Era la mañana del 12 de julio de 2014 cuando Mauricio Vásquez Ríos, en ese entonces de 23 años, iba manejando un automóvil por calle Salesianos casi al llegar a Av. Santa Rosa, en la comuna de San Miguel. Todo iba en orden hasta que, en un control, Carabineros encontró un pequeño frasco de vidrio con marihuana al interior de su auto.

Los funcionarios siguieron el procedimiento, revisando a fondo el maletero del vehículo. Curiosamente, no encontraron más droga, pero sí dos cajas de cartón que en su interior contenían 50 copias del libro La Asombrosa Historia del Espejo Roto, de la escritora chilena Francisca Solar, texto infantil que narra la historia de un duende que usa el engaño y la mentira para poder casarse con la hija del rey duende.

Justo en ese momento, desde un portón metálico de la misma cuadra salió un hombre al que Mauricio Vásquez identificó como quien le había vendido los libros. Esto encendió una alarma en los policías, quienes decidieron entrar a lo que era un galpón, encontrando 850 libros pirateados de distintos títulos, 18.614 tapas de libros, una guillotina y cuatro impresoras. Se trataba de una imprenta clandestina en la que se habían fabricado los libros que estaban en el auto de Vásquez.

Así lucen algunas de las bodegas clandestinas de libros falsificados que ha detectado la PDI en los últimos años. Miles de ejemplares se ordenan por categoría y títulos. Crédito: PDI

“En dicha imprenta realizo trabajos a pedido, los cuales consisten en la copia de libros originales de diferentes autores a don Mauricio Vásquez Ríos (...) El trato consistía en que yo colocaba la mano de obra y Vásquez Ríos colocaba todo el material, entre los cuales estaban el papel, las tapas de los libros, los ejemplares originales que quería copiar, tintas, cartón y planchas offset”, relató a la policía Óscar Grandón, el encargado de la imprenta.

Vásquez también confesó y dio detalles de cómo operaba el negocio. “Desde hace dos meses me dedico a la comercialización de libros piratas en el local comercial de mi padre, sin que él lo supiera. El local se ubica en calle San Diego, frente al número 27″. Además, dijo que por cada libro pagaba “un valor que fluctúa entre los $ 800 a $ 1.200 por ejemplar, eso depende del grosor del libro”.

El hecho, que le significó a Mauricio Vásquez portar una tobillera electrónica durante 61 días para cumplir con una pena de reclusión domiciliaria nocturna, se convertiría en el germen de una historia que se aleja de los estereotipos de la literatura y el mundo intelectual. Una historia de dos hermanos en la que se entremezclan la violencia, los autos de lujo y la incautación de más de 190 mil textos pirateados en marzo del año pasado, la mayor cantidad decomisada en la historia del país y un reflejo de cómo funciona la industria de los libros falsificados en Chile.

La imprenta escondida en una bodega

“Vale $ 8 mil. Es caro ese libro, el original cuesta como 30 lucas”, responde la vendedora de uno de los quioscos de libros de calle San Diego, en la comuna de Santiago, cuando le preguntan por el valor de Hábitos Atómicos, un bestseller escrito por el norteamericano James Clear. En la pequeña cuadra que va desde la Alameda hasta Alonso de Ovalle, donde conviven cerca de 20 librerías, pareciera que rigen otras leyes.

En calle San Diego de Santiago conviven más de 20 librerías que venden libros originales, usados y pirateados. FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

“¿Pero está bueno? Porque antes he comprado y las páginas vienen medio borrosas”, le pregunta un hombre a la vendedora. “Véalo, si quiere se lo abro”, le responde la mujer, al tiempo que rompe el plástico transparente que envuelve ese y las decenas de títulos falsificados que se ofrecen al público. Entre ellos abundan novelas juveniles, textos de autoayuda y guías para superar todo tipo de enfermedades y males.

Al centro de la cuadra, los locales 23 y 27 buscan llamar la atención de los clientes. “Libros a $ 3 mil, 100% originales”, se lee en carteles rojos sobre unos mesones en la entrada de “Megalibros” y “Ríos de Chile”, tiendas contiguas que pertenecen a Manuel Vásquez Ríos (39), hermano mayor de Mauricio (33), el hombre que en 2014 confesó que se dedicaba a la venta de textos pirateados.

Sobre los mesones se ofrecen novelas de Roberto Ampuero, cuentos de Horacio Quiroga y biografías de Rubén Darío. Todos parecen ser libros originales, que según los vendedores se consiguen como saldos que son rematados por las editoriales. “No son vendedores de libros, son vendedores de descuentos”, reclama un antiguo librero del sector contra los Vásquez.

