Cuando en noviembre de 2021 se realizaron las elecciones generales de Nicaragua, no fue una sorpresa la victoria aplastante de Daniel Ortega, pese a que gobierna sin interrupción desde 2007. Tampoco fue una sorpresa el resultado de la composición parlamentaria, con una apabullante mayoría del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ni la condena de la derecha latinoamericana a un proceso electoral calificado como irregular: siete aspirantes presidenciales y numerosos periodistas, empresarios, líderes opositores y sociales fueron detenidos, mientras que tres partidos políticos se vieron cancelados.
Lo que sí sorprendió fue la férrea oposición de algunos líderes de la izquierda latinoamericana, entre ellos el Presidente de Chile, Gabriel Boric, y su entonces par peruano, Pedro Castillo. Pero su postura era minoritaria, considerando que México y Argentina emitían declaraciones neutrales.
Sin embargo, lentamente voces como la del Presidente de Colombia, Gustavo Petro, otrora guerrillero del M-19, se unieron a las críticas de un sector de la izquierda que, a diferencia de las de Venezuela y Cuba, condenaba las violaciones a los derechos humanos reportadas por distintos organismos internacionales.
A pesar de que son pocos los presidentes latinoamericanos que han criticado directamente al gobierno de Ortega, también son menos los países que lo apoyan de forma abierta. ¿Quién, entonces, se mantiene actualmente como aliado del sandinismo? De momento, el pequeño grupo se compone principalmente por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que reúne a Cuba, Venezuela y Bolivia, entre otros, pero también hay otras naciones aún más lejanas, como Rusia, China e Irán.
Una disminuida lista
“Toda mi solidaridad para Gioconda Belli, poeta de la resistencia nicaragüense contra Somoza, ahora perseguida por Ortega. ¡Qué paradoja! Aquí, en Chile, recorro casas de poetas chilenos a quienes la dictadura allanaba sus casas y asesinaba y Ortega hace lo mismo que Pinochet”. De ese modo, Gustavo Petro demostraba el martes su animosidad con Daniel Ortega mientras se encontraba en territorio chileno, invitado por la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado.
La poetisa había narrado que los funcionarios del gobierno sandinista se hicieron con su hogar en Managua, capital de Nicaragua. “Es una casa que para siempre contendrá el recuerdo de mi energía creativa, la huella de mis libros y el paisaje que más amaba. Lo que era queda en mí”, escribió.
En febrero de este año, más de 200 personas, incluidos políticos, religiosos, artistas y opositores al gobierno de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, fueron liberados de la cárcel y luego expulsados del país, privados de su nacionalidad por supuestamente cometer “traición a la patria”. La acción significó un quiebre con, por ejemplo, políticos izquierdistas como Gustavo Petro.
“No solo la Cruz Roja y el despojo de la nacionalidad se cuentan entre los daños causados por Ortega: los mecanismos de represión se enfocan en atacar a todo el que consideren crítico para imponer su propio discurso. Una mentira que se ha convertido en política de Estado y que la pareja de dictadores asume como verdad”, aseveró a La Tercera el nicaragüense Octavio Henríquez, periodista independiente.
“La represión ha continuado después del destierro de los presos políticos. Varias personas han sido detenidas y acusadas por hacer críticas al gobierno; la principal universidad de Nicaragua, la Universidad Centroamericana, fue expropiada a los jesuitas. En los últimos días, las propiedades de los desterrados han sido ocupadas por la policía y expropiadas. El clima imperante es de miedo”, coincidió Andrés Pérez, profesor de ciencia política en la Universidad de Western en Canadá e investigador asociado del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica.
Tras calificar a Boric de “pinochetito”, Ortega se lanzó contra Petro al afirmar que era “una vergüenza para los que lucharon en el movimiento guerrillero que él encabezó. Ha traicionado esa sangre. Demostrá Petro que tenés algo de dignidad y expulsa y cerrá las bases yanquis que tenés en tu país”.
Según Henríquez, “el respeto a los derechos humanos y las reglas democráticas debe siempre estar por encima de ideologías. Hacen bien Boric y Petro en cuestionar a Ortega. México no lo hace y se escuda en no intervenir en asuntos internos cuando es gravísima la crisis”.
Mientras México apela a una política de no comentar lo que ocurre en Nicaragua, Argentina hizo un llamado tras la elección a “acompañar al pueblo de Nicaragua” para que recupere “el diálogo y la convivencia democrática”.
Los únicos dos países que mantienen un apoyo directo en la región son Venezuela y Cuba. “Chile y Colombia son los únicos que han alzado su voz para criticar a Ortega. En Centroamérica, ni un solo mandatario lo ha hecho. Esto no significa que Ortega cuenta con apoyo, sino que no es percibido como un problema mayor”, agregó Pérez.
Aliados al otro lado del océano
Si bien la lista en este continente se reduce cada vez más, también hay otro grupo de naciones que funciona como soporte político del país centroamericano. “Ortega se ha aislado precisamente para evitar rendir cuentas y se ha acercado a China, Irán y Rusia, regímenes antidemocráticos”, explicó Octavio Henríquez.
“Con ellos, la dictadura vende un discurso de antintervención en asuntos internos. También ficticio, porque lo que reclama la comunidad internacional es que se respeten los derechos humanos y la vuelta a la democracia tras el daño causado por Ortega, tras la masacre de 2018 y la incesante represión que ha intensificado para sostenerse en el poder”, agregó.
La relación con dichas naciones tiene un componente más político que económico. Tras las elecciones, Rusia, por ejemplo, aseguró a través de la vocera de la Cancillería, Maria Zakharova, que existía una “poderosa ola de presión externa sobre el gobierno legítimo del Presidente Daniel Ortega”. No eran solo palabras de buena crianza. A través de convenios militares, en 2021 Nicaragua recibió a un contingente de 50 ciudadanos rusos en un vuelo del que solo se supo porque violó el espacio aéreo de Colombia, consignó Infobae.
