Mientras distintos analistas vaticinan un inicio de año complejo, con un eventual recrudecimiento de la violencia y un clima político poco auspicioso, la ministra vocera de gobierno, Karla Rubilar, no pierde el optimismo. Ella es entusiasta y está confiada en que marzo sea el "mes de los acuerdos" en el Congreso.
Sabe también que las presiones por un cambio de gabinete van a volver, pero dice que estas últimas semanas pudieron demostrar que, al menos en el comité político, "hay mucho mejor fiato".
Claro que si algo entusiasma a la vocera en esta conversación es el plebiscito del 26 de abril, momento en que los chilenos podrán definir si aprueban o rechazan una nueva Constitución. Y aunque no pueda decir cómo va a votar -dada la prescindencia exigida por el Presidente Sebastián Piñera a sus ministros-, la exintendenta dice que el gobierno se la va a jugar porque haya la máxima participación, e impone un piso mínimo: que vaya al menos la misma cantidad de gente que para la elección presidencial.
-A pocos días de que se inicie marzo, ¿cómo está preparado el gobierno para enfrentar el "superlunes"?
-Sabemos que hay preocupación en la ciudadanía respecto de marzo, que hay hitos relevantes que pueden generar preocupación dados los cuatro meses que hemos vivido. Pero el gobierno decidió no prepararse para marzo, sino para el año 2020. ¿Por qué? Porque el 2020 es un año que está lleno de hitos: están el plebiscito, las primarias que pudieran existir, las elecciones municipales y de gobernadores; podemos, incluso, tener elecciones de constituyentes. Por lo tanto, la preparación, sobre todo en materia de orden público y de seguridad que están comandando el ministro Blumel y el subsecretario Galli, busca haber aprendido de los cuatro meses anteriores. En ese entendido, se están analizando las situaciones geográficas y socioculturales de los lugares donde se ha producido violencia, porque la violencia de la Plaza Italia no es lo mismo que pasa en la comisaría de Pudahuel, en Puente Alto o en una región como Antofagasta. El aprendizaje, unido a la reforma estructural y la transformación de Carabineros, que probablemente va a ser uno de los anuncios del Presidente durante marzo, debiera ir de la mano de mayores herramientas para enfrentar eventos que aspiramos que no pasen, porque queremos que este 2020, a diferencia del 2019, no esté marcado por la violencia, sino por el debate constituyente.
-¿Hay énfasis en orden público, porque el gobierno tiene conciencia de que este esquivo control del orden público ha sido lo que más ha repercutido en su caída en las encuestas?
-Para nosotros, el orden público y la seguridad siempre ha sido un tema muy relevante, pero sabemos que la paz social no se construye solamente con mejores y más carabineros o con más leyes en materia de antidelincuencia, sino también respondiendo a las demandas sociales que se levantaron con fuerza en octubre. Por eso es tan relevante la reforma de pensiones, la reforma en materia de salud, lo que son todas las leyes antiabuso que el Presidente va a presentar en marzo. En eso estamos. Y no tiene que ver con las encuestas, porque sabemos que la crisis de confianza es tan profunda que no es solamente con nuestro gobierno. Reconocemos con humildad que nuestro gobierno no está bien evaluado, pero también tenemos una oposición que no está bien evaluada, un Congreso mal evaluado y todas las demás instituciones que van fuera de la política, también mal evaluadas. Como es una crisis de confianza, sabemos que las encuestas pueden seguir siendo malas y pueden seguir siendo esquivas durante un tiempo importante.
-¿Qué otras lecciones le ha traído al gobierno el 18 de octubre?
-Hay varias cosas. Primero, hemos reconocido con humildad que uno de los fuertes que tenía nuestro gobierno era la capacidad que sigue teniendo el Presidente de ser, en materia de políticas públicas económicas, probablemente uno de los Presidentes con más respaldo. Sin embargo, nunca fuimos capaces de comunicar para qué queríamos crecer. Parecía que el crecimiento, la posibilidad de tener mejores indicadores, eran un fin en sí mismo, cuando en realidad lo que queríamos era que, al crecer el país, íbamos a tener recursos para cerrar las brechas de desigualdad, generar mayor identidad territorial y darle sustento financiero al profundo sentido social que tenía el programa de gobierno. No fuimos capaces durante mucho rato de comunicar bien eso.
-¿Es la falta de relato de la que se habló en el primer gobierno?
-Sí, teníamos un relato que parecía ser mucho más de números que de personas y el corazón del programa de gobierno era cómo les mejorábamos la calidad de vida a las personas. Y ahí creo que hay una lección; tuvimos errores de comunicación de nuestros diferentes ministros, muchos de ellos muy capacitados, muchos de ellos con mucha sensibilidad social, pero que no tuvieron el feeling de empatizar con que una frase, una forma de expresión podía generar dolor.
-Usted dijo que el gobierno decidió prepararse no solo para marzo, sino para todo el año, pero el próximo mes se prevé complejo: hay manifestaciones ya convocadas; en el ámbito político, la oposición ha anunciado algunas acusaciones constitucionales, etc. ¿Usted qué cree que va a pasar en marzo?
