Hubo un antecedente que llamó la atención de algunos ese 19 de agosto de 2020, en la audiencia de formalización del presunto autor intelectual del homicidio del empresario Alejandro Correa, en Concón. La frase la dijo el abogado defensor del imputado, Héctor Petit: “No es menor la circunstancia de que él pueda tener personas que puedan tener algún tipo de vinculación con actos ilícitos, pero eso no significa que mi representante necesariamente sea la persona que sea el actor intelectual respecto de estos hechos”.
Lo que Petit intentaba decir en ese momento era que su representado, si bien tenía relación con personas vinculadas a delitos, él no tenía antecedentes. Y no se equivocaba. Renato López Fuentes (46), el mismo que habría mandado a matar a Correa, efectivamente no tenía anotaciones previas en su certificado de antecedentes penales. El Ministerio Público había solicitado al Registro Civil que emitiera el documento y en él no aparecía nada. Por eso que al momento de iniciarse esta investigación, ese dato terminó siendo una atenuante a su responsabilidad penal: Renato López tenía “irreprochable conducta anterior”.
El caso en el que se lo acusaba era inédito en Chile: según sostiene la Fiscalía de Viña del Mar, el ciudadano de nacionalidad colombiana, Víctor Gutiérrez Londoño, llegó hasta la casa de Alejandro Correa, en Concón, el día 18 de mayo de 2020 y le disparó a sangre fría, cumpliendo con el encargo por el que recibió cinco millones de pesos. Eso fue lo que declaró Gutiérrez cuando quedó en prisión preventiva. Con el pasar de los meses más pistas fueron apareciendo: un video y unas fotos de su pareja, Melissa Palma, con el dinero obtenido. También escuchas telefónicas y la prueba más importante: la foto de un papel en el que salía escrita a mano la dirección y el nombre de Alejandro Correa. Los dedos que aparecían en esa foto, sosteniendo el papel -que permitieron obtener la huella dactilar- además de un análisis grafológico de la letra, lograron, entre otras pruebas, dar con el presunto autor intelectual del sicariato: Renato López Fuentes. Ni él ni su abogado defensor, Héctor Petit, quisieron participar de este reportaje.
El caso quedó con cuatro imputados formalizados: Gutiérrez, que disparó; López, que encargó; Claudio Riveros, que transportó al sicario al lugar de los hechos, y Melissa Palma -pareja de Víctor Gutiérrez-, quien lo acompañó en el auto el día del crimen.
La razón detrás, al parecer, era un conflicto de terrenos. López, un empresario de transportes de carga y socio de la empresa Rellenos Controlados R y A SpA, tenía un terreno en Quilpué que colindaba con uno de Alejandro Correa. La hipótesis planteada por la Fiscalía de Viña del Mar es que entre ambos existió una disputa por los límites de estos, motivando a Alejandro Correa a interponer una demanda en contra de la empresa de rellenos de López, por ocupación ilegal.
Casi un año después de esa demanda, Correa fue asesinado.
El abogado de la familia Correa, Juan Pablo Hermosilla, hizo este comentario en un reportaje de Informe Especial en 2020: “Si uno mira las características de este caso, da la impresión de que no solo no es primera vez que el sicario mata a alguien, sino que la persona que encarga esto no es primera vez que encarga la muerte de alguien”.
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Renato López Fuentes conoció a su esposa, Rosa Huerta, en 1993. Por ese entonces, él tenía 18 años y había recién completado su tercero medio en el Liceo Guillermo Rivera Cotapos de Viña del Mar. Dejó hasta ahí sus estudios para viajar hasta la localidad de Los Cóndores, en Los Vilos, y dedicarse a ser comerciante. Rosa Huerta tenía 11 años en esa época y vivía en el mismo lugar junto a sus padres y ocho hermanos. A López lo alojaban en su casa. Así se conocieron. No fue hasta que ella cumplió 15 años que entablaron una relación amorosa.
Ese mismo año, en 1997, López le propuso irse a vivir a Viña del Mar a la casa de sus padres.
-Los papás de Rosa no se lo permitieron, pero se fueron igual. Estaban enamorados -cuenta un familiar de Huerta.
Viviendo ya en pareja, la menor de edad quedó embarazada de dos hijos: uno que falleció a los primeros días de haber nacido y, luego, en 1999, dio a luz a Fresia Yiarella López. Después de eso, decidieron casarse, en agosto de 2003.
