Hay cosas que no cambian. Son las 9 de la noche del jueves y Joaquín Lavín (67 años, 7 hijos, 8 nietos, UDI) llega a su hotel en Talca en medio de la gira de campaña. Se conecta al computador para dar esta entrevista y abre una lata de Coca Cola light, probablemente la número 10 del día. La imagen podría ser de la presidencial del 99 en que perdió con Ricardo Lagos, o de la del 2005, cuando fue Sebastián Piñera y no él quien pasó a segunda vuelta con Michelle Bachelet. Pero para él la imagen tiene poco de deja vu.
-No lo veo como diciendo “yo hice esto las otras veces”, es como diferente, no sé cómo explicarlo. Lo encuentro como que no lo hubiera hecho las otras veces. Como que partió de nuevo.
¿Por qué, otra vez, quiere ser Presidente?
Bueno, yo no pensaba ser candidato presidencial de nuevo. La verdad es que hay gente que me dice ‘bueno, la tercera es la vencida’. A lo mejor, quizás va a ser, pero yo siento que tengo el proyecto que Chile necesita en este minuto y que es lo que yo llamo la trilogía: un cambio social profundo que viene sí o sí con la nueva Constitución, pero hecho en paz, hecho en tranquilidad, hecho en acuerdos, sin polarización, sin dividir al país, sin violencia. Porque mientras ocurre este cambio social -que no será de un día para otro-, la economía chilena tiene que surgir, tiene que volver a crear empleo, las pymes tienen que vender. Yo diría que son esas tres cosas juntas lo que quiere la gran clase media chilena. Ese es el proyecto ganador, hacer esas tres cosas, hacer el cambio social, pero en paz y tranquilidad y con una economía que tire para arriba. Esa es la esencia, ese es el proyecto que yo tengo.
No es muy distinto a lo que plantean los demás candidatos de la centroderecha. Hacer reformas, pero que sean serias, profundas, pero con paz y apostar al crecimiento y a la recuperación del empleo.
Me imagino que no es muy distinto, porque somos todos de la misma coalición, así que obviamente tiene que ser así. Pero claro, cada uno tiene su experiencia distinta, su bagaje. Yo también hablo del Presidente con espíritu de alcalde, un presidente que está muy conectado, que es la gracia de ser alcalde. El alcalde es como la primera línea del Estado ante la gente, y he sido alcalde 15 años de mi vida. Eso te da una conexión especial con las personas. Y un Presidente con el espíritu de alcalde significa un presidente que está cuando se necesita. Ese va a ser mi sello distintivo.
¿Por qué habría que elegirlo ahora, si las dos veces antes no lo eligieron?
Las circunstancias, Chile hoy es muy distinto y yo soy una persona distinta, en el sentido de que soy el mismo Joaquín Lavín, pero con todo un bagaje de experiencia, de éxito, de fracaso, de vida distinto, que ha sabido también anticiparse a los tiempos, que ha sabido evolucionar, que ha sabido leer Chile desde hace ya bastante tiempo. Yo tengo esta lectura del país, de este cambio social que sí se requiere, pero en paz y tranquilidad. Y es el momento de llevarlo a cabo. Siento que es justo el proyecto para este minuto.
¿Y esa experiencia es lo que lo diferencia de sus contendores de la primaria? Son más jóvenes, podrían representar ellos la novedad y no usted.
No creo que lo se busca hoy es la novedad. Creo que lo que busca Chile es más bien al revés, certezas. Certidumbre de que sea alguien capaz de conducir el proceso, de que entienda que hay que hacer un cambio, pero de conducir este proceso para que termine bien. Hay esta mezcla de sensaciones de los chilenos, de esperanza, que esto resulte bien, pero de incertidumbre en los riesgos.
Es muy difícil lograr certidumbre en medio de un proceso constituyente.
Los chilenos, finalmente, son sensatos, son prudentes. Muchas veces no le quieren dar el poder total a un lado y de repente eligen Presidente de un signo, un Congreso de otro signo. Yo creo que aquí va a pasar lo mismo. Eligieron una Convención Constitucional que está cargada para un cierto lado, y creo que van a elegir un Presidente que compense eso. Porque también Chile les tiene miedo a los extremos, sabe que finalmente los extremos son malos. Hay muchas declaraciones que ha hecho Daniel Jadue en estos días, que en general algunos me dicen ‘cuidado con la campaña de terror’; Daniel Jadue hace su propia campaña de terror. La gente dice “yo no quiero eso”, “me gusta la parte del cambio social, pero no quiero que Chile sea conducido hacia eso, porque lo quiero en tranquilidad y en paz”. Y eso es lo que hace que yo sea competitivo en la elección presidencial.
Fue uno de los rostros del Apruebo en Chile Vamos desde temprano. ¿Qué sintió el domingo cuando medio tambaleó la instalación de la Convención Constitucional?
