Pasadas dos semanas de la paliza electoral que recibió la derecha -y también la centroizquierda- en las urnas, el ministro secretario general de la Presidencia, Juan José Ossa, hace su análisis. Para eso, la mirada es larga: cree que las últimas décadas la “clase política tradicional”, como la llama, se quedó en los éxitos del crecimiento y no puso la debida atención a lo que pasaba fuera de la élite. Por un lado, una falta de audacia para dar respuestas; por otro, una falta de empatía que, a ojos de Ossa, la centroderecha debe reparar para volver a sintonizar. Y en eso, sostiene, tanto la Convención Constitucional como las demás elecciones que vienen son una oportunidad para “decirles a los chilenos cómo desde nuestras ideas nos aproximamos a todo eso que no vimos”.
En Chile Vamos siguen lamentando la derrota electoral del 15 y 16 de mayo. Ahora que han pasado más días, ¿cuánta responsabilidad le asigna al gobierno en este fracaso?
Los resultados relacionados a la Convención Constitucional creo que nos sorprendieron a todos, fueron una obvia señal hacia la clase política más tradicional, no sólo a Chile Vamos, también a la ex Nueva Mayoría. Pero también pasó algo que hay que tomar nota: que no sólo a las estructuras más tradicionales de los partidos les fue mal, a los candidatos que iban apoyados por movimientos sociales, también. La CUT no sacó ningún constituyente, No+AFP tampoco, el presidente del Colegio de Profesores no salió elegido, entonces es un llamado de atención bastante más profundo. Ahora, dicho eso, creo que todos tenemos responsabilidad.
¿Cuál cree que es la responsabilidad del gobierno?
Como gobierno nos ha tocado vivir situaciones especialmente complejas y creo que haber tenido un proceso electoral tan relevante como éste, en medio de una crisis tan difícil, obviamente es complejo para todos los gobiernos. Diría que nuestra responsabilidad, más que la responsabilidad que tuvimos en un resultado electoral, es la responsabilidad que tenemos de seguir gobernando.
Ahora esta elección se da cuando también al gobierno le queda poco tiempo y se discute cuál va a ser el famoso “legado”. Uno podría decir que un legado es una derrota o lastre electoral enorme para la centroderecha.
La derrota o el llamado de atención es a toda la clase política, si usted ve los números en materia de miembro de la Convención Constitucional, en términos relativos, a la ex Nueva Mayoría le fue peor que a Chile Vamos. Segundo, no creo que nos quede poco, queda bastante gobierno todavía. Y, más que el lastre de cualquier derrota electoral, creo que nuestro legado va a ser muy claro. Y va a ser especialmente relevado por la historia. ¿Cuál va a ser ese legado? Primero, haber sido capaces de llevar una crisis social institucional gravísima y haber logrado canalizarla de forma institucional. Desde luego, no sólo al gobierno, sino a quienes les tocó participar en ese proceso tan relevante.
¿Pero puede ser esto un legado del gobierno siendo que en un principio ustedes se oponían a este proceso constituyente?
Nadie puede adueñarse de forma demasiado exclusiva de ese proceso. Lo que estoy diciendo es que el gobierno, desde luego, tiene el mérito de haber sido relevante en la conducción de esta crisis por una vía institucional que deviene en esta Convención Constitucional. Ese es el primer legado.
Creo que también quedan como legado otras cosas nuestras, propio de nuestro programa de gobierno, que en este contexto son muy difíciles de visibilizar. Desde luego, la agenda de infancia, por ejemplo. Y, un tercer legado, va a ser el manejo de la pandemia, y de ese análisis, yo no sé cuándo, nos vamos a dar cuenta de lo grande que fue ese legado, pero va a llegar. Creo que se salvaron y se van a seguir salvando muchas vidas. Es un legado, porque el Presidente fue especialmente previsor. No sólo cuando decretó la alerta sanitaria, cuando compramos los ventiladores o se mejoró la infraestructura de camas críticas, sino cuando se activó por las vacunas y, en ese sentido, lograr ser de los países más exitosos en el proceso de vacunación. ¿Cómo no va a ser un legado? Mientras otros países no tienen vacunas, cuando hay países que nos piden vacunas, hubo una mentalidad, una forma de ver las cosas del Presidente Piñera, su capacidad de previsión en esto es parte de su legado. Cuando miremos esto en uno, dos o tres años, nos vamos a dar cuenta de que se hizo bien. Y para terminar, creo que vamos a alcanzar antes de irnos a dejar sembrada una capacidad de recuperación económica que también nos va a distinguir respecto de los otros países.
