Dice que está lejos de ser un personaje polémico, que solo “habla claro” cuando hay que hacerlo. Y eso hizo esta semana. Desde sus vacaciones, Jaime Mañalich Muxi (66) explica al otro lado del teléfono -a propósito de su intervención en contra de las declaraciones del canciller Andrés Allamand sobre la vacunación a migrantes- que “aquí no hay espacios para opiniones, la ley a través de un decreto supremo dice que los migrantes, aunque no tengan una condición legalizada, tienen derecho a salud como lo tiene un beneficiario de Fonasa A”.
Es una cosa humanitaria, digamos.
Independiente de lo que sea, es un decreto supremo de la Presidencia de la República. Nadie puede decir ‘sabe, yo desconozco este decreto, y voy a hacer esto otro’. No se puede. ¿Y por qué se hizo esto? Porque en Chile (para 2016) ya teníamos una corriente de migración muy importante y tener a mamás que van a tener hijos, a personas que viven con VIH o con tuberculosis sin permitirles que se acerquen a tratar es contrario a cualquier derecho humano. Además, es un perjuicio tremendo para la salud pública.
¿En qué sentido?
Que llegue una mamá en trabajo de parto que no se vio en todo su embarazo, que no tiene exámenes de sífilis, no tiene exámenes de VIH, que no se ha controlado la presión arterial y llega al Hospital de Arica a tener un parto prematuro de un niño que pesa un kilo y medio, es una catástrofe. Entonces, lo que nosotros tenemos que decirle a esa madre es ‘si usted pisa Chile, está embarazada, está protegida, y no la vamos a denunciar’.
¿Fue un paso en falso que un personero de gobierno saliera a negar la vacunación a migrantes en situación irregular?
No, yo no me pronuncio sobre eso. Pero el ministro Enrique Paris ha sido extraordinariamente claro, y el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, también. Ellos dijeron ‘esta es la ley, esto es lo que está mandatado’. En el derecho público se debe hacer lo que está mandatado y no lo que a uno se le ocurre.
¿Cuál es su postura frente a la crisis migratoria en Colchane?
Chile es un país de migrantes, y el que se quiso venir de Venezuela es porque estaba perseguido. Las migraciones son una fuerza incontrarrestable, se pueden hacer algunos esfuerzos, pero en realidad las migraciones humanas durante las crisis -como la que tenemos en Venezuela o en otros países- son una fuerza tremenda y la gente no viene porque sean malas personas, vienen al país porque o si no se van a morir.
A propósito de ese tema, usted mencionó en un momento que no tenía “conciencia” de la magnitud del hacinamiento en sectores de la ciudad. ¿A qué se refería?
Uno ve el informe del Ministerio de Desarrollo Social sobre cuánta gente hay hacinada, pero cuando uno va a un cité donde viven haitianos -que es el ejemplo que yo vi en pandemia- y en la municipalidad dicen que viven dos personas por habitación, uno entra a la pieza y en realidad son 10. De ahí nació la idea de las residencias sanitarias, porque era imposible hacer un confinamiento en un lugar donde vive una persona por metro cuadrado. Se iban a contagiar más.
Si estuviera aún en el gabinete y el Presidente Piñera le solicitara hacer modificaciones a la estrategia sanitaria, ¿qué haría?
Yo creo que la Fase 1, que es el confinamiento absoluto, es algo que ya no sirve. Es una medida de coerción y de pérdida de derechos de las personas de una magnitud que no puede seguir durando y tiene muchos efectos adversos. Que una persona no pueda salir a caminar en una plaza, con mascarilla, que un niño no pueda jugar, que la gente no pueda andar en bicicleta, eso es contraproducente. Es más, no tiene ningún beneficio sanitario. El confinamiento es algo de lo cual hay que alejarse rápidamente.
¿Qué opina sobre el toque de queda, que va a cumplir un año de vigencia?
