El sábado 20 de marzo pasado Juan Carlos Cruz recibió una llamada. Al otro lado de la línea estaba el Papa Francisco. ¿El motivo? Su designación como miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. En 2014 su nombre también había sonado para integrar esa instancia. La irlandesa Marie Collins, referente de la lucha contra los abusos en la Iglesia Católica, lo había propuesto. Pero en esa ocasión las presiones del entonces cardenal Francisco Javier Errázuriz y del arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati hicieron fracasar su nombramiento. Esta vez todo fue distinto. Fue el propio Bergoglio el que se lo comunicó y la información oficial del Vaticano sólo se conoció cuatro días después.
Ese mismo sábado, Cruz había publicado una columna en La Tercera sobre un tema que estaba generando revuelo en la Iglesia Católica, un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), conocido sólo días antes, en el que se rechazaba la bendición de las parejas homosexuales. “¿Por qué se sienten estos hombres con el derecho a discriminar en forma tan ofensiva a la comunidad LGTB con palabras como “la iglesia no puede bendecir el pecado”? ¿Perdón? ¿Prohibido bendecir? ¿No vimos a los obispos de Karadima en una foto bendiciéndolo a él?”, escribió el periodista chileno. El tema había generado también críticas de varios obispos y religiosos a lo largo del mundo, varios de los cuales desestimaron incluso cumplir con lo resuelto por la CDF.
Desde Estados Unidos, donde reside, Cruz abordó esos temas con La Tercera, mientras se prepara para su primera reunión plenaria de la Comisión para la Protección de Menores, que se realizaría a fines de abril.
¿Cuál fue su primera reacción cuando supo del documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre las parejas homosexuales, porque suena discordante con la posición que había mostrado el Papa?
Fue como una campana rota. Vi eso y dije, pero ¿qué pasó aquí?, esto no es lo que yo oigo por mi cercanía con el Papa Francisco, este no es el Papa que yo conozco. Me dolió, claro. Pero como lo explico en mi columna, si uno entiende el Vaticano, la Congregación para la Doctrina de la Fe y cómo navega en aguas para acá y para allá, mi mente se fue inmediatamente a los prefectos de la CDF, porque son expertos en mandar. No quiero generalizar, porque en la CDF trabaja gente espectacular, pero hay algunos prefectos que son muy poderosos, con un clericalismo exacerbado y con un fanatismo riguroso que encuentran que el Papa es liberal. Acuérdate lo que el Papa me dijo a mí, lo que ha dicho a lo largo de su historia, hasta en Buenos Aires. No quiero que parezca que estoy haciendo una apología del Papa Francisco y que él no es responsable, pero hay que entender esto en el contexto del Vaticano, del fanatismo de algunos. Yo sé, porque lo he hablado con el Papa, que él está muy dolido con lo que pasó.
¿Usted habló con el Papa después de conocerse el documento?
Sí, hablé con el Papa, no quiero contar ninguna intimidad, pero yo sé que el Papa es un hombre que está muy dolido con esto, aunque finalmente él es el responsable. Siento que de alguna forma va a reparar esta situación.
¿Cuál fue, entonces, la razón de que finalmente se emitiera este documento? ¿Él no lo vio?
No sé el detalle, pero sé que él no lo firmó. Pese a ello, lo que se llama el Responsum, que es responsabilidad de la CDF, se hizo igual. Eso no exculpa al Papa, porque él es el responsable de todo. El Papa que yo conozco no es un Papa que se refiera a la comunidad LGTB de esa manera, todo lo contario.
Este tema generó reacciones no solo en la base de la Iglesia Católica sino también en la jerarquía. Incluso el cardenal austríaco Christoph Schönborn hizo unas declaraciones que fueron vistas como una crítica al documento de la CDF. ¿Ve que esto puede convertirse en un tema simbólico del quiebre al interior de la Iglesia Católica?
Pienso que hay posiciones muy extremas en la Iglesia, como lo vemos también en la política, mucho fanatismo a veces y yo me alegro que haya un Papa como el Papa Francisco que es un hombre que quiere sin adjetivos. Pero esa es la contradicción que me produce esto, ver por un lado a este hombre tan maravilloso y por otro, que pasen estas cosas. Siento que de alguna forma habrá una reparación.
