La convocatoria de Martín Lasarte para la fecha triple de las Eliminatorias que considera los encuentros frente a Brasil, Ecuador y Colombia incluye un nuevo nombre foráneo. A Ben Brereton, el futbolista nacido en Inglaterra que ya conquistó el corazón de los hinchas con sus actuaciones en la ruta hacia el Mundial y en la Copa América que se jugó en Brasil, se suma ahora Robbie Robinson, oriundo de Estados Unidos, quien llegará a pelearle un cupo en el ataque. Ambos forman parte de la búsqueda de talentos que, desde hace un tiempo, realiza el staff de la Roja. La búsqueda apunta al fútbol del exterior. La idea es encontrar jugadores que tengan alguna vinculación con Chile, y especialmente cualidades difíciles de encontrar en los jugadores del país, para sumarlos.
Ese trabajo está a cargo del área de identificación, scouting y análisis, una creación del director deportivo de las selecciones nacionales, Francis Cagigao, que apunta a la captación de talentos en todas partes del mundo y, naturalmente, dentro del país. El español es un especialista en la materia pues, antes de asumir el rol que detenta en Chile, integró por años una unidad similar en el Arsenal, de Inglaterra.
El proyecto considera la formación de cuatro centros de excelencia en el norte, el centro y el sur de Chile, a cargo de un jefe de scouting. “Con el objetivo de identificar a los jugadores del futuro”, como consignó la ANFP el 14 de julio, cuando se presentó la idea. En esa jornada, se detallaron otros lineamientos. Por ejemplo, se estableció que en el fútbol formativo deben decantarse por algunos sistemas de juego y que los analistas de talentos debían fijar ciertos factores para la elección de jugadores, dos conceptos que incluso fueron traspasados a los seleccionadores de las categorías menores, quienes asumieron la instrucción sin reparos. Estos elementos, que dependen de los puestos en el campo de juego, están relacionados con factores como la morfología, el físico, la inteligencia, el carácter, la mentalidad y, en algunos casos, la versatilidad que puedan ofrecer en la cancha. La comunicación de los cuerpos técnicos de las selecciones menores y Cagigao es permanente.
La tecnología forma, también una parte fundamental del proyecto. De hecho, desde el arribo del ex reclutador del Arsenal a Juan Pinto Durán, el cuerpo técnico de la Roja ha ido añadiendo herramientas para su trabajo. Así, por ejemplo, se contrataron dos programas de análisis deportivo de última generación, Angles y Hudl, y se renovó la membresía de Wyscout, que se había comenzado a utilizar en la gestión de Jorge Sampaoli, pero que estuvo un buen tiempo inactivo porque en Quilín no habían pagado la respectiva licencia. La información está disponible para los analistas de todas las selecciones y, por cierto, para el staff de Martín Lasarte. “Encontré básicamente una organización que debe modernizarse. De ahí viene que hayan buscado una persona que trabajó en un club de la elite europea”, reconoció Cagigao, en una entrevista con El Deportivo, en marzo. El área que lidera apunta, precisamente a transformarse en una contribución decisiva en ese sentido.
El hombre clave
El hombre clave de la unidad es Ricardo García. Como cualquier persona que trabaje en un área que requiere estricta reserva, es imposible dar con él. Sí se conocen algunas características personales que explican su cercanía con el fútbol chileno y un apodo que ahorra consideraciones: Rickypedia. Dicen sus cercanos que en su cabeza maneja una gran cantidad de información acerca de futbolistas. El resto lo mantiene metódicamente respaldado.
Ex funcionario del aeropuerto de Santiago, su afición por el balompié lo llevó a especializarse en la detección de jugadores que tuvieran algún vínculo con Chile. También fue el administrador de un sitio web dedicado al seguimiento de los futbolistas en el exterior. Hoy trabaja directamente bajo la supervisión de Cagigao.
Su inserción a la Roja se produce en el período en que Jorge Sampaoli estaba a cargo del combinado nacional, después del Mundial de Brasil, en 2014 . Fue Sebastián Beccacece, entonces ayudante del casildense, quien lo incorpora al equipo. Inicialmente, se encargaba de registrar y editar los entrenamientos. Con el tiempo, García fue añadiendo a ese trabajo la detección de futbolistas potencialmente nominables, al menos desde el punto de vista administrativo. Fue por esa vía que, por ejemplo, se llegó a Miiko Albornoz, quien se integró a la Roja en la época del actual técnico del Olympique de Marsella.
Por esos días, el sistema de rastreo era bastante rústico. El principal aliado eran las redes sociales, principalmente, Facebook. “Se revisaban las listas de los equipos de todos los países y los perfiles de los jugadores. Después, se buscaba si había amigos chilenos en común. Si los había, ya era un indicio de que podía existir un vínculo concreto con Chile. Eso pasaba mucho, por ejemplo, con los jugadores del sur de Argentina. Primero se establecía la sospecha, luego se investigaba y, después, se contactaba”, explica un conocedor del proceso. Los mensajes privados a través de la misma plataforma constituían la primera vía de contacto. El ejercicio incluía la revisión permanente de perfiles e imágenes que muchas veces constituyen un aporte clave para conocer los rostros y las fisonomías de los potenciales convocables. Verdaderos peritajes propios de una unidad altamente especializada. Así, por ejemplo, a mediados de 2020, se llega a Brereton.
Hoy, naturalmente, la base de datos ha aumentado exponencialmente. Se revisan antecedentes de unos 1.600 jugadores, cuyos nombres se mantienen siempre en estricta reserva. La nómina incluye, principalmente, a juveniles. Una vez que se llega a ellos y que se sondea su intención de defender a Chile, comienzan los acercamientos. Si se trata de menores hasta los 15 años, se les invita a Santiago para que se familiaricen con el país y con la Roja, como ha pasado con talentos australianos, noruegos y estadounidense. Desde la categoría Sub 17, ya se les convoca formalmente. También se procura revisar la mayor cantidad posible de partidos.