Pero el panorama no era el mismo hasta antes del 22 de marzo de 2022. “Una denuncia anónima nos indicó que en algunos locales comerciales de la calle San Diego se estarían ofreciendo al público libros falsificados mezclados con libros originales”, relata el subprefecto Cristián Ramírez, jefe de la Brigada Investigadora de Delitos de Propiedad Intelectual (Bridepi) de la PDI.

En redes sociales, Mauricio Vásquez publicaba su oferta de libros. En la foto se ven varios libros pirateados que se pueden distinguir por los errores que tienen en los bordes o lomos.

Los policías lograron dar con los propietarios de los locales y “con las vigilancias pudimos ver de dónde extraían los libros que generalmente eran distribuidos a los mismos locales de San Diego”, asegura Ramírez. Por ello, la Bridepi allanó de manera simultánea cinco lugares vinculados a los hermanos Vásquez Ríos.

Entre ellos estaban “Megalibros” y “Ríos de Chile”. En este último encontraron 1.177 libros pirateados y, según antecedentes de la investigación a los que tuvo acceso La Tercera, Manuel Vásquez Ríos “reconoció expresamente que se trataba de libros falsificados”, por lo que fue detenido.

Una cuadra más al sur, en una galería de calle San Diego 199, los efectivos también entraron al local 6, llamado “Magno Libros”, perteneciente a Mauricio Vásquez, el menor de los hermanos. Allí, la PDI descubrió 35.535 libros falsificados, 880 pliegos de papel impreso y 654 tapas de libros.

Al interior de tres bodegas Mauricio Vásquez había montado una imprenta clandestina que producía miles de libros pirateados. Crédito: PDI

Pero donde la sorpresa fue aún mayor, fue en el recinto de “Aki KB”, de Nataniel Cox con Alonso de Ovalle. Tal como ocurrió el año 2014 en San Miguel, esta vez el mismo Mauricio Vásquez instaló una imprenta clandestina al interior de tres bodegas que mantenía arrendadas. “En su interior efectuaban todo el proceso de la elaboración de los libros: la impresión, los cortes, el empaste y la encuadernación”, cuenta Ramírez, jefe de la Bridepi.

Allí se encontraron siete máquinas fotocopiadoras, más de 460 mil hojas impresas, más de 170 mil tapas impresas y miles de libros pirateados, perfectamente ordenados por categoría y títulos. Mauricio Vásquez también fue detenido.

El hallazgo fue de tal magnitud, que superó la capacidad, tanto de la PDI como de las editoriales, para almacenar los libros. Por ello, tuvieron que recurrir a la Estación Mapocho, lugar icónico de la Feria del Libro de Santiago, para guardar los textos falsos. Tras ocho días de trabajo, los policías llegaron al número final: 193.523 libros falsificados, los que vendidos en el mercado negro tendrían un valor de $ 2.041.000.000.

Autos, libros y violencia en el barrio San Diego

Los “hermanos Vásquez” son viejos conocidos de la “zona de los libros” en calle San Diego, a tan sólo una cuadra del Palacio de La Moneda. Sin ir más lejos, heredaron el oficio de parte de su padre, quien también tenía una tienda en el sector. Algunos de los libreros que allí trabajan aseguran que Manuel y Mauricio son conocidos por su fanatismo por Colo-Colo, por los tatuajes y por los autos de lujo. Las mismas personas dan como ejemplo el Ford Mustang GT de más de $ 35 millones y la Ford Explorer de casi $ 50 millones que maneja Manuel, mientras que a Mauricio se le ve llegar al sector en una camioneta Chevrolet Blazer RS de casi $ 40 millones, la misma que muestra orgulloso en sus redes sociales.

Los hermanos Vásquez son conocidos en el barrio de San Diego por su gusto por los vehículos de lujo, los que muestran en redes sociales.

Pero, al mismo tiempo, los vendedores de la zona piden reserva de sus nombres al hablar sobre los hermanos, particularmente sobre Mauricio, el menor. Y justifican ese miedo con lo ocurrido la noche del 31 de enero de 2017, a tres cuadras, en la esquina de Alonso de Ovalle con Londres.

Ese día, un peatón que iba caminando en dirección al oriente escupió hacia la calle, dando de lleno en el vehículo que manejaba Mauricio Vásquez. Las cámaras de seguridad del sector registraron cómo Vásquez se bajó de su auto y, según consta en la sentencia judicial, agredió al peatón “con golpes de puño y pie en diferentes partes del cuerpo, golpes que en su mayoría recibe en el rostro, resultando la víctima con lesiones consistentes en estallido ocular izquierdo de carácter grave”.

