Lo tildaron de traidor en más de una oportunidad y enfrentó una dura resistencia desde su propio sector, de la que todavía algo queda. Pese a eso, el presidente de la UDI, Javier Macaya, no abandonó la mesa de negociaciones para alcanzar un acuerdo constitucional, cuyo pacto se cerró el lunes. De hecho, reivindica haberse sentado a conversar de inmediato con el oficialismo y cuestiona, en duros términos, al Partido Republicano, fundado por José Antonio Kast, quien se ha desplegado criticando el acuerdo alcanzado. “La invitación a Kast y a todos los sectores de extrema derecha es a no ponerle piedras en el camino a esto”, dice.
Macaya va más allá: afirma que las alianzas electorales para los comicios de los consejeros debe ser con quienes se comprometan a que el proceso sea exitoso. Por lo mismo, ve con distancia pactar con los republicanos, pero hace un llamado a Amarillos.
Su consigna es que se debe “cuidar” el acuerdo.
Durante las negociaciones y después de sellar el acuerdo hubo voces en su sector que lo calificaron de traidor por “entregar la Constitución”. ¿Es un pacto con un sabor amargo?
Hay visiones radicales y tentación populista en ambos extremos y lo hemos visto esta semana. Algunos quieren refundar Chile, arrasar con las instituciones y hacer exactamente lo mismo que fracasó en el proceso anterior, y otros quieren dejar todo igual negándose a ver el futuro. Si hay algo que ha quedado en evidencia esta semana es que las voces extremas, que critican el camino trazado, las que van a tratar de poner palos en el camino, son minoritarias.
¿Cómo toma que en su sector algunos lo califiquen de traidor?
La visión radical y la tentación populista están en ambos extremos. Yo creo que el tiempo nos dará la razón a los que firmamos el acuerdo, de que es un proceso absolutamente distinto al que fracasó el 4 de septiembre. Construimos algo que tiene base sólida, tiene los resguardos para que se evite refundar Chile.
Durante toda la negociación tuvo que lidiar con el tironeo de su sector, de la misma UDI más dura que no quería acuerdo. ¿Cómo fue administrar eso?
La opción que parecía más fácil era tirar el mantel y también una opción bien popular de los sectores más duros de nuestro sector que promovía sencillamente que no hubiese acuerdo. Aquí va mucho más allá de la palabra empeñada en la campaña. Para nosotros tiene que ver con el sentido de hacer política no defraudando la confianza que le tratamos de dar a la ciudadanía, y eso era intransable.
¿No pensó en tirar el mantel?
No. Estoy convencido de que la razón del desprestigio de la política es porque no se maximizan los esfuerzos para construir acuerdos y la fragmentación de la política hoy día tiene una tentación permanente a destruir, descalificar y yo no estoy en política para hacer solamente lo fácil. Con la Constitución no se juega. Lo que quedó en evidencia esta semana es que las voces más extremas, las que critican el camino trazado, no van a querer acuerdo, no lo han querido nunca y prefieren tener a la sociedad polarizada y que quizás vuelvan a aparecer la situaciones de inestabilidad y violencia que hemos vivido en el pasado.
¿José Antonio Kast es uno de los que quieren eso? Esta semana dijo que “me llama la atención la UDI, Jaime Guzmán no habría firmado este acuerdo”.
Atribuirse de cómo hubiese actuado me parece que es un error profundo. Es simplista la visión de que acá los políticos no estamos preocupados de los problemas reales de la gente. Evidentemente, si no somos capaces de solucionar este tema se van a profundizar los problemas reales de la gente.
¿Cree que Kast prefiere una sociedad polarizada?
Yo hago la invitación a José Antonio Kast y a todos los sectores de extrema derecha a no ponerle piedras en el camino a esto. A ser parte, a designar expertos que estén a la altura del desafío y que sean personas dialogantes. Chile espera de sus políticos más acuerdos que desacuerdos, y eso es lo que Kast no ha entendido y se quedó en la lógica de cómo hacer crecer a su proyecto político y partido. Espero que en el futuro se pueda tomar el camino más difícil.