El Apruebo obtuvo un 80%, 78%. Pero creo que los convencionales están un poquito hoy día sobreinterpretando su mandato, y están algunos de ellos equivocando el camino. En vez de preocuparse de hacer la mejor Constitución posible, están preocupados de quién es el secretario ejecutivo, de que liberen a los presos, de pifiar el Himno Nacional... Dan como ganas de decirles “oye, por favor, dedíquense a lo importante”. Pero el Apruebo en el sentido del cambio social que Chile necesita, eso creo que es totalmente mayoritario. Eso no significa el camino a la violencia.
¿Cómo está su familia con que sea candidato otra vez?
Bueno, esto es una campaña a primarias, es más corta, y por la pandemia, más reducida en términos de aforo y esas cosas, es más cuidadosa. Me acuerdo que en la campaña presidencial del 99 ellos me acompañaban, estaban, hoy es distinto. Me ayudan en otras cosas, a través de las redes sociales o me dan ideas. La María Estela hija se mete más. Afortunadamente, se ha cumplido uno de los tratos con la María Estela mamá: que si yo era candidato, ella no se iba a meter a nada. No sé cómo será después, porque es una carrera de vallas, la primaria, después viene la primera vuelta y la segunda, a lo mejor irá cambiando en el futuro. Por ahora, afortunadamente, no ha habido un costo familiar como las otras veces.
Pero hoy la vida en política es más dura. Si llega a ganar, ser la familia del presidente, con la exposición en las redes sociales, con la funa permanente, puede ser peor que antes. ¿Cómo manejan eso?
Cada día tiene su propio afán. Eso se irá viendo después. De alguna forma ya lo viven, porque las redes sociales son implacables todos los días. Pero también uno va endureciendo el cuero, sabe que representa microclimas, que tampoco hay que hacerle tanto caso, que hay gente que quiere fregar por fregar, pero que las grandes mayorías no están ahí con eso. Creo que se lo toman con más filosofía; por la edad que tienen, ya están más acostumbrados al mundo de las redes sociales y saben qué significa.
¿Cree que ha sido un buen papá? Tiene siete hijos.
Es una pregunta sensible. ¿Puedo decir “Pasapalabra”?
No.
Mis hijos más grandes me pasan un poco la cuenta, ellos fueron como los más afectados. Eran veinteañeros en la campaña presidencial del 99. Eran muy chicos, el menor tenía tres años. Para ellos, que hoy son los veinteañeros, toda la política ha sido una novedad. Mis hijos menores han tenido más papá que mis hijos mayores. Eso es cierto.
Ahora, tampoco pareciera que tienen un trauma. María Estela hija trabaja con usted y Joaquín es diputado. O sea, la política no es algo que aborrezcan.
En esos momento hubo situaciones más complejas, pero a lo largo de la vida los caminos se han encontrado de nuevo. Y yo he contado muchas veces que un día Joaquín hijo me dijo “papá, no me quiero llamar Joaquín Lavín aquí en Chile” y se fue a estudiar afuera, y ya. Pero claro, después las cosas cambiaron. Ellos maduraron, yo a lo mejor también pasé esa etapa.
¿Cuál diría que ha sido el dolor más grande de su vida?
Fíjate que ha sido una vida en que no he tenido grandes dolores. O sea, obviamente que hay cosas que han pasado…. Uno de los más grandes fue cuando una de mis hijas, que en ese momento tenía siete años, tuvo diabetes. Fue un momento muy doloroso, porque era una niñita que la veías que tenía que ponerse varias inyecciones todos los días, que le cambiaba la vida; hoy ella está grande, tiene sus propios hijos. Mi nieta, su hija mayor, también tiene diabetes, pero es otro mundo, en que hay otros medicamentos, otras formas. Entonces, son dolores que en un momento han sido muy importantes y grandes para mí. Cuando murió mi mamá, por ejemplo, es un dolor grande. Mi papá, que tiene 95 años, que no veo nunca, porque vive en Portezuelo, ese tipo de cosas. Pero ha sido una vida, dentro de todo, feliz, y familiarmente con cosas buenas, cosas malas. Pero me siento feliz.
Cuando se mira al espejo antes de irse a acostar, ¿qué ve?
Veo una persona que tiene más años, pero que también tiene más experiencia, más sabiduría. Veo un Joaquín Lavín que, siendo la misma persona, ha aprendido, ha evolucionado, ha leído Chile, y que le llegó el momento de llevar eso a la práctica. Me da la sensación de tener justo el proyecto para este minuto.
En todo su recorrido político, ¿qué es lo más de derecha que tiene?
