El líder opositor venezolano Leopoldo López se encuentra viviendo hace poco más de un año en Madrid, ciudad a la que emigró tras permanecer 18 meses en la embajada española en Caracas. “Lo decidí con mucho dolor y fue una combinación de razones. Por un lado, tenía casi dos años sin ver a mis hijos. Pero, sobre todo, mi madre estaba muy enferma, en proceso de diálisis y luego se planteó también un cambio en la embajada. Yo decidí ir a la cárcel para no ir al exilio, pero llegué a la conclusión también que podía aportar más a la lucha estando afuera que manteniéndome en la embajada”, cuenta a La Tercera en una conversación por Zoom.
El carismático exalcalde del municipio caraqueño de Chacao -que fue sentenciado en 2015 a casi 14 años de prisión, acusado de incitación a la violencia en protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro que dejaron 43 muertos y unos 3.000 heridos, entre febrero y mayo de 2014- se encuentra de visita en Chile.
Asegura que siempre está “en sintonía con Venezuela”. “Siempre digo que me despierto en Madrid, pero me acuesto en Caracas. Estoy trabajando en buscar unificar un liderazgo y movimiento de países que hoy, al igual que Venezuela, están viviendo bajo regímenes autoritarios. Buscamos cómo articularnos de una manera más eficaz en la que podamos hacer la lucha por la libertad de nuestro país, la lucha por la libertad en todos los países”, añade.
Recientemente se realizaron elecciones en Venezuela y la Unión Europea señaló que existían “mejores condiciones”. ¿Cómo evalúa el estado de la democracia en el país?
La democracia en Venezuela está muerta y a nosotros nos tomó muchos años llegar a la conclusión de que ya no estábamos en democracia. Eso ha sido parte de las lecciones aprendidas en toda esta lucha. De hecho, esa discusión, si estábamos en democracia o en dictadura, es lo que me llevó a la cárcel en el año 2014, porque fuimos los primeros que planteamos directa y abiertamente que en Venezuela había una dictadura. Sobre la elección y el informe de la Unión Europea, este es muy claro y dice que en Venezuela no hubo unas elecciones libres y justas, y yo creo que eso es correcto. Por supuesto, tendrá mucho que aportar con respecto al tema técnico. Hace ya más de una semana hubo una elección y una de las gobernaciones que se ganó, la gobernación del estado natal de Hugo Chávez, que es el estado Barinas, se ganó y hasta ahora la elección está en suspenso, porque los militares tienen las actas restantes. Eso es un lente muy claro de cómo está la situación político-electoral en Venezuela, que ante una discusión sobre un resultado electoral, la última voz la tienen los militares.
¿Cree que la salida de Nicolás Maduro es mediante la vía electoral?
Es el camino que nosotros estamos recorriendo y que esperamos podamos transitar. Y para eso estamos embarcados en un proceso que, si bien ahora está suspendido, esperamos se pueda retomar y es la negociación en México. Este proceso es distinto a los demás que hemos tenido en el pasado, porque hay una participación internacional importante. Hay una estructura más articulada y más detallada de lo que son los temas a negociar y nosotros estamos buscando que ese sea el mecanismo mediante el cual lleguemos a una elección presidencial en la que verdaderamente podrían cambiar las circunstancias en Venezuela. Sabemos que no es fácil. Sabemos que Maduro es un dictador criminal, con vinculaciones estrechas con organismos criminales de otras partes como las Farc, el cartel de Sinaloa.
¿Qué rol tienen las Fuerzas Armadas?, ¿continúan dando un apoyo irrestricto a Maduro?
Yo estuve preso en la cárcel militar de Ramo Verde y allí pude compartir con militares de todas las jerarquías y de todos los componentes. La mayoría de los militares venezolanos también quieren un cambio. Sin embargo, esa es la institución que está más vigilada, más secuestrada y también más segmentada y dividida. Porque una de las orientaciones que le dio Cuba a Venezuela hace ya muchos años fue fracturar la cadena de mando y de crear islas dentro de la estructura de poder del sector militar. Todo eso hace que la situación sea muy compleja. Pero la inmensa mayoría, al igual que la inmensa mayoría de los venezolanos, quieren un cambio. ¿Por qué no dan un paso? Por la persecución, la represión. Hay un caso muy emblemático ocurrido en el año 2018: el capitán Acosta Arévalo era un militar de la Armada y lo vincularon con un supuesto caso de conspiración. Lo secuestraron, lo torturaron y luego lo presentaron moribundo ante un tribunal. Ese día lo llevaron en una silla de ruedas al tribunal y murió a la salida de la corte, 20 minutos después. Lo llevaron con perfecto conocimiento de que preferían el descrédito internacional para poder pasar el mensaje internamente: si te metes en política, si eres disidente y no haces lo que establece la dictadura, esto es lo que te puede pasar. Y eso créeme que le quiebra la voluntad a mucha gente.
