Hace nueve días el presidente electo Gabriel Boric comenzó a recibir las listas con los nombres propuestos por los partidos de Apruebo Dignidad -la alianza que integran el Frente Amplio y el Partido Comunista- para conformar su futuro gabinete. Las carpetas contienen las diferentes apuestas de las colectividades para instalar a sus figuras en los 24 ministerios y 39 subsecretarías, pero todas tienen un factor en común: nadie incluyó en su nómina a un candidato para ser ministro del Interior.
La razón es clara: en la coalición entienden que ese cargo está reservado para la mano derecha del futuro mandatario, Giorgio Jackson (RD). Es por ello que no se arriesgaron a proponer a dirigentes de sus filas para el principal asiento en el comité político, que creen ya está ocupado.
La convicción de que Jackson continúe de “primus inter pares” -esta vez liderando al equipo ministerial del futuro gobierno- es tal que, incluso, en su colectividad asumieron que no era necesario incluirlo en la lista para ministros que hicieron llegar a Boric. “Giorgio es un RD en primera línea, pero su nombre viene con Gabriel”, dicen en el grupo que elaboró la nómina.
El problema radica en el propio Jackson. No es un misterio que el parlamentario ha transmitido en su círculo más íntimo que preferiría tener un cargo en el equipo de asesores -el denominado “Segundo Piso” de Palacio- o un puesto de influencia, pero que no conlleve una exposición tan alta como la cartera que no sólo oficia como jefe político del gobierno, sino que también como responsable del orden público y la seguridad nacional.
Y si bien Jackson ha sido enfático en señalar que está “disponible” para lo que le pida Boric, en el comando de calle Condell -donde se diseña el futuro gabinete- sostienen que es común escucharlo dar la misma respuesta -medio en broma, medio en serio- cada vez que le insisten con el tema. “Estoy disponible para lo que me pida Gabriel, pero ojalá que no sea eso”, suele señalar.
La presión porque Jackson asuma en la primera línea -en todo caso- no hace sino aumentar a medida que se acerca el plazo para el anuncio del gabinete. Y es tan natural su designación, que en caso de que Jackson no asuma la cartera de Interior las razones para no haberlo nominado será la primera interrogante que deberá enfrentar el presidente electo.
Así, Interior se ha transformado en uno de los principales nudos para la conformación del gabinete que se anunciará cerca del 20 de enero. Las reservas de Jackson para asumir la cartera -que están en conocimiento de Boric- ya estaban instaladas, en todo caso, antes de que el diputado por Magallanes se impusiera con holgura a José Antonio Kast en la segunda vuelta presidencial el pasado 19 de diciembre.
Ante la evidencia de los riesgos que implica el cargo -particularmente para un gobierno debutante y sin experiencia anterior en el Estado-, desde el círculo más cercano al presidente electo llegaron a plantearle esa posibilidad al senador Carlos Montes (PS), quien rápidamente desestimó la oferta. Otros han puesto sobre la mesa la figura de la exjefa de campaña Izkia Siches, idea que no convence a la coalición debido a que la también expresidenta del Colegio Médico es independiente. Así, la presión sigue sobre Jackson.
La integración del resto del comité político ya está meridianamente clara, no así zanjados definitivamente sus carteras de destino. Boric, de hecho, dio una señal en este sentido al encargarles puestos clave en los equipos que lideran la instalación del gobierno. Dos de ellos, Camila Vallejo (PC) y Miguel Crispi (RD), forman parte -además- de las listas que sus colectividades le presentaron al mandatario electo.
Según fuentes del PC, Vallejo -quien no compitió por su reelección- figura en la nómina como integrante del comité político o el Ministerio de la Mujer, en caso de que dicha cartera entre a ese selecto grupo. Crispi, por el otro lado, busca llegar a la Segpres. El círculo de hierro lo cerrará Siches, a quien se señala como futura vocera.
La médica -quien se sumó sólo en la segunda etapa a la campaña- tempranamente había manifestado que en lugar de la cartera de Salud -un cargo natural dado su perfil- prefería asumir un rol más político en el futuro gobierno. Por estos días nadie cuestiona la consolidación de la influencia de Siches en el círculo más íntimo de Boric, lo que la ha instalado como una suerte de contrapeso de Jackson.
Y si Interior es un nudo, ni hablar de la cartera de Hacienda. Incluso días antes de ganar la elección, el equipo de Boric se había abierto a adelantar el nombramiento del jefe del equipo económico para dar señales de certidumbre al mercado. La dificultad evidente es que -si ese es el objetivo- para el equipo presidencial resulta lógico que el nominado (o nominada) supere las filas de Apruebo Dignidad. La búsqueda -en todo caso- ha sido hasta ahora infructuosa y más bien ha habido tempranos descartes por la prensa: tal es el caso de Andrea Repetto y Eduardo Engel, quienes sostuvieron que esperaban apuntalar al nuevo gobierno desde la academia.
