De los múltiples actores que están sobre la escena política de estos días, el Partido Comunista parece estar jugando un rol protagónico.
Primero, porque la ausencia de Guillermo Teillier en la presidencia del partido -por razones de salud- abre la interrogante de si está en curso una pugna interna para sucederlo. Segundo, porque en medio de los rumores de cambio de gabinete, lo que hay de fondo es disputa por la correlación de fuerzas en el gobierno. O sea, quién será el socio mayoritario de las dos coaliciones oficialistas. Y es ahí cuando muchos miran la postura de los comunistas ante el aterrizaje de la centroizquierda en el corazón del gobierno.
Lautaro Carmona es el secretario general del partido, pero, además, un hombre cercano a Teillier. Muchos lo apuntan como su heredero natural, aunque se sabe que hay otros militantes con ganas de asumir ese liderazgo. Él esquiva el bulto y dice que la gran preocupación de los comunistas hoy es mantener el programa de gobierno en el centro de su acción política y responder a las angustias de la gente en un año particularmente difícil.
El Partido Comunista es un actor relevante en la configuración política del gobierno. En el primer año ha habido críticas de sectores políticos por el rol que juega. ¿Cómo ven ustedes esta segunda fase?
Lo primero es que quiero hacerme cargo de las críticas a la presencia del Partido Comunista en el gobierno. Yo las asocio -esencialmente- a una estrategia de la derecha. Hay un histórico propósito de tratar de separar la relación del PC con las otras fuerzas políticas progresistas que buscan transformaciones en la sociedad. Veo una insistencia por querer decir que, al final, son los comunistas los que deciden. Y eso es una mentira.
¿Dice que la derecha usa la presencia del PC para sus críticas?
Evidentemente. Es lo mismo que hizo hace 50 años para justificar el Golpe de Estado. Y hoy la derecha busca hacer del anti-comunismo un mecanismo, un caballo de batalla para tratar de disminuir la profundidad de los cambios que Chile necesita. Y eso no sólo es un error político, sino una alteración del rigor histórico de los acontecimientos.
¿Qué significa eso?
Que al PC se le está asignando un rol que está por sobre las capacidades que realmente tiene... Esa es una alteración.
¿El PC no es tan poderoso?
El PC es una fuerza referencial medible. Pero se nos está dando una incidencia que no se corresponde con la realidad. Nosotros, y lo digo con absoluto respeto por la diversidad de las fuerzas políticas que conforman el gobierno, siempre hemos querido hacer transformaciones en profundidad. Pero sabemos que eso no es suficiente. Se requiere de otras miradas que son parte del progresismo. Por lo tanto, se nos asigna un rol, una incidencia, que está muy por sobre el que realmente tenemos. Y esa exageración no tiene otro sentido que negar -por esa vía- la contribución que puede hacer el PC.
Pero los cuestionamientos al PC no vienen solo de la derecha. También de la centroizquierda. Guido Girardi, por ejemplo, dice que el progresismo debe aspirar a ser mayoría y no quedarse en el tercio.
No me extrañan esas críticas, pero no es así. Nosotros nos definimos como una fuerza de izquierda. Lo hemos sido históricamente y hoy, a 50 años del Golpe, nos reivindicamos como una fuerza allendista. Y eso supone una cosa que no es menor: construir alianzas con otros sectores. En ese sentido, el PC nunca se ha negado a la necesidad de relacionar a la izquierda con el centro. Con Allende estuvimos disponibles para construir un acuerdo que permitiera evitar el Golpe, pero no se dio. Por lo tanto, yo pregunto: ¿Qué limitación pone el PC para tener una política hacia el centro? Ninguna. Pero así como nosotros no excluimos al centro, tampoco el centro puede excluir a los comunistas. Eso sí.
Aterrizaje concertacionista
En ese sentido, ¿cómo ve el PC el ingreso del mundo concertacionista al gobierno?
Nuestro concepto político es que la unidad más amplia supone diversidad. Eso no es un defecto. Es una cualidad. Sobre esa base hay que normalizar la batalla de ideas entre las partes y disponerse a que la mejor idea, la que demuestre ser la que más empatiza con los temas de las mayorías, sea la que finalmente asumamos todos.
¿Está esa disposición, entonces?
Claro, pero sobre la base de que hay un compromiso con una propuesta programática que comprometimos con la ciudadanía. No sobre la base de resolverlo en oficinas, en gabinetes o encerrados entre los partidos. Más cuando ya hay un factor que les pone un límite a muchas posibilidades que tenía el programa: y es que el gobierno no tiene mayoría en el Congreso.
Después de la derrota del Apruebo, el gobierno tuvo que hacer un giro. Entraron Carolina Tohá (PPD), Ana Lya Uriarte (PS). ¿Cómo observan ese reajuste de fuerzas? Porque eso está en el centro de un posible cambio de gabinete…
El PC lo ve con sentido de realidad. O sea, sin trauma. Para nosotros la centralidad está en el programa y aquí no hay un cambio de las políticas que lleva adelante el gobierno. Lo que hay son incorporaciones más activas de sectores que son parte del gobierno.
Pero de un sector que se sumó después de la segunda vuelta presidencial.
Sí, y me parece que las personas que están jugando papeles titulares en algunos ministerios y que tienen origen en los partidos del Socialismo Democrático tienen probadas capacidades. Y en las interacciones que tenemos veo que de verdad hay una sensibilidad por coincidir plenamente en los grandes temas que preocupan al país.
Habla de capacidades probadas. ¿Ha notado el peso de la experiencia en la gestión política del gobierno?
