Juan Andrés Lagos no es sólo el polémico exasesor de la Subsecretaría del Interior. Es, por sobre todo, una de las figuras más influyentes en el Partido Comunista. De ahí que su salida del gobierno haya generado tantas turbulencias.
Periodista, miembro del Comité Central del PC, hombre cercano a Lautaro Carmona, Juan Andrés Lagos llegó al gobierno de Gabriel Boric para apoyar las laboras de la Subsecretaría del Interior. Allí estuvo hasta que se le pidió su salida a fines de junio pasado.
Él dice que nunca nadie le reprochó alguna incomodidad con sus posturas respecto de Venezuela o al apoyo a Daniel Jadue en momentos en que lo acompañó a tribunales para ser formalizado. “No creo que al gobierno se le tenga que evaluar por lo que pueda hacer o no hacer Juan Andrés Lagos desde el punto de vista de sus espacios de libertad de expresión”, afirma en esta entrevista.
Aquí, Lagos también profundiza en la relación de su partido con el gobierno, pero también del rol que, a su juicio, debiera jugar el ministro de Hacienda, Mario Marcel, en el escenario político y social del país. De ahí que traiga al presente el recuerdo de los errores y aciertos que tuvo el gobierno de la Nueva Mayoría.
Su salida terminó en un conflicto político entre el gobierno y el PC. ¿Por qué tanto?
Mira, yo no sé si es tanto. Tampoco es que esto sea un “casus belli”. El presidente del partido, Lautaro Carmona, hizo un punto que obviamente yo comparto: la forma en que se hizo.
¿Qué forma?
Aquí hubo una publicación de un diario, La Tercera, que dice que Juan Andrés Lagos se va de la Subsecretaría de Interior por tres razones: por su apoyo a Daniel Jadue, por su postura hacia Venezuela y por sus declaraciones sobre el estallido social. Pero esa es una versión de un diario a la que se sumaron El Mercurio, Radio Bío Bío y otros. Y al menos para mí, eso generó una situación de bastante sorpresa, desconcierto y desencanto, tanto por la forma como por el fondo sobre cómo esto se daba a conocer públicamente.
En la forma también se vio una contradicción. La molestia del PC que dijo que se enteró por la prensa y la respuesta del subsecretario Manuel Monsalve de que se lo había comunicado…
El problema no es que si yo estaba o no informado.
Lo más relevante es la seguidilla de versiones que se generaron. Esto en un contexto en que las fuerzas políticas de la derecha -RN, UDI, republicanos- ya venían exigiendo públicamente mi salida. ¿Y qué pasó? Ese hecho objetivo se sumó a una verdadera obsesión de los medios de comunicación hacia mí. No era tan raro tampoco. Esa personalización extrema también ocurrió cuando yo trabajaba en el gobierno de la Nueva Mayoría… Viene desde hace muchos años.
¿Sostiene que hay una persecución en su contra?
Absolutamente. Es una persecución política y mediática muy violenta y personalizada. Lo que pasó ahora es que la presión fue cada vez más fuerte. Cuando estuve en el comando estratégico de la campaña del En Contra también se ejerció.
Pero la tensión fue porque el PC se molestó por su salida y tanto Monsalve como la vocera, Camila Vallejo, tuvieron que salir a explicar que sí se había cumplido con el procedimiento de despidos…
Sí, pero esa versión omite o no refiere a la presión que hubo por parte de la derecha. Eso es lo que gatilla mi salida: la enorme presión que ejerció la derecha.
¿Sólo de la derecha? También el Socialismo Democrático mostró incomodidad. De hecho, nadie salió a defenderlo…
Bueno, pero yo no puedo hacer referencia a eso. No es mi estilo. Sólo puedo decir que he recibido muchos mensajes de apoyo y que mi rol siempre fue el de un asesor externo. Mi trabajo estaba vinculado a propuestas y diagnósticos sobre el crimen organizado, el lavado de dinero, el secreto bancario y sobre catástrofes…
¿Pero usted sabía que ir a apoyar a Daniel Jadue a los tribunales o marcar disonancia en relación a Venezuela iba a incomodar al gobierno?
A ver, fui a acompañar a Daniel Jadue entre centenares de personas. Esa fue la primera vez que se presentó en los tribunales y ni siquiera estaba preso. No hice declaraciones. No me puse detrás de un cartel. Sólo estuve ahí.
Pero su presencia hizo ruido en el gobierno…
Generar un hecho para decir que mi presencia allí era parte de una presión indebida del Partido Comunista a los Tribunales de Justicia no corresponde a la realidad. Ejercer la libertad de expresión no puede asumirse como una transgresión a otro poder del Estado. Sentar un precedente en esa dimensión es muy grave.
