Hace algunos días, el presidente de la UDI, Javier Macaya, tuvo una conversación con Patricio Fernández, el escritor y asesor presidencial de La Moneda para la conmemoración de los 50 años del Golpe. Macaya quería saber cómo el gobierno piensa abordarlo, porque le preocupa que la fecha dé paso a un nuevo capítulo de polarización del país.

Ese hito, más las reformas tributaria y de pensiones son las prioridades que Macaya, uno de los protagonistas de las negociaciones políticas con el gobierno, tiene en mente para este año. El senador advierte que ambos proyectos van en la dirección equivocada y que por muy dispuesto que esté a conversar con el gobierno, si ambos siguen como están, no hay avance posible.

Eso en lo legislativo. El otro frente es ese que lo catapultó como uno de los nuevos liderazgos de la derecha: el proceso constituyente. Macaya, a contrapelo de varios en su sector, impulsó la nueva etapa de búsqueda de una Constitución para Chile. La hazaña, si se mira desde esa vereda, le costó cara. De ahí que quizás la mayor amenaza que enfrenta viene desde adentro: el Partido Republicano, que ya fijó como objetivo ganarle a Chile Vamos.

Aun con ese panorama ad portas, Macaya no admite que ese sea el motivo por el cual ha endurecido su tono frente al gobierno. Para él, la razón está a la vista:

-Hay un sector de la izquierda más extrema, de Apruebo Dignidad, del Partido Comunista, que no se conforma con la derrota del 4 de septiembre y persisten en malas ideas matrices. La mejor demostración de aquello es que siguen estando con las mismas ideas: la reforma de pensiones, en que persisten en bloquear la libertad para elegir quién administra el ahorro de los trabajadores. Sigue existiendo una reforma tributaria que no conversa con el actual escenario económico. No hay moderación. Por cada decisión del gobierno que es de apariencia moderada -como firmar el tratado TPP-11 o avanzar en los estados de excepción-, hay muchas otras decisiones que se toman para satisfacer al PC y al FA, como los indultos o la alfabetización sexual.

Pero en el momento en que Boric incorpora al Socialismo Democrático a los mandos máximos de su jefatura política, y ahora se espera más en el cambio de gabinete, ¿no está con eso acusando el golpe?

Evidentemente, hay dos almas en el gobierno, pero en las materias más importantes se sigue imponiendo el alma de más extrema izquierda. Necesitamos, y la oposición así lo va a exigir, que el gobierno ponga la evidencia por encima de la ideología. Todavía esa pugna entre las dos almas va a tener que seguir desarrollándose. Ojalá gane el alma más moderada, de sentido común, y que imponga diálogo en los temas que son más importantes para los chilenos.

Así como usted ve que se impone el alma de extrema izquierda, hay preocupación en la derecha porque el Partido Republicano puede imponerse sobre Chile Vamos. Ya fijaron esa estrategia para la elección de constituyentes.

Primero, nosotros no tenemos una obsesión con el Partido Republicano ni nos parece que nuestro objetivo tenga que estar dibujado por lo que ellos hagan o dejen de hacer. Me consta la pregunta que me haces, que para ellos hay un objetivo de tipo electoral en todas las acciones que han seguido durante el último año. En eso ellos no fueron parte de la estrategia que se diseñó para el triunfo del Rechazo el año pasado, en lo que significó básicamente generar alianzas y tender puentes con sectores que antes no habían trabajado con la derecha. Ellos no fueron parte de esa estrategia y hoy día tratan de alguna manera de hacer crecer su proyecto político a costa de Chile Vamos.

Nosotros somos una oposición que ha demostrado estar a la altura de las circunstancias del país y no tanto en cómo sacamos más o menos candidatos en la siguiente elección. Fuimos una oposición dialogante durante el 2022, particularmente en el tema constituyente, y hoy esa altura de miras nos otorga una credibilidad mayor para hacer oposición al gobierno en aquellos temas que consideramos que se están haciendo mal.

¿Este fantasma de republicanos ha he hecho que ustedes hayan tenido que endurecer ciertas posturas frente al gobierno?

El problema hoy, más que entre la izquierda y la derecha más dura, es que estamos en presencia de dos caras de la misma moneda, que es la polarización de la política. Eso corre para la gente de Apruebo Dignidad y para el Partido Republicano. Es la diferencia entre la política que mira al futuro, que integra a los chilenos, versus la política chica, que polariza y que probablemente está pensando en cómo sacar más autoridades en la siguiente elección o que tiene vocación de espectáculo más que de servicio público. Nosotros vamos a seguir impulsando el entendimiento y la construcción de acuerdos en temas que son importantes.

Y las diferencias entre Chile Vamos y el Partido Republicano finalmente las van a tener que mirar los electores.

Si tiene esa apreciación sobre el Partido Republicano, ¿cómo se explica entonces que hubiesen querido pactar con ellos para ir en una sola lista en la elección de constituyentes?