Existe otro certificado de antecedentes que no figura en la causa del homicidio de Correa. En ese documento aparece que durante el mismo año en que se casó con Huerta, y al siguiente, Renato López registra dos condenas por tráfico de drogas. A eso se le suman dos detenciones más: según la causa registrada en el Poder Judicial, la tarde del 15 de julio de 2008, mientras conducía por el sector rural de Quilimarí, en Los Vilos, personal policial detuvo a López para realizarle un control de identidad: encontraron 370 gramos de marihuana y una balanza digital de precisión en su camioneta. Con ese hallazgo lo procesaron por tráfico ilícito de drogas y lo dejaron cumpliendo prisión preventiva en Ovalle.
En ese tiempo, Rosa Huerta conoció a Leonidas Morales, un comerciante que tenía plantaciones de marihuana, con el que entabló una relación amorosa a escondidas. López se enteró de eso cuando salió de la cárcel. Los jueces lo absolvieron tras determinar que la prueba del control vehicular había sido ilícita, porque los carabineros no tenían la facultad para registrar ese auto.
“Al salir en libertad en el año 2009, conversé con la Rosa respecto de rumores que había escuchado mientras estaba detenido. Sobre una supuesta relación con el Leonidas Morales. Ella lo reconoció (...); luego de las confesiones de la Rosa, yo le dije que la perdonaba y seguimos viviendo en Los Cóndores. Pero en el año 2009, la Rosa cayó detenida por tráfico de drogas. Era primeriza y quedó firmando”, relata López en su declaración judicial.
Rosa Huerta, efectivamente, registra una condena por tráfico de drogas en septiembre de 2009. Ese año sus familiares cuentan que la relación con López estaba desgastada y habían decidido vivir separados: ella se fue a Los Cóndores, cerca de su familia, y López se quedó trabajando en Viña con maquinarias de construcción. La rutina de ambos consistía en ir y venir a ambas casas para que su hija pudiera verlos a los dos.
Es en uno de esos viajes donde a Rosa Huerta se le perdió el rastro para siempre.
Fue el propio Renato López quien primero interpuso la denuncia por la presunta desgracia de su mujer. En su declaración, dice que su esposa viajó la mañana del 29 de diciembre de 2009 a Viña del Mar. Tras una conversación telefónica, se juntaron a almorzar y luego se fueron a la casa de López. “La Rosa tenía la tetera hervida, tomamos once y a ella la llamaron por teléfono celular. Me dijo que tenía que volverse a Los Cóndores, que la había llamado la Wendy, la cuñada de ella, quien convive con su hermana, diciéndole que tenía que ir a pagar. Yo entendí que debía pagar la droga que había traído. Igual me molesté, ya eran cerca de las 20 horas y le dije que se esperara hasta el día siguiente. Que nos íbamos al trabajo y podía usar la camioneta. Ella me dijo que no, que debía irse ahora. Así que la fui a dejar en la camioneta hasta el Paradero 1 de Achupallas”.
López dice que esa fue la última vez que la vio, a las 19.30 de ese día. En su declaración también aportó otro dato a la PDI: que él pensaba que un posible sospechoso de su desaparición podría ser el amante de su esposa, Leonidas Morales, quien supuestamente había estado involucrado en el homicidio de una persona del sector.
Su cuñada, Wendy Díaz, declaró otra cosa. Ella también puso una denuncia por presunta desgracia. En la carpeta señala que Huerta le había dejado a su hija, porque tenía que viajar a Viña a hacer las compras de Año Nuevo. Apenas llegó, la llamó. Le avisó que había llegado bien y que almorzaría con su marido. Aquí es cuando las versiones se cruzan: “A las 21.27 horas mi cuñada me llamó para pedirme si me podía quedar con la Yiarella durante la noche, porque ella se quedaría en Viña del Mar en la casa del Renato, en Miraflores Alto, porque no había alcanzado a cobrar. Y que durante la mañana del día siguiente le pagarían lo que le debían por la droga que había vendido”.
Al día siguiente de su desaparición, López declaró que la llamó reiteradas veces para saber dónde estaba. El tema es que no existe registro de esas llamadas según la investigación de la PDI.
El 1 de enero de 2010, López se reunió con Wendy Díaz, en su casa de Viña del Mar. Ella declaró que todo el piso de la casa estaba mojado. López en su declaración también hace referencia a eso: “La vecina Lupe me pidió que le guardara unos helados en mi refrigerador. La hice ingresar a mi casa y le convidé un vaso de agua. Mi padre estaba regando en el patio y no había mucha presión. Yo cerré la llave, pero quedó mal cerrada, y no me di cuenta. La vecina se fue y yo cerré la casa. Esa noche me quedé en la casa de mi padre. Por esa razón, cuando llegó la Wendy con su pareja, el piso de mi casa estaba aún húmedo”.