Por ello, en noviembre de 2018 Mauricio fue condenado como autor del delito de lesiones graves a 61 días de presidio, pena que fue conmutada por la prestación de trabajos en servicio de la comunidad durante 81 horas en una residencia del Hogar de Cristo. Pero la agresión no se trató de un hecho aislado y es parte de una serie de actos violentos que han manchado la hoja de vida del menor de los hermanos libreros.

Entre ellas se cuentan otra condena de 61 días de pena remitida por portar el año 2010, en estado de ebriedad, una escopeta de doble cañón con 15 cartuchos en las calles de Lo Prado; una pena de 41 días por amenazar de muerte y golpear con un palo a su expareja y a otras tres personas que llegaron en su auxilio el año 2014, y una multa de 1 UTM por agredir a un hombre y a una mujer afuera de las librerías de su hermano, en calle San Diego, en 2022. El último de sus delitos lo cometió el 8 de febrero pasado, al golpear a dos carabineros, por lo que hoy está siendo investigado y con prohibición de acercarse a la Primera Comisaría de Santiago.

Pese a que el 2019 fue formalizado por lesiones menos graves en contra de una mujer, Manuel, el mayor de los hermanos, ha cultivado un perfil mucho más serio y empresarial. Tanto así, que llegó a ser parte del directorio de la Cámara Chilena del Libro, la asociación gremial más antigua del rubro y que todos los años organiza la Feria del Libro de Santiago (Filsa). Pero tras ser detenido por tener libros falsos en una de sus tiendas, todo cambió.

Así lucían parte de los 139 mil libros falsificados incautados por la PDI en marzo de 2022. Crédito: PDI

“Después de eso citamos a una reunión a Manuel Vásquez. Él hizo descargos, dijo que no tenía responsabilidad en esto, pero que estaba agobiado por el daño que le estaba provocando a la Cámara y que entendía que lo mejor era renunciar”, cuenta Eduardo Castillo, actual presidente del gremio.

Castillo asegura que no tenían ningún antecedente de que Vásquez estuviera vendiendo libros pirateados. Y aunque no puede descartar que el mayor de los hermanos haya ofrecido al público libros falsos en las distintas versiones de la Filsa en las que participó, Castillo dice que “nosotros tenemos una vigilancia muy grande, que incluye contratos con una cláusula específica que prohíbe a los expositores la comercialización de cualquier libro falsificado o robado”.

Parte del poder acumulado por Manuel Vásquez se refleja en un dato: tras el operativo de la PDI de marzo de 2022, llegó hasta las oficinas de Carey Abogados, el estudio legal más grande y uno de los más costosos de Chile, pidiendo contratar un abogado. Pero en el lugar le indicaron que no podían prestarle servicios en la causa.

En su rol como empresario del libro, Manuel Vásquez también se ha codeado con distintos escritores. Uno de ellos es el también exconvencional constituyente Jorge Baradit, con quien aparece en fotografías mostrando el bestseller La Historia Secreta de Chile, saga que ha vendido más de 400.000 unidades. Cientos de ejemplares de ese libro se encontraron entre los 193.000 textos pirateados que fueron incautados a ambos hermanos en marzo del 2022.

El escritor Jorge Baradit también ha sido víctima de los libros pirateados. En la foto aparece junto a Manuel Vásquez.

“Yo creo que la presencia de Manuel Vásquez en la piratería de libros comprueba la tesis que hemos sostenido hace mucho tiempo, que es que la piratería de libros no es alguien tratando de llevar cultura a las personas a bajo precio”, asegura Baradit. “Son narcos de la cultura que se van de vacaciones a Miami, tienen sus camionetas 4x4 estafando a la gente, vendiéndoles un producto por el que ellos no han gastado un solo peso. La cadena de gente que queda detrás sin pago es enorme. Estamos hablando de los editores, de los correctores de estilo, de los ilustradores, no solamente el escritor, gente que trabaja honestamente detrás de este objeto cultural”.

Contactado por La Tercera, Manuel Vásquez señaló brevemente que “yo no tengo nada que ver con eso, es mi hermano el que está metido en eso. Yo no he hecho nunca un libro y no trabajo libros copia, sólo trabajo libros originales”. Mauricio Vásquez, en tanto, no pudo ser contactado ni respondió los mensajes enviados.

