Se convirtió en una de las figuras más reconocidas de la oposición venezolana después de que numerosos países consideraron fraudulenta la reelección del Presidente Nicolás Maduro en 2018. Como presidente de la Asamblea Nacional, se declaró mandatario interino en enero de 2019, con el respaldo de decenas de naciones -entre ellas EE.UU.- y encabezó un gobierno paralelo. Pero después de cuatro años de fallidos intentos de sacar del poder al sucesor de Hugo Chávez, los propios aliados de Guaidó votaron en 2022 a favor de reemplazar el “gobierno interino” con un comité para supervisar las primarias presidenciales y proteger los activos de la nación en el extranjero.
Pese a este revés, Guaidó sigue con su misión. La misma que lo llevó a ser expulsado de Colombia, horas después de cruzar la frontera desde Venezuela para intentar reunirse con algunos participantes en una conferencia internacional convocada por el Presidente Gustavo Petro, el 24 de abril pasado en Bogotá, a fin de discutir la crisis política de su país. Desde entonces, Guaidó se encuentra en Estados Unidos. Desde allí conversó vía Zoom con La Tercera para entregar su visión de ese incidente, además de una evaluación de su liderazgo, el momento político de Maduro y los efectos de la ola migratoria venezolana en la región.
Se dijo que usted estaba al tanto de que no estaba invitado a la cumbre en Bogotá. ¿Por qué igual intentó entrar a Colombia?
Por dos cosas. Una, la persecución de la dictadura de Maduro. Era lo primero por lo cual me movilicé a Colombia. Y lo segundo, precisamente, en el marco de una cumbre internacional en la que el canciller (de Petro) había recibido previamente a líderes opositores venezolanos y él dijo públicamente que estaban dispuestos a reunirse con todos. No creo que haya sido necesariamente retórica. Y adicionalmente la oportunidad de reunirme con las diferentes delegaciones de la comunidad internacional. Ya había contactado estando en Colombia a la delegación de Canadá, a la de Francia, obviamente también a la de EE.UU., para poder conversar precisamente de la situación venezolana. Desde el 2020 que no podía hacer una gira internacional, primero por la pandemia, luego por la persecución de Maduro. Era una perfecta oportunidad precisamente para iniciar un proceso de rearticulación con la comunidad internacional.
¿Usted cree que esta decisión de expulsarlo fue, de alguna manera, una presión que ejerció Maduro sobre Petro?
Sin duda. Fue una presión de Maduro sobre Petro, dado que no tiene explicación el trato diplomático a un perseguido político, a quien fuera reconocido presidente por Colombia durante casi cuatro años. E, incluso, EE.UU. intermediando por mi seguridad y aún así el Presidente Petro decide no solamente amenazarme a través del canciller y el director de Migración Colombia con deportarme a Venezuela, sino también el maltrato que se le da en ese caso, insisto, a un perseguido político. Y, además, de información que nos llegó desde Venezuela de que fue Maduro quien pidió mi deportación.
Ahora que está en Estados Unidos, ¿cuál es su intención? ¿Qué ha hecho allá?
Lo primero que busca cualquier persona que salió expulsada de su país, y ustedes los chilenos lo saben, es regresar. La gran pregunta es cómo. Lo que estoy haciendo ahora, estuve en Washington hasta hace poco, es precisamente pidiendo y buscando protección a los que están en terreno, a los precandidatos presidenciales, a los líderes de los partidos y poder regresar de forma segura. Hay un proceso pendiente, o digamos en standby, que es la negociación de México en que se están precisamente exigiendo condiciones para lograr una elección libre, competitiva, una primaria que sea respetada. Creo que esas son las variables que estoy ahora revisando para poder regresar de forma segura. Mientras tanto, estaré no solamente en Estados Unidos, sino también visitando algunos países en busca de apoyo a la causa venezolana.
Y entre esos países, ¿tiene considerado a Chile, por ejemplo?
Sí, me gustaría visitar Chile. Creo que dada la situación en Latinoamérica nos gustaría poder contar con la defensa de los derechos humanos por parte de los países del continente y creo que Chile tiene mucho que decir en esa dirección.
Sobre el proceso pendiente en México, ¿hay alguna esperanza de que haya efectivamente avances?
Es interesante, porque en el caso de la negociación en México lo que queremos los venezolanos es que haya un acuerdo, no que Maduro lo siga utilizando para perder tiempo. Hoy depende de Maduro, lamentablemente. Y digo lamentablemente porque no podemos tener buena fe de un dictador. Nosotros estamos dispuestos a regresar de inmediato. Y Maduro debe entender, además, que los países también pierden la paciencia. Y aquí lo que sí tenemos que evitar es una tentación, que es normalizar relaciones con la dictadura por desgaste. ¿A qué juegan estas dictaduras? A desgastar y a ganar tiempo. Ellos saben que en los países democráticos cada cuatro, cinco o seis años hay cambio de gobierno. Ellos creen que sentándose a esperar pudieran tener otra oportunidad con un nuevo gobierno, que el continente se va a cansar. Entonces eso también lo discutimos en Washington. Lo vamos a discutir con la región. Y tiene que ser clave de cara al proceso de negociación de México. No puede ser por desgaste. Ni por agotamiento, sino por el objetivo concreto de cara a estabilizar el continente. Y por supuesto a luchar, en nuestro caso, por la democracia.