Después de varias diligencias para avanzar en la investigación, en 2013, la Fiscalía local de Viña del Mar archivó la causa de Rosa Huerta. Concluyó que no se habían reunido los antecedentes suficientes para culpar a responsables.
Renato López continuó trabajando como transportista en Viña del Mar y siguió viviendo en la misma casa de Miraflores Alto. En 2018 volvió a ser detenido. Los hechos son similares a su detención de hace 10 años: la tarde del 5 de marzo venía viajando de Viña al sector de Tilama a comprar unos quesos. En el trayecto, dice que se encontró con un hombre desconocido, llamado Mario Muñoz, que se encontraba haciendo dedo en un paradero. López decidió llevarlo. Al poco andar, nuevamente Carabineros lo detuvo para un control vehicular. Esa vez encontraron 4,5 kilos de marihuana. López nuevamente quedó en prisión preventiva en el Centro Penitenciario de Petorca.
En las declaraciones de esa causa, el abogado defensor de López, Carlos Oliva, pidió su absolución. Argumentó que le había hecho un favor a un desconocido y que no sabía lo que hacía el acusado. Mario Muñoz, quien en ese momento estaba siendo defendido por Héctor Petit, reconoció que la droga era suya. Aun así ambos fueron absueltos. Nuevamente los jueces consideraron que la prueba del control vehicular era ilícita.
Dos años después, Mario Muñoz apareció como el testigo número 26 en la causa del homicidio de Alejandro Correa. Según extractos de esa carpeta investigativa, él mismo se declara como el suegro del imputado López. Y otra cosa: uno de los abogados defensores del presunto sicario, Víctor Gutiérrez, es Carlos Oliva.
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Tras conocerse el asesinato de Alejandro Correa, la causa de Rosa Huerta se reactivó. Su padre, Adán Huerta, interpuso una querella el 10 de septiembre de 2020 contra quienes resulten responsables de la desaparición de su hija. En esa querella aparecieron más antecedentes de la relación del matrimonio: “López Fuentes siempre manifestó rasgos de una personalidad violenta y sufría de una grave dependencia del alcohol y las drogas. Las discusiones con la hija de mi representado culminaban cada vez, y con mayor frecuencia, en episodios de maltratos, descalificaciones públicas y, en más de una ocasión, golpes”, dice la declaración del abogado querellante Carlos Cortés.
En esa declaración también aparece otro dato: que en el mes de septiembre de 2009, López Fuentes, “en manifiesto estado de ebriedad, y ante la presencia de familiares y amigos, señaló que mataría a aquella mujer que llegase a engañarlo”.
La fiscal a cargo de esta causa, Vivian Quiñones, explica de qué manera han cambiado las líneas investigativas del caso: no sólo por todo el tiempo que ha transcurrido, sino que, además, antes no existían todas las tecnologías que hay ahora para realizar las diligencias.
-En una primera etapa, si bien la línea investigativa fue siempre amplia, se planteó más de una respecto de Leonidas Morales, por las sospechas que el mismo Renato López planteó en su minuto. Ahora, en cambio, la investigación es distinta-, indica.
Existe una explicación por la que en el certificado de antecedentes de Renato López no aparecen sus dos condenas, de 2003 y 2004, por narcotráfico. Hay una ley que permite eliminar antecedentes, siempre y cuando la persona cumpla con ciertos requisitos. La razón principal es para ayudar a la reinserción social.
-No sabemos exactamente si es que Renato López cumplía con los requisitos legales para poder borrar sus antecedentes. Lo que sí sabemos es que fue acusado e imputado en 2008, lo que debiera haber impedido que lo hiciera-, dice el abogado Juan Pablo Hermosilla.
El juicio oral del caso de Alejandro Correa ha tenido varias postergaciones. Actualmente está fijado para el lunes 28 de febrero. Los intervinientes esperan que al menos se extienda por 20 jornadas. Los familiares de Rosa Huerta lo seguirán atentos, aunque reconocen que aún les tienen miedo a las represalias y amenazas que puedan hacer el imputado y su círculo de confianza. Según aparece en la querella interpuesta por su padre, un par de meses después de la desaparición, “López Fuentes no participó de la búsqueda, ni manifestó preocupación alguna por el paradero de su cónyuge”.
Desde ese momento, nunca más se puso en contacto con ellos. Eso hasta el 9 de agosto de 2020. Ese día, según la querella, uno de los familiares de López lo llamó para preguntarle si tenía nuevas noticias sobre Rosa Huerta.
Renato López respondió esto: “Yo no sé nada de la loca. Se ha dicho que yo la maté, la descuarticé y la quemé, pero las cosas no son así”.