Javier Macaya venía caminando por el barrio El Golf, desde su oficina de abogados a su casa, cuando se encontró de sorpresa con su antiguo profesor de Derecho, Andrés Chadwick. Tras un par de saludos para ponerse al día, Chadwick le dice que necesita un candidato a diputado UDI por San Fernando, la zona donde Macaya creció entre la viña familiar.
-Déjame cachar, le dije. A las dos semanas ya era candidato.
De eso han pasado 12 años. Dos períodos de diputado, ahora senador y presidente de la UDI, partido al que entró a militar cuando ya había sido electo. Hoy, Macaya dice estar preocupado por el momento político, sobre todo constitucional. Su propuesta es que debe haber un nuevo proceso constituyente a partir del Rechazo al borrador actual. Sabe que le creen poco del otro lado –”y con justa razón pueden no creer, porque han pasado 30 años en que la UDI fue una gran opositora al cambio constitucional”-, pero está dispuesto a dar “pruebas concretas” que revelen la determinación de su partido a terminar con la Constitución del 80.
-Tenemos que romper las desconfianzas. Acá la frase que yo más he escuchado de gente de la centroizquierda que ya está inclinándose por aprobar para después reformar, es que no le creen a la derecha. Nosotros tenemos que dar señales creíbles, dar muestras de confianza para construir puentes con ese mundo, para que en caso de ganar el Rechazo, el proceso constituyente siga y tenga más coherencia y armonía de la que tiene si gana un texto que hay que aprobar sabiendo que se tendrá que reformar.
¿Y qué prueba concreta puede dar para que les crean que sí van a hacerlo?
Mira, primero, somos una generación distinta. No nos tocó tener las discusiones de la transición, ni tenemos una historia de antagonismo como la que pueden haber tenido nuestros antecesores, con sus defectos y con sus virtudes. Generamos conversación permanente. Una muestra de aquello fue la presidencia de Álvaro Elizalde en el Senado, que para nosotros es una cuestión concreta de decir ‘hay que dotar al Senado de gobernabilidad y generar una muestra de confianza’, por ejemplo.
Pero creo que tienen que haber cosas adicionales. Cuando yo escucho a las personas de centroizquierda decir que no le creen a la centroderecha esta vocación de cambio, esto tiene que ir acompañada de gestos concretos.
¿Cuál es la oferta que hay sobre la mesa?
Es que si yo me pongo hoy día a pautear esa conversación, voy a inhibir la posibilidad de que esto emane de una cuestión que justamente genere confianza... Hay cosas que se han conversado, que tienen que ver, por ejemplo, con los quórums de la actual Constitución o de la futura... Es algo a lo que nosotros podríamos estar disponibles. Al final, el quórum de 2/3 se sabe que es súper difícil de conseguir y para lo que viene en el futuro tendremos que tener ciertas reglas que nos permitan tener un poco más de flexibilidad.
¿Podrían estar o están?
Estamos disponibles. O sea, si esas son las pruebas de confianza que implican que nosotros declaremos ex ante que una futura Constitución y la actual no tiene que tener el quórum de 2/3, es una prueba de confianza que para nosotros sería posible.
Estamos convencidos de que la actual Constitución ya está superada y si bajar los quórum se tiene que hacer antes del 4 de septiembre, estamos disponibles. Y también estamos disponibles a que se incorpore de manera armónica el trabajo de los expertos.
Usted dice que son una generación distinta, nueva. ¿Que la UDI impulse un nueva Constitución es matar al padre?
No, porque nuestro partido hoy dio por superada institucionalmente la Constitución vigente, no porque lo hayamos querido. De hecho, votamos mayoritariamente por el Rechazo en el plebiscito de entrada, incluyéndome a mí. Pero, también, hay un reconocimiento de responsabilidad de haber sido opositores a los cambios constitucionales durante 30 años. Y desde ese punto de vista, yo entiendo la desconfianza que se genera de una simple declaración y que hay que dar pasos más concretos para ponernos en un escenario común de que, en caso de ganar el Rechazo, vamos a tener una mejor Constitución. En la derecha hay una real voluntad de cambio. Y estoy hablando también de RN y Evópoli, tenemos absoluta coincidencia en eso.
Y cuando dices matar al padre, claro, se nos ha criticado mucho de amarillos, de entreguistas por parte de un sector que no entiende que tener una Constitución que, no podemos hablarle al 44% que votó en diciembre por José Antonio Kast, ni el 20% que votó en octubre del 2020. Necesitamos hacer una campaña que le hable al 80%, que con esperanza, con ilusión, miró este proceso constituyente como algo que, lamentablemente, la Convención no les ha entregado. La Convención no ha estado a la altura de lo que la ciudadanía le pidió.
