El hallazgo de cientos de cadáveres de civiles ejecutados de manera sumaria tras la retirada rusa de los suburbios del norte de Kiev conmocionó a principios de mes a Ucrania y al mundo, cuando las imágenes de los medios de comunicación arrojaron luz sobre la dimensión de una matanza de la que Moscú aún niega toda responsabilidad.
A través de un tuit, el 2 de abril pasado, el Ministerio de Defensa ucraniano denunció una “nueva Srebrenica”, en alusión a la masacre de 1995 en la que los serbobosnios mataron a más de 8.000 musulmanes, la peor matanza en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. “La ciudad ucraniana de Bucha estuvo en manos de rusos animales durante varias semanas. Civiles locales estaban siendo ejecutados arbitrariamente, algunos con las manos atadas a la espalda, sus cuerpos esparcidos por las calles de la ciudad”, detallaron entonces las autoridades.
“La masacre de Bucha fue deliberada” y “lo que querían los rusos era matar a la mayor cantidad de ucranianos posible. Debemos detenerlos y echarlos”, dijo al día siguiente en la misma red social el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba. “Aún recolectamos y buscamos cuerpos, pero ya hemos contado cientos”, agregó.
Ese 3 de abril, Anatoly Fedoruk, el alcalde de Bucha, una ciudad de 35.000 habitantes a 37 kilómetros al noroeste de la capital ucraniana, mostró a los periodistas dos cadáveres con telas blancas atadas alrededor de los brazos, uno de los cuales parecía haber recibido un disparo en la boca. Fedoruk anunció que, después de la “liberación” de la zona el pasado 31 de marzo, 280 cadáveres habían sido enterrados ya en una fosa común, ante la imposibilidad de usar el cementerio municipal.
Pero la cifra de víctimas fatales comenzó a crecer conforme pasaban las horas. Citando fuentes de los servicios funerarios de este suburbio kievita, el diario Pravda precisó entonces que “en total se han encontrado entre 330 y 340 cuerpos en Bucha, pero hay más”. “Recogimos 15 cuerpos de la calle Yablunska cuyas manos habían sido atadas y que habían recibido un disparo en la cabeza. Hoy (el 3 de abril) encontramos 30 cuerpos”, describieron las fuentes.
Según Serhiy, otro empleado del servicio funerario de Bucha citado por el diario local, los trabajadores estaban sobrepasados y no podían seguir con estas tareas de recuperación de cuerpos. “Mañana tenemos que visitar al menos 20 direcciones más. Muchas personas están enterradas en patios y parcelas. No podemos decir el número exacto. Todavía no tenemos listas completas. Ya hemos enterrado a alrededor de 350 personas”, insistió.
Tras estos reportes, la visita del Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, a Bucha era casi inevitable. El lunes pasado el mandatario se desplazó hasta el lugar. Allí, junto con acusar a las tropas rusas de cometer “crímenes de guerra y genocidio”, supervisó las zonas destruidas y el equipamiento ruso que quedó en las inmediaciones. Además, se dirigió a la población local y visitó varios centros de ayuda humanitaria.
Pero antes el alcalde Fedoruk entregó detalles a Zelensky sobre la situación humanitaria y la búsqueda de los cuerpos de fallecidos, al tiempo que le facilitó un análisis sobre los daños provocados, según indicó la Presidencia en un comunicado. El mandatario, por su parte, concedió al edil la medalla de la Orden al Coraje de Tercer Grado y se dirigió a la prensa internacional que se desplazó hasta Bucha para documentar la situación.
“Es muy importante para nosotros que los periodistas estén aquí. Queremos mostrar al mundo lo que está pasando, lo que hace el Ejército ruso en la pacífica Ucrania”, manifestó Zelensky. Además, recalcó que estos “crímenes de guerra serán reconocidos por el mundo como genocidio”. “Estamos al tanto de que miles de personas han sido torturadas y asesinadas, y muchas mujeres han sido violadas”, lamentó.
Al día siguiente de la visita de Zelensky, La Tercera tomó contacto con las autoridades de Bucha. “Fedoruk no tendrá tiempo de comunicarse directamente con usted por teléfono y correo electrónico. Debe entender que en la ciudad de Bucha ahora no hay electricidad ni agua. La ciudad se está recuperando de la ocupación. Las comunicaciones móviles también están sobrecargadas debido a los daños”, fue la primera respuesta de los administradores del portal del municipio ante la solicitud de este medio.
