Cerca de las 06.30 de la mañana, el grupo islamista palestino Hamas sorprendió a Israel al lanzar el mayor ataque contra ese país en años: utilizando explosivos en la cerca que rodea Gaza, miembros de la brigada Qassam cruzaron hacia territorio israelí en motos y camionetas, además de parapentes y lanchas a motor por la costa. Al tiempo que más de 2.500 cohetes fueron lanzados desde Gaza. Israel dijo que se encontraba en guerra con Hamas y lanzó incursiones aéreas a la Franja, jurando cobrar un “precio sin precedentes”.
Horas después de iniciada la incursión de milicianos de Hamas, a los que también se habrían unido la Yihad Islámica, los soldados israelíes seguían combatiendo en 22 sitios cerca de la Franja de Gaza, incluidas varias localidades y comunidades, dijo el portavoz del Ejército, Daniel Hagari, en lo que representa una sorprendente señal de la amplitud del asalto.
Se estima que al menos 250 israelíes murieron, entre ellas una ciudadana israelí de madre chilena identificada por la embajada de Israel en Chile como Noa Glasberg. A ellos se suman más de 1.000 heridos y un número indeterminado de soldados y civiles israelíes que fueron tomados como rehenes y trasladados a Gaza, un hecho inédito y enormemente delicado para Israel. El jefe adjunto de Hamas, Saleh al-Arouri, declaró a Al Jazeera que el grupo tenía como rehenes a funcionarios israelíes de alto rango. Afirmó que el grupo tenía suficientes cautivos para obligar al Estado judío a liberar a todos los palestinos de sus cárceles.
Según describió la agencia Reuters, en el sur de Israel, cerca de Gaza, los cadáveres de civiles israelíes yacían esparcidos por una carretera de Sderot, rodeados de cristales rotos.
Israel respondió mediante una serie de ataques contra Gaza en los que al menos 230 personas murieron y más de 1.600 resultaron heridas, según el Ministerio de Salud palestino. Al caer la noche, los ataques aéreos se intensificaron, arrasando varios edificios residenciales con gigantescas explosiones, entre ellos una torre de 14 pisos que albergaba decenas de apartamentos, así como oficinas de Hamas en el centro de la ciudad de Gaza. Israel lanzó una advertencia momentos antes, y no se conoció de inmediato el número de víctimas.
“Nuestro enemigo pagará un precio que nunca ha visto”, dijo el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. “Estamos en guerra y la ganaremos”.
Por su parte, el líder de Hamas, Ismail Haniyeh, afirmó que el asalto iniciado en Gaza se extendería a Cisjordania y Jerusalén. “Esta fue la mañana de la derrota y la humillación para nuestro enemigo, sus soldados y sus colonos”, dijo. “Lo ocurrido revela la grandeza de nuestra preparación y la debilidad del enemigo”.
Falla de inteligencia
La incursión de Hamas ocurrió justo en el día de Simjat Torá, en el que los judíos completan el ciclo anual de lectura del rollo de la Torá, pero revivió dolorosos recuerdos de la guerra en 1973, de la que el sábado se cumplieron 50 años y en la que Egipto y Siria lanzaron un ataque sorpresa en Yom Kippur, el día más sagrado del calendario judío, con el objetivo de recuperar los territorios ocupados por Israel.
También se produce en un momento de crecientes tensiones entre Israel y los palestinos, con el proceso de paz prácticamente muerto desde hace años. En el último año, el gobierno de extrema derecha de Israel ha intensificado la construcción de asentamientos en Cisjordania y los colonos israelíes han desplazado a cientos de palestinos, elevando además las tensiones en torno a un lugar sagrado de Jerusalén.