Y en ese discurso, si gana el Rechazo, ¿qué va a hacer la UDI el 5 de septiembre? ¿Salir a convocar una nueva Convención?
Sí, puede ser. Si hoy día hago una propuesta de que la idea de la UDI es un comité experto, una nueva Convención, voy a estar afectando esa confianza que se tiene que generar en conversaciones. Puede ser cualquier mecanismo, no nos cerramos a ninguno. Pero de todas maneras tiene que ser plebiscitado; la ciudadanía tiene que volver a pronunciarse, porque es la manera de legitimarlo para los próximos 50 años. Convocar un nuevo plebiscito donde pongas las distintas opciones.
Cuando habla de los puentes, ¿a quiénes se refiere? ¿Con quién ha conversado?
El Senado ha sido un buen espacio de conversación. He conversado con casi todos los senadores de centroizquierda, en quienes veo mucha preocupación, no solamente por lo que significa la cuestión incumbente que es el Senado, sino porque se está generando un texto incoherente. Y ahí es donde la batalla que se está dando en muchos de ellos es Aprobar para reformar o Rechazar para tener una nueva Constitución. Y si no creen que vamos a tener una nueva Constitución, van a terminar aprobando para reformar. Y eso es partir al revés.
Usted tiene llegada directa con el Presidente Boric, ¿lo ha conversado con él?
Le he transmitido mi preocupación. Él cree que es menos malo de lo que yo creo, tenemos diferencias respecto de la profundidad de los cambios que se están proponiendo, del impacto que va a tener fundamentalmente en la armonización de normas durante los próximos 10, 15 años.
Ahora, Morgan Stanley el otro día decía que era mejor que gane Apruebo.
Porque se pone en un escenario que es una falacia, que es que si gana el Rechazo puede volver la inestabilidad y la violencia a las calles. Me parece un informe muy deficiente. Tuve la oportunidad de leerlo y lo comparé con otro informe, como por ejemplo el de JP Morgan, de Barclays también, y me parece que uno tiene que entender de si gana el Apruebo por pocos votos o si gana el Rechazo, manteniéndose en un statu quo, por pocos votos, son escenarios complejos para el futuro de Chile. El único escenario que te puede dar una posibilidad de plantearle a Chile algo de mayorías, es algo que se construya desde la derecha hasta la centroizquierda, y eso no ocurre con una Constitución aprobada por 52 puntos o de un Rechazo con un statu quo.
Sería bien difícil ver ese proceso liderado por un partido de derecha.
Yo creo que no tiene que liderarlo ni nacer desde la derecha. Por eso nuestro desafío hoy día es generar los puentes y las relaciones de confianza para que nuestra vocación de cambio posrechazo sea creíble.
Hace unas semanas, el Presidente planteó un acuerdo de seguridad después de haber conversado con usted. Lo ve posible después de lo que ha ocurrido con el estado de excepción?
El gobierno desahució cualquier posibilidad de acuerdo en seguridad por su incapacidad de conducir al país en esta materia. Está preso de sus contradicciones, porque cuando tú llamas a un acuerdo en seguridad y al día siguiente planteas que en Chile hay presos políticos por parte de sus ministras, y al subsiguiente de que le va a poner urgencia al tema del indulto, significa que están absolutamente capturados por su extremo izquierdo y el PC. No han tenido la capacidad de conducir en esta materia. Cuando tú tienes una declaración tan grave como la de Héctor Llaitul, que le declara la guerra a Chile, al Estado, y eres incapaz de querellarte por eso...
“El gobierno desahució cualquier posibilidad de acuerdo en seguridad por su incapacidad de conducir al país en esta materia”.
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El Presidente dijo que no perseguía ideas.
Una cosa es no perseguir ideas, pero otra muy distinta es dejar a la indefensión a tus ciudadanos con alguien que le declara la guerra. O sea, hay delitos específicos que cometió Héctor Llaitul en esa declaración que lo hacen perseguible penalmente. Y creo que es muy grave que se note que no se actúa con firmeza y con determinación.
¿Qué explicación le da? ¿Por qué no se querellan?
Porque están presos de sus contradicciones, de sus historias pasadas en esta materia, de cómo votaron en su momento el propio Presidente y sus ministros en el Congreso, y que se dan cuenta de que hoy día, cuando tienen que usar todas las herramientas que la ley les faculta, tienen una presión muy fuerte desde la izquierda. Lo que hace es decretar estado de excepción, pero con manos amarradas, porque están absolutamente presos de la presión de su ala más de extrema izquierda.
