Cerca de las 10.00 del sábado 3 de agosto, Patrick Wood Crusius, de 21 años, comenzó a disparar con un rifle semiautomático en el centro comercial de Cielo Vista, en El Paso, Texas, matando a 22 personas, de las cuales ocho eran mexicanas. En un manifiesto subido a internet minutos antes de la masacre, el atacante manifestó su "preocupación" por la "invasión hispana" y aquello dio luces de que se trataba de un ataque de un supremacista blanco. Estados Unidos volvió a quedar perplejo.
Cuando el activista Christian Picciolini, de 46 años, se enteró de que el tiroteo en El Paso era un ataque supremacista, no le extrañó. "Estaba horrorizado, como todo el mundo. Y frustrado, porque esto es algo que he denunciado durante 20 años: que la escalada de violencia se va a poner peor. La ideología supremacista se está extendiendo y masificando mucho más que antes", advierte en esta entrevista conLa Tercera. Picciolini lleva años trabajando para que las personas abandonen el extremismo y los grupos de odio, una situación que él conoce muy bien, porque durante los años 80 fue un neonazi.
En 1987, y con apenas 14 años, Picciolini ya se divertía fumando marihuana en un callejón en Chicago, cuando escuchó un auto que se acercaba. Entonces, un hombre de cabeza rapada y bototos se bajó y le arrebató el cigarrillo de la boca. Luego, lo miró y le dijo: "Eso es lo que los comunistas y los judíos quieren que hagas para mantenerte dócil". El hombre que se le acercó era nada menos que Clark Martell, cabecilla de los Chicago's Cash, uno de los grupos neonazis más temidos de todo el país. "Antes de que me reclutaran, era un niño muy aislado, solo. Mis padres eran inmigrantes italianos que llegaron a Estados Unidos en la mitad de los 60, así que el racismo no era parte de mi familia. Cuando ellos llegaron acá fueron víctimas del prejuicio, porque eran italianos, así que no fue algo que aprendiera en la casa, pero como inmigrantes mis papás tenían que trabajar muy duro, todos los días, 15 horas diarias, y nunca los vi", relata.
"Mis padres me amaban, pero no eran parte de mi vida. Entonces busqué una familia, busqué una identidad, una comunidad, un propósito, y lo encontré en la calle. Un hombre vino y me prometió aceptación, sacarme de una situación en la que no tenía poder y llevarme a otra en la que sí tenía poder. Era todo lo que un niño de 14 años sueña", cuenta.
Picciolini relata que cuando fue skinhead, los reclutamientos se hacían cara a cara. Para divulgar el mensaje repartían panfletos, hacían reuniones y leían libros. "Yo grababa música. Grabé música racista a modo de propaganda. Mi rol era más de marketing, reclutamiento y propaganda. También participé de peleas callejeras. Otras personas eran más violentas, recolectaban armas y cosas como esas", explica.
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Christian Picciolini en su época de neonazi.[/caption]
Pero todo cambió con internet, dice, porque gracias a la web ya no era necesario buscar en los callejones a los jóvenes solitarios, víctimas de bullying o con la autoestima baja. "En las redes pueden conectarse con estos grupos, con personas en el extranjero y se motivan mutuamente", narra. A juicio de Picciolini, el acceso a la tecnología ha vuelto todo más peligroso. "Cuando eres joven y buscas respuestas, todo el mundo dice: 'googléalo'. No estoy culpando a Google, sino que a todas las empresas de tecnología, porque ahora cuando buscas algo, las cosas que aparecen a veces no son la verdad. A veces es mera propaganda, noticias falsas, y cuando lees esas cosas, como a internet le gusta predecir lo que te gusta, te da más. Entonces cuando la gente joven encuentra su identidad o una comunidad, ellos no quieren salirse y eso se convierte en su verdad", explica.
"Escogí mal"
Picciolini pasó ocho años en la organización skinhead, de los cuales cinco ejerció como líder. Su vida, sin embargo, cambió cuando a los 19 años conoció a una joven que estaba en contra del grupo y con quien se casó y tuvo dos hijos. Fue justamente su rol en el grupo lo que llevó al fracaso de su matrimonio. "Ella odiaba al movimiento. Y escogí mal, porque elegí al movimiento, ya que tenía mucho miedo de volver a comenzar. Desde que tenía 14 años era lo único que conocía. Ella me dejó, se llevó a los niños y mi vida se derrumbó", rememora.
