Luis Maira es de esos políticos que han sabido adaptarse a un nuevo tiempo dedicado a la reflexión y a la memoria. A sus 82 años mantiene una lucidez envidiable (maneja nombres, fechas, cifras, anécdotas…) y una intensa actividad con reuniones, almuerzos y elaboración de papers para distintas partes de Latinoamérica. La próxima semana aparece un libro suyo sobre Estados Unidos y sus relaciones internacionales, cuenta Maira la tarde del jueves, desde el living de su departamento, en el piso 7° de un antiguo edificio frente al Museo de Bellas Artes, donde en las últimas semanas, como suele hacerlo habitualmente, conversó con Gabriel Boric.
“Nos hace muy bien conversar, cada uno expone sus puntos de vista, a veces coincidimos, otras no, y él sabe que nunca haré un comentario público al respecto “, dice Maira, evitando ahondar en la confianza que existe entre él y el Presidente, con quien estrechó lazos durante una larga relación de su hija menor con el exdiputado. “Le tengo mucho afecto y tenemos una relación que yo creo se podría calificar de amistad y de confianza mutua”.
¿Le dice Gabriel o Presidente?
Siempre le he dicho Gabriel, pero cuando estamos en cualquier actividad que haya una o más personas, le digo Presidente. En política, sea cualquiera la posición que uno o el otro desempeñe, en privado uno sigue siendo el amigo, manteniendo el trato informal y el tuteo. Pero por respeto al sistema político y a las formas, el lenguaje y trato público es otro completamente distinto.
La luna de miel que tienen los presidentes fue muy corta para Boric, ¿anímicamente cómo lo ha visto en estos meses?
Muy bien de ánimo y eso creo que lo percibe el país. Él tiene un grado de estabilidad en su carácter y en sus visiones que es muy favorable en política. Los peores políticos son los que se dejan remecer por la coyuntura y por los estados de ánimo.
Pero por su juventud se podría pensar que las dificultades que ha enfrentado al comienzo del mandato también lo podrían haber remecido...
En todos los temas en que ha tenido que dar respuestas a situaciones difíciles o en las que no tenía fácil acuerdo, ha mostrado gran estabilidad y madurez. Además, tiene otro mérito: tomar en cuenta la opinión de los que no piensan como él. No he conocido a ningún político de izquierda, y me incluyo, que tenga tanto diálogo con personas de la oposición. Y eso en política es muy importante. Vea usted el cariño y disposición favorable con que fue recibida la nueva ministra de la Presidencia (Ana Lya Uriarte). Eso no es casual y es un gran activo a la hora de dialogar y concretar acuerdos (ver pág. 12).
Eso, entre otras cosas, le pasó la cuenta a la ministra Izkia Siches, quien fue removida esta semana.
Ella venía de un mundo mucho más lejano y no tuvo esa oportunidad. Entró directamente al corazón de las decisiones políticas de un gobierno sin pasar por un tiempo de aprendizaje político, porque su tiempo como jefa de la campaña en la segunda vuelta fue muy corto, sólo unas semanas.
¿Qué le pareció el giro hacia el centro que dio Boric con el cambio de gabinete?
Más que un giro hacia el centro, creo que hubo una mejor configuración de su equipo político. La ministra Siches llegó al gabinete con una gran legitimidad, pero al mismo tiempo era evidente que ella estaba entrando a un terreno que le era desconocido y donde podría ocurrir que las circunstancias complejas del cargo la colocaran en una situación difícil... Y eso ocurrió.
El Partido Comunista se sintió afectado con el cambio y lo hizo ver.
No soy parte del núcleo que generó la candidatura del Presidente Boric, así que no me siento en condiciones de dar juicios fundados sobre lo que acontece al interior de Apruebo Dignidad. Sí le puedo decir que Boric tiene visiones que no son las mismas de otros componentes de la izquierda, pero está consciente de que, más allá de esos desacuerdos, por los sectores sociales a los que representamos (la izquierda), hay que tener plataformas comunes y candidaturas comunes para enfrentar los procesos presidenciales y parlamentarias.
¿Qué le parece el tránsito del Boric frenteamplista, con un discurso muy de izquierda, al Presidente actual más moderado y cercano a la socialdemocracia?
Yo diría que Boric se ha ajustado a la coyuntura política que prevalece en Chile, y eso lo hace cualquier político inteligente. Lo contrario se llama voluntarismo y es un defecto considerable en cualquier político. Uno puede tener convicciones muy profundas de cambio social, pero si la situación no es favorable para aplicarlas, uno puede seguir manteniéndolas, por ejemplo, a través de una plataforma programática deseable, pero acomodar sus posturas políticas y su programa al momento del país.
Esta semana se le enrostró a él sus críticas pasadas a Carolina Tohá, su actual ministra del Interior. ¿Qué costos tiene para su liderazgo el que constantemente esté contradiciéndose con su pasado?
Eso es parte de la esencia de la política y cualquier político de derecha, de centro o de izquierda, a lo largo de su vida, no una vez, sino muchísimas veces, dice cosas de las que después tiene que hacer una cierta autocrítica y también cambiar de opinión.
Pero quizás hoy, con las redes sociales, esas contradicciones resultan más evidentes...
