Cuando salió a la venta, se convirtió rápidamente en uno de los libros más comprados en Argentina. Titulado basándose en el sobrenombre con el que los compañeros de colegio se referían a Javier Milei, el libro El Loco se introduce en la historia de una de las figuras más polémicas y polarizantes de la nación transandina.
El político se consolidó durante las primarias como la fuerza más votada en Argentina, con verdaderas hordas de seguidores y un número similar de detractores. Fenómeno que también se vio replicado en Chile, cuando realizó una fugaz visita en julio de este año, en la que cientos de jóvenes llegaron buscando una foto con “el Peluca”.
Quizá esa sea uno de los motivos por la que la propia editorial tomó la decisión de traer el libro del periodista Juan Luis González a nuestro país. “Se tomó la decisión el lunes pasado”, dijo en conversación con La Tercera. Consultado por las razones que podrían motivar al público chileno a interesarse, planteó que se debe a “la misma razón por la que me llamas tú y de otras partes del mundo: porque Milei es un personaje que despierta mucho la atención, da mucho miedo a la gente”. Pero, además, porque “es un personaje superinteresante”.
Usted comienza a investigar a Javier Milei antes de que el fenómeno explotara a nivel nacional. Más bien en la época en que buscaba llegar al Congreso como diputado. ¿Qué elementos de su figura hicieron que se fijara en Milei como objeto de estudio?
Por un lado, el personaje es objetivamente irresistible, te guste su figura o no. Por algo lo pones en un estudio de televisión y da rating. Yo lo hago en el trabajo de la revista Noticias, donde sé que cada vez que lo pongo en el título de la web, tiene más clics. Es un fenómeno en las redes sociales ya desde hace mucho tiempo. Además del personaje en sí, te diría también que es muy interesante a nivel periodístico, es casi como un niño en una juguetería. En La Libertad Avanza (LLA), si bien no todos –y, de hecho, cuanto pasa el tiempo, más se llena Milei de “casta” (como el candidato nombra a la clase política tradicional)–, hay muchos personajes que nunca habían hecho política en la coalición, empezando por Milei, que en términos prácticos, para un periodista, era muy divertido, porque no tenían ni siquiera la gimnasia del trato con el rubro. Siempre que te enfrentas como periodista a políticos con experiencia, son tipos mucho más calculadores, agendas una entrevista en on o en off y es un partido de ajedrez. En cambio, con varios de LLA era un parque de diversión. Cuentan cualquier barbaridad que se les viene a la cabeza, no tienen ningún tipo de filtro ni la dinámica de saber que están hablando con un periodista. De hecho, cualquier político avezado sabe que está hablando con uno y calcula bien lo que dice y lo que no. Me pasó una cosa muy impresionante que, recuerdo, me quedó marcado. Hablaba con una persona importante de La Libertad Avanza. Llevábamos dos horas charlando, y cuando nos vamos me dice: “Che, ¿esto fue un off, lo que tuvimos recién?”. No tenía idea de la dinámica de los periodistas. Pero de fondo, si había algo que a mí me llamaba mucho la atención y que era lo que más me interesaba, era el fenómeno de la nueva derecha. Creía que había algo allí que llegó para quedarse en todo el mundo y que Milei le estaba poniendo cara a un cambio que es mucho más profundo. En ese sentido, yo tampoco me sorprendí del 30% de Milei (obtenido en las primarias). Había algo cambiando allí. También me motivó una especie de rebeldía contra una subestimación profunda de Milei como político, de Milei y la nueva derecha como fenómeno político y de los votantes de Milei como electores. Antes del resultado, la idea generalizada entre periodistas, analistas, dirigentes, políticos, etc. decía: “Sí, todo bien Milei, pero es una cosa testimonial”. En el 2021, cuando se presentó como candidato a diputado, y lo recuerdo de forma patente, todos los funcionarios del gobierno decían: “Esto es un chiste. Para qué dedicar tanto tiempo si no vas a sacar ni 5% de los votos, es un fenómeno legislativo donde se dan a los extremos”.