Es que la experiencia política no tiene origen en una tienda política ni en una referencia etaria. Porque para decirlo claramente, hay un tema de temporalidad también. Muchos compañeros y compañeras que hoy día lo hacen muy bien, también estuvieron en gabinetes anteriores y nosotros fuimos muy críticos. No de los que están hoy día, pero de otros sí. Entonces, no es que baste que vengan del Socialismo Democrático y resuelvan porque tienen experiencia. No es que baste que tengan un tiempo etario superior…
¿Pero usted no ha notado diferencias, por ejemplo, en lo que fue la gestión de Izkia Siches con Carolina Tohá? Me refiero a la capacidad de gestionar políticamente.
Es que eso tiene que ver con desarrollos, con capacidades. Se lo digo porque quien fue la ministra del Interior, Izkia Siches, es contemporánea de la ministra vocera de gobierno. Me refiero a Camila Vallejo y yo no tengo ninguna observación a su sapiencia, a su sabiduría, a las capacidades que ha desplegado. Entonces, no es porque ella venga de un partido que tiene más de 100 años. Sería reducir el punto. Yo creo que tiene más que ver con una evaluación política de capacidades que por mil razones desarrolla tal o cual persona para cumplir tal o cual misión.
Despliegue del PC
En el reciente pleno del Comité Central del PC se planteó la necesidad de retomar la iniciativa de sus reformas y mantenerse atentos. ¿Eso quiere decir que quieren tener mayor presencia en las calles, en las movilizaciones?
Eso quiere decir que quienes tengan iniciativa, deben tomarla. Quien debe retomar la iniciativa de las reformas es el gobierno. Quienes tienen iniciativa legislativa, deben hacerlo en el Parlamento, y lo que hagan los movimientos sociales es lo que ellos mismos resuelvan.
¿Y el PC debiera apoyar las movilizaciones? De hecho, ya tienen en carpeta participar de un gran acto con la CUT…
El Partido Comunista puede influir dentro de la dinámica de los movimientos sociales, pero no los suplanta, no los reemplaza. El partido está por debajo del papel más activo que jugó, en algún momento, con el movimiento estudiantil o con la CUT. Te doy un ejemplo: la presencia de la CUT hoy día no es la que tuvo cuando la comandaba Bárbara Figueroa, que hizo tremendas actividades, incluyendo la convocatoria de noviembre de 2019. Hoy día, el PC no tiene la Confech ni la presencia que tuvo en los momentos en que estaban jugando un gran papel Giorgio Jackson, la Camila o el propio Boric en esas movilizaciones multitudinarias. Eso no es mecánico, eso tiene que ver con los procesos políticos.
También la opinión pública incide. Si las encuestas muestran alta desaprobación, las cosas son más difíciles. ¿Qué cree usted que debe mejorar o cambiar el gobierno en su segundo año?
Yo creo que tiene que hacerse notar más y mostrar su preocupación por los temas que más aquejan a la comunidad. Por ejemplo, dar un salto cualitativo desde el Estado en las políticas públicas de seguridad ciudadana. Ese es un tema que no podemos soslayar. La población debe sentir que hay un gobierno que escucha, que conoce, que está golpeado, sensibilizado frente al drama que afecta la convivencia de una comunidad.
¿Está hablando del crimen organizado, delincuencia, inseguridad?
De narcotráfico, robo de madera, de todas las alteraciones que afectan la convivencia y en que ya nadie sabe en qué barrio vivir… Hay que devolver la calidad de vida, la convivencia tranquila, recuperar los espacios. Ahí hay una dirección.
Hay quienes dicen que el PC está viviendo su propia transición política producto de la ausencia de Guillermo Teillier en la cabeza del partido. ¿Esto puede implicar un cambio en la dirección política del partido?
No. No implica nada más que lo que es. Por una situación de salud, Guillermo ha estado fuera de la actividad presencial, pero mantenemos una vinculación muy regular en cuestiones de fondo. En la práctica, esto ha demostrado que el PC tiene una conducción colectiva.
Pero esa situación, ¿no abre un nuevo camino en la dirección política del partido? Me refiero a una transición política hacia las nuevas generaciones.
Mira, el partido tiene elementos de continuidad y de cambio. Nuestra dirección colectiva no cambia en un ciento por ciento. Integra y hace cambios todo el tiempo. Esta es una escuela… Una escuela que le permitió al partido sobrevivir a 17 años de dictadura en la más fuerte clandestinidad. Perdimos una enorme cantidad de cuadros que fueron asesinados y desaparecidos por la dictadura, y siempre se regeneraba una conducción colectiva nacional. Hoy se está cursando exactamente lo mismo.
¿No diría que hay un nuevo ciclo...?
El ciclo que marca al partido son los tiempos políticos. Y yo creo que va a haber un ciclo que va a cerrar y otro que se va a inaugurar cuando termine este gobierno.
¿En qué sentido lo dice?
En que recién ahí habrá un ciclo evaluable. No hay que olvidar que este gobierno tiene origen en una primaria del sector, en la que Daniel Jadue alcanzó una votación que nunca había ostentado el PC. Sin embargo, Gabriel Boric tuvo una cantidad de votos que nunca nadie hubiera sospechado. Luego se dio una comunión de equipos programáticos. ¿Cómo va a ser esta experiencia para poder evaluarla? No lo sabemos aún, pero no es menor para los comunistas el tema de la presencia en un ente de poder que es donde se construye, se promueve y se puede aportar mucho más en la idea más de fondo y de estrategia que es profundizar la democracia. Por eso digo que este ciclo se va a cerrar cuando se acabe el gobierno.
Pero, mientras tanto, ¿están en posición de influir?
Tenemos presencia e incidencia a nivel de gobierno, pero más adelante tendremos que ver cuál fue nuestro aporte y cómo sigue la posta hacia adelante. Lo que digo es que no son puntos de quiebre. La vida es continua.