El tema es que eso exponía al gobierno del cual usted era parte…
Si alguien me demuestra que yo no he tenido lealtad política con nuestro gobierno y respeto total por los poderes del Estado, que me lo demuestre.
Ser parte de un partido de gobierno ¿no exige una actitud especial?
No creo que al gobierno se le tenga que evaluar por lo que pueda hacer o no hacer Juan Andrés Lagos desde el punto de vista de sus espacios de libertad de expresión. Eso sería muy grave. Distinto es si yo hubiese sido ministro o subsecretario. Era sólo un asesor externo.
A ojos de los socialistas, estar en el gobierno conlleva una responsabilidad. A veces hay que guardar silencio, aunque se tenga una opinión distinta…
¿Y quién le ha dicho algo al senador Juan Luis Castro, a Fidel Espinoza y a otros dirigentes del Partido Socialista cuando han dicho cosas bastante críticas sobre el gobierno? El PC nunca ha usado terminologías que otros sí han usado. Por lo tanto, pediríamos el mínimo de consideración en igualdad de condiciones.
¿No faltó prudencia quizá?
Quiero ser súper franco. Además de creer que Daniel es inocente, mi convicción ética fue ir para acompañarlo porque siempre voy a estar al lado de una persona que está siendo golpeada injustamente. Y si eso significó falta de prudencia, no sé a lo que hemos llegado. Realmente, no veo el problema de que un dirigente que es del mismo partido que Daniel, pueda generarle un problema al gobierno sólo por estar presente. Ahí es donde viene la omisión.
¿Cuál omisión?
La omisión de no asumir y reconocer que aquí había una campaña previa, sostenida y creciente que apuntaba a generar mi salida..
¿El gobierno debió haber resistido esa presión?
Yo creo que el gobierno debería haber resistido esa presión, porque es una presión indebida, antidemocrática.
¿El gobierno fue débil?
No, no débil, pero creo que se ha cedido en un asunto que yo espero que no frene ni debilite todo el accionar que el gobierno ha llevado adelante en materia de crimen organizado. Aquí debo aclarar que el tema del narcotráfico yo lo vengo trabajando desde hace más de 15 años. No era un trabajo que hacía desde la casa. Lo he estudiado, tengo redes, conozco el tema.
¿Y no será que el gobierno pudo sentirse incómodo con algunas de sus posturas?
Lo desconozco. Nadie me dijo algo al respecto...
¿Nunca tuvo un reproche?
No, no tuve reproches. Y quiero aclarar que no está en mi ánimo dañar la figura ni el accionar de Manuel Monsalve y su equipo. Ellos están haciendo un trabajo muy serio contra el crimen organizado. O sea, comparado con lo que hicimos en el gobierno de la Nueva Mayoría o lo que hicieron los gobiernos de la derecha, este gobierno está trabajando seriamente. No tengo nada que decir. Trabajé muy bien con ellos. Y tampoco es que yo fuera una persona tan relevante. Era sólo un asesor que hacía balances, propuestas y sugerencias. Ese monstruito que han tratado de crear no tiene nada que ver con la realidad.
El subsecretario Monsalve fue bastante duro. Dijo que la justicia no es para transformar a las fuerzas políticas en barras…
Está bien, pero cómo le vas a pedir a un partido como el PC que no vaya a acompañar a un miembro de la comisión política y que, además, es un excandidato presidencial. Por eso digo que el problema no es cómo se trató el tema, sino cómo lo impusieron en la agenda.
Pareciera que se siente un poco víctima de una operación política…
No víctima, pero evidentemente que esto ha sido una operación política burda. No tengo dudas.
También está Venezuela. Ese tema tensiona al gobierno y al PC que difiere de la línea oficial…
Es cierto que la línea formal del gobierno es crítica a Venezuela. Pero también es cierto que bajo este gobierno se repuso al embajador. Y eso no es poca cosa. De hecho, la primera autoridad de gobierno que visitó Venezuela después de reponer las relaciones diplomáticas fue Manuel Monsalve.
¿Y qué quiere decir con eso?
Que ese fue un primer gran paso para establecer lo que la derecha ha tratado de vapulear y boicotear: el acuerdo protocolar respecto de temas de crimen organizado. Entonces, a la derecha -que no hizo nada para enfrentar este problema- yo no sé por qué se les ocurrió que había un personaje oscuro, siniestro, comunista, que poco menos que estaba detrás de todo. Tal vez lo hacen porque tienen un anticomunismo feroz.
Con su salida de La Moneda, ¿queda una herida abierta?