Respecto de las medidas coercitivas, corresponde, como ya se hizo, prorrogar la alerta sanitaria de principios de febrero del año pasado. También corresponde renovar el estado de excepción constitucional. Por la experiencia europea, que han hecho mucho más énfasis en el uso del toque de queda -más incluso que los confinamientos-, soy partidario de mantener el toque de queda, evaluar en la tercera ola que viene ahora en otoño-invierno, en el entendido de que efectivamente el toque de queda sirve si hay control policial que evite reunirse masivamente.
¿Pero no pierde legitimidad la medida de excepción?
El toque de queda no hay que mirarlo como los recuerdos que tenemos de tiempos de dictadura, donde estaban los militares en la calle, con el peligro de la vida que significa. Tiene que haber cierta flexibilidad, pero la idea es que en esas horas no haya reuniones sociales.
¿Cómo ha visto el proceso de vacunación?
Es un motivo de alegría, refleja la calidad del sistema de salud chileno. Estar poniendo 200 mil dosis de vacunas en un día no ocurre por milagro. Significa miles de personas trabajando, más de mil lugares para vacunar, la cadena de frío, la logística, Cenabast, o sea, detrás de esto hay una verdadera epopeya. En ese sentido, habla muy bien de nuestro país, al punto que otros países lo reconocen.
¿Ha notado un relajamiento de las medidas con el avance de la vacunación?
Hay que tener mucha prudencia en no tener un exceso de confianza. En ese sentido, lo probable es que este virus siga circulando, enferme a algunas personas, y que esté entre nosotros hasta mediados de 2022, que tengamos que mantener medidas de precaución importantes. Lo peor que podría pasar es que la gente dijera: ‘Ya, tenemos la vacuna, estamos listos’. Por lo demás, hay que recordar que la persona que se vacuna necesita dos dosis, al menos con Pfizer y Sinovac. Pensar que vamos a tener una inmunidad de rebaño en marzo no va a ocurrir.
¿Por las características de la vacuna de Sinovac? ¿O porque no vamos a tener cubierta la población?
En el mejor de los escenarios, el 31 de marzo, si nos atenemos a lo señalado, vamos a tener cinco millones de personas vacunadas, y eso no alcanza para la inmunidad de rebaño, necesitamos 15 millones.
Ha mencionado que en Israel se considerará inmunes a quienes han cursado la infección y a los vacunados. ¿Qué se debería adoptar acá?
Lo que se sabe hasta el momento es que la inmunidad que produce la enfermedad es similar a la que produce la vacuna Pfizer y, hasta el momento, dura por lo menos ocho meses. En ese sentido, si miramos la situación de Chile, nosotros debemos tener más de un millón de personas que han estado contagiados, 800 mil confirmados con PCR. Leí que en Israel va a poner en práctica, para que la gente pueda volver a clases, para que vuelvan a hacer su vida normal, un certificado de inmunidad. ¿A quién? A los que han sido vacunados correctamente y a los que han tenido la enfermedad.
¿Cree que podría aplicarse acá?
Por supuesto. Los laboratorios, que tienen intereses comerciales en esto, por supuesto no van a investigar si una persona que tuvo la enfermedad puede quedar exenta de la vacunación, van a decir que todos necesitan vacunarse. Tampoco van a investigar si alguien que tuvo la enfermedad necesita en realidad las dos dosis o basta con una. Pero esas preguntas hay que responderlas porque tienen una implicancia enorme, no sólo económica, sino que a la hora de lograr dar una buena batalla contra la enfermedad.
¿Cómo se proyecta que sea la vacunación? ¿Año a año como para la influenza?
Ese es el escenario más probable, salvo que ocurra que, efectivamente, este virus pase a ser uno más de los coronavirus que andan dando vueltas por todas partes. O sea, vale la pena vacunar en la medida en que la enfermedad es grave, porque contra el adenovirus (resfrío común) nadie se va a vacunar.
¿Cree que eso está pasando? ¿Se va a “volver buena persona” el virus en algún momento?
