¿Cómo darle continuidad al proceso sin cometer los errores que hicieron fracasar la Convención Constituyente?, fue una de las primeras preguntas que se hizo un grupo de senadores el lunes 5 de septiembre, al día siguiente del plebiscito, tras el contundente triunfo del Rechazo. Ya comprometidos con la idea de que la búsqueda de una nueva Constitución debía seguir, las palabras del expresidente Ricardo Lagos, echando mano a la historia, les cayeron del cielo.
“Si me pregunta el ideal, le digo: mientras elegimos a los nuevos constituyentes, yo imitaría al ‘León de Tarapacá’ (Arturo Alessandri Palma, bajo cuyo mandato se elaboró la Constitución de 1925). ¿Qué hizo él? Mientras elegían la asamblea constituyente, nombró a un grupo de 20 o 25 expertos, de sabios, y dijo: “Tengan un borrador preparado cuando llegue la asamblea constituyente”. Y, efectivamente, en esa asamblea constituyente, todos los sabios de la época están ahí”, dijo Lagos esa misma tarde, en un encuentro con periodistas en la que dio sus impresiones sobre el referéndum.
Ya entusiasmados con esa idea -y que vinieran del propio Lagos-, la segunda preocupación era cómo lograr que temas polémicos que el 61,86% de los chilenos rechazó no volvieran a ser discutidos. La plurinacionalidad y la discontinuidad del Senado aparecían en la primera línea.
Fue ahí cuando nació el concepto de los bordes, el martes 6 de septiembre, durante un almuerzo en el Congreso, en Valparaíso, cuenta el senador Juan Antonio Coloma (UDI). Y dice, además, que esa misma tarde, un grupo de parlamentarios recibió a una delegación de la Fundación Universitaria del Río de la Plata y, como era obvio, uno de los temas fue el triunfo del Rechazo y la forma en que se continuaría el proceso. En ese momento, uno de los argentinos recordó el Pacto de Olivos, acuerdo en que en 1994 el Presidente Carlos Menem y su antecesor, Raúl Alfonsín, se comprometieron a reformar la Constitución a través de una asamblea constituyente con una serie de “coincidencias básicas” o “bordes” establecidos por ambos previamente.
Desde ese día, Coloma y otros de los presentes en el ágape, como Alfonso de Urresti (PS), comenzaron a usar esta palabra que empezó a tomarse las conversaciones posteriores y que no compartían los representantes de Apruebo Dignidad.
Hoy, el diseño de los bordes es la pieza clave para la oposición, así como para el oficialismo lo es que la nueva Convención sea 100% electa. Esas son las monedas de cambio que los representantes de los partidos esperan destrabar en los próximos días en la serie de reuniones institucionales que han venido sosteniendo desde la vuelta de las Fiestas Patrias.
Pero como en toda negociación, las que están sobre la mesa no son las únicas conversaciones que buscan destrabar el conflicto.
Conscientes de la petición de que hay que sacar adelante pronto una reforma que posibilite un nuevo proceso constituyente, tres figuras fuertes del Senado tomaron la batuta de las conversaciones. El presidente de la UDI, Javier Macaya; el senador Ricardo Lagos Weber (PPD) y el presidente del Senado, Álvaro Elizalde, han sostenido una serie de reuniones informales en el Congreso para intentar desbloquear la negociación.
Ha sido este tridente el que ha ido midiendo la temperatura de sus bloques y guiando veladamente las tratativas, teniendo en cuenta que el tema tiene que resolverse pronto, pues la agenda no puede estar marcada por el proceso constituyente durante mucho tiempo más, considerando los problemas que enfrenta el país en términos económicos y de seguridad, entre otros.
Por ese mismo argumento es que el Presidente Boric habría pedido avanzar rápido, tomando en cuenta, además, que tiene la oportunidad de que una nueva Constitución lleve su firma y sea su principal legado. De todos modos, y a diferencia de la vez anterior, ha hecho todos los esfuerzos para separar el devenir de su gobierno de lo que ocurra con el proceso. Carriles paralelos, parece ser la máxima.
Olor a cocina
No hay integrante de las conversaciones que se atreva a aventurar plazos ni cierre de acuerdos. Todos advierten aquí que lo que se juega es delicado: para el oficialismo el peor temor es que esto huela a “cocina”, que los bordes resulten ser más que principios ordenadores, y de ahí su decisión de defender que el órgano sea 100% electo. De no ser así, comentan, el ala izquierda podría desbordarse.
El presidente del PC, Guillermo Teillier, ya convenció a la plana mayor de su partido de que debía estar presente en el acuerdo institucional y no quedarse al margen. No obstante, las bases comunistas siguen inquietas por el rumbo que está tomando el nuevo proceso. De hecho, dirigentes del PC, entre ellos Lautaro Carmona y el senador Daniel Núñez, han pedido sacar la discusión del cuadrante del Congreso y buscar fórmulas para hacer participar a los movimientos sociales y a la ciudadanía, cuestión que despierta los fantasmas de la oposición.
