Era la tarde del viernes 1 de diciembre cuando el ministro de Vivienda, Carlos Montes, llegó en reserva al Palacio de Gobierno. En su agenda tenía dos reuniones. Una, con la ministra del Interior, Carolina Tohá, y otra con Juan Carvajal, asesor externo de la Secretaría de Comunicaciones (Secom), abocado en exclusiva al caso de los líos de plata por las transferencias entre reparticiones públicas y fundaciones, que esta semana llegó otra vez al corazón de La Moneda.

FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Ese viernes, a Montes se le vio cansado y molesto. Las alarmas se habían encendido el día anterior, con el allanamiento a las oficinas del Minvu por parte de la PDI. El diseño comunicacional -para apoyar al ministro- contempló incluso el desplazamiento de la vocera Camila Vallejo hasta las oficinas del secretario de Estado.

Pero, por sobre todo, la inquietud se disparó con el sorpresivo (y explosivo) planteamiento del exseremi de Antofagasta Carlos Contreras, ex RD, quien el mismo jueves afirmó que la Presidencia recibió un reporte sobre el contrato del Minvu con Democracia Viva el 7 de junio. Eso quería decir que en La Moneda habían recibido este informe antes de que los traspasos se hicieran públicos -el 16 de junio-, refutando con ello la versión del jefe de los asesores del Segundo Piso, Miguel Crispi, quien aseguró ante la comisión investigadora de la Cámara Baja que se enteró el 7, pero por un “rumor”.

No solo eso. Contreras, uno de los principales implicados en el caso, sostuvo que el jefe del programa de Asentamientos Precarios del Minvu, Ricardo Trincado -socialista al igual que Montes-, revisó y validó el informe, lo que abrió un nuevo flanco de críticas en contra del ministro por no saber lo que pasa al interior de su cartera. Días después abriría otro flanco: denunció que la tía de Crispi, Verónica Serrano, quien fue jefa de la Dirección de Asentamientos Precarios del Minvu entre junio y diciembre de 2022 (Crispi asumió en el segundo piso en septiembre de ese año), le dio instrucciones para apurar los acuerdos con las fundaciones.

“Te escribo en relación a la gestión de convenios y a la conversación que tuvimos días atrás, respecto de la urgencia para su firma, reiterándote que tu región tiene un importante monto asociado a Convenios que tenemos que apurar para asegurar la ejecución presupuestaria”, le habría planteado Serrano en un correo.

Así, a esas horas del viernes 1, arreciaban las solicitudes de renuncia en su contra y las advertencias de una acusación constitucional. Fuentes de Palacio sostienen que Montes solicitó ese día -tanto a Tohá como a Carvajal- una fuerte ofensiva comunicacional para aclarar los hechos.

El jefe de Vivienda estaba dispuesto a dar su versión en primera persona. Incluso, para esos efectos, su equipo ya tenía contemplada su participación, el domingo 3, en el programa Estado Nacional de TVN. Sin embargo, tras la serie de encuentros que sostuvo en La Moneda la tarde del viernes, Montes terminó bajándose del espacio televisivo, sin dar mayores argumentos al canal.

Clave en contener sus aspiraciones fue Carvajal, quien le habría aconsejado -según fuentes internas- esperar a que decantaran los hechos y poner en pausa sus apariciones públicas hasta después del plebiscito del próximo domingo.

Entre Tohá y Carvajal, además, le habrían hecho ver que contaba con el respaldo del Presidente Gabriel Boric, quien el martes 5 salió públicamente a blindarlo durante una visita a la Región de Los Ríos. “Quiero reconocer la tremenda pega que, en medio de las tremendas dificultades que le ha tocado enfrentar, está realizando el ministro Montes”, dijo el Mandatario ese día, al insistir que “acá no se protege a nadie”.

Lo que no estaba en el radar de nadie fue que el ministro saliera con un megáfono a agradecer el apoyo que diversos comités de vivienda le dieron ese mismo día en las afueras del ministerio, situación que no fue bien evaluada en La Moneda.