La política hoy tiene otro tono y una forma distinta de expresarse a la que tenía hace 50 años, pero sigue siendo exigible en un tiempo y en otro el saber acomodar los programas que se le proponen al país con el parecer mayoritario de la sociedad.
Pero ¿cómo conviven el actual Presidente con la calle que fue desde donde emergió su liderazgo?
Yo creo que el Boric diputado reflejó muy certeramente a una parte considerable de los sentimientos que tenía la mayoría de la gente de izquierda. No todos compartíamos su posición, pero en la segunda vuelta presidencial él logró aunar una posición mayoritaria y, de hecho, los demás terminamos apoyándolo activamente.
¿Fue partidario de que él asumiera un rol protagónico en favor del Apruebo en la campaña?
Mi impresión es que era inevitable. En la izquierda el proceso constituyente estaba muy asociado a su figura. Si la noche del 15 de noviembre de 2019 Boric no hubiera concurrido al acuerdo por una nueva Constitución, oyendo todas las advertencias y prevenciones que le hicieron, probablemente no hubiera sido la figura central que fue en la política chilena a partir de ese momento. Es más, probablemente no hubiera habido proceso constituyente, porque sin la izquierda que él representaba el acuerdo no era concebible. Recordemos que el primer gesto del gobierno del Presidente Piñera fue descartar un proceso constituyente que le había dejado encaminado la Presidenta Bachelet.
¿No le quedaba otra, entonces?
No, porque el protagonismo que Boric tuvo en el acuerdo por una nueva Constitución fue clave también en el impulso de su candidatura presidencial que asumió con mucho coraje cuando parecía poco probable que pudiera tener el éxito que finalmente consiguió.
Usted estaba por el Apruebo, ¿cómo recibió el resultado del plebiscito?
Como una gran sorpresa. Ninguno de nosotros -me refiero a las personas con que estuve más cerca durante la campaña- tenía la idea de que podría haber un resultado de esa magnitud. Nos descolocó mucho, porque no correspondía ni a nuestras percepciones ni a nuestras expectativas.
¿Cuál fue su primera interpretación?
Que habíamos tenido una lectura equivocada de la situación, que le habíamos asignado a la propuesta constitucional una cercanía y posibilidad de aprecio por parte del común de los ciudadanos que, por razones que no percibimos, y también porque hubo una campaña que ciertamente distorsionó la percepción de algunos contenidos, condujo a un juicio tan mayoritario en favor del Rechazo.
Usted elaboró el texto “Buenas razones para votar Apruebo”, donde rescataba 166 de los 388 artículos que tenía la NC.
Sí, fue un texto que elaboré muy tarde -y así lo sentí- que fue una reflexión que buscaba resumir lo que, a mi juicio, eran aspectos favorables para que la gente votara por el Apruebo. El texto de la NC no era fácil, tenía complejidades técnicas en su redacción, demasiadas explicaciones complementarias, varias de ellas innecesarias, que alargaron enormemente su contenido. La Constitución que yo estudié tenía 110 artículos, esta tenía 388.
Por de pronto, usted no estaba de acuerdo con el nuevo sistema político y la eliminación del Senado.
Le voy a responder de otra manera: en las muchas reflexiones que hubo después de que se publicó la Constitución de 1980, y luego, durante todo el tiempo que cuestionamos su rasgo autoritario, nunca hubo un cuestionamiento al régimen político. Este tema nunca estuvo en las cosas que discutimos. Entonces, esta propuesta respondió a una reflexión novísima, es decir, enteramente reciente, por parte de un sector que participó en la redacción del texto.
¿Cómo debería continuar el proceso constituyente?
Hay muchas alternativas apropiadas, distintas a la Convención Constituyente que hubo. No tiene por qué ser el mismo mecanismo. Puede ser una Convención con otros plazos y otra composición, una comisión técnica de expertos o una comisión mixta con distintos participantes. Cualquiera de ellas puede ser igualmente válida. Ahora, cualquiera sea el acuerdo, hay que aprovechar los contenidos en que hubo consenso, porque ni el más escéptico dejó de reconocer que había muchos artículos bien logrados que pueden ser aprovechados.
¿Confía en que los partidos de la derecha cumplirán su palabra de “enterrar” la Constitución del 80?
Por razones históricas yo era de los que tenían dudas. Ha habido tantos hechos y compromisos no suscritos, pero hoy existe otro cuadro, otros tiempos, otros líderes y otros consensos que confirman la voluntad de cumplir la palabra empeñada por la derecha. Y una cosa que es fundamental, el plebiscito de entrada, donde un 79% de los chilenos se manifestó a favor de una NC, es un veredicto que no está derogado y pesa sobre el ánimo de todo el país.
Para terminar, ¿cómo ve el escenario político para adelante?
Es difícil hacer pronósticos hoy en día. Tendrá mucho que ver con que el país salga unido de esta coyuntura (proceso constituyente) o entre en un proceso de distanciamiento y radicalización que nos lleve a un cuadro de mayores conflictos.
¿Ve posible un escenario tan dramático?
Esa posibilidad está abierta. Por eso es muy importante que podamos llegar a un proyecto de Constitución que tenga un respaldo lo más amplio posible, aunque no abarque todo lo que se esperaba.