Los partidos de Chile Vamos, por su lado, apuestan por los bordes como su seguro para que, en caso de que el órgano sea 100% electo, haya materias que deban estar presentes y otras, al mismo tiempo, no estar. “Así como para ellos es impresentable para su sector que no sea totalmente electo, para nosotros es impresentable hacia nuestro sector que la conversación no tenga bordes”, advierte un parlamentario de la UDI, haciendo ver que esto requiere votos en el Congreso.
Y aunque sea un quórum de 4/7, gracias a la reforma constitucional impulsada por los DC Ximena Rincón y Matías Walker -asunto por el cual no se hace imperativo contar con la anuencia de todos-, la idea es alinear desde la UDI al PC arriba del acuerdo.
Los bordes de Boric
Inesperado para muchos, no así para quienes habían conversado con él en las últimas horas, el Presidente Boric salió a dar un espaldarazo a la idea de que existan bordes en la discusión. Fue el jueves 22 de septiembre, cuando estando en Nueva York, dijo: “Lo que espero que pase es que tengamos una nueva Convención, con bordes más claros, que eso lo tienen que definir en el Congreso, quizás con plazos más acotados, recogiendo la experiencia anterior y con apoyo de comités de expertos y gente que contribuya a hacer la conversación más fácil y digerible para todos”.
La potente señal de Boric a su coalición no fue casual. El día anterior, el presidente de la UDI, Javier Macaya, le había hecho llegar al Mandatario el borrador del documento “Principios del nuevo proceso: mayor presencia de la institucionalidad y distancia con el proceso anterior”, en que el bloque opositor indicaba sus 10 principios para enfrentar un nuevo proceso constituyente, la que fue cuestionada por el Socialismo Democrático -aunque varios ya estaban al tanto-, y especialmente en Apruebo Dignidad.
La opinión de Boric se dio también ad portas de la reunión en la sede del Congreso en Santiago, donde los partidos retomarían las negociaciones luego de que Chile Vamos, supuestamente molesto porque Camila Vallejo adelantó la existencia de un acuerdo que no existía, aprovechó de ganar tiempo para aquietar las aguas al interior de su propia coalición y elaborar el listado de principios que si bien incluyen 10 puntos, son el derecho a la propiedad, la libertad de elegir, la separación de poderes del Estado (con un solo Poder Judicial) y la existencia de dos Cámaras los intransables para ellos.
El viernes 23, en el encuentro en el antiguo hemiciclo del Senado, el secretario general del PS, Camilo Escalona, fue el primero en acoger el llamado de Boric, valorando el documento en que los partidos de la centroderecha habían fijado sus principios. “Hicieron la pega, nosotros no”, habría dicho el histórico dirigente socialista, según cuenta uno de los presentes en esa reunión.
Y aunque las palabras de Escalona no cayeron bien en algunos dirigentes oficialistas, sí hicieron eco. El miércoles pasado, cerca de las 21 horas, cuando los noticieros transmitían el caos en la entrada del primer concierto de Daddy Yankee en el Estadio Nacional, a los correos y WhatsApp de los presidentes y secretarios generales de RN, la UDI y Evópoli llegó la contrapropuesta de bordes acordada por los partidos de Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático.
Tejos pasados
En la rayuela, tirar el tejo pasado significa lanzar la redondela de metal más allá del cordón, para que en la negociación quede más o menos donde se deseaba. Justamente en eso se encuentran hoy Chile Vamos y el oficialismo para llegar a un marco o principios que limiten la redacción de la nueva Carta Magna.
En la derecha señalan, por ejemplo, que la protección del derecho a la vida (que alude al aborto) podría ser retirada.
En el oficialismo, en tanto, dicen que el punto del derecho a la propiedad puede ser mucho más explícito.
El viernes continuó las conversaciones en una salón del tercer piso del Congreso en Santiago un grupo reducido, sin los representantes del Partido Republicano (PR) y el Partido de la Gente (PDG), donde -aseguran los presentes- se avanzó más que en ninguna otra de las anteriores citas.
Aunque hubo un pacto para no revelar detalles de los avances ni hablar off the record con la prensa, trascendió que se despejaron los puntos en común. Y a petición de la presidenta del PPD, Natalia Piergentili, se acordó no hablar más de bordes ni de principios, sino que de “bases institucionales o constitucionales”, en que la mayoría de la ciudadanía está de acuerdo, como por ejemplo, el carácter unitario del Estado y la conservación del Himno Nacional y los emblemas patrios, entre otros.