El lazo se amplificó cuando las miradas del mundo se dirigían hacia Rusia, tras el inicio de su invasión a Ucrania. El gobierno de Ortega fue uno de los que se abstuvieron de la resolución con la que la ONU buscaba condenar la guerra.
“Buscamos aliados naturales y los que encontramos son Rusia, Cuba, Venezuela, China e Irán. ¡Esos son! Y vamos con ellos, en las buenas y en las malas, a pagar las consecuencias con ellos”, decía en aquellos meses William Grigsby, director de la radio oficialista La Primerísima.
La relación militar entre Rusia y Nicaragua llega a tal punto, que cualquier turista que llegue a la laguna de origen volcánico de Nejapa, en Managua, podrá percatarse de la presencia de unas enormes antenas parabólicas, explicó Infobae. Y, si se hace desde la altura, se apreciará un edificio pintado de azul, rojo y blanco, los colores de la bandera rusa.
Dicha edificación corresponde a la estación terrestre Glonass, inaugurada en 2017 con bombos y platillos y cuya apertura contó con la presencia de Rosario Murillo, Laureano Ortega Murillo –hijo del presidente y la vicepresidenta nicaragüense– e Igor Komarov, director general de Roscosmos, la agencia espacial rusa.
El secretismo rodea a la base, consignó el mismo medio. La única información oficial es que se trata de la única estación de ese tipo en Centroamérica y que se alimenta de 24 satélites rusos para su operación. Otras de sus funciones serían el controlar los barcos que operan en el país, la ayuda para el combate contra el narcotráfico y dar seguimiento al cambio climático, aunque expertos consultados por Infobae aseguran que se podría tratar de un centro de espionaje.
“Rusia mantiene una actitud inquietante en Nicaragua y podría afectar la estabilidad de la región”, dijo cuando se inauguró la estación el almirante Kurt Tidd, el entonces jefe del Comando Sur de Estados Unidos.
Luego del regreso de Ortega al poder, en 2007, Rusia reactivó el envío de donaciones de trigo, vehículos marca Lada destinados al servicio de taxis y buses de transporte urbano, entre otros. El giro bélico ocurrió en 2016, aseguró Infobae, cuando llegaron a Nicaragua 50 tanques de guerra T72-B1, cuatro lanchas patrulleras, dos lanchas coheteras 1241.8 Molnia y aviones combate y entrenamiento Yak-130.
Solventando un país
Así como es importante el apoyo político para sostener el gobierno de Ortega, también lo es el apartado económico. Y en ese tópico, aparte de los clásicos aliados, un país destaca. Estados Unidos, nación que condenó desde un principio las elecciones de 2021, es el principal destino para las exportaciones nicaragüenses, pero también el principal financista de las remesas.
Entre 2018 y 2022 se estima que unos 725.000 nicaragüenses salieron del país, lo que representa un 7% de la población total. Muchos de ellos dejaron familia en la nación centroamericana, y el envío de la remesa los mantiene a flote. Pero el pago también sirve para sostener social y económicamente al gobierno, dijo a La Tercera Andrés Pérez.
“La economía local, por sí sola, no sería capaz de oxigenar al régimen. Las remesas enviadas por los nicaragüenses en el exterior siguen siendo uno de los pilares de la economía. De una forma perversa, los expulsados por el régimen por razones políticas y los miles de nicaragüenses que han decidido abandonar el país y buscar nuevos horizontes en otros países son un pilar fundamental de Ortega”, explicó el académico. Según Infobae, el dinero de remesas que llegó desde Estados Unidos a Nicaragua durante 2021 fue de 1.370 millones de dólares, lo que representa el 64% del total.
Pero también es el país que más recibe exportaciones nicaragüenses, considerando que el 60% de sus productos llegan a Estados Unidos, opacando completamente el vínculo comercial con, por ejemplo, Rusia. Mientras Nicaragua vendió en 2020 cerca de 3.560 millones de dólares al país norteamericano, a Rusia solo exportó 12 millones de dólares, detalló el mismo medio.
Esto no significa que el grupo de países que apoya a Ortega no tenga injerencia en la economía del país. Curiosamente, las donaciones de Cuba, Venezuela, Irán, Rusia y China entre 2018 y 2023 fueron de cero dólares, según los informes del Presupuesto General de la República a los que accedió el medio nicaragüense El Confidencial. La ironía llega con Taiwán, la isla que el gigante asiático reclama como propia y que fue uno de los principales donantes del gobierno de Ortega.
Sin embargo, en agosto de este año Managua presionó para que el Parlamento Centroamericano (Parlacen) incorporara como Estado observador permanente a la República Popular China, quitándole dicho cupo a Taiwán. Incluso, este año aparecerán en los registros los remanentes de las donaciones que Taipéi realizó en 2020.
En la misma línea, firmó con China el Acuerdo de Incorporación de Nicaragua a la Ruta de la Seda y el Acuerdo de Cosecha Temprana, además de anunciar el inicio de las negociaciones para un eventual Tratado de Libre Comercio, informó El Confidencial. Pese a esto, los informes oficiales de Hacienda y Crédito Público no muestran un aumento en el intercambio comercial de ambos países.
Con un puñado de países de su lado, Nicaragua, el país con el PIB per cápita más bajo de la región, solo superado por Haití, se sostiene de igual manera. Para Andrés Pérez, el problema está en la flexibilidad de la comunidad internacional en términos económicos. “El sistema financiero internacional no ha cerrado sus puertas al gobierno nicaragüense”, aseguró a La Tercera.