El viernes, a las 13.30, el entonces ministro de Obras Públicas, Juan Carlos García, subió a la oficina del Presidente Gabriel Boric en La Moneda. Ahí lo esperaba el Mandatario junto a la ministra del Interior, Carolina Tohá.

La decisión estaba tomada: debía dejar el cargo que había asumido hace un año y en su reemplazo llegaría Jéssica López (ligada al PS).

Ni García ni el presidente de su partido, Patricio Morales, ni el presidente de la Cámara de Diputados, Vlado Mirosevic -quizás el más conocido militante del Partido Liberal- esperaban que García saliera. Tanto, que el jefe de la colectividad había discutido en duros términos con Boric minutos antes. Pero ya no había más que hacer.

El argumento que les dieron fue que era un tema de equilibrios políticos, pero la destitución trajo duros costos para uno de los partidos oficialistas más leales al Presidente. El mayor de ellos: Morales tuvo que renunciar durante la mañana de este sábado en el consejo del partido, al que el exministro García prefirió no asistir para no llamar la atención.

Optó por pasar el día junto a su familia en la casa que arrienda en Providencia -se debió trasladar desde Valparaíso para asumir el cargo- y eligió tomar la situación con humor: publicó un video en sus redes sociales escuchando un vinilo del disco Nada Personal, de Soda Stereo.

“En este tipo de situaciones no hay que verlo desde una forma personal, sino que es mucho más complejo que eso”, dice desde el living de su casa, en el que luce el vinilo que subió a su cuenta de Twitter.

¿Cómo vivió el viernes de cambio de gabinete?

Como se vio públicamente fue un día largo, porque se venía discutiendo del cambio de gabinete hace casi dos semanas y estaba medio asumido que iba a ser el viernes. Fue un día eterno, porque partió con un escenario y terminó con otro bien distinto con respecto a lo esperado y lo conversado.

¿No esperaba salir del cargo?

No estaba dentro del diseño original que yo me cambiara.

¿Eso se lo dijeron?

La decisión de cambiarme surgió de última hora, si no me equivoco, a las 12 o 13 de la tarde. No antes. Corresponde a decisiones que son exclusivas del Presidente de generar equilibrios de partidos, de género, una serie de variables que son importantes y que en este caso tomó la decisión de abordar con mi salida.

¿Cuál era el diseño original?

No nos corresponde a nosotros decirlo, pero era que no había cambios en la cabeza de nuestro ministerio. El resto son cosas que tienen que ver el Presidente y su equipo.

¿Lo sintió como una traición?

En estos cargos no existe la traición, esto no es personal. Sí que el Presidente finalmente tomó la decisión de sacrificar al Partido Liberal en el gabinete.

¿Cómo lo toma personalmente? ¿Le dolió? El PL ha hecho ver su lealtad al Mandatario.

Yo sacaría los epítetos personales, de dolor, de traición, pero creo que va a obligar a restablecer las confianzas con el partido de un modo que no descanse solo en las relaciones personales del Presidente con el presidente de la Cámara, Vlado Mirosevic, y con el expresidente del partido Patricio Morales, sino que relaciones más institucionales.

¿Cuánto valor asigna hoy a esa lealtad?

Como partido seguimos siendo oficialistas, la lealtad al gobierno es algo que no se discute, lo que sí es importante cuando somos tantos partidos y tantas diversidades, que no se asiente la percepción de que se premia a los díscolos y se castiga a los leales.

¿Le da esa impresión?

Podría ser una lectura que se dé, yo creo que todavía cualquier lectura puede ser apresurada.

¿Es la suya?

No, no es la mía, pero sí es algo que se percibió y se ha planteado muchas veces en el Congreso.

¿Que se castigó a los leales?

Se optó por sacrificar una relación con uno de los partidos más leales, eso sí, en pos de equilibrios políticos mayores. Y esa lealtad, que sigue permaneciendo, va a requerir construir otras relaciones de diálogo. Yo creo que el Presidente se confía y descansa en la lealtad del Partido Liberal, pero que será importante retomarla ahora desde una manera diferente.

En los ministerios reclamaban ayer que fue un proceso muy desgastante debido a la incertidumbre hasta el último momento. Que los esfuerzos por evitar filtraciones generaron excesiva expectación.

Si bien para los equipos es desgastante, y eso es así, también es parte de la dinámica este tipo de trabajo. Yo creo que el hecho de que se haya discutido tanto un potencial cambio de gabinete, con rotación de nombres por 15 días, es algo que probablemente la ciudadanía de a pie entienda poco. Yo creo que el desgaste también se dio por parte de la ciudadanía.

¿Sabían que efectivamente se estaba discutiendo desde antes?

Estaba instalado un potencial cambio de gabinete y desde ese momento naturalmente surgen las especulaciones de nombres, de diseños. Sin embargo, creo que se haya establecido de una manera tan pública el reajuste no le hace bien a la imagen de la política que queremos reconstruir. Deberían ser decisiones mucho más rápidas.