Ambos hermanos tienen la calidad de imputados, pero aún no han sido formalizados por la Fiscalía Centro Norte y en su contra ya se han querellado las editoriales Penguin Random House, Planeta, Urano y Zigzag. Además, el Servicio de Impuestos Internos también se hizo parte, presentando una acción judicial por el delito tributario de comercio clandestino.

Libros pirateados en Mercado Libre

En junio de 2020, Penguin Random House, una de las mayores editoriales del mundo, se percató de que en Instagram el perfil “cesarbook.cl” estaba vendiendo versiones pirateadas de títulos como Abuso y Poder, de Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, a $ 6 mil, y ¿Y si quedamos como amigos?, de la autora Elizabeth Eulberg, a $ 5 mil.

Quien estaba detrás de ese perfil era justamente Mauricio Vásquez Ríos, el que durante la pandemia habría expandido su negocio de venta de textos falsificados al mundo virtual. Pese a la denuncia, el Ministerio Público decidió no perseverar con la investigación por no haber “reunido antecedentes suficientes para fundar una acusación”.

Hoy, otros libreros de San Diego también ofrecen grupos privados de WhatsApp en los que diariamente se actualiza el catálogo de ejemplares falsificados. También se utilizan otras redes sociales y plataformas de comercio electrónico, como Yapo y Mercado Libre.

Publicaciones como esta, en la que se ofrecen libros a precios bajo el valor del mercado, abundan en el sitio Mercado Libre.

Basta con realizar una simple búsqueda en Mercado Libre para encontrar decenas de ofertas de textos que tienen precios muy por debajo de lo que se cobra en librerías. Uno de ellos es En la Sombra, la biografía de “Harry” de Sussex, hijo del rey de Inglaterra y Diana de Gales. Si en grandes cadenas se vende a $ 18.000, la usuaria “Javiera Coliñanco” lo ofrece en Mercado Libre a $ 8.500. Según los parámetros del sitio, la vendedora tiene la más alta reputación, con más de mil ventas en los últimos 100 días.

En menos de 24 horas llega a domicilio un producto con tapas semiduras, de colores vivos y envuelto en un film plástico, tal como los ejemplares de librerías. Pero al abrirlo, las letras borrosas y las hojas débilmente pegadas lo delatan: es un libro pirata.

Un ejemplar falsificado comprado en Mercado Libre llegó en menos de 24 horas. Por fuera parece real, pero al ver sus páginas queda en evidencia que es una copia.

Otros compradores ya lo han notado y, desde hace más de un mes, algunos usuarios han escrito comentarios en la plataforma denunciando que son falsificaciones. “El libro era una copia, no era original, no lo decía en ninguna parte”, señala uno de ellos. Pero la publicación sigue activa, y tanto ese como otros 600 títulos ofrecidos por la misma vendedora siguen a la venta sin control.

Consultados por este tipo de publicaciones, en Mercado Libre respondieron por escrito que desde el año pasado las empresas que son parte de la Corporación del Libro y la Lectura, gremio que reúne a las principales editoriales del país, “cuentan con una herramienta digital que les permite denunciar y remover definitivamente, a través de una única cuenta, publicaciones en el marketplace que, según su criterio y experiencia, estén en supuesta infracción a sus derechos de propiedad intelectual”.

Pero para las editoriales esto no parece ser la solución. “Han tenido la disposición, pero, a nuestro juicio, las respuestas a nuestras demandas de poner estas limitaciones a las personas que venden libros pirateados han sido insuficientes”, señala María Angélica Zegers, presidenta de la corporación.

Todas las acciones para identificar a quienes están vendiendo productos piratas no pueden recaer nuevamente en las víctimas. Ahí Mercado Libre tiene que poner los resguardos. Nosotros esperamos que se den cuenta de qué magnitud es el problema del que estamos hablando”, complementa Zegers.

Desde la empresa responden que también existe una búsqueda activa de casos de piratería: “En Chile durante el 2022 más del 97% de las publicaciones removidas en la categoría libros (80 mil publicaciones) fueron por acciones directas de Mercado Libre. Asimismo, alrededor de 142 vendedores fueron inhabilitados”.

Pero para Zegers el problema va más allá. “Nosotros nunca vamos a poder competir con un producto pirata, porque es robado, no paga absolutamente ningún tipo de derecho y su único costo directo es el papel y la tinta. Aquí no estamos hablando de la persona que se pone con su paño a vender libros en la vereda porque quiere que se culturice. Eso es una falacia. Aquí estamos hablando de crimen organizado”, concluye.