Obviamente que fue un episodio muy ingrato. Pero yo me quedo con la experiencia de haber trabajado con un gran equipo. Esto no lo nubla.
¿La Nueva Mayoría?
El hecho de que los ministros comunistas no hayan salido en su defensa, ¿lo afectó?
Es una omisión que es real, pero de la cual no voy a opinar. Tampoco tengo problemas con eso. Al contrario, lo entiendo.
En relación a estos años en el gobierno, ¿hay un cierto malestar en el PC con el accionar del gobierno? Por ejemplo, en materia económica.
Se lo hemos planteado al Presidente Boric. En la última reunión que tuvimos con él como comisión política, él nos dijo que entendía que la lealtad del PC no era de obsecuencia. Eso nos dijo. Nosotros hemos hecho varias propuestas que son públicas. Incluso, en las reuniones en que me ha tocado reemplazar a Lautaro Carmona o a Bárbara Figueroa, he planteado la necesidad de abrir un gasto público significativo.
¿Por ejemplo…?
Bueno, ¿acaso no sabíamos que iba a quedar la crema con la cuestión de la energía? Yo valoro mucho lo que está haciendo el ministro Diego Pardow, pero todos sabemos que en Chile la decisión del gasto público está en Hacienda, no en el Ministerio de Energía. Entonces, hace rato que vengo planteando que producto de la experiencia que tuvimos en la Nueva Mayoría, existe la necesidad de buscar formas que permitan una inversión en políticas públicas sustantivas, que impliquen abrir camino a la reinversión de capital en la sociedad.
El gobierno llegó con un programa transformador, ¿eso se ha ido deslavando?
Yo creo que ha habido ambivalencia. Por ejemplo, en los temas de seguridad, de enfrentar el narcotráfico, perdimos los primeros seis meses. Se hizo poco o nada.
¿Por qué?
Porque costó mucho entender la real dimensión del problema. Por eso digo que lo que ha hecho el equipo encabezado por Monsalve es serio y bien orientado.
¿Y cómo observa el PC la figura de Mario Marcel? Le han pedido insistentemente que abra la billetera fiscal…
Nosotros no tenemos nada respecto de él. Lo que sí creemos es que la política económica del gobierno necesita un giro fuerte para tener recursos frescos.
Pero no hay plata, lo ha dicho Marcel.
Sí hay. Tal vez esa es la diferencia que tenemos con él. Chile necesita recursos para reactivar la economía y enfrentar este tipo de situaciones, como el alza en las cuentas de la luz. Lo que vivimos en el gobierno de la Nueva Mayoría, en que se priorizó la macroeconomía, debiera hacernos reflexionar.
¿Por qué lo dice? ¿Hay rasgos parecidos entre el gobierno de Boric y lo que fue la Nueva Mayoría?
Cada vez más. Creo que a medida que pasa el tiempo, hay una re significación social y política del gobierno de la Nueva Mayoría. Lo digo tanto respecto a sus debilidades como a sus grandes fortalezas. Y una de sus debilidades fue la macroeconomía. Cuando llegó Rodrigo Valdés al Ministerio de Hacienda hizo un rediseño de la política económica que nunca cuajó, pero que significó una caída de la inversión y productividad en todo el norte de Chile. De ahí nace el Partido de la Gente. De ahí nacen los republicanos en esa zona. No es casual. Ese es el impacto que tuvieron este tipo de enfoques.
¿Y qué implicaría esta resignificación de la Nueva Mayoría?
Es que la forma de gobernar es casi tan importante o más importante que las ideas. Y como decía antes: a nuestro gobierno le costaron los primeros seis meses y ahora el aterrizaje ha tenido de dulce y agraz. Muchas veces algunos dijimos que el tema de la seguridad se venía pesado, que estaba la crema y que los recursos eran insuficientes, pero se respondía con el programa de gobierno…
¿Faltaba gestión?
Más que gestión, yo creo que la gobernabilidad de un régimen presidencialista, en buena medida se sostiene respecto de cosas concretas que pasan en el día a día, en el mes a mes. Eso es muy clave.
¿El ingreso de Carolina Tohá a Interior marcó un punto de inflexión?
Sin ninguna duda. Eso fue evidente, y la llegada de Ana Lya Uriarte también. Se empezó a notar gestión concreta de gobierno.
Traer a escena la Nueva Mayoría en momentos en que el nombre de Michelle Bachelet empieza a rondar no deja de ser interesante…
Mira, en la derecha hay varias candidaturas presidenciales. En nuestro lado hay un cierto vacío. Si uno mira las encuestas, la persona que aparece y que no está haciendo campaña, es ella. Con esto no quiero decir nada más que Bachelet es una gran estadista y eso aún se valora.