“Yo no estaba preparado para esto y he tenido que aprender cosas que no había vivido. Uno tiene que asumir las responsabilidades y lo que más me preocupa es el tema de las viviendas para las familias que no tienen vivienda”, dijo Montes ese día.

La larga crisis detonada por el caso Democracia Viva -y que con el paso de las semanas se amplió a todas las regiones de Chile- no ha sido fácil de contener para el gobierno. A seis meses de que esta explotara -con una publicación del medio Timeline de Antofagasta-, esta sigue abriendo nuevas aristas que complican a Palacio.

En medio de las críticas oficialistas a la falta de un plan para enfrentar esta crisis, el 13 de julio llegó Juan Carvajal Trigo (71) -exjefe de la Secom en el primer gobierno de Michelle Bachelet- a encargarse específicamente del caso. Sobre todo desde el Socialismo Democrático se demandaba, en esos días, un monitoreo más certero y estratégico de esa coyuntura.

Durante estos cinco meses, Carvajal ha ido todas las semanas a La Moneda. No tiene oficina permanente, pero ocupa distintos espacios del tercer piso del ala sur de Palacio, donde se ubica la Secom, en los que se ha visto en varias oportunidades a Montes.

Cuenta, además, con un equipo de unas seis personas que se reúne dos veces a la semana cuando no hay incidentes mayores sobre este tema. Pero si la contingencia lo requiere -como lo fue durante la semana pasada- las citas son a diario.

Elabora informes, confecciona líneas comunicacionales estratégicas y opera de un modo sigiloso, con un cierto nivel de autonomía.

Experiencia en crisis

El refuerzo lo había pedido el propio director de la Secom, Pablo Paredes (RD), a la ministra Vallejo tras la crisis desatada a principios de este año por los indultos concedidos a personas que habían delinquido en la revuelta del 18-O, que terminó con las salidas de la ministra de Justicia, Marcela Ríos, y del jefe de gabinete del Presidente, Matías Meza-Lopehandía. Paredes necesitaba a alguien de experiencia, fogueado en crisis.

En ese contexto, cuando el caso Democracia Viva comenzó a expandirse, Carvajal emergió como el hombre indicado. Algunos sostienen que la recomendación vino del exministro Ricardo Solari (PS), actual coordinador del “En Contra” y amigo desde que ambos eran estudiantes.

Carvajal -quien fue detenido por la Dina en 1975, estuvo en Villa Grimaldi y fue exiliado en 1978 en Berlín Oriental, donde coincidió por un tiempo con Bachelet- es militante del PS desde los 16 años. En esa condición estrechó relaciones con el titular del Minvu, con quien conversa casi a diario.

En los últimos días, aparte de los contactos por celular, ha ido en distintos horarios a las oficinas de Montes, en Serrano 15.

En el fichaje pesó, según revelan en La Moneda, su experiencia. Durante su gestión al frente de la Secom entre 2006 y 2010, en que le llamaban el “cuarto ministro” de la casa de gobierno -cuando el comité político era sólo habitado por Interior, Segpres y Segegob- le tocó enfrentar una serie de crisis. Entre ellas, la revolución pingüina (2006), la convulsión que produjo el fallecimiento de Augusto Pinochet (2006), la implementación del Transantiago (2007), los problemas económicos por la crisis subprime (2008) y el terremoto del 27-F de 2010. A pesar de todo, la Presidenta Bachelet terminó ese mandato con un 81% de aprobación, según un sondeo de Adimark de ese periodo.

“Eso del ‘cuarto ministro’ es de Netflix. Es cierto que muchas veces entre el director de la Secom y los ministros hay mucho de celo. En mi caso fue cero. Carvajal hacía muy bien su pega, tenía mucha experiencia”, recuerda Francisco Vidal (PPD), ministro Segegob entre 2007 y 2009, cuando pasó a Defensa.

Intrigas internas derivaron en que la relación Bachelet-Carvajal se enfriara, por lo que no fue reclutado por la exmandataria para su segundo período. Hasta el día de hoy ese vínculo no se recompone.