Una compleja ecuación
Pese a que durante estas semanas se han afianzado las figuras que se instalarían en La Moneda junto a Boric, la definición del elenco se ha complicado por una serie de factores autoimpuestos por el propio mandatario electo.
Boric no solo se puso como base la cláusula de paridad “en todo nivel del Estado”, sino que agregó otras características simbólicas para su debutante equipo ministerial: presencia de independientes, dirigentes de regiones y “diversidad intergeneracional”. “Vamos a incorporar a los mejores, los más capacitados y habrá independientes. Y me gustaría también contar con gente de regiones”, sostuvo Boric a un día de salir electo.
Los esfuerzos de reclutamiento y revisión de antecedentes de los candidatos han concentrado las mayores horas de trabajo no sólo del presidente electo, sino que también del equipo que lidera Jackson.
De hecho, han utilizado algunos lugares cercanos a la sede -conocida como “La Moneda chica”- para sostener reuniones en pos de ese objetivo. A Jackson, por ejemplo, se le ha visto cruzar al café del Hotel Boutique “Quiral”, ubicado a dos cuadras del comando, para conversar con dirigentes que no pertenecen a la coalición.
En particular, la definición política de contar con una “amplia” presencia de independientes en el gabinete es mirada con cautela desde los partidos de Apruebo Dignidad. Ya en la segunda vuelta la incorporación de figuras como la propia Siches, Marcelo Lagos, Carlos Gajardo y Maisa Rojas -destinada a dar amplitud a una candidatura que no había logrado superar los votos conquistados en las primarias legales por la coalición- daba cuenta de la necesidad de abrir los espacios.
Por eso, más allá de a quienes llame el propio Boric, desde el equipo presidencial se solicitó a los partidos que en sus nóminas incluyeran a dirigentes no militantes, pero cercanos a sus orgánicas. En ese sentido, algunas de las colectividades han propuesto nombres como al sociólogo Cristián Bellei en Educación, el abogado Ezio Costa en Medio Ambiente o el ingeniero civil Willy Kracht en Minería.
La decisión del presidente electo de sumar personeros del Partido Socialista al gabinete también ha terminado por enredarse. “Apruebo Dignidad, movimientos sociales, independientes y solo el PS”, fue el mensaje que les dieron Jackson y Siches a los presidentes de los partidos del nuevo oficialismo el lunes 27 de diciembre, transparentando la idea de que el resto de la centroizquierda -PPD, PR y PL- no tendría un ministro de sus filas.
La invitación formal al timonel socialista, Álvaro Elizalde, la había hecho el propio Boric unos días antes de esa reunión. Sin embargo, lo que ha venido después es un enredo que ha generado desconfianza en el PS debido a la intención de dejar a los socios de los socialistas en cargos de menor relevancia en su gobierno, teoría de los anillos que le llamaron.
Así, pese a que la idea de que los socialistas tengan mayor presencia que sus aliados del bloque socialdemócrata en la administración de Apruebo Dignidad sigue instalada en el equipo presidencial, aún no encuentran un diseño que acomode a ambos mundos y el PS se ha reservado la entrega de una nómina de sugerencias de sus militantes para marcar sus reticencias.
La primera vez
Si en 2010 -tras 20 años de la centroizquierda en el poder- la instalación de Sebastián Piñera y la centroderecha en La Moneda estuvo plagada de problemas, hoy el escenario es aún más complejo.
Piñera contaba con una alianza política -llamada en ese entonces Coalición por el Cambio- fraguada en la oposición y el Parlamento en un cuarto de siglo. Apruebo Dignidad -en tanto- no sólo debuta en el Poder Ejecutivo, sino que la experiencia del Frente Amplio en el Parlamento es de corta data, apenas poco más de cuatro años, y su primera apuesta en conjunto en la Convención Constitucional ha estado marcada por la división entre sus fuerzas.
A la inexperiencia en el aparato público -además- hay que agregar la juventud de sus principales dirigentes, la gran mayoría sub-40. Es esta realidad la que ha profundizado la obligación que se ha impuesto el mandatario electo de mirar más allá de su propia coalición a la hora de organizar su gabinete.
Aún en plena deliberación del diseño final, en el comando de Condell se ha priorizado la tarea de revisar antecedentes y las antiguas declaraciones de prensa de las personas que podrían llegar al Ejecutivo y cuyos episodios pasados podrían abrir un eventual flanco a la futura administración.
Los filtros son conocidos: no tener denuncias de acoso según los protocolos de sus orgánicas, causas vigentes por violencia intrafamiliar o deudas de pensión de alimentos; no tener actividades económicas o comerciales relacionadas al cargo o no estar imputado por delitos vinculados a la corrupción, entre otros.
La tarea ha sido tomada tan en serio, que se contrató a una empresa privada, dueña de un software que escanea los puntos débiles de todos los postulantes. El nudo final que desatar a la hora de resultar elegido.