Antes las dificultades de comunicación, el alcalde de Bucha accedió luego a enviar un comunicado que respondía a varias de las consultas planteadas previamente a sus asesores. Así, en primer lugar, se refirió a las condiciones de seguridad de la ciudad tras la retirada de las tropas rusas, al balance de los daños en la infraestructura y al estado de los servicios básicos.
“Todavía hay muchos territorios minados en Bucha. Los invasores rusos incluso minaron los cadáveres. Ahora en Bucha, 17 edificios de varios pisos y unas 70 casas privadas están total o parcialmente destruidos. De hecho, toda la infraestructura de la ciudad está destruida, así como en los pueblos que pertenecen al distrito de Bucha. Durante un mes, Bucha estuvo sin comunicación, internet, electricidad, calefacción y suministro de agua. Casi todos los puentes que conectaban Bucha con Kiev y otras ciudades y pueblos fueron volados. Bucha se convirtió literalmente en un escudo para Irpin y Kiev en su conjunto. El Presidente de Ucrania galardonó a la ciudad de Bucha como una ciudad de héroes”, detalló el alcalde de 49 años, quien está en el cargo desde el año 1998.
En cuanto a la entrega de ayuda humanitaria, Fedoruk comentó que el proceso se ha ido regularizando con el paso del tiempo. “Hubo varios días de evacuación durante la ocupación, pero la ayuda humanitaria no pudo ser distribuida. Ahora, el proceso de entrega de ayuda humanitaria está mejorando. Cerca de 5.000 personas permanecieron en la ciudad, incluidos los ancianos”, detalló. “A partir del miércoles, la sede de ayuda humanitaria comenzó a funcionar no solo en la localidad de Bucha, sino también en los pueblos de los alrededores. Hay 13 pueblos en el distrito de Bucha”, recordó.
Junto con destacar que Bucha “ahora se está reconstruyendo”, Fedoruk dijo que “la policía y el servicio de emergencia nacional del Estado están trabajando, están desminando la ciudad, porque los ocupantes rusos han minado incluso cadáveres y parques infantiles”. “También es necesario mencionar que los ocupantes rusos robaron muchas casas. Se llevaron electrodomésticos y hasta ropa”, denunció el alcalde.
“Mis parientes rusos no creen”
Antes de la invasión del Ejército ruso a Ucrania, Iryna Yarmolenko, de 30 años, se desempeñaba como profesional de bienes raíces y además integraba el concejo municipal de la ciudad de Bucha, donde trabajaba en temas como la igualdad de derechos y el cambio climático. Anteriormente también sirvió en su ciudad natal de Zhytomyr.
El día del inicio de los ataques rusos, Yarmolenko estaba en Irpin, en un viaje de negocios, a unos 6,4 kilómetros de Kiev. Eran las cinco de la mañana y el sonido de las bombas rusas reverberaba por toda la ciudad. Tras despertar por el estruendo de los misiles rusos, regresó rápidamente a su casa para recoger a su hijo Kyryl de cinco años y su madre. Al amanecer, había puesto sus documentos de viaje, dinero y ropa deportiva en un bolso, dejando todo lo demás atrás mientras se dirigían a la frontera con Polonia.
“No tenía ningún plan”, dijo Yarmolenko a La Tercera. “Agarré a mi familia y muy rápidamente fui a la frontera en mi automóvil... Nos salvó la vida”, comentó la concejala de Bucha. Debido a las filas y el tráfico masivo, les tomó 12 horas cruzar la frontera. Mientras Yarmolenko esperaba en la fila en el control fronterizo, conoció a un niño de 16 años que le preguntó si podía ir en un auto con ella y su familia. Ella dijo que sí.
Yarmolenko ahora está alojada con su madre e hijo en la ciudad polaca de Lublin, en la casa de los padres de una mujer con la que se conectó en el grupo de Facebook Host a Sister, una red de mujeres que ofrecen sus casas a otras. Durante el trayecto a Polonia, una amiga compartió con ella el link del grupo. “Mi hijo, mi mamá y yo estamos en la frontera. ¡Necesito un lugar para quedarme esta noche! Lublin”, fue el mensaje de auxilio que publicó. Al día siguiente compartió el siguiente mensaje: “¡Gracias por todo! ¡Este grupo es fabuloso! Estoy en Lublin con la familia de Marta Trznadel. Son muy amables y atentos. Llevamos 27 horas sin dormir y ahora estoy en la cama, pero no he conseguido conciliar el sueño”, indicó en el mismo grupo.