¿Afecta mucho en el trabajo de los ministerios?

Si bien este tipo de cosas afectan a todos, es muy difícil para las organizaciones sociales, privados, parlamentarios, interlocutar con autoridades que no se sabe si van a seguir o no. Y eso, sin duda, inmoviliza en parte a la gestión.

¿Dilatarlo tanto los inmovilizó?

Yo diría que ralentiza mucho la gestión. No creo que estemos en una inmovilidad, pero sí ralentiza mucho. Ahora que ya pasó, me imagino que se van a retomar con fuerza lo que viene para adelante.

¿Faltó experiencia en estas decisiones importantes?

Sin duda, hay una parte del gobierno que tiene una experiencia mucho más cercana al mundo parlamentario que al mundo del Ejecutivo. Y ese mundo en muchos ámbitos tiene variables bien distintas y más diversas que el mundo parlamentario. Como la relación con interlocutores fundamentales para la gestión pública, como municipios, parlamentarios, el sector privado, entre otros.

Ver que un error de un ministro, como el caso de Marco Antonio Ávila (Educación), puede llevar a consecuencias como el rechazo de una reforma tan importante, no le hace pensar ¿por qué yo y no otros?

Primero, yo creo que es bueno que los cambios de gabinete no respondan a contingencias, sin embargo, creo que generar equilibrios políticos dentro del gobierno nunca es fácil y en este caso la lógica del cambio de gabinete entiendo que no responde a un tema particular mío, sino que a la necesidad de equilibrios con otros partidos que el Presidente determinó priorizar. En las cosas personales, como lo del ministro de Educación, me parece que es importante no abordar estos cambios desde la coyuntura y creo que a veces nos está pasando en nuestro país.

¿Hubo errores en las formas?

No me atrevería decir si es un error o no, porque uno nunca sabe el nivel de dificultad que significa un cambio así, pero sí creo que la forma de este cambio de gabinete afecta la imagen de la política, porque finalmente tenemos a una ciudadanía que está con muchas urgencias y terminamos casi en un proceso de cadena nacional continua viendo los diferentes cambios. Creo que la ciudadanía requiere tener las certezas siempre, como ha transmitido el Presidente, de que son ellos la prioridad y no los enroques de autoridades.

El Presidente había dicho que no quería que lo pautearan los partidos, que quería poner énfasis en la gestión. Pero usted dice que su salida es por equilibrios políticos. ¿El Mandatario no logró imponer su foco?

Creo que de todas maneras hay una decisión clara en el cambio con respecto a un reenfoque en la gestión, pero es innegable que con la cantidad de partidos que somos, el hecho de ser dos coaliciones, es importante cuidar los equilibrios y la relación con los partidos que trabajan lealmente con el Presidente.

Patricio Morales y el diputado Mirosevic discutieron en duros términos con el Presidente. ¿Supo de eso?

El Presidente con el diputado y con Patricio se conocen hace muchos años y tienen la confianza para poder decirse las cosas directamente, y eso siempre es una virtud en el momento en que el Presidente pueda escuchar sin eufemismos las opiniones de personas que son totalmente leales a él. En ese sentido, no me cabe la menor duda de que hablaron con la confianza y cercanía que corresponde, yo no fui parte de esa charla, pero sí sé que fue extremadamente franca.

¿Qué le dijo el Presidente cuando conversaron?

El Presidente me agradeció personalmente la lealtad y el compromiso. Que esperaba que respetara y entendiera su decisión y que siguiéramos trabajando juntos sin importar dónde esté cada uno.

¿Y lo va a hacer?

Por supuesto, siempre voy a estar disponible para trabajar por nuestro país. El espacio no es algo que esté analizando ahora.

¿Qué autocrítica hace de su salida?

Soy muy autocrítico y siempre creo que las cosas se pueden hacer mucho mejor. Enfocarme de manera muy importante y poner prioridad en la reactivación de la economía, a tomar medidas que permitan a la industria de la construcción tener un rol más fuerte, probablemente me distrajo de tener muchos más puntos de prensa y más conocimiento hacia la ciudadanía, que si bien fue creciendo en el tiempo, hay una parte silenciosa que fue muy importante hacer y que quitó tiempo para lo otro. Lo que me deja muy tranquilo es que las medidas que tomamos nos van a permitir este año tener una industria de la construcción y una inversión mucho más robustas tanto en la pública tradicional como en concesiones, que es parte de lo que estuvimos sembrando y que esperamos que tenga buenos frutos a partir de este año.

¿Qué aprendizajes ve en el primer año de gobierno?

Yo creo que el primer aprendizaje personal es que hay una nueva generación política en Chile y esa nueva generación política trae nuevos impulsos que son valiosos. Y es importante, algo que se estaba perdiendo en nuestro país, que es el diálogo entre generaciones políticas. Y la construcción de ese diálogo creo que es uno de los aprendizajes más valiosos que hemos tenido en política en este último tiempo. Eso es saludable para Chile.