¿Qué opina del informe de la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, sobre la situación de los DD.HH. en Venezuela?
Yo creo que cuando lo presentó la comisionada Bachelet, representó un parteaguas con respecto a la percepción de la dictadura de Maduro a nivel internacional. De hecho, nosotros insistimos mucho en su visita. Finalmente, se dio su visita y el informe fue muy contundente, reflejó la variedad de violaciones de derechos humanos que ocurren en Venezuela. Desde el punto vista de la percepción, ese informe fue un antes y un después. Luego del informe de Bachelet vino el informe del Consejo de Derechos Humanos, que es una instancia distinta, y finalmente, en meses recientes, se hizo público el informe de la Corte Penal Internacional.
Con relación a la oposición, ¿continúan estando divididos?
La principal estrategia de la dictadura siempre ha sido dividir y eso ha sido así en Venezuela. Hay que decir que han logrado comprar a dirigentes de los sectores democráticos. Esto se ha hecho evidente. Esto lo digo porque una visión superficial de lo que ocurre en Venezuela puede llegar a decir que si se unen (la oposición) la tarea ya está lista, pero no nos pueden pedir eso a nosotros, ni la comunidad internacional ni nadie sensato, a que estemos unidos con quienes han secuestrado nuestros partidos. Nos expropiaron nuestros partidos, no los quitaron legalmente y se los entregaron a unos agentes de la dictadura. Estamos muy conscientes de que tenemos que buscar maneras de cómo fortalecer la unidad. Hay distintas propuestas sobre la mesa.
¿Cómo califica la estrategia de Juan Guaidó? ¿Cree que ha tenido efecto?
Lo que se planteó desde el año 2019 es que el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, asumiera la presidencia encargada. Primero eso es un hecho constitucional, es decir, así lo establece nuestra Constitución. Segundo, que políticamente logró darle atención y foco a la crisis de Venezuela. Se logró el reconocimiento de decenas de países en el mundo y se logró aumentar la presión hacia Nicolás Maduro. Yo creo que todo eso es positivo. Ahora también es cierto que ha habido una frustración por parte de la población venezolana, al no haber logrado la salida de Maduro. Sin embargo, sigue siendo Guaidó el principal líder de los sectores democráticos en Venezuela. De hecho, sigue siendo el líder mejor valorado por los venezolanos por encima de Maduro y cualquier otra persona. Guaidó está muy consciente de que el papel que le toca jugar en estos momentos es de mantener la cohesión dentro de los sectores democráticos y de transitar hacia una transición.
¿Cómo juzga el papel de la comunidad internacional?
Creo que analizar lo que llamamos comunidad internacional como concepto es analizar la geopolítica. Si me preguntas cuál es la principal razón por la que hoy Maduro sigue en el poder, yo diría que esto lo podemos argumentar de muchas maneras: la principal razón es el apoyo internacional que recibe Maduro de potencias muy poderosas que lo mantienen en el poder. Me refiero a China, a Rusia, a Turquía, a Irán. Y en el caso de América Latina, a Cuba. Entonces, en ese contexto, el apoyo que recibe Maduro es muy superior al apoyo que recibimos nosotros de la comunidad internacional, o del sector democrático, o del mundo libre, por ponerlo de alguna manera. Esto no quiere decir que nosotros no estemos agradecidos con el apoyo diplomático o político que hemos recibido, pero la realidad es que no tiene ninguna comparación.
A nivel regional la situación en Venezuela ha generado una crisis migratoria, como la ocurrida en el norte de Chile. ¿Cuál es su visión sobre este tema?