En los próximos días, Yarmolenko recibiría la noticia de que las explosiones habían destruido tanto su oficina como su edificio de departamentos. Incluso el hospital donde dio a luz a su hijo quedó en ruinas. “No puedo darme paz. Mi oficina quedó destruida, pero también el puente por donde manejaba para ir al trabajo y la casa donde vivía y hacía fiestas y asados. Los edificios explotaron. Mis compañeros tienen que lidiar con la falta de alimentos, poca agua y sin posibilidad de cicatrizar sus heridas”, comenta.
“Como madre, siento un dolor muy grande, porque tú (criaste) a alguien a quien amas más que a tu vida y por (...) la autoridad y decisión de (el Presidente de Rusia, Vladimir) Putin de venir a mi patria y comenzar (una) guerra agresiva con armas, con sangre, vamos a perder a nuestra mejor gente, a los mejores soldados, a los mejores hijos, a los mejores hombres”, se lamenta Yarmolenko. “No entiendo por qué quien que golpea rascacielos es considerado un terrorista, mientras que Putin, que mata todos los días y destruye ciudades, sigue siendo Presidente de Rusia”, critica.
Y sus cuestionamientos no solo apuntan contra el líder del Kremlin. Yarmolenko aún no puede entender la reacción de sus familiares rusos ante la invasión a Ucrania ordenada por Putin. “Mis parientes rusos no creen lo que está pasando en Bucha. Los llamé, les envié fotos de los cadáveres en la calle, de las fosas comunes. Pero creen que todo es un invento de los ucranianos. Que esos tiros son falsos. Y quizás esto, en medio de tanto dolor, es lo que más me duele. Que no sea creído por mi tía y mis primos. Quisiera decirles: existo, mi ciudad está destruida y sufro”, dice la concejala de Bucha.
“Tres días, tres semanas, tres meses o tres años, no sé qué va a pasar con este mundo”, comenta Yarmolenko, quien señala que, con los aliados involucrados, la invasión no solo afecta a Rusia y Ucrania. “Como madre, me conecté con otras mamás y están frustradas (...) Se sintieron mal mentalmente, psicológicamente, y sus hijos están llorando. También escuchan estas bombas. Están aterrorizados”, apunta.
Mientras tanto, se preocupa por sus seres queridos en casa. “Tengo mucho miedo por mi gente”, dice. “Ucrania ha cambiado para siempre. Yo y mi familia estamos a salvo, pero mis colegas u otras mujeres y niños no”, agrega.
Pese a estar a salvo en Polonia, Yarmolenko está ansiosa por regresar a Ucrania, para ayudar en la reconstrucción con el apoyo de los países europeos, incluso está buscando arquitectos y material de construcción, hablando con municipios. “Este es el proyecto para el que trabajo ahora mismo. Irpin Investment Board invita a especialistas internacionales a planificar la reconstrucción sostenible de Irpin”, explica. “Invito a arquitectos, diseñadores, transportistas y especialistas en planificación urbana de Europa y Estados Unidos al grupo de trabajo internacional sobre la reconstrucción sostenible de Irpin. La primera reunión del grupo de trabajo tendrá lugar el 30 de abril, a las 10 a.m., en la plataforma Zoom”, detalla.
Como integrante del Consejo de Municipios y Regiones de Europa (CEMR), Yarmolenko describió así, en un mensaje escrito el martes en el sitio del organismo, su actual misión: “El Ejército ruso niega continuamente la masacre de civiles pacíficos, la violación de mujeres y los brutales asesinatos en Bucha, Irpin y en muchas ciudades de Ucrania. Huí de la guerra y ahora vivo en Polonia, perdí toda mi casa, mi carrera, mis sueños. Es difícil incluso imaginar cosas tan horribles que sucedan en mi propia ciudad, donde solía organizar eventos y capacitaciones para promover ciudades verdes, igualdad de género y fortalecer los derechos de las mujeres jóvenes. Con mis colegas, seguimos recolectando ayuda humanitaria y contamos con el fuerte apoyo de la comunidad internacional”.