Es posible que no exista en la oposición un dirigente de Chile Vamos más cercano al Presidente Gabriel Boric y los principales líderes del Frente Amplio que el exministro Jaime Bellolio (UDI). Con el Mandatario -pero también con los hoy ministros Camila Vallejo y Giorgio Jackson- el exvocero de Sebastián Piñera afianzó lazos durante su paso común en el Congreso y se mantienen hasta hoy. Bellolio es duro al enfrentar el lío de platas que azota al oficialismo, pero llama a la oposición a no polarizar aún más el escenario político, porque si les toca volver al poder -y cree que esa es una opción que se fortalece- “¿cómo vas a gobernar?, ¿qué vas a gobernar?”.
El ministro Carlos Montes apuntó al gobierno del expresidente Piñera señalando que esa administración creó el modelo para los convenios con fundaciones que están en el foco de la crisis por lío de platas. ¿Faltó a la verdad?
El intento de sostener que el caso de Democracia Viva venía de épocas anteriores es mentira. De hecho, tuvo que reconocer que ese caso había ocurrido en este gobierno y obviamente no lo dijo, pero es bajo su mandato. Lo que sí es cierto es que existe la glosa del presupuesto desde el año 2015, que fue ocupada el año 2019 y que fue aprobada por él como senador cada uno de los años. Suponer que por el hecho de que exista el presupuesto de algo signifique que haya actos de corrupción permanente es inaceptable.
¿Cuáles son las diferencias de los convenios que suscribían ustedes con los casos que se han ido conociendo?
Primero, quiero ir en defensa de la sociedad civil. Me parece que tratar de involucrar a toda fundación o a toda corporación y en decir que son todas corruptas y todas quieren robarle al Estado para su propio beneficio es falso. Lo que hay que hacer es investigar, saber quiénes hicieron trampa, quiénes estaban corrompiendo al Estado para hacer proselitismo político, pero eso no significa que sean todas iguales.
¿Podría asegurar que en el gobierno del expresidente no se cometió ninguna irregularidad de ese tipo? Se conoció una posible arista en O’Higgins.
Que se investigue todo lo que se deba, sin empatar ni tratar de empañar a toda la sociedad civil, como si fueran igual de fraudulentas que Democracia Viva. En el caso que se menciona, que no tiene por dónde empatar, la información que tengo es que las obras se realizaron y la persona que estaba relacionada se inhabilitó, que es lo que corresponde.
Usted es cercano al Presidente Boric. ¿Ha podido hablar con él?
Todavía tengo relación con varios de los que entramos juntos en el año 2014 al Congreso. Al inicio, mitad broma mitad en serio, les dije que tenían que hacer una muy buena pega, porque era una cuestión generacional. Si eso no pasaba, toda la generación iba a terminar dañada a ojos del público y después se iba a buscar experiencia y se podría volver a la generación que nos antecedía. Ellos no solamente tenían la pega de hacerlo bien por Chile, sino que también hacerlo bien por la generación política a la cual estaban representando. Pero bueno, todavía falta tiempo para hablar completamente.
¿La crisis es reversible o se dañó la marca del Frente Amplio?
Hay un daño irreversible. Y es irreversible porque ellos se fundaron bajo la idea de que eran moralmente superiores a quienes estuvieron en los 30 años y en el gobierno anterior. Creían que los problemas de Chile no se solucionaban porque no había voluntad política. Cuando ellos llegaron se dieron cuenta de que en verdad había que gestionar, que no bastaba con hablar. Pero no hay que sacar cuentas alegres y decir ‘pasemos por caja’ ante el Frente Amplio como si no hubiese un daño para todo el resto de la política. Porque lo que ocurre es que cuando somos todos iguales, entonces la respuesta es que se vayan todos. Y yo quiero decir que no, que no somos todos iguales en el sentido de que todo esté corrompido y por tanto hay que saber distinguir.
¿Desde qué vereda debería pararse hoy la derecha? Hay quienes dicen que hay una oportunidad para capitalizar la crisis del gobierno, otros plantean que hay que buscar una solución transversal...
Uno de los problemas que enfrentamos -así como sociológicamente- es que el futuro es muy corto para los ciudadanos. Se proyectan en un futuro muy breve, y eso se traspasa a la política. Entonces, la política lo que quiere es tener resultados inmediatos. Es como que quisiéramos los beneficios del futuro sin recorrer el camino que es costoso para llegar a ese futuro. Nos queremos sacar un 7, pero no queremos estudiar. Y eso no se puede. Si uno lo traspasa a la política, hay muy poco incentivo para cooperar, más bien el incentivo es a confrontar. Porque el que gana hoy, gana todo. Pero yo creo que por definición la política necesita tener un plazo largo. Si uno mira el corto plazo, por supuesto, el incentivo es a decir capitalicemos la crisis del Frente Amplio. Es obvio que hoy día la mayor oportunidad para el próximo gobierno es de la oposición. Ok, pero ¿qué pasa después?, ¿cómo vas a gobernar y qué vas a gobernar? Ese es el problema. A mí me gustaría, por supuesto, que gane la oposición, pero que gobernemos un país que no esté en trizas. Por ejemplo, que no se gobierne un país que no pueda encontrar un pacto social en una nueva Constitución con reglas establecidas donde podamos convivir.
¿Cómo administrar la pulsión de poner de rodillas al oficialismo?