Yo creo que el virus ya está buena persona... Los virus para sobrevivir tienen que hacerse más contagiosos y menos letales y eso es lo que va a pasar con este virus. En el Reino Unido, con la nueva variante, aún no se sabe cómo varió la letalidad, porque a ellos les topó con una situación de saturación hospitalaria. La información oficial, hasta ahora de la OMS, es que esta cepa parece ser más contagiosa, pero menos letal.
¿Tiene esperanzas en que la vacuna de Sinovac erradique el virus en Chile?
Erradicar el virus es una utopía, y lo que tenemos que lograr a través de las medidas de aislamiento y las vacunas es que este virus se transforme en el quinto coronavirus que circula todos los inviernos en Chile.
¿Qué pudo ver de las primeras gestiones para conseguir una vacuna?
El Presidente fue muy enfático en esto de comprar en verde en varios laboratorios, no poner todos los huevos en una sola canasta. Yo, particularmente, siempre tuve mucho entusiasmo por la vacuna de Sinovac, porque ellos usan una plataforma conocida. O sea, es un virus atenuado, no es partícula o un virus que está montado sobre otro virus, y nosotros ya comprábamos vacunas de influenza a este mismo laboratorio desde hace muchos años. Entonces, además de su entrega, tenían un valor muy inferior a las otras vacunas, aproximadamente un décimo del valor de las otras vacunas. Tuve la oportunidad de reunirme con el embajador Xu Bu en dos oportunidades y lograr este compromiso de que China nos iba a proveer -igual como nos proveyó de los respiradores- de las primeras partidas de vacunas que son las que tenemos hoy día en Chile.
Usted nunca ha sido partidario de tratamientos experimentales, como el suero convaleciente, ¿qué opina del uso del Avifavir por parte de la Municipalidad de Recoleta?
Hay gente que dice que ‘entre no hacer nada, mejor hacer algo’ y eso es un profundo error, porque ese ‘hacer algo’ puede significar un grave riesgo para la salud. Por ejemplo, el plasma hoy día no lo recomienda nadie, pues hay una sospecha fundada de que el uso de personas que se recuperan de coronavirus inyectado a personas que están enfermas graves ha contribuido a que aparezcan variaciones o mutaciones del virus.
¿Cree que el Instituto de Salud Pública (ISP) se equivocó al autorizar este medicamento para uso experimental?
Lo que hizo el ISP autorizando este medicamento es un error, porque introduce un medicamento que se sabe que no tiene las pruebas para demostrar utilidad y que tiene claros efectos adversos. Que fue inventado para tratar la influenza en Japón, y que en Japón dijeron no sirve para el coronavirus. Resulta que por un acuerdo entre algunos países latinoamericanos se trae el medicamento. ¿En quién lo van a usar? ¿Qué consentimiento informado? ¿Qué protocolo de investigación hay? Este medicamento es para usar en personas que están gravemente enfermas, hospitalizadas, no en un consultorio.
La vacunación le ha dado cierto respiro al gobierno, ¿cómo ve el momento político?
Yo creo que estamos en una suerte de ‘veranito de San Juan’, pero la oposición esta muy atenta a cualquier cosa. Cualquier cosita, un avión que no llega, que se acumularon vacunas en un consultorio, cualquier cosa... El mérito de la campaña de vacunación es del Presidente. Sin embargo, por otro lado, durante el 2021 vamos a tener dos agendas: una agenda sanitaria -porque esto no va a acabar en marzo- y una agenda constituyente. Es probable que la actividad parlamentaria entre en la práctica, en una suerte de “pato cojo” o de irrelevancia. Toda la discusión pública va a estar en la convención constituyente, y con razón, porque es un momento histórico.
¿Cree que el Mandatario va a entregar la banda a alguien de su sector?
No, no, no. Eso ya es mucho preguntar.
¿Usted se va a vacunar?
Por supuesto que sí, con Sinovac. Por mi edad, cuando me toque.