¿Los republicanos tomaron el camino más fácil?
Por supuesto. La política se degrada cuando solo se tiene en mira la próxima elección y en cómo me trago al adversario. Quizás ellos están viendo que la UDI es un partido que comparte una base electoral con el Partido Republicano. Es pequeña esa mirada para lo que se requiere en el futuro de Chile.
Para la elección de consejeros, entonces, ¿no ve viable una alianza con los republicanos?
En esta elección hay que salirse de la lógica de una elección tradicional municipal o parlamentaria. Si los republicanos son capaces de entender que acá lo que se juega es muchísimo, y entran con la intención de no ponerles palos en el camino, quizás podamos tener una conversación. Y la invitación que nosotros les hicimos a Amarillos y a las personas de la centroizquierda que estuvieron por el Rechazo sigue absolutamente abierta. Esta elección hay que trabajarla en otra lógica.
¿Pero por qué dejar abierta la opción de ser alianza con los republicanos que han sido muy duros con este nuevo proceso?
Si ellos están en una disposición de hacer que el proceso fracase, tendrán que hacerse responsables de esa actitud y yo estoy seguro que Chile se las va a cobrar. Ellos van a tener que darse cuenta en algún momento de que ese no es el camino para Chile y que han estado equivocados.
¿No teme que los republicanos se “coman” su electorado y eso los perjudique?
Confío en que la sabiduría del electorado de centroderecha, que piensa más en Chile que en el interés político de tener un concejal o un diputado (...). El Partido Republicano hizo campaña en la franja de televisión por una nueva y buena Constitución. Al menos yo en política honro la palabra empeñada.
Dice que el tiempo les va a dar la razón. ¿El costo ha sido muy alto para usted?
Tengo clarísimo y asumo como una realidad que existe un porcentaje de nuestro sector que opina que no teníamos que llegar a acuerdos. Estoy también convencido de que el factor tiempo, y por eso tenemos que cuidar esto, nos va a dar la razón. Por eso yo también separo el tema constitucional de lo que es la coyuntura política. Y nosotros somos oposición al gobierno de Gabriel Boric. Vamos a tener una mirada muy diferente en las reformas tributarias y de pensiones. Queremos que se enfatice el tema de la seguridad y vamos ojalá a empujar nuestras iniciativas en la mesa de seguridad.
Gonzalo Cordero planteó que los dirigentes de la derecha están más a la izquierda que su electorado. ¿Qué piensa de eso?
Yo espero que en diciembre del 2023 un amplio triunfo del Apruebo de una nueva Constitución demuestre que quienes firmamos el acuerdo estábamos en lo correcto. Yo estoy seguro de que Gonzalo Cordero, si ocurre eso, en diciembre de 2023 va a estar contento de haber estado equivocado en esta época.
Él dice que la derecha no debe ceder a las banderas de la izquierda, argumentando que el 62% del Rechazo cambió la correlación de fuerzas del país.
No hay que sobreinterpretar el 62%, porque ese fue un porcentaje que responde a un muy mal texto constitucional, refundacional, que evidentemente era de la izquierda extrema, pero al Rechazo se sumaron personas que fueron trascendentes, como Amarillos, gente de la antigua Concertación, que nunca habían trabajado en política con nosotros. Además de que haya ganado el Rechazo, es que esas personas hayan tenido la capacidad de cruzar la frontera ideológica y tener disposición a trabajar con personas con las que nunca antes habían trabajado. Ese es el gran triunfo de lo que ocurrió el 4 de septiembre y eso hay que cuidarlo.
¿Y si el resultado no es favorable, lo tomará como una derrota personal?
