Costaba creerlo.
A medida que avanzaban los resultados, la convencional Giovanna Grandón, la Tía Pikachu, veía cómo el Rechazo, la opción que era impensado que ganara un año atrás, lograba la ventaja en casi todas las comunas del país. Tenía pensado ir a Plaza Italia -o “Dignidad”- y estaba esperando que su hija volviera de votar. Pero el plan se canceló.
Así como ella, varios constituyentes, ya sea en Santiago, en los comandos del Apruebo en todo Chile o en sus hogares, recibían el baldazo de agua fría. Algunos no daban crédito, mientras que otros ya presentían hace semanas ese resultado. Eso sí, no imaginaron que fuera una derrota tan aplastante.
Era un escenario que no estaba en el papel: el texto que propuso la Convención Constitucional, el primer órgano electo de forma paritaria y democrática en toda la historia del país para una tarea de este tipo, fue rechazado.
Se iniciaba una semana negra. En el proceso, la más negra de todas. Y se empezó a buscar culpables y, también, a asomar las autocríticas.
Entre buena parte de los constituyentes de izquierda y centroizquierda hay un relato parecido para explicar el fracaso del proceso.
Dice así: la conformación heterogénea del órgano dificultó llegar a los grandes acuerdos que se necesitaban. Por otro lado, la falta de tiempo en un año de trabajo los aisló, perdiendo contacto con la ciudadanía. La premura, también, provocó trabas en el diálogo, por lo que muchas normas se dejaron abiertas a la interpretación de una futura ley, lo que aprovechó el bloque opositor para “sobreinterpretarlas” de formas “negativas” o “catastróficas”, al decir de ellos.
Eso, sumado a los errores que acompañaron el proceso -el fraude de Rojas Vade, Elsa Labraña y sus comentarios sobre el himno nacional y la última bomba en la campaña, el show de Las Indetectables con su bandera, las “polémicas” declaraciones que lanzaron más de una vez Elisa Loncon, Daniel Stingo y Jorge Baradit-, así como la exclusión de la derecha, crearon una “ola de caricaturizaciones” del órgano que los golpeó.
Pero el contenido del texto tampoco genera consenso entre los exconvencionales derrotados. Si bien grupos de centroizquierda comentan que haber incluido materias como el aborto, que para grupos religiosos ya es una base para rechazar, o no haber detallado materias como el “justo precio” les afectaron, otros convencionales, más a la izquierda, comentan que si hubieran tenido más tiempo para explicar los aspectos -sobre todo la plurinacionalidad- la ciudadanía hubiera aprobado el texto.
“El individualismo como cultura primó -acusa Isabel Godoy, convencional colla-. Decían no me gusta la plurinacionalidad. Y se cegaban, y no veían el trabajo doméstico, los derechos que se garantizaban o el fin del mercado del agua”.
Otros son más críticos. “La desinformación no fue el principal motivo del fracaso -lanza el exconvencional socialista Maximiliano Hurtado-. El problema es que la propuesta, aunque tenía cosas muy positivas, estaba alejada del sentido común de la gente. No le hizo sentido a nadie a quién iba dirigida la propuesta, como las mujeres, los pueblos originarios o las personas privadas de libertad”.
Los resultados fueron lapidarios: el Rechazo fue la opción más votada de la historia de las elecciones, con 7.800.000 votos. El Apruebo ganó en sólo ocho de las 346 comunas del país. Y aunque fue la elección con más votantes de todas, el Apruebo solo sacó 200 mil votos más que Gabriel Boric, algo que -indican desde el órgano- también delata un voto reprobatorio a la administración del Mandatario.
Tenían razón
El 4 de septiembre, en los diferentes colectivos, el ambiente pasó de la incredulidad a la pena. Y el análisis se vivió de diferentes formas.
En el grupo “Constituyentes feministas”, integrado por unas 50 mujeres de la Convención -donde no hay representantes de derecha- se daban ánimos. Malucha Pinto, Ingrid Villena y Ramona Reyes fueron algunas que enviaron mensajes de aliento y lamentaron los resultados.
Enseguida empezaron las reflexiones y los mea culpa. Uno de los primeros diagnósticos era que los mismos convencionales tenían parte de la responsabilidad en el fracaso.
Ese día, a Giovanna Grandón no paraba de sonarle el celular de todos los mensajes que le llegaban. Le decían que no bajara los brazos. Desde entonces, dice hoy, los días han sido “uno bueno y uno malo”.
Y asume algunas culpas: “Mi autocrítica es que no debí ponerme el traje de Pikachu en la hora de colación”. Lamenta que haya sido utilizada en la franja del Rechazo, aunque, remarca, por usar ese traje fue conocida en todo el mundo, e incluso le hicieron un reportaje en The Economist.
“Pero como me usaron ahí -lamenta Grandón- la gente pensaba que iba a trabajar todos los días con el disfraz, cosa que no era cierta”.