Básicamente, porque creíamos que había una oportunidad de maximizar el resultado electoral entre todas aquellas fuerzas que construimos el Rechazo, porque este no es un tema de tanta identidad política, y no es una oportunidad para hacer crecer tu proyecto político. Acá lo que se sigue jugando es Chile, y nosotros nos vamos a jugar porque este proceso sea exitoso. Y yo espero, de verdad, que las personas que se integren desde el mundo de los republicanos, trabajen para el éxito del proceso, no para su fracaso. Yo veo algunos candidatos del Partido Republicano que ya están anunciando voto rechazo antes de siquiera empezar a trabajar en el Consejo.

Funado, pero no arrepentido

Usted se jugó por seguir el proceso, aun cuando el Rechazo arrasó. Eso le valió críticas de la derecha más dura, que se ha visto más identificada con los republicanos. ¿En algún momento se arrepintió de haberse jugado por esa línea?

Para nada, porque respondí a convicciones muy profundas y lo sigo pensando así, a pesar de que yo sé que hay mucha gente que ve con incredulidad este proceso. El protagonismo que tomó la UDI, que me tocó tomar a mí, ha significado una serie de campañas de difamación, ataques súper arteros, como tener al Team Patriota afuera de la UDI haciendo funas. Ayer veía por redes sociales a gente del Partido Republicano, gente como Sergio Melnick, que atacan con fake news, diciendo que nosotros en esto estamos con un complot con la ONU, con el Partido Comunista… Pero yo estoy convencido de que si en diciembre de este año este proceso es exitoso, el camino recorrido va a haber valido mucho la pena, a pesar de la funa, de la descalificación, de la odiosidad que muchas veces viene de gente que debiera pensar más parecido a uno, que es gente que se dice de derecha, pero que al final trabajan en política con lógicas de polarización, destrucción y más odiosidad que otra cosa.

Ahora, habiendo vivido lo que cuenta, con el Team Patriota y Republicanos atacando, ¿es visible un escenario nuevamente como el que ocurrió en la última presidencial, en que Chile Vamos apoye a José Antonio Kast?

Creo que en Chile Vamos tenemos mejores candidatos que Kast, y no tengo ninguna duda de que gente como Evelyn Matthei, Rodolfo Carter, liderazgos de nuestro sector, pueden ser más competitivos pensando en un resultado presidencial. Falta mucho tiempo todavía y no me quiero poner en ese escenario, pero si retrocedo en el tiempo, no tengo ninguna duda de que la candidatura de José Antonio Kast, para mí y para todos en la UDI, estaba muchísimo más cercana en términos de ideas de lo que representa hoy día un gobierno de extrema izquierda, que además ha demostrado que ha sido un mal gobierno.

Javier Macaya, presidente de la UDI.

¿Qué diferencia hoy día a los candidatos de la UDI y los del Partido Republicano?

Yo creo que hay un sentido de, primero, en términos ideológicos, estamos hablando básicamente de personas que son de derecha -tanto los de la UDI como los del Partido Republicano-, pero me consta que hay una disposición a pensar en el Chile de más largo plazo que en la coyuntura electoral corta. Y que gente como Rodrigo Delgado, por ejemplo, que tomó una decisión de renunciar a ser alcalde, parlamentario, y en el futuro candidato, antepone quizás su propia carrera política pensando en el resultado final de este proceso. Y estamos en presencia de mucha gente que han sido parlamentarios, autoridades de gobierno, y que tomaron esta decisión pensando básicamente en Chile y su futuro más que en cómo hacer crecer el proyecto de la UDI o sus propias carreras políticas.

O sea, ¿la diferencia es que Republicanos está pensando solamente en su partido y cómo crecer?

Yo creo que hay mucho de aquello. Y sí creo que tenemos una capacidad de ser creíbles como oposición hoy día mayor. Porque fuimos parte de la estrategia del diseño que logró que el Rechazo sacara un 62% de los votos en septiembre. Y eso tuvo que ver también con dotar de credibilidad al compromiso, darle continuidad al proceso. Y eso nos habilita también un rol opositor un poquito más creíble, más nítido, ahora cuando se juegan cosas tan importantes como la reforma.

Las heridas de los 50 años

Hablamos de los 50 años del Golpe, ¿qué espera de eso y qué rol va a jugar?

No se trata de polarizar artificialmente el país. La mayoría de los chilenos no estaban vivos para el 11 de septiembre del 73. Yo soy una persona que nací después y ni siquiera tenía la edad para votar en el plebiscito del año 88. Lo que Chile espera en esta materia es que se ponga su futuro por encima de nuestras particulares visiones históricas. Existen visiones históricas que son diferentes y es legítimo que así sea, pero el país nos exige unidad en esta materia y la oportunidad de reencontrarnos, de cerrar heridas y de hacer una reflexión con la mayor altura y seriedad posible, no ocupando esta fecha para seguir dividiendo al país. Yo espero legítimamente, como lo he escuchado en las declaraciones de la ministra del Interior, que ese sea el espíritu que prime en esta materia.

¿Hay algo que pueda hacer la derecha para cerrar heridas, también?

La UDI hizo un documento el año 2003, para los 30 años, en el que hay un reconocimiento de lo que significaron las brutales violaciones a los derechos fundamentales. Esto es un tema que tiene que ver con heridas que quizás van a estar siempre presentes, pero de verdad creo que en esta, así como en otras materias, el país quiere superar la lógica del espejo retrovisor y mirar hacia adelante.