¿Cómo debe ser la oposición en este momento del gobierno de Gabriel Boric?
Nosotros tenemos una manera de pararnos en esta cuestión que no es muy diferente a la declaración inicial que hicimos. Como oposición, en este poco tiempo que llevamos, hemos tenido que lidiar con el populismo de la clase política, como el tema del 10%, donde nosotros no hemos cambiado de opinión tampoco. Yo he votado todos los retiros de una misma manera. Y con una irresponsabilidad a la que nos acostumbró la izquierda a la hora de ser oposición con el Presidente Piñera. Ellos contribuyeron durante dos o tres años notablemente al deterioro del clima político que se vive en Chile. Nosotros no queremos caer en eso. No queremos repetir ese ejemplo y esa manera de ser oposición. Ahora, la invitación que sí le hacemos desde la oposición al gobierno, y es lo que vamos a tratar de construir con ellos, es convencerlos de que hoy día no se puede seguir siendo incoherente con respecto a la economía y respecto de la seguridad. Ellos cambiaron de posición respecto al 10%, cambiaron de opinión respecto a la presencia de militares en La Araucanía, pero en ambos casos tratan de dar un guiño presentando un proyectito del 10%, o diciendo que los militares tienen que ir con las manos amarradas o solamente en un determinado camino de la Región de La Araucanía y el Biobío. Se dan cuenta de que las herramientas las tienen que ocupar, se dan cuenta de que el 10% afectaba a la economía y las pensiones, pero igual le tienen que entregar una salida.
Hubo parlamentarios UDI que estaban con el 10%, y muy fervientemente.
Sí, reconocemos que hemos tenido un problema de control en eso. Pero yo hablo como presidente del partido y como posición institucional e incluso hasta en ese retiro del Presidente Piñera, que fue de él, nosotros lo votamos en contra. El punto es que tenemos que estar a la altura de lo que nos pide el país y no ser el tipo de oposición que hizo la izquierda. Y los niveles de aprobación que tiene el gobierno hoy no pasan porque una oposición sea más dura o no, pasan por mostrar los efectos de las malas políticas públicas que se implementan. Yo creo que el tiempo nos va a dar la razón de querer hacer oposición de una manera más colaborativa, menos destructiva.
Hoy día, con el bajo nivel de aprobación que está el gobierno, la derecha tiene una oportunidad, en términos parlamentarios, en términos presidenciales. ¿Cómo están pensando eso en adelante?
Creo que este ciclo político exige hacer las cosas de manera diferente y no tomar definiciones entre cuatro paredes. Dudo que en el futuro sea aplicable, por ejemplo, la lógica de “el que tiene mantiene” o que alguien no se acepte en una primaria. Yo creo que alcaldes, diputados, senadores en ejercicio y candidatos presidenciales se tienen que someter a primarias.
¿Incluso los que aparecen como figuras obvias? Pienso en Evelyn Matthei.
Así tiene que ser. Creo que las nuevas generaciones tenemos que actuar con menos ideología y con más lógica de participación ciudadana. Eso lo estoy pensando para el 4 de septiembre y para las definiciones que vengan en el futuro de la política.
La UDI nunca ha hecho una primaria interna, por ejemplo. Hoy día está súper bien posicionada nuestra alcaldesa de Providencia y probablemente lo que debiéramos hacer es no una primaria interna, sino una abierta.
Usted partió esta entrevista contando que fue Chadwick quien lo trajo a la política. Él, hasta el estallido, planteaba que Chile no tenía que cambiar la Constitución. ¿Qué reflexión hace de eso?
¡Entrevístenlo ahora, pues! Jajaja… Creo que así como el gobierno ha chocado con la realidad de ser gobierno, los hechos a nosotros nos pusieron en el lugar que tenemos que estar ahora y chocamos contra esa realidad. Chocamos contra un 80% de los chilenos que miran con esperanza el proceso de cambio constitucional. Y como esto es una elección que no se da en la lógica binaria izquierda-derecha tradicional que se han dado las elecciones en los últimos 30 años, sino que se da en el eje democracia y autoritarismo o pérdida de libertad, nos queremos poner al lado de la democracia con muchas personas con las que cultural o históricamente no hemos estado nunca, para ser capaces de construir algo que tenga un amplio consenso en el futuro. Hoy la realidad nos ha dicho que a pesar de haber tenido una posición muy dura en esta materia y haber sido férreos opositores al cambio constitucional y haber estado por el Rechazo en el plebiscito de entrada, sí somos demócratas y creemos que la Constitución se vio superada cuando el Apruebo ganó por un 80%. Porque así lo decidieron los chilenos.