencional del colectivo socialista Ricardo Montero.

Lo que viene ahora será entrar de lleno a los contenidos, a partir del 18 de octubre. Una fecha simbólica, ha dicho la presidenta, cuestión que nada gustó en el oficialismo. La etapa del fondo será más compleja y Loncón deberá lidiar con eso un par de meses más, pues su período culmina el 4 de enero. Así lo ve un convencional que votó por ella: “Ahora viene el reto de la política más propiamente tal. De articular, de conducir y de pasar de lo simbólico a lo propiamente conceptual”.