He visto muchas voces que piensan que dialogar es traicionar. Y esa lógica le hace daño a la democracia. La derecha no puede caer en la idea de querer pasar por caja en el corto plazo, suponiendo que eso va a significar que van a ganar el poder y luego que va a salir todo bien. Es obvio que no. Por lo pronto, a este gobierno, que fue una posición radical en los años anteriores, le tocó gobernar quizás de sorpresa y con menos o nada de preparación. Y les pesa haber sido la oposición que fue. Entonces la derecha tiene que aprender de esa lección: no te puede pesar haber sido la oposición que fuiste ni tampoco puedes contribuir al deterioro grave de la democracia, de manera que después el debate sea entre populismo y democracia.
¿Qué debería hacer la derecha frente a esta crisis?
No tengo un plan para toda la derecha. Lo que sí es que tiene que fiscalizar muy bien, saber diferenciar y distinguir, saber dialogar cuando sea necesario, saber entender que hoy día quienes están en el poder lo van a estar por cuatro años y que la democracia tiene que seguir, la convivencia tiene que seguir, y que en vez de simplemente gritarnos, lo que tenemos que hacer es escucharnos.
¿Pero el gobierno debe ceder algo? Javier Macaya puso precio a la crisis y sostuvo que era insostenible que el ministro Giorgio Jackson se mantuviera en el gabinete. ¿Esa es la fórmula? ¿Pedir cabezas?
Hay demasiada polarización que te exige que seas lo más duro posible en un momento determinado y que cualquier palabra que no sea dura es traición o es ceder. Creo que eso está mal. Si tienen que irse o no los ministros es una decisión presidencial. El problema que creo que tiene el Presidente es que si se quedan los ministros es un problema y si se van los ministros, también. Y él va a tener que ponderar cuál de esos dos problemas es más grande para que pueda seguir en el ejercicio del poder.
¿Se equivoca la derecha cuando amenaza con acusar constitucionalmente a Montes y a Jackson?
Me tocó vivir muchas acusaciones constitucionales que al final eran más bien políticas y no de acuerdo a las infracciones constitucionales. Los casos de corrupción que hoy día estamos viendo son graves, tienen que investigarse todos. La única manera de poder avanzar es que esto sea sin impunidad. Pero creo que no basta con decir que tiene que salir uno o dos ministros, o que se pueda acusar constitucionalmente a uno u otro. Es parte de la labor fiscalizadora de los partidos, pero no puede ser el primer mecanismo que aparece cada vez que sale un caso como este. Creo que Chile Vamos, hasta ahora, y en este caso republicanos también, con el ministro Montes, al menos, han sabido esperar. O sea, si hubiese sido al revés, que no quepa duda que ya habrían sido acusados constitucionalmente tres o cuatro ministros y el Presidente. En eso la oposición ha mostrado ser distinta a lo que fue el actual gobierno cuando fue oposición. Eso es algo que ya me parece que está bien. Pero hay que resistirse a la tentación de pretender, como decía antes, pasar por caja en el corto plazo, porque terminamos dañando a la institucionalidad, al país, a la democracia, en el mediano y largo plazo. Y cuando uno quiere gobernar, quiere gobernar un país que esté en paz y no que esté en cenizas.
¿Qué tan distinta es esta oposición de la que ustedes enfrentaron? Ya van cuatro acusaciones constitucionales a ministros en poco más de un año de gobierno...
Primero, en términos comparativos, no hay ninguna duda de que es mucho más prudente. Segundo, hay que recordar que en algunas de las acusaciones, Chile Vamos no estuvo de acuerdo, cosa que no pasó la vez anterior. Creo que se banalizó el uso de la acusación constitucional porque la oposición pasada la ocupó como un instrumento político, cuando es un instrumento de última ratio que está en la Constitución, pero que no puede ser sobreutilizado.
¿Usted le cree al Presidente Boric cuando plantea el “caiga quien caiga”? ¿Ha contribuido a generar una sensación de confianza respecto de cómo se va a enfrentar esta crisis?
Lo que pasa es que conozco al Presidente Boric desde hace muchos años. Me es difícil ser totalmente imparcial, porque lo conozco personalmente. Entonces, por supuesto que lo creo. Sin embargo, después de decir que no ponía las manos al fuego por nadie, dijo que las ponía por un par de personas y después hubo un problema. Él ha tenido un involucramiento en esta crisis que ha sido un tanto errática. Han tenido que salir ministros y ministras a contradecir lo que ha dicho el Presidente. Hay falta de coordinación y de gestión de la crisis que tiene que encabezarla el Presidente, pero eso no significa que tenga que vocerearla.
¿Qué espera del gobierno en este minuto para superar esta crisis?
Primero, que no busquen una ganancia ideológica a partir del daño a la sociedad civil. Segundo, que traten de empatar. Creo que también sería un grave error y ya lo demostró el primer intento del ministro Montes. Tercero, creo que también sería un error el tratar de apostar el doble, forzando la votación de reformas que son relevantes sin que hubiesen, además, previamente acordado un camino, dado que no tienen los votos. Lo único que va a hacer eso es crispar todavía más los ánimos y generar más polarización. Tienen que asumir la posición que es de humildad, que es reconocer, investigar y saber diferenciar aquello que estuvo bien y aquello que estuvo mal. Y me parece que en esa parte, en esa reflexión todavía están al debe.
¿Se refiere a una suerte de mea culpa más público?
Una reflexión más profunda al respecto. El gobierno está al debe de un gesto político, todavía está a la defensiva, ensayando estrategias, he escuchado hasta a algunos que dicen que esto es culpa de la subsidiariedad, que es el momento del Estado. Y es exactamente al revés. Lo que nos demuestra este caso es que hay quienes corrompen al Estado para hacer sus fines proselitistas. Lo que hay que hacer es terminar con esos actos de corrupción y no terminar con la sociedad civil.