¿Usted cree que si hubiese estado otro gobierno a cargo el manejo de la pandemia hubiese sido peor?
No me cabe ninguna duda que en la decisión de adelantarse y comprar vacunas que pagamos a un cuarto del precio que el resto de los países, el Presidente fue completamente previsor.
Usted plantea que quedarán de legado dos ejes que se vieron obligados a enfrentar por las circunstancias, y en los que también han sido duramente criticados. Durante el estallido social y la salida democrática hacia la convención siguen las críticas por el tema de los derechos humanos, mientras que en la pandemia sigue muriendo gente y aumentando los casos de contagio. Por ejemplo, hace unos pocos días el ministro de Salud decía que no veía probable que llegáramos de nuevo a los ocho mil casos y ya estamos sobre eso. ¿Se puede intentar capitalizar como legado algo que es tan cuestionado y que no está resuelto aún?
Nosotros no queremos capitalizarlo. La pregunta fue si el legado del gobierno iba a ser el lastre de una elección, y lo que digo es que el legado de este gobierno, son varios temas y muchos van a ser juzgados por la historia. Entonces, si usted me dice ha sido cuestionado el manejo de la pandemia, por supuesto que sí, y lo va a seguir siendo. En unos años más vamos mirar hacia atrás y vamos a decir que Chile lo hizo bien. Segundo, naturalmente que el estallido en sí mismo nadie pretende que sea un legado. Lo que estamos diciendo es que en una determinada circunstancia, frente a dilemas muy potentes, el día 12 de noviembre del año 2019 el Presidente de la República hace un llamado a la paz que cambió el futuro del país. Tomó una decisión clave para la historia en Chile y eso sí es parte de su legado como Presidente.
Ni tan autocomplaciente ni tan autoflagente
¿Está satisfecho con lo que ha hecho este gobierno?
A este gobierno y a muchos otros en el mundo les tocó vivir situaciones especialmente complejas, con esto no me refiero solo a la pandemia. En ese sentido, la forma en que se han conducido problemas tan grandes va a ser bien valorada con el paso del tiempo. Creo que finalmente con una nueva Constitución se va poder decir que este gobierno, de la mano de otros actores, tal vez realmente cerramos la transición.
Usted planteaba que el tiempo quizás les da la razón. Haciéndole caso al tiempo, ¿el gobierno llegó tarde con las ayudas económicas en la pandemia? ¿Están pagando los costos de esa ceguera?
Cuando hace poco más de un año fuimos al Congreso a proponer el primer Ingreso Familiar de Emergencia, se nos planteó que había que tirar toda la carne a la parrilla. El entonces ministro de Hacienda dijo: “Mire, yo no sé cuánto va a durar esta pandemia”. Y aquí estamos, más de un año después, teniendo que seguir contribuyendo lo más posible al bienestar de las familias. ¿Qué quiero decir con eso? Cuando se diseñaron estas políticas públicas no se sabía que iba a haber una vacuna, desde luego, menos que Chile iba a acceder a ellas tan rápidamente(…). ¿Si hemos hecho todo bien?, por supuesto que no, siempre se pueden mejorar las cosas. Uno aprende de la experiencia pasada. Pero yo hago una invitación a que hablemos también de lo bueno.
Usted partió diciendo, y tiene razón, en que los resultados del fin de semana fueron un golpe para toda la clase política tradicional. ¿Qué lección se saca de eso?
¿Cuáles son las lecciones? Dos. La primera, no darles la espalda a las cosas buenas, como lo hizo la ex Concertación y especialmente la ex Nueva Mayoría, y con líderes muy relevantes. Segundo, nunca dar por sentadas las cosas como tan buenas, sin ánimo de revisarlas. Nunca dar por sentada la democracia, ni que los mercados son perfectos… No ser autocomplaciente.