Isabel Godoy, miembro de la Coordinadora Plurinacional -grupo integrado por unos 17 convencionales, entre escaños y ex Lista del Pueblo-, dice que en su colectivo lamentaron la “campaña de desinformación” que, a su juicio, llevó a cabo la derecha, que -sostiene- instaló una serie de mentiras acerca de la plurinacionalidad.
“Creemos que se agudizó y se acrecentó el racismo en Chile. Ven a los pueblos originarios como folclor, que estemos en los libros de historia como ilustraciones. Eso les gusta. La derecha se encargó de instalar el racismo”, dice Godoy.
¿Qué hicieron mal? Según la exconstituyente, “no pudimos ver lo que se venía. No estuvimos cerca de los territorios. Faltó gente, por falta de recursos, que hiciera asambleas y bajadas de información”.
En la “campaña de desinformación” que acusa Godoy, ella ve la explicación de la derrota. “Una embarazada de seis meses me preguntó si le iban a quitar la guagua”, denuncia. “Escuché que me decían que rechazaban porque querían reformar las pensiones”, comenta, a su vez, la tía Pikachu. Por otro lado, Manuela Royo, independiente, asegura que las personas “votaron Rechazo, pero opinaban la idea contraria del Rechazo”.
Entre los hitos de esa “campaña de fake news” que acusan los y las exconstituyentes, suelen mencionarse los dichos que entregó Bernardo Fontaine al diario Las Últimas Noticias: “Los trabajadores ya no serán más dueños de sus ahorros previsionales”. Un titular que, acusan, era falso. Él se defiende: “Me refería a lo que se había aprobado en ese momento, que luego se cambió”. Asimismo, descarta que el Rechazo triunfó en base a fake news: “Sería ningunear a las personas al creer que pueden ser engañados después de toda la discusión pública y debate que se dio”.
Eso sí, estas exconstituyentes descartan que el electorado haya rechazado por ser “ignorante”. Precisamente, uno de los puntos que más revuelo levantaron en la semana.
Por ejemplo, Natividad Llanquileo (escaño mapuche) se lanzó contra quienes votaron Rechazo: “Sigo viendo desclasados, racistas, homofóbicos y mucho individualismo”, lanzó en su Twitter. “No justifico a las poblas que se sienten condominios. No justifico a nadie”, remató en otro mensaje.
Asimismo, el convencional Nicolás Núñez (FRVS) -conocido por votar desde la ducha- lanzó una serie de críticas una vez se supieron los resultados: “¿Cómo amanecieron mis señoras rechazonas dueñas que casa que no se les pagará ni uno por las labores domésticas realizadas? ¿Cómo van esas lagunas previsionales?”, lanzó en su Facebook.
Ambos mensajes fueron ampliamente repudiados, tanto en las mismas redes como al interior de los exconvencionales. “Eso es mirar en menos a la gente -critica Julio Álvarez (PS). Tratar a todos de fachos pobres, o que son tontos, o no entendieron nada y les dieron el voto a los ricos forma parte de la misma lógica que existía en la Convención: no tener un cable a tierra con la gente”.
Un convencional del Colectivo Socialista comenta que la “escapada de moto” de Núñez hizo que ellos whasappearan a otros convencionales de Apruebo Dignidad para ordenar las declaraciones entre sus filas y “bajar un cambio” en los cuestionamientos.
Tomás Laibe, del mismo colectivo, dice que aún defiende “el Estado social, regional, ecológico, plurinacional, con democracia paritaria”. Pero agrega que era necesario establecer claridades respecto de cada uno de estos puntos: “Hay miles de formas de llegar al Estado plurinacional, y no necesariamente la propuesta que tuvimos, que obedece a la composición, comportamiento maximalista, al temor a la funa por votar en contra”.
Claudio Gómez (PS) extiende que la campaña estratégica que hizo la derecha fue efectiva, al hablar de temas como vivienda o seguridad como si fuera un programa de gobierno, lo cual sembraba confusiones.
Entre los socialistas, la autocrítica va por no haberse “puesto más firmes al detener el maximalismo” que estaban mostrando algunos grupos.
Y mirado en retrospectiva, comentan varios episodios. Clave, dicen, fue el día de la instalación, cuando Elsa Labraña le gritó y golpeó la mesa a Carmen Gloria Valladares, secretaria relatora del Tricel. “Tuvimos que evitarlo. Pero la verdad es que estábamos paralizados”, recuerda Andrés Cruz (Ind.-PS).
Este episodio también lo cita el exconstituyente aimara Luis Alberto Jiménez como parte de las cosas que había que frenar. “Como escaños reservados no nos tomamos en serio lo comunicacional, a pesar de que fuimos parte de la mesa directiva”, dice.
Desde los INN, miembros del grupo aseveran que entraron en un estado reflexivo, pero que no han hecho análisis colectivos de lo que pasó. Guillermo Namor, eso sí, aporta que algunas actitudes “soberbias, de arrogancia y superioridad moral de algunos que se creyeron rockstar” fueron las que aportaron al Rechazo. Helmuth Martínez (ind.) agrega al diagnóstico el énfasis al tratar ciertas materias que no representaron a toda la sociedad, como el derecho al aborto.