Fue en ese entonces que su historia tuvo un vuelco irónico, porque encontró apoyo en quienes más despreciaba, justamente en aquellos que había convertido en sus enemigos. "Comencé a recibir compasión de las mismas personas que yo pensaba que odiaba, que eran los negros, los latinos y los homosexuales. Con ellos tenía más en común que con la gente con la que me había rodeado por ocho años. Fue un momento muy confuso para mí, pero fueron esos instantes en que recibí compasión y coraje para denunciar al movimiento del cual era parte", cuenta.
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Foto: AFP[/caption]
A partir de ese momento, Christian Picciolini comenzó a trabajar para ayudar a las personas para que abandonen los grupos que incitan al odio. Es por eso que cofundó la organización "Free Radicals Project", donde ex extremistas como él entregan consejos y asesorías a quienes deseen salirse de esos movimientos.
¿Por qué cree que en futuros ataques de supremacistas habrá más muertos?
La primera razón es porque no hay ningún programa enfocado en hacer frente al supremacismo blanco y a la violencia extrema supremacista. El gobierno cortó esos programas en 2017, aunque ya lo habían cortado en 2009, justo cuando el Departamento de Seguridad Nacional les advirtió que había un problema creciente con el supremacismo blanco. A eso se suma que ahora están conectados unos con otros mediante internet y están tratando de 'superarse'. Lo han hecho como si fuera un juego y esto se menciona en los manifiestos. Creo que están tratando de superar a la última persona (que cometió un ataque), pero también pienso que están intentando superar a Timothy McVeigh, autor del ataque en Oklahoma City (168 muertos en 1995). Creo que más allá de los tiroteos, encontrarán otras formas para hacer sus ataques, como los atropellos masivos, por ejemplo. Van a encontrar su camino. Ellos ya no utilizan materiales para hacer bombas.
Al revisar los manifiestos y dados los recientes tiroteos, ¿qué elementos hay en común?
Todos hacen referencia a muchas de las teorías conspirativas, incluyendo lo que se conoce como el 'gran reemplazo'. Hay dos ideas relacionadas con esto: una es que las personas no blancas tienen una tasa de natalidad mayor y más frecuente. La otra es que la crisis de refugiados trae a personas al país, a lo que ellos ven como una tierra blanca, reemplazando y sacando a la gente blanca. Pero también parte de la teoría del reemplazo tiene que ver con la falsa idea de que los judíos controlan los medios de comunicación, la industria del entretenimiento, las finanzas y que están creando esta crisis de los refugiados a propósito para sacar a la gente blanca. Incluso en 2009, cuando James von Brunn atacó el Museo del Holocausto en Washington D.C., él dejó un manifiesto y tenía las mismas teorías conspirativas sobre el genocidio blanco, el reemplazo y el control judío. Entonces, si consideramos el manifiesto que dejó el atacante de El Paso hay referencia a eso, a otros atacantes como el de Christchurch (Nueva Zelandia). No hay líder que los convenza de hacer eso; internet es su propio líder. Ellos ahora operan de manera conectada, pero sin ninguna dirección. Sin un líder las cosas se pueden salir de control.
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John William King, el supremacista blanco y autor intelectual del crimen contra Byrd Jr.[/caption]
¿Tiene alguna influencia la retórica de Donald Trump en este sentido?
Sí, es muy peligrosa. Cuando el Presidente de Estados Unidos, una de las personas más poderosas del mundo, de uno de los países que era muy respetado en el mundo, dice algo, la mayoría de las personas no hace nada. Puede que estén de acuerdo o no. Pero hay quienes ven esos dichos como ley. Hay personas que son inestables, que toman esa dirección y piensan que es su momento, porque tienen respaldo. Y algunas de las palabras que dice Trump son las mismas cosas que yo dije cuando era neonazi hace 30 años, cosas como la inmigración, construir un muro, la prohibición para la entrada a musulmanes o dichos contra la comunidad LGBTIQ+. Todas las cosas que dice no se diferencian de las políticas que yo quería que se hicieran cuando era parte del movimiento de supremacismo blanco. Así que las personas en el movimiento ven esto ahora como una autorización, una indulgencia para las cosas que hacen. A las personas inestables que sienten que tienen que actuar, esto les da una llave y pone el arma en sus manos.
En Chile se prohibió recientemente una manifestación nacionalista, ¿cree que esa es la reacción correcta o se tienen que permitir?
No sé cuál es la mejor forma de hacerlo. Creo que es algo bueno que no se les permita manifestarse, porque si somos silenciosos y les permitimos que se manifiesten, les permitimos que crezcan, porque ellos usan una narrativa de víctimas.D