Pero por supuesto. Para mí sería una derrota, pero evidentemente no depende solamente de mí cuidar el ambiente. Si aquí hay un sector de la extrema derecha que trata de que el proceso fracase, nosotros lo vamos a denunciar con mucha fuerza, lo mismo que si lo hace la extrema izquierda, tratando de cambiar el acuerdo, a criticar lo que se hizo. Ahora, particularmente, tenemos el principal desafío durante la tramitación legislativa para que este acuerdo no sea modificado.
En el oficialismo algunos quieren presentar indicaciones. ¿Cree que van a estar los votos para aprobar la reforma constitucional que habilite el proceso?
Es clave entenderlo rápido: acá hay un compromiso de la palabra, desde el PC a la UDI. Y en eso yo quiero reconocer el esfuerzo que todos tuvieron para ceder, obviamente teniendo los votos en el Congreso, donde se ve el cumplimiento de la palabra. A nosotros nos acusaron durante todo este proceso de que no íbamos a honrar la palabra, que la derecha no cumple su palabra. Bueno, ahora es donde se ve efectivamente quién va a cumplir la palabra.
¿Con este acuerdo se cierra un ciclo generacional en la UDI y dejan atrás la carga de los que querían cambiar la Constitución?
El principal éxito que hemos tenido, y que nos tocó enfrentar con esta nueva directiva, es el plebiscito del Rechazo. Nosotros no hemos hecho política desde la lógica de la confrontación y de las diferencias que tenemos no solamente al interior de nuestro partido, sino que también con nuestros adversarios políticos. Hemos tratado de hacer política desde la concordia. El proceso constituyente requiere como sustrato un clima de unidad nacional y particularmente para qué decirlo en la UDI. En esto quiero agradecer a mi bancada de diputados y senadores, con quienes si bien podemos tener diferencias de opiniones, yo pido en eso un voto de confianza de que el tiempo nos termina dando la razón. Ocurrió así para el plebiscito de salida, donde muchas personas pensaban que la estrategia que habíamos dibujado de cara al Rechazo no iba a ser efectiva.
Se le sindica como uno de los principales puentes con el oficialismo y con el Presidente Boric. ¿Qué tan relevante cree que fue su rol?
No me gusta la lógica de ganadores y perdedores y los protagonismos, lo sé porque, además, genera cierta polémica cuando uno asume un rol más protagónico. Y he tratado de cuidar harto las formas para que todos los actores políticos de nuestro sector, y hablo de Chile Vamos, se sientan protagonistas y ganadores de lo que ocurrió esta semana. Por razones de sintonía generacional o de confianza he establecido una conversación con el Presidente.
Usted se reunió con el Presidente durante las tratativas. ¿Cómo fue ese encuentro?
Por mi parte hubo un planteamiento de que este tema había que solucionarlo, porque si pasábamos el mes de diciembre ya iba a ser imposible, íbamos a terminar con el tema abierto por los próximos años. Y se hizo un planteamiento concreto en esa reunión respecto a algo que finalmente no flotó por distintas razones: la filtración de la reunión y otras. Y, por parte del Presidente, también estuvo el convencimiento de que acá había que ceder, había que entender que lo que se había construido en el proceso anterior fracasó rotundamente el 4 de septiembre.
¿Y él qué planteó sobre eso?
Él lo entiende y en eso le agradezco, porque creo que su intervención en la recta final fue muy importante para que sus principales negociadores en la mesa, como Diego Ibáñez y el senador Latorre también tuvieran la capacidad de flexibilizar posiciones con miras de construir un diálogo.
¿Se comprometieron a algo entre ustedes?
Básicamente, cerrar el tema.
Cuando tuvo la reunión con el Mandatario su sector se molestó y transmitió que corrió con colores propios. ¿Hace alguna autocrítica?
Fue algo que habíamos conversado. De hecho, yo lo conversé particularmente con Renovación Nacional y lo propio hizo Francisco Chahuán al día siguiente al conversar con el Presidente de la República de una fórmula similar. Si empezamos a ver quién es más protagonista, creo que es una lógica que no nos ayuda a la construcción del clima que necesitamos.