O sea, de alguna manera se quedaron en los laureles viendo que el país había crecido, pero no se logró sintonizar con las demandas…
Efectivamente, la clase política -y no solo la clase política, creo que muchos chilenos también, sobre todo los que hemos tenido más privilegios- hasta cierto punto se durmieron en los laureles. Y nos fijamos en el índice de crecimiento, el aumento de las remuneraciones, las tasas de desempleo, el acceso a la educación, sí fueron muy notables en esos años, pero no era lo único que se requería.
¿Y qué se requería?
Se requería, por un lado, más empatía por las personas. A veces quienes tenemos cargos de autoridad no siempre nos acordamos para quién estamos trabajando. Eso es súper importante para no perder el norte. Lo segundo, es que yo creo que faltó ser un poco más audaces en la forma en la que enfrentábamos los problemas.
Con los resultados se habla de un modelo que hizo agua, ¿cómo desde la derecha se le puede dar respuesta a eso?
Bueno, siendo un poquito más audaces de lo que la derecha, o más bien la derecha y la Concertación, ha sido. Siendo menos autocomplacientes. Usted me dice se está cuestionando el modelo. Algunos te dirán que no, otros te dirán que sí, pero todos sabemos que había un descontento. Al final, más allá de la conclusión teórica, lo que hay son dolores, frustración, descontento. ¿Y cómo desde la derecha nos aproximamos a eso? La derecha tiene que revisar profundamente cómo lleva sus ideas al territorio, a cosas concretas, sin desconocer la política. Obviamente hay ciertos paradigmas que tenemos que considerar menos absolutos que en el pasado. Pero eso es un ejercicio que está un poquito en construcción, y ese ejercicio va a ser conducido, en parte, por los representantes de Chile Vamos en la convención.
¿Y tienen margen para instalar este discurso de cara a las presidenciables que vienen? Porque una de las cosas que también dejaron las elecciones es que se les puso cuesta arriba la presidencial…
Por supuesto que hay margen para que algún candidato presidencial de Chile Vamos sea elegido Presidente. En el fondo, el gran desafío que tienen ellos -nosotros también como gobierno- los candidatos, los futuros parlamentarios y los miembros de la convención, es decirles a los chilenos cómo desde nuestras ideas nos aproximamos a todo eso que no vimos.
Como no alcanzaron el tercio en los constituyentes eso traerá consecuencias respecto de cómo queden los contenidos en la nueva Constitución. ¿Cuánto se va a involucrar el gobierno en ese aspecto?
Lo primero, no solo Chile Vamos no consiguió el tercio, apareció la Lista del Pueblo, y la centroizquierda perdió mucha fuerza. No solo es la falta del tercio la que puede hacernos pensar en una forma distinta de lograr acuerdos en la convención. Todo gobierno cuando es elegido lo es porque tiene una cosmovisión. Eso qué significa, nosotros tenemos una forma de ver el mundo, que desde luego ha cambiado y ha evolucionado fruto de este turbulento año y medio. Esas son nuestras ideas y son conocidas por todos, entonces, ¿tenemos posición sobre los temas? Por supuesto que sí, y las conocen los chilenos. Ahora bien, de ahí a que nosotros vayamos a pretender jugar un rol activo en los contenidos de la Constitución, eso es otra cosa. Y no es tan necesario, porque se sabe qué es lo que pensamos, también en los representantes de Chile Vamos que no necesariamente estamos todos de acuerdo en todo. Lo que sí, es que vamos a poner a disposición de la convención todo aquello que es nuestro deber legal y que es prestar el apoyo técnico, financiero y administrativo.
Y lo técnico es algo que hay que relevar, porque el Ejecutivo tiene mucha información. Si vamos a discutir sobre pensiones, sobre salud, sobre lo que sea, ojalá los miembros de la convención confíen y quieran que les demos esa información.
¿No habrá ningún tipo de coordinación con los constituyentes de Chile Vamos?
No, no nos corresponde.