Días despúes de conocerse el documento de la CDF se supo de su designación como miembro de la comisión pontificia para la protección de menores. ¿Cómo toma esa designación?
Hay gente que dice que me ponen ahí para silenciarte, que es una movida de relaciones públicas, que tengo el síndrome de Estocolmo. Me han dicho de todo, pero yo no soy ningún pelotudo y sé dónde me estoy metiendo. Seré utópico, seré lo que quieras, pero me siento católico y para mi, mi fe me importa. Entonces, espero contribuir en lo que pueda. Tampoco soy ningún Superman ni el faro moral de nadie, no estoy aquí para que digan ‘hay Juan Carlos, que es un espejo de virtudes’, porque estarían muy equivocados. Quiero tratar de llevar la voz de tantos que no pueden hablar a una parte donde se está tratando de solucionar algo. No es para conversar de cómo será la Iglesia en 2030, 2040… no, perdóname, hay gente que está sufriendo ahora. Hay procesos lentísimos, hay gente que ni siquiera ha hablado, hay gente que no ha tenido reparación ni justicia ni nada. ¿Qué se va a hacer con eso? Yo voy a seguir siendo la misma persona, a mi no me van a dar los talking points, no me van a decir esto es lo que tienes que hablar, no, yo siempre voy a decir lo que pienso.
La comisión ha sido muy cuestionada, algunos de sus miembros originales renunciaron haciendo duras críticas a la falta de avance en el tema. ¿Cómo se logra acelerar efectivamente ese proceso?
Primero hay que seguir limpiando. Acelerar es la palabra clave, pero desgraciadamente sabemos cómo es la Iglesia, lo mismo en el caso de los gays. La Iglesia camina muy lento y el mundo avanza muy rápido. La Iglesia no sabe adaptarse a caminar en el mundo. Eso no significa, como critican muchos conservadores, que se convierta en una Iglesia que no es lo que debe ser, nada que ver. Quién se imaginaba que íbamos a tener que lidiar con una pandemia, bueno hay que adaptarse. Entonces la Iglesia tiene que hacer lo mismo. Creo que el Papa Francisco ha hecho cosas buenas, por ejemplo, eliminar el secreto pontificio, ha hecho la cumbre con los obispos. Lo que pasa y que a mi me enferma de rabia, es que, por ejemplo, cuando me invitaron a hablar a esa cumbre delante de todo el mundo, vi a obispos hipócritas, como los chilenos -no todos-, que le dicen sí Santo Padre y después se dan vuelta, vuelven a sus diócesis y siguen igual que siempre. Llega un momento en que eso es muy frustrante. Pero como he dicho otras veces, creo que con la ayuda del Papa y más que con la ayuda del Papa, con la ayuda de cientos y miles de sobrevivientes que llevan peleando años por esto se ha hecho una brecha en una pared de hormigón. Siempre lo comparó con una represa. Antes la tapaban, le ponían el dedo, la llenaban de hormigón y dejaba de salir agua. Ahora la brecha se abre y se abre y no hay quien la pare y el agua de esa represa va a salir a full, no sé si en mi vida, pero ya está saliendo un chorro enorme que no lo para nadie. Esto ha sido gracias a los sobrevivientes, que se la han jugado, han sido valientes y llevan años peleando. Amigos y amigas mías se han suicidado, han muerto, esperando justicia. Yo me siento orgulloso de todos los sobrevivientes y me uno con ellos para seguir rompiendo esta brecha.
¿Cuándo el Papa lo llamó para contarle que lo quería designar en la comisión, le pidió algo?
No, me dio las gracias, por estar dispuesto a servir. Yo por supuesto le agradecí mucho y él sabe cómo soy, porque tenemos esa confianza. Él quiere que yo sea yo nomás.
¿Cree que la Iglesia sobrevivirá a esta crisis, porque vemos cómo el número de católicos, no sólo en Chile sino en varias partes del mundo viene bajando?