Los venezolanos que hemos salido de nuestro país no lo hemos hecho queriendo abandonar nuestro país. Hemos sido expulsados. Esa expulsión se ha dado por distintas razones y la principal es el colapso y la inviabilidad económica de Venezuela. Eso ha expulsado a siete millones de venezolanos, de los cuales una buena parte se ha ido a Chile, pero no es el principal país. Y tengo que decir que da mucho dolor ver expresiones de xenofobia como las hemos visto en Chile, lamentable. Yo sé que eso no representa a la mayoría del pueblo chileno, pero da mucho dolor, porque nosotros como país recibimos a miles y miles de chilenos cuando estaban en una circunstancia también de dificultad por estar viviendo bajo la dictadura. Y lo mismo sucedió cuando recibimos a ecuatorianos, a peruanos y colombianos. Hoy nos ha tocado a los venezolanos y esto es un ciclo y creo que el liderazgo político a todo nivel debe de ser muy responsable en evitar la xenofobia y en buscar la mejor integración posible.
Cuando hay elecciones en la región se levanta el fantasma de que un país se convierta en Venezuela si opta por un sector u otro, ¿qué le parece eso?
Con todo respeto, no creo que sea un fantasma. Yo creo que eso es una amenaza de carne y hueso. De alguna manera los venezolanos podemos decir con propiedad que venimos del futuro, en un futuro en donde si muchos de estos proyectos se materializan y se llevan a un extremo, pueden tener las consecuencias que se han tenido en Venezuela. Nosotros hace 20 años decíamos eso no va a ocurrir en nuestro país y te digo algunos argumentos que utilizamos. Somos un país con una clase media robusta. ¿Te suena? Somos un país con una economía también que ha venido creciendo. ¿También te suena? Somos un país con instituciones fuertes. Todos esos argumentos seguramente se han puesto también sobre la discusión en todo el debate tan intenso que se habla en Chile. Todo eso lo dijimos y, a pesar de eso, hoy no es que seamos como Cuba, es que estamos peor. Y siempre cuando se habla de esto, quizás los sectores de la extrema izquierda dicen: no, no somos como Venezuela, somos un sector de izquierda democrática, pero son parte de este proyecto. Este es un proyecto en donde se le ha dado en América Latina mucha vigencia a una agenda de extrema izquierda y con muy poca atención a lo que significa la prioridad de la democracia, de lo que significan aquellos pilares que hacen que una democracia exista, el Estado de Derecho, la pluralidad, la libre competencia electoral, el respeto a los derechos ciudadanos. Todo eso se puso en jaque en Venezuela, luego se derrumbó.
¿Qué significó para Venezuela haber cambiado la Constitución?
Sin lugar a dudas la Constituyente en Venezuela significó el principio del fin, o sea, el inicio de la dictadura. El andamiaje que se construyó para que se instalara la dictadura surgió de la Asamblea Constituyente y surgió por dos razones. Principalmente, la Constitución que se terminó aprobando fue excesivamente presidencialista, que es mucho decir en un país que ya era presidencialista. Y segundo, se cambió la estructura de las instituciones. En menos de un año, luego de la aprobación, ya había un nuevo Tribunal Supremo, una nueva fiscalía, una nueva Defensoría del Pueblo, un nuevo Consejo Nacional Electoral y todas esas instituciones con representante afecto a la dictadura. En aquel momento la idea de la Constituyente era más bien respaldada y vista como una manera creativa y una manera audaz de reformar la democracia. Y terminó siendo, en el caso venezolano, como el camino que lo llevó definitivamente a la dictadura.
Chile se encuentra en un proceso de escribir una nueva Constitución, ¿ve paralelos entre el proceso que se inició en el país y el de Venezuela?
Yo creo que es distinto. Creo que el rumbo que tome la Constituyente en Chile va a depender mucho de quién gane las elecciones presidenciales. Creo que si gana un representante más afecto a la mayoría de la Constituyente es muy probable que lo que termina surgiendo de allí es una Constituyente más presidencialista, más orientada hacia ese proyecto que vivimos en Venezuela. De no ganar ese candidato, que gane otro candidato, es probable que la Constituyente más bien tenga como resultado una estructura constitucional menos presidencialista, en donde se generen mayores contrapesos por parte de las otras instituciones. Es lo que yo creo que pueda pasar. En el caso venezolano, la Constituyente la convocó (Hugo) Chávez como su proyecto, y el resultado fue que estuvo muy marcado por un excesivo presidencialismo.
Habiendo observado la campaña en Chile, ¿se siente más cercano de uno u otro candidato?
Me siento más alejado de alguien muy cercano a Maduro.