Para el diputado Diego Schalper (RN), lo más relevante que ha pasado hasta ahora en las conversaciones es que Boric y parte del oficialismo comprendieron la importancia de crear un marco. “Se dieron cuenta de que esto (bordes) no es un clamor de Chile Vamos, sino que de la ciudadanía. Que no vamos a volver a discutir que Chile es una sola nación y que hay tres poderes independientes del Estado y otras cosas que son de sentido común...”.
Expertos: cuántos y cómo
En la vereda contraria a los bordes, el punto de inflexión en las negociaciones es la forma de la Convención, es decir, si será ciento por ciento electa o incluirá un grupo de expertos designados.
Hasta ahora, las principales bajadas irían por una Convención electa en listas regionales, con alrededor de 100 integrantes.
Según cálculos de los partidos, sobre todo en el PS, el mecanismo de elección regional perjudicaría a la centroizquierda y favorecería principalmente al Partido Republicano y al Partido de la Gente, que además se plantean como alejados de la politiquería y conectados con los “problemas reales”.
De ahí que, en privado, algunos no vean con tan malos ojos que exista una proporción de “expertos” designados en función del peso parlamentario de cada fuerza política. Eso les permitiría a todos los partidos tener una voz afín en la Convención. Pero, claro, hay coincidencia en que esto pone en entredicho la legitimidad de un nuevo texto constitucional, “a menos que se plebiscite”, sostiene un parlamentario oficialista.
La idea, en todo caso, no ha sido puesta sobre la mesa como una conversación formal. Solo se encargan de transmitir que hoy las encuestas indican que la gente quiere expertos en la Convención.
Y si no tienen una función “deliberante”, de todas formas los partidos negocian cómo será el rol que tendrán estos expertos. Una de las ideas que se baraja es que sean alrededor de 20 representantes de los partidos, que desde ya elaboren las bajadas concretas de los bordes o bases constitucionales. Y en la derecha van más allá: algunos plantean que ellos podrían actuar como una suerte de árbitros durante el proceso, cuyo rol sea velar porque los bordes establecidos no sean vulnerados.
“En la Convención actual tampoco se podían traspasar límites, y estos fueron superados sin ningún control”, advierte un dirigente de partido.
Orden en la sala
Aunque nadie discute el liderazgo de Macaya en la UDI y su decisión de reubicarlo en el mapa político como un partido que lideró el fin de la Constitución del 80, la semana pasada se encendieron algunas alarmas, luego que diversos analistas y líderes de opinión salieran a criticar las condiciones que estaba poniendo la derecha.
Algunos dirigentes advirtieron que aparecer ante la opinión pública contradiciendo la promesa de apoyar un nuevo proceso de reformas podría convertirse en un autogol, como tantos otros hechos en la historia reciente de la centroderecha.
Por ello, la UDI y Chile Vamos buscan repetir la estrategia de la campaña del Rechazo, en que ellos se replegaron y dejaron el protagonismo en Ximena Rincón, los Amarillos y rostros de la ex Concertación. La idea ahora es que no sean ellos los que salgan a defender algunos puntos polémicos, como la inclusión de expertos en el nuevo órgano, sino que sean voces de la centroizquierda quienes los pongan en el tapete.
Otro de los ejes de la estrategia del bloque opositor es quitarle dramatismo al nuevo proceso constituyente. De ahí los elogios de Macaya al rol del diputado radical Tomás Lagomarsino en la negociación.
“A él (Macaya) le hizo sentido algo que planteé con mucho énfasis: que es que el nuevo proceso sea poco ostentoso, sobrio y austero. Que la imagen del nuevo órgano sea muy distinta a la ex Convención que se robó la agenda. Hoy las prioridades de la ciudadanía son la seguridad, la economía, la salud”, señala Lagomarsino.
Y aunque en la UDI aún hay algunos duros que no se convencen de la reforma, la pista más pesada la tiene el presidente de RN, Francisco Chahuán. Fiel a su historia, el partido está dividido y son varios los parlamentarios que han salido a decir que no los representa.
Consciente de esto, la directiva desplegó esta semana un intenso cronograma para ordenar a sus filas, que incluyó reuniones con diputados, senadores, alcaldes, concejales, consejeros regionales, exconvencionales y encuentros -por Zoom- con las directivas regionales.
Ayer a las 18.30, la comisión política se reunió en una sesión ordinaria ampliada para analizar los avances de las negaciones y las conclusiones tras las reuniones. El martes, Chahuán y Schalper se volverán a reunir con ambas bancadas.
Schalper, sin embargo, desdramatiza estas diferencias: “En RN no hay nadie que nos haya objetado los bordes. Sí hay discusión sobre el alcance de ellos, algunos creen que deben ser más y menos intensos”.
Aunque hoy se ve muy difícil, algunos dirigentes intentan tener un acuerdo antes del martes 18, día del tercer aniversario del estallido social. La idea es, tres años después, comenzar a cerrar lo que ahí empezó.
** Esta nota fue actualizada el domingo a las 10:45 horas.