¿Qué fueron las cosas que más le sorprendieron realizando su investigación?
Me sorprendió mucho cómo cambió mi acercamiento al fenómeno Milei. A él lo había tratado en su etapa mediática. Lo tuve que ir a ver cuatro o cinco veces, y fue un tipo muy cordial, simpaticón casi. Cuando La Libertad Avanza se forma como partido político y se la empieza a investigar, me va generando una distancia cada vez mayor, porque había muchas ideas en las que daba la impresión de que no había nada nuevo. Al contrario, que había ideas muy viejas, muy terribles que hubo en Argentina. Y cuando termino la investigación, pasa algo que yo no imaginaba bajo ningún punto de vista, que es que termino empatizando un poco con Milei, algo que yo no me esperaba que fuera a pasar. Me parece que tuvo que ver con terminar de entender cabalmente lo terrible, difícil y tortuosa que fue la vida de Javier Milei, la violencia increíble e injustificable que tenía el padre, que lo atormentó durante años, lo golpeaba y se puso como una de sus metas de vida el ver fracasar al hijo, lo humillaba, le comía la cabeza todo el tiempo. La madre, cómplice de la violencia, el bullying en el colegio, la falta de amigos, la falta de pareja, un tipo al que le abruma la soledad que lo acompaña toda la vida a un punto tal que pasa 15 años nuevos brindando solo con su perro Conan, quien termina transformándose en el hijo. Entonces, cuando muere el hijo, en la dimensión del duelo de un padre, él entra en este camino místico que después lo termina llevando a la política, porque cuando Dios le dice que tiene que meterse en política, en charlas que son conversaciones de ida y vuelta, son cosas esotéricas místicas de Milei, que tiene un gabinete de perros clonados, que habla con los muertos, bueno...
¿Existe algún elemento de su biografía que explique, primero, su intención presidencial y, segundo, su impacto en parte significativa del electorado argentino?
Yo creo que sí. Este evento tan terrible transforma a Milei en quien es, en alguien muy genuino. Se hizo conocido con las peleas televisivas, y Milei es muy real en esa violencia. Yo creo que es una violencia que arrastra desde la casa y la lleva a los paneles de televisión. Además, esta personalidad –que, de nuevo, es real, no es impostada, él es El Loco, no se hace el loco–, este Milei violento, roto, solo, triste, enojado, con miedo, conecta muy bien con una Argentina triste, sola, enojada y con miedo, por la razón de que todos esos votantes lo ven como algo real, que efectivamente lo es. Es imposible impostar la mitad de las cosas que hace Milei, en algún momento te darías cuenta de que es un personaje. Es lo contrario a un personaje, y por eso conecta tan fácil. El otro día Carlos Pagni, un gran y célebre periodista argentino, decía: Milei, alguien al que le hicieron bullying, conecta muy bien con la sociedad argentina que siente que la política le hace bullying desde hace años, que no le resuelve los problemas y encima le hace pagar impuestos, etc. Yo creo que hay una conexión ahí fuerte entre uno y otro, y que esa es parte de su éxito.
¿Es un caso único? ¿O ve elementos del candidato en otros políticos del mundo?