Y en el caso de esta cumbre que organizó Petro, ¿cree que se avanzó en algún tipo de soluciones para la crisis venezolana?
Honestamente, la conferencia en Bogotá sirvió para mandar un mensaje a Maduro. No más de eso. Creo que Petro puede tener interlocución directa con el dictador, entendiendo que hoy Petro no es una parte neutral en el conflicto. Él ha fijado posición con sus acciones del lado de Maduro. Así que la cumbre en Bogotá simplemente sirvió para enviarle un mensaje a Maduro, incluso de parte de los participantes ahí: elecciones libres por levantamiento progresivo de sanciones. Entonces, esa fue la utilidad que tuvo Colombia. Si queremos tener resultados, Maduro entiende y ya lo sabe claramente que tiene que volver a la negociación formal en México.
Respecto a las primarias opositoras que tendrán lugar este año de cara a las presidenciales de 2024, ¿le sorprendió la decisión de Voluntad Popular de que lo reemplazaran a usted por Freddy Superlano como candidato?
Hay una máxima de campaña en Venezuela y sobre todo en los países de Latinoamérica y es que hay que visitar pueblo a pueblo, caserío a caserío, barrio a barrio. Mientras yo esté afuera, no puedo hacerlo. Si regreso, continuaré con la candidatura y continuaré recorriendo el país, y obviamente es mi intención. Mientras tanto, debemos garantizar que continúe el proceso de integración de la primaria, de convocatoria de todos los factores políticos, y no solamente por parte de Superlano, sino de todos los otros precandidatos. En este momento mi intención es que se realice la primaria, pensando en lo mejor para el país.
¿Hace algún tipo de mea culpa por no haber avanzado más en su misión como líder de la oposición?
Hay varias condiciones, hay errores materiales y errores no materiales. Cuando estábamos en plena lucha contra la pandemia, mientras estábamos luchando en terreno, metieron presos a 26 miembros de mi equipo y algunos se fueron al exilio. Es complejo resistir una dictadura en terreno. Todo lo que fue la gobernabilidad, mantener la unidad en Venezuela, también tuvo unos costos adicionales necesarios de pagar. Además de, obviamente, todo lo que tiene que ver con el manejo y protección de activos, que con mucha propaganda de la dictadura trató de hacer ver como algo peyorativo. Pero creo que fue no solamente la decisión correcta, sino que es el movimiento prodemocrático que ha avanzado más en los últimos años en buscar alternativas de solución.
¿Cómo vio la crisis desatada en la frontera entre Chile y Perú, que básicamente afectó a migrantes venezolanos?
Debo decir que con mucho dolor, con muchísimo dolor. ¿Por qué con muchísimo dolor? Porque me acaba de pasar, a mí y a mi familia, tener que cruzar un río, tener que atravesar un puente, saber lo que significa que puedes ser perseguido en otro país, no solamente por la dictadura de Maduro. Lo que apelo es a la humanidad, al trato humano a quienes están buscando refugio, a quienes están buscando oportunidades, que fueron expulsados por una dictadura. Entiendo lo que significa la presión migratoria para los países receptores.
¿Considera que de alguna manera Maduro hace un uso político justamente de esta crisis migratoria?
Es una técnica de este tipo de régimen, de Rusia, de Cuba, de Maduro. No les interesa la gente, por lo cual preferirían expulsarlos de alguna manera. Es una consecuencia de la falta de servicios, de la falta de derechos fundamentales, de que un profesor gane cinco dólares al mes. Le pido a la gente que viva un día con cinco dólares para que entiendan lo que significa y por qué la gente está básicamente huyendo de esta tragedia humanitaria ahora.
¿Cómo evalúa el rol del gobierno del Presidente Boric en cuanto a la protección de los DD.HH. de los migrantes venezolanos?
El Presidente Boric por lo menos ha sido vocal en lo que significa (denunciar) que en Venezuela hay violación de derechos humanos, en que hay una dictadura también. Y, por cierto, una de las primeras referencias que hace es a la migración, por cierto, y eso es muy importante para nosotros. Ahora, la consecuencia de esa violación de derechos humanos, de cómo ha empobrecido Maduro a Venezuela, precisamente la están viendo ustedes en Chile.
¿Qué le pareció el triunfo del Partido Republicano en las elecciones para el Consejo Constitucional en Chile?
Es la sociedad buscando contrapesos. Yo lo he dicho muchísimo, la democracia siempre está en juego, y lo que puede protegerla son obviamente instituciones sólidas, separación de poderes, los contrapesos naturales de esas instituciones en los países, pero también la sociedad. Yo creo que esto es la sociedad buscando contrapesos naturales, buscando alternativas. Si algo tiene Chile hoy es la confianza en sus instituciones. Y también confiar en lo principal, que es la sociedad civil, los chilenos, los electores, que tienen la capacidad de decisión. Ahí yo creo que hay una respuesta, y el resto va a estar de parte del liderazgo político, de poder manejar esto respondiendo precisamente a los intereses de Chile, del futuro de Chile, y manejar esto con mucha responsabilidad, y pensando en el chileno como el centro de la demanda, pero también de la atención a los problemas y a la crítica, es un mensaje, insisto, de la ciudadanía.