-Nosotros aspiramos a que marzo sea el mes de los acuerdos de verdad. Si algo nos enseñó la encuesta CEP es que la gente valora a los líderes que son capaces de sobreponerse a sus ideologías por el bien común y llegar a acuerdos con otros que piensan diferente. Por lo tanto, marzo debiera ser un mes de grandes acuerdos, donde pudiéramos sacar adelante la reforma previsional, el ingreso mínimo garantizado, las leyes de seguridad que van faltando y donde podamos ponernos de acuerdo cómo enfrentamos el plebiscito y, entre todos, damos garantías de que esa sea una jornada histórica. Porque el 26 de abril es una jornada que no es del gobierno, es de todos los chilenos y necesitamos que funcione de la mejor manera posible y que sea el día en que vota Chile.
-¿Hay algún temor de que el plebiscito no se pueda realizar, pensando en lo que pasó con la PSU, por ejemplo?
-Nosotros estamos full ocupados en que el plebiscito sea una jornada histórica, ejemplar, pacífica, y todos nos tienen que ayudar a eso. Y creemos que no hay nadie que quiera que ese 26 de abril la gente no pueda vivir lo que es el privilegio de decidir hacia dónde va el país en los próximos 30 o 50 años.
-Mientras se promueve la participación, en paralelo, los ministros van a tener que guardar silencio respecto de sus propias posiciones, por la prescindencia que impuso el Presidente. El alcalde Germán Codina dijo que le parecía "una aberración que haya gente poniéndoles bozal a otros". ¿Se siente usted con un bozal?
-Yo soy la vocera de gobierno, así que lo que más me toca es comunicar.
-¿No cree que sea una "aberración" la prescindencia?
-Respetando profundamente al alcalde Codina, lo que el Presidente definió es que el gobierno, a través de sus ministros, guarde la prescindencia para permitir que sea la ciudadanía la que se exprese, no sea un gobierno el que presione hacia un lado u otro, y nosotros seamos garantes de ese proceso.
Esto les impone también una camisa de fuerza para las elecciones a fin de año -municipales y de gobernadores-, en que no van a poder respaldar a los candidatos oficialistas.
-En este minuto estamos enfocados en la participación del plebiscito. Después de lo que pase el 26 de abril iremos definiendo diferentes posturas respecto de los ministros.
¿Podrían darles permiso?
-Lo que pase hacia adelante se podrá ir definiendo. Hoy día tenemos solamente fijada la prescindencia total para el 26 de abril para ser garantes y fomentar la participación.
Usted pone énfasis en la participación. ¿Hay algún temor de que, al contrario, haya baja participación?
-Para nosotros es vital que la gente llegue a votar y, por eso, nos vamos a inmiscuir muy fuertemente en todo lo que es la campaña de participación y vamos a ponernos como piso que vote al menos la misma cantidad de gente que vota en una presidencial.
Con la llegada de marzo es probable es que se reactiven las presiones por un cambio de gabinete. ¿Qué les diría usted a quienes critican al gabinete, en particular al comité político?
-Sabemos que el comité político, por estar ahí en la primera fila de la evaluación ciudadana y la más cercana al Presidente, tiene que estar disponible para las críticas. Aceptamos esa constante evaluación de la ciudadanía y de los partidos políticos, y nos hacemos nuestras propias evaluaciones de cómo podríamos hacerlo mejor. Solamente decirles que todos los días, cada uno de nosotros, los que estamos en el gobierno, tratamos de hacerlo lo mejor posible. Eso sí se lo puedo asegurar y cada uno de nosotros lo que quiere es que a este gobierno le vaya bien.
Hace poco tiempo usted dijo que al equipo del comité político le faltaba "rodaje", y el propio Presidente señaló que tenían que "afiatarse" más. ¿Cuáles son las expectativas para seguir trabajando juntos?
-En el inicio fue más difícil, porque cada uno vivía su propio incendio diario, cada uno tenía que vivir sobre la marcha de sus propios problemas; hoy ya tenemos una mucha mejor coordinación, conversamos muchísimo más, nos entendemos bastante bien. Funcionó muy bien la dupla Blumel-Ward la semana que yo me fui de vacaciones, me sentí muy bien representada por el ministro Ward en esa semana de vocería y sirvió para mostrar que hay mucho mejor fiato en este comité político.
Cuando se cumplió el primer año de gobierno, el Presidente fijó su meta en entregar el mandato a alguien de su sector, pues de lo contrario sería un fracaso. ¿Sigue siendo ese el objetivo?
-No, yo creo que el objetivo político del gobierno del Presidente Piñera es trazar los primeros cimientos de lo que va a hacer el país los próximos 30 o 50 años, según lo que decida la ciudadanía. El legado que el Presidente Piñera va a dejar es abrir la posibilidad de que sea la gente la que nos diga hacia dónde va el país que les vamos a dejar a nuestros hijos.