En febrero, China contaba con 20.500 casos de coronavirus. El Sars-CoV-2, que causa el Covid-19, avanzaba como la tercera epidemia de coronavirus de las últimas décadas.

Su sorprendente infectividad alertó al mundo científico. No era igual a otras pandemias. Ni el brote de Sars de 2002 y 2003 ni el de Mers en 2012 avanzaron con tal agresividad.

En Chile, también en febrero, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (MinCiencia) se reunía con sociedades científicas. Analizaban un aspecto urgente en un escenario de Covid-19 en el país: cómo aumentar la capacidad de diagnóstico.

Se juntaron con las sociedades de microbiología y de bioquímica. “Manifestaron que tenían las capacidades en laboratorios y equipamientos, y personal habituado a trabajar con muestras con carga viral de partículas potencialmente contagiosas, y que se ponían a disposición en todo lo que pudieran aportar”, señala la subsecretaria del MinCiencia, Carolina Torrealba.

Con la colaboración científica nacional dieron forma a una red de diagnóstico de Covid-19 de laboratorios universitarios. Iniciativa que el 3 de marzo, con el primer caso en Chile, aceleró sus planes.

Desde ahí, dice Torrealba, plantearon, tanto al Presidente como al Ministerio de Salud (Minsal), reconvertir centros científicos que no hacen diagnóstico, porque no es su giro, pero sí tienen las competencias para hacerlo.

Debía ser una red que se adaptara rápidamente y aportara territorialmente a la crisis sanitaria cuando el sistema público necesitara refuerzos. “Son un grupo de laboratorios de emergencia, por así decirlo”, explica.

A la fecha, son 15 los centros universitarios certificados en diagnóstico de Covid-19. Previo a eso, fueron revisados por el Minsal y certificados por la Subsecretaría de Redes Asistenciales y por el Instituto de Salud Pública (ISP). Están en 11 regiones y pertenecen a 16 casas de estudios, aportando 29 laboratorios, de los cuales seis ya están activos. Cuatro son de regiones: de la U. de Atacama, la U. de Valparaíso, la U. de Magallanes y otro de Iquique.

En la Región Metropolitana, la U. de Santiago y la U. Autónoma procesan muestras. De los nueve pendientes, dice Torrealba, cuatro están listos para funcionar, pero aún en espera, pues no han sido requeridos. “Están en condiciones para partir cuando rebase la capacidad. No vamos a tener tiempo de retraso en partir la operación”, dice la subsecretaria del MinCiencia.

Todos pueden realizar exámenes PCR y sus resultados no requieren confirmación del ISP, resalta Torrealba, “esa es la gracia, descomprimen el sistema efectivamente, dan resultados directamente al servicio que les dio las muestras, porque ellos no las toman, son laboratorios de diagnóstico, no de toma de muestras”.

En esa misma línea, Torrealba anuncia un fondo de 1.500 millones de pesos, alojado en la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (Anid), para fortalecer la red. Los criterios de asignación dependerán de las necesidades del Minsal, que será representado por la Subsecretaría de Redes Asistenciales, aunque el programa será dirigido por la Subsecretaría de Ciencia. Contará con un consejo asesor, con representantes de universidades públicas y privadas y de tres sociedades científicas: microbiología, bioquímica y biología molecular, e inmunología.

Montar un laboratorio de diagnóstico a partir de cero tiene un costo altísimo, resalta. “Logramos reconvertirlos sin poner un peso al sistema de diagnóstico de Chile y cuando pase la pandemia volverán a sus funciones. Pero hacer los diagnósticos tiene un costo, y vamos a apoyar y revisar el estado de los laboratorios y financiar básicamente personal, porque muchos requieren dobles turnos”.

Un anuncio que subraya cómo la crisis puso en evidencia la necesidad de conocimiento, investigación y desarrollo tecnológico frente a problemas globales. “No tengo el recuerdo de haber vivido un momento en la historia en que estuviese todo el mundo pendiente de los investigadores, esperando la vacuna. Nuestro día a día depende de investigadores e investigadoras. Tal vez otras crisis, como el cambio climático, también lo ponen en evidencia, pero esta urgencia no nos permite tregua”.

La comunidad científica nacional desde el inicio dijo “presente”, resalta Torrealba: “He vivido con emoción su voluntad de ponerse a disposición, incluso mucha gente lo único que quiere es ser parte de esa red. Es una comunidad comprometida con la sociedad y quiere demostrarlo, eso es tremendamente valioso”.

La ciencia hoy marca el rumbo en muchas decisiones, pero algunas de ellas no están exentas de controversia. Así lo planteó esta semana la Asociación Chilena de Inmunología al indicar que, hasta la fecha, “no hay suficiente evidencia científica que permita asegurar que todos los pacientes recuperados de Covid-19 sean inmunes a la infección por Sars-CoV-2”.

¿Se debería hacer un test PCR de salida a los pacientes recuperados? Torrealba resalta que “eso compete definitivamente al Minsal”. Sin embargo, como gobierno, y al igual que otros, dice, es un desafío lidiar con información científica que a veces está en línea con referentes internacionales como la OMS o expertos de Johns Hopkins, pero otras son disidentes, “porque la investigación busca desafiar, se necesita que la ciencia opere crítica y agudamente generando nuevas tesis, eso aumenta el conocimiento”.

“Hoy, la Sociedad de Inmunología levantó las alertas, y lo primero que hicimos fue hacer llegar esa información a salud, que tiene que considerar múltiples variables para su informe de política pública”, aclara. Un modo virtuoso de operación que han establecido, dice, para ser un canal de información certera, “para aportar no solamente en las materias que nos competen, sino apoyar a otras carteras en tomar las decisiones considerando estas variables”.