Sí y no. Por algo llegan al poder Bolsonaro, Trump, Meloni, en este caso de Milei. Por algo crece Kast en Chile, que entiendo que no es tan similar a Milei, pero algunas particularidades comparten. Vox en España... Yo creo que de fondo el capitalismo está cambiando y genera cada vez más a una sociedad, una parte de la sociedad, en términos de mi compañero de cancha, el Papa Francisco, una parte excluida, la sociedad descartada, y que a esa parte descartada a la que el Estado, por ejemplo, no le llega o, si lo hace, llega en forma de problemas, el discurso del “Estado te jode” y “al Estado hay que destruirlo porque te caga la vida”, bueno... funciona. Pero entiendo que hay algo sucediendo para que toda esa sociedad descartada busque esto entre otras muchísimas cosas, la tecnología, la cultura, etc., hay algo ahí que está cambiando y que conecta a todas estas personas. Si quieres verlo desde el otro lado, también los une. Ahí está la Carta de Madrid, que Milei, de hecho, firma, que es este foro de la nueva derecha internacional donde lo primero que dice es: “Le vamos a dar la batalla cultural al comunismo”. También los une la idea de un enemigo ficticio e irreal, pero eso no importa, la política se construye de símbolos, y qué símbolo más poderoso que elegir un enemigo común. Sin embargo, también es verdad que Milei es muy único. Primero, y a diferencia de Bolsonaro, Trump, Meloni, Kast o Abascal, el candidato de La Libertad Avanza realmente está roto. Milei no tiene la estabilidad emocional necesaria para un cargo presidencial, sobre todo en un país inestable como lo es la Argentina. En el libro arranco preguntándome qué pasa en un país inestable si aparece un líder inestable. Ahora se elevó a la 7.000 potencia, porque la pregunta se transformó en qué pasa en un país inestable si lo gobierna un líder inestable. Segundo, él tiene nula experiencia en la gestión, incluso en el marco de la política. Bolsonaro fue 30 años legislador antes de llegar a la presidencia. Y tercero, el espacio de Milei, salvo él y la hermana, que están convencidos de que son las reencarnaciones de Moisés y Aarón, cosa que ha dicho públicamente, el resto del espacio no pensaba en sacar el 30%, no pensaba gobernar el país en tres meses. Ahí también hay una falta de previsión que preocupa y asusta, pero, además, la distingue de otros casos.
Sin intención de entrar en la prensa rosa, pero ligándolo a la idea de la soledad de Milei, ¿cómo cree que le podría afectar el reciente amorío al que se le relaciona con Fátima Flórez?
Ahí pasa algo que es difícil analizar, porque no tengo elementos para decir si es un amor real o no. Ojalá así sea, porque si algo le faltó a lo largo de su vida es amor, algo que nadie merece, así que ojalá sea real y esté feliz con su nueva pareja. Dicho eso, hay varias cosas que despiertan mucho la atención y admiten, al menos, plantearse preguntas. Por ejemplo, como en las encuestas de focus group aparecía que era un tema el que Milei fuera un candidato soltero, sin hijos y con una relación, al menos, llamativa con la hermana. Lo de la nueva pareja te tapona eso claramente. Después, el hecho de que se anuncie ese romance a 10 días de las elecciones que ganó y a dos meses de las generales. Tercero, parece casi salido... perdón, no parece salido, es un romance salido de serie de televisión. Se conocen en la mesa de Mirtha Legrand, uno de los grandes programas históricos de la televisión argentina, y se da con alguien que, además, ya es un personaje muy mediático, Fátima Flórez. Casi como si fuera diseñado para estudio de televisión. Cuarto, el blanqueo de ellos, que lo hace Fátima Flórez en un video bastante excéntrico de Instagram donde hace un canje, digamos, auspiciando una marca de huevos. Una cosa llamativa, donde ella mete forzadamente el tema de Milei, porque estaba hablando de los huevos, y cierra el video gritando: “Viva la libertad, carajo”, la frase típica de Milei. Una cosa que parece de comedia, pero te lo digo literal. Al minuto que se publica el video, Milei comenta en mayúscula: “TE AMO, FÁTIMA”, y a los segundos ella le responde: “TE AMO, JAVIER”. Parecía como si hubiera sido una acción de campaña. Todo eso me despierta dudas, y también quiero incorporar la propia biografía de Milei. Tuvo una sola pareja en toda su vida, que fue la cantante Daniela, otro romance muy mediático, de hecho. Hay claramente una pulsión de Milei por figurar, y esa fue su única pareja en 47 años, que le duró seis meses. Justo ahora, en pleno auge de su campaña y a sus 52 años de vida, aparece el amor de su vida. Pero bueno, dicho eso, ojalá sea real y encuentre cierta compañía.