Creo que es la visión cristiana de la vida y las concepciones valóricas. Incluso, yo lo dije en el debate, creo que soy más conservador que los otros candidatos. A lo mejor en las políticas sociales o económicas puedo ser más innovador, más audaz. Pero en lo valórico creo que soy más conservador.
Por eso su no al matrimonio igualitario, por ejemplo.
Por ejemplo. Aunque como Presidente de Chile, obviamente que en un Estado laico voy a respetar lo que diga la ley. Pero esa es mi opinión.
¿Pero estaría dispuesto a abrir el debate si hay una mayoría que lo pide?
Por supuesto. Además, son iniciativas legislativas. Pero en mi concepción de matrimonio es hombre y mujer.
¿Y qué es lo más de izquierda que tiene? Hubo mucha polémica porque se declaró un “socialdemócrata”.
A lo mejor haber dicho eso es lo más de izquierda. Pero lo dije en el sentido de... A mí siempre me gusta ser una persona que, siendo de centroderecha, es capaz de cruzar las fronteras y ampliarlas, y de encontrar buenas cosas de los que piensan distinto. Y obviamente siento que en Chile tiene que haber un Estado más fuerte, que garantice derechos, que se parezca un poco más a la socialdemocracia europea. Eso está claro, hacia eso va Chile.
En todas sus campañas, que son varias, ¿qué es lo más patético que ha hecho?
¿Lo más patético que he hecho? Sinceramente, para mí -a lo mejor tú encuentras otra-, haber bailado sau sau en una campaña en Rapa Nui (ríe). Menos mal que no hay videos ni registro.
¿De qué se arrepiente?
¿De qué me arrepiento? Hay muchas cosas en la vida que hice, que diría que hoy no lo vuelvo a hacer. Pero es parte de la historia no más; uno fue lo que fue y es parte de lo que fue la Historia de Chile, su generación y todo. Entonces, uno es así, con lo bueno y con lo malo.
¿Cuál es su libro de cabecera?
No tengo libro de cabecera. No hay libros de cabecera.
Pero, ¿lee algo?
En este momento, no. Nada.
¿Cuál fue la última novela que leyó?
¿La última novela que leí? Ehh... no me acuerdo. No, hace mucho tiempo que no leo una novela. En los últimos cuatro años de alcalde no he leído ninguna novela. He visto series no más. Pero novelas no he leído ninguna.
¿Y cuál es la última serie que vio?
Quién mató a Sara.
¿Tiene Spotify?
Sí, tengo Spotify. Los que venían conmigo en el auto desde Temuco sufrieron las canciones de Sandro, Raphael, Raffaella Carrá.
Ya, pero eso es solo porque se acaba de morir.
Ah no, no. Una de mis favoritas, que le dedico siempre a la María Estela, es Cariño Mío, de Raffaella Carrá. Búscala. Mi playlist es 100% en español: Sandro, Leonardo Favio, Raphael, Los Ángeles Negros, Zalo, Reyes, ese tipo de onda.
¿Cocina algo?
Cero. Ni pan tostado.
¿Cuál es su comida favorita?
Pollo a la plancha con palta y tomate.
Harto fome.
Sí, pero liviana. Me gustan las empanadas, las humitas, pero en general prefiero las cosas más livianas. Estoy de vida sana de los últimos años.
¿Vino?
Mi papá me va a retar, porque es viñatero y hacen vinos en Portezuelo y son muy buenos, pero no.
Su video en TikTok en que hacía la parodia de llamar a un joven para que no fume marihuana tuvo dos millones y tanto de visitas. ¿Nunca probó la marihuana?
No, nunca.
¿Nunca tuvo la oportunidad o no le interesó?
No me interesó. Tampoco tuve la oportunidad. Nunca nadie me dijo “ya, vamos a fumar un pito”. Pero no, no me interesó.
Volvamos a la política. ¿Cómo puede diseñar un programa presidencial de un período de cuatro años cuando no sabe cómo van a ser las reglas de aquí en adelante, considerando que tenemos una convención que fija una nueva Constitución?
Es importante tener claro eso, que al próximo Presidente le va a tocar recibir esta nueva Constitución. Le va a tocar -por así decirlo- hacer esta transición a este nuevo Chile que va a surgir de esta Constitución. Ese sentido, tiene que ser un gobierno más bien minimalista; no se puede proponer hacer grandes, grandes cambios. Va a ser más importante conducir el proceso en paz y hacer tres o cuatro grandes reformas, entre las cuales tiene que estar probablemente la reforma previsional u otras políticas sociales que hace tiempo que la gente está esperando. Pero va a ser un gobierno que tiene que ser un poco más parecido al de Patricio Aylwin: se tiene que dedicar a sanar Chile, a bajar las pasiones, a disminuir la polarización y a conducir que este proceso termine bien.
Si le va mal, ¿ahora sí es la última?
Me va ir bien. D