De este modo, quien fuera su hombre de confianza terminó por privatizarse. Durante 12 años trabajó en Imaginacción, la empresa de lobby y comunicaciones de Enrique Correa, donde le tocó encarar la crisis de Penta, Corpesca y la ANFP con Sergio Jadue, casos que le valieron fuertes críticas por parte de integrantes de su tienda política. De ahí que algunos en el Socialismo Democrático no vean con buenos ojos que se haya reclutado a Carvajal para el manejo de la crisis de los líos de platas. Otros rescatan, sin embargo, sus lazos transversales en el oficialismo, con la Democracia Cristiana (participó en la campaña de Yasna Provoste) y con la derecha.

En 2020 migró y se focalizó en su empresa Know How Chile SpA, que constituyó en 2018. En ella asesoró, entre otros clientes, a Blanco y Negro. Esta la mantiene hasta hoy.

Antes de incorporarse en julio, Paredes y Carvajal venían hacía meses conversando en reserva. Se habían conocido en una cena en la que estuvo presente Solari. Así empezaron a limar asperezas por los cuestionamientos que el socialista había levantado públicamente al gobierno de Boric en materia comunicacional.

“Son una nueva generación que ha demostrado que no sabe gobernar, que comete errores permanentes y que tiende a sobreideologizar casi todas las cosas”, fue una de las críticas que esbozó a principios de este año en radio ADN.

Después de varias conversaciones terminó fichando como asesor externo.

En los registros de Gobierno Transparente aparece con la tarea de “asesorar a la Dirección (de la Secom) en la elaboración y desarrollo de estrategias comunicacionales para el posicionamiento de las autoridades de gobierno, asesoría estratégica para el seguimiento de compromisos institucionales”. De acuerdo a la misma plataforma, el contrato a honorarios termina el 31 de diciembre, aunque es renovable.

La “fuerza de tarea” en que participa Carvajal, como la denomina la Secom, tiene como tema central el caso de los convenios con fundaciones. No está metido en otras áreas complejas para el gobierno, como, por ejemplo, las isapres.

Para ello, se reúne -en este caso- con el ministro y el equipo de este, especialmente en los momentos críticos. Pide información y entrega ideas y propuestas, además de coordinar y afinar las salidas comunicacionales.

Carvajal reporta directamente a Paredes, no tiene incidencia en la agenda comunicacional macro del gobierno y, según se asegura en Palacio, tampoco tiene una línea directa con el Presidente. Sí ha participado en algunas reuniones con la vocera Camila Vallejo y con el ministro de Justicia, Luis Cordero.

En el oficialismo reconocen que esta intervención aún no muestra un giro en el rumbo de este conflicto, pero no lo culpan. “Es muy difícil evaluar el impacto que pueda tener un profesional de experiencia como él en el manejo de una crisis de esta naturaleza”, precisa el diputado PS Leonardo Soto.

El caso no le ha dado espacios de descanso. Incluso, apenas seis días después de su aterrizaje en La Moneda, le tocó enfrentar el robo de 23 computadores y una caja fuerte desde el Ministerio de Desarrollo Social, en Catedral 1575, la noche del 19 de julio.

A Carvajal se le adjudica -según voces del gobierno- la idea de que Giorgio Jackson tomara la ofensiva y descartara cualquier vinculación con quienes se hicieron pasar por él y por sus supuestos familiares. El entonces ministro hizo aquello, pero además relacionó lo sucedido con una suerte de operación política y sostuvo que no se trataba de un robo común, lo que fue refutado por el subsecretario Manuel Monsalve.

También le tocó realizar, junto a Paredes, el coaching comunicacional a Miguel Crispi antes de que enfrentara el 6 de noviembre a la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, donde planteó la tesis del “rumor”, que hasta hoy genera conflictos.

Toda la última semana ha estado abocado a apoyar a Montes, quien -después de los últimos antecedentes- está empezando a perder por primera vez apoyos en el Socialismo Democrático, mientras la oposición aumenta las presiones al Ejecutivo por su salida.