Cuando yo iba a Osorno porque me invitaban esas personas maravillosas que pelearon contra Barros, conocí a gente buenísima, comprometidísima con su iglesia. Su mundo giraba entorno a su parroquia. Las creencias de los seres humanos son la cosa más maravillosa, lo más sagrado que uno puede tener. Entonces, nadie se puede meter con tu fe y decirte tú no eres digno de esto o no eres digno de esto otro. Puedes ser judío, musulmán, cristiano, evangélico, creer en un árbol y eso tiene que ser absolutamente sagrado porque es parte de tu libertad. Yo respeto eso y no me da alegría cuando viene alguien y me dice viste los porcentajes, como ha caído la Iglesia. Algunas personas piensan que eso me hace feliz porque quiero que esto se acabe. Pero no es la Iglesia, lo que tenemos que limpiar es la lacra del abuso, la lacra de los obispos encubridores, la lacra de los abusadores en la Iglesia y mucho más allá. Creo que la Iglesia está tan llena de gente buena que por supuesto que va a salir adelante, pero a lo mejor más chica y a lo mejor a un ritmo más lento, pero te aseguro que va a salir adelante mejor.
Esta no fue la primera vez que su nombre se propuso para integrar la comisión pontificia sobre el tema de los abusos, pero esta vez sí se concretó…
Claro, recuerdas esos correos entre Errázuriz y Ezzati que decían que yo era una serpiente, me comparaban con ese pasaje del evangelio que dice ‘entra como un ladrón a robarnos las ovejas en la noche’. Eso decían los caballeros tan cariñosos. Hablan de la serpiente y de que yo iba a contar una realidad que no era la realidad chilena. En fin, decían un montón de cosas, sobre todo Errázuriz que mantenía al Papa muy desinformado. Pero ahora se dio vuelta la tortilla y mira quiénes están absolutamente desprestigiados. Se ha comprobado que son unos encubridores. Errázuriz debería estar tras las rejas y Ezzati también por todo lo que han encubierto.
Y tocando el tema de la Iglesia chilena, ¿cómo ve la situación actual? Hace tres años, cuando los obispos fueron a Roma, se decía que el tratamiento del caso chileno iba a ser un ejemplo para el mundo, pero la mayoría de los obispos siguen ahí. ¿Ha sido muy lento el proceso de cambio, cuánta responsabilidad hay del Papa en esto?
De nuevo todo termina en el Papa, porque es el Papa el que en el fondo corta el queque, pero también hay otras fuerzas que funcionan. La otra vez, te acuerdas, en la entrevista de Meghan Markle y Harry, en la que decían que uno piensa que la reina Isabel es la reina Isabel y hace lo que quiere. Yo tenía esa idea, pero hay fuerzas mucho más grandes que la reina Isabel. Y desgraciadamente en la Iglesia pasa lo mismo. Por supuesto que de esa conferencia episcopal tienen que salir dos tercios de los obispos, pero ya se ha hecho algo. Vamos a seguir luchando, porque uno no puede oír barbaridades en una pandemia como las del obispo Bastres llamando a desobedecer la ley civil, cuando se está muriendo la gente como moscas. Cortémosla. Si hacemos un repaso de los obispos en Chile, te prometo que son como la corona de espinas del Papa.
Y ¿por qué siguen ahí?
Y siguen los peores. Todo están ansiosos por ver quién será el más digno que llegará a sentarse con la mitra de Santiago, eventualmente. Pero hay otros, como Lorenzelli, el obispo auxiliar de Santiago, como Ricardo Morales, que es un tipo espectacular, como Pérez de Arce, como todos estos nuevos obispos que han sido nombrados ahora, que están aislados.
¿El Papa se olvidó de la situación chilena?
El Papa la tiene tremendamente presente, como tiene presente todo el drama de Perú con congregaciones como el sodalicio o los abusos en Ecuador y en todo el mundo. Chile es un caso bastante exacerbado, porque Chile tiene un porcentaje mucho más grande de abusos por curas que en otras partes del mundo. Nos sacamos la lotería para mal. Tenemos una herencia de obispos del maléfico Angelo Sodano que ha herido a Chile un montón y que los chilenos no nos merecemos. D