Para el líder de la Iniciativa Nacional Palestina, Mustafa Barghouti, la razón por la que Hamas decidió lanzar los ataques “son las graves violaciones israelíes de los derechos humanos palestinos”. Según él, “el hecho de que los colonos israelíes llevaran a cabo actos de terror contra civiles palestinos durante los últimos ocho meses y los ataques de colonos israelíes y el Ejército israelí a lugares sagrados, musulmanes y cristianos”, son algunas de las causas. “El tercer punto”, agregó a La Tercera, “es el hecho de que Israel sigue reteniendo a 5.300 prisioneros palestinos y se niega a negociar su liberación, y lo más importante, es una respuesta a lo que Netanyahu declaró en Naciones Unidas cuando llevó el mapa de Israel que mostraba la anexión de Cisjordania y la Franja de Gaza, así como los Altos del Golán sin ningún respeto por los derechos palestinos”. “Durante los últimos ocho meses, Israel ha matado a 248 palestinos en Cisjordania, entre ellos 40 niños”, agregó Barghouti.
El hecho de que los ataques sorprendieran a las fuerzas de seguridad israelíes convirtió el ataque en uno de las peores fallas de los servicios de inteligencia en la historia del país.
“Se trata del peor fracaso en materia de inteligencia para Israel y Estados Unidos desde la guerra del Yom Kippur, hace exactamente 50 años. El enfrentamiento palestino-israelí ha ido en aumento durante todo el año, con la derecha israelí y los colonos provocando la violencia”, dijo a La Tercera, Bruce Riedel, investigador no residente del Centro de Política de Oriente Medio de la Brookings Institution.
En la misma línea Kobi Michael, investigador del Instituto para Estudios de Seguridad Nacional (Inss), dijo a este diario, que el ataque era “un enorme fracaso, enorme colapso, no sólo de inteligencia, sino también operativo”. “Lo más importante ahora es cambiar la ecuación, invertir el orden, desmantelar, eliminar las capacidades militares de Hamas y sus dirigentes, e impedir que vuelvan a ser lo que era. Porque no se trata sólo de Hamas. Tenemos que entender que estamos hablando del eje de resistencia, que está dirigido por Irán, compuesto por Hamas, la Yihad Islámica Palestina, Hezbolá y algunas otras facciones palestinas. Y su principal objetivo es desestabilizar la seguridad”, agregó.
“Creo que esta vez las represalias serán muy agresivas. Estamos ante una larga campaña. No será una campaña de dos, tres o cinco días. Va a ser una campaña de semanas, con la probabilidad de un mayor deterioro y que se convierta en un conflicto de múltiples frentes”, advirtió Michael en diálogo con La Tercera.
El ataque de Hamas tiene como telón de fondo las conversaciones que Arabia Saudita ha mantenido con Washington para la normalización de sus relaciones con Israel. El reino pidió contención a ambas partes y dijo que había advertido repetidamente sobre “los peligros de que la situación estalle como consecuencia de la continua ocupación (y) de que el pueblo palestino se vea privado de sus legítimos derechos”.
El grupo militante libanés Hezbollah felicitó a Hamas, alabando el ataque como respuesta a los “crímenes israelíes”. El grupo dijo que su mando en Líbano estaba en contacto con Hamas sobre la operación.
El Presidente Joe Biden dijo que Estados Unidos está dispuesto a ofrecer “todos los medios apropiados de apoyo” a Israel y advirtió a “cualquier otra parte hostil” al Estado judío que no busque sacar ventaja de la situación. “Dejé claro al primer ministro Netanyahu que estamos dispuestos a ofrecer todos los medios apropiados de apoyo al gobierno y al pueblo de Israel”, dijo Biden en un comunicado.
“Lo que se busca es deteriorar la situación para impedir que los sauditas den nuevos pasos hacia la normalización con Israel, avergonzándolos”, indicó Michael.
Mientras que para Riedel “este es probablemente el final para cualquier normalización saudí-israelí y amenazará los acuerdos existentes de Abraham”.
El asalto amenazaba con escalar a un conflicto más amplio, como ha sucedido en enfrentamientos anteriores entre Hamas e Israel. “Creo que hay una creciente probabilidad de que esto ocurra, pero depende de que las represalias israelíes sean lo suficientemente agresivas para disuadir a Hezbolá y a algunos otros de unirse y lanzar o abrir otros frentes contra Israel”, concluyó Michael.