Agustín Squella, exconvencional (ind.-PL), culpó a la distancia entre el órgano y la ciudadanía por el resultado, además de que parte del texto, “no todo, ni su mayor parte”, comenta, “decepcionó a gran parte de la ciudadanía”. Autocríticas también tuvo: “Nos jugó en contra que nos tomáramos tan al pie de la letra aquello de la casa de todos. Incluso, los miembros de una muy extensa familia que habitan una casa común la reconocen como de todos, pero no por ello están obligados a valorarla en la misma medida”.
El abogado porteño perteneció al extinto Colectivo del Apruebo, remanente del PPD y la DC en el órgano, que ya desapareció y como grupo no tienen vinculación, como confirmó Miguel Ángel Botto (Ind.).
Por su lado, otros grupos, como Pueblo Constituyente -ex Lista del Pueblo- y los Movimientos Sociales Constituyentes siguen activos. En este último espacio, confirma Vanessa Hoppe (Ind.), la autocrítica que han hecho es hacia la forma en que llevaron las comunicaciones: “Priorizamos la parte técnica, contratando asesores jurídicos, y tanto nosotros como la Convención, por falta de presupuestos, descuidamos ese aspecto”. Asimismo, van a resolver en los próximos días cuál es la hoja de ruta a futuro para el grupo, y a analizar a fondo el porqué del resultado.
Eso sí, algunos miembros adelantaron su reflexión. Un par de miembros del Pueblo Constituyente enviaron un mensaje a sus pares del Colectivo Socialista. El WhatsApp era claro:
“Los socialistas tenían razón en todo”.
Mensaje de Smok: “Un abrazo fraterno”
El golpe tras el resultado, sumado al cansancio por el trabajo constituyente, hizo que varios de los exmiembros del órgano optaran por tomar vacaciones o, al menos, desconectarse del celular.
Es el caso de la primera mesa directiva de la Convención: Jaime Bassa no ha dicho nada y se está tomando unos días de descanso, y en el equipo de Elisa Loncon indicaron que no iba a dar entrevistas esta semana.
Por su parte, el exvicepresidente del órgano, Gaspar Domínguez, comenta, sin muchas ganas de hablar, que está en su casa en Palena, reflexionando y escribiendo una declaración que lanzará próximamente.
Con los días, los mensajes en el grupo feminista de la Convención fueron pasando de la sorpresa a derechamente denuncias: varias constituyentes recibieron funas, comentarios violentos y amenazas a través de redes sociales. Así, el espacio ha sido clave para “apañarse” y compartir experiencias.
Adolfo Millabur, exconvencional mapuche, tampoco quiso conversar: “Estoy en etapa de reflexión”. Varios y varias constituyentes del Frente Amplio fueron contactados, pero no respondieron o prefirieron no comentar el resultado.
Bessy Gallardo tampoco quiso participar: está enojada con la prensa y considera que La Tercera ha desinformado sobre el proceso. Lo mismo indicó el abogado Daniel Stingo (Ind.-FA) que, según algunos de sus compañeros, emitió dichos que a la larga afectaron la reputación de la Convención: “¿Y tú crees que yo le voy a declarar a La Tercera, la reina de la manipulación y la mentira?”.
Jorge Baradit (Ind.-FA) opinó en el diario El Siglo que, aunque el trabajo en general fue positivo y el texto fue alabado internacionalmente, era un “paquete cerrado tan grande de cuestiones tan diversas”, que la posibilidad de éxito parecía “ingenua”.
“Acogimos todas las voces acalladas y disidentes, pero no previmos cómo iban a coexistir en la cabeza de los chilenos”, remató el escritor.
De a poco, los exintegrantes del órgano van retomando sus vidas normales. Algunos se han retirado a sus territorios, han viajado a visitar amistades o, quienes son académicos, han vuelto a hacer clases. Otros, consideran incluso no trabajar un par de meses. Lo cierto es que se trabajó de forma extenuante. Y también, en algunos casos, de forma silenciosa y con bajo perfil.
Uno de los emblemas de esto son los secretarios que el Congreso envió a la Convención en comisión de servicio. Y el más conocido de todos, John Smok -bautizado popularmente como ‘Donyon’- redactó un mensaje el 31 de agosto pasado, cuando finalizó sus funciones procesando, archivando y elaborando la documentación del proceso constituyente.
En él, agradeció a nombre propio y de todo el personal “la confianza que nos permitió dar lo mejor de nosotros y atesorar esta vivencia como un episodio valioso en nuestras vidas”.
Y anhelando que el 4 de septiembre sea una “jornada cívica ejemplar”, cerró:
“Y que, sea cual fuere el resultado del plebiscito, cuando nos reencontremos, antes de hacer cualquier análisis, lo primero sea darnos un abrazo fraterno”.