Luego de repetidos guiños al segmento evangélico y un día después de decir que la Biblia tiene que cumplirse, el exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva dijo el viernes que no hará campaña basada en cuestiones religiosas. “Los temas religiosos no estarán en mi agenda política”, aseguró el candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT). Pese a reiterar que fue él quien sancionó la ley que creó la Jornada de la Marcha por Jesús, en 2009, propuesta por el obispo y entonces senador Marcelo Crivella, de la Iglesia Universal, Lula insistió: “No es la primera campaña que he disputado. Nunca he usado la religión en mi campaña (…) La religión no importa, lo que importa es que quiero hablar con hombres y mujeres para discutir qué tipo de país queremos construir. No quiero estar disputando votos religiosos, porque no es parte de mi cultura política para establecer ningún principio de política de guerra santa”.
Pero la guerra santa ya parecía estar declarada. El martes, en el primer día oficial de la campaña electoral, Lula y su principal rival en las urnas, el Presidente Jair Bolsonaro, junto con saludar al electorado evangélico, intercambiaron duros ataques religiosos. Mientras el líder del PT acusó a su oponente de estar “poseído por el diablo”, el jefe del Ejecutivo sugirió que, si pierde las elecciones, se le puede prohibir a la gente hablar de Dios.
“Hablemos de política hoy, sí, para que mañana nadie nos prohíba creer en Dios”, dijo Bolsonaro a sus simpatizantes en el centro de Juiz de Fora, la misma ciudad de Minas Gerais donde cuatro años atrás fue apuñalado en un mitin, un ataque que lo catapultó a la presidencia de Brasil. Más temprano, al dirigirse a los religiosos, recordó las iglesias cerradas durante la crisis sanitaria de la Covid-19, cuando estados y municipios implementaron políticas de aislamiento social para tratar de frenar la propagación del virus. Según el diario Folha de Sao Paulo, el PT está lanzando una ofensiva para desmentir los rumores de que Lula cerrará iglesias evangélicas.
“Él es un fariseo y está tratando de manipular la buena fe de los hombres y mujeres evangélicos que van a la iglesia a hablar de su fe, de su espiritualidad”, acusó Lula a Bolsonaro en su primer día de campaña en Sao Paulo. El petista también criticó el manejo de la pandemia de Covid por parte del actual mandatario, diciendo que no “derramó una lágrima por las víctimas”. “Usted fue un negacionista, no creía en la ciencia, no creía en la medicina. Usted creyó en su mentira. Si alguien está poseído por el diablo, es este Bolsonaro”.
Pero el mandatario, tres días antes del inicio oficial de la campaña, ya había hecho un guiño a los evangélicos. El 13 de agosto participó con miles de personas en Río de Janeiro en una nueva “Marcha para Jesús”, como ya hizo semanas atrás en otras ciudades brasileñas, en un intento por garantizarse el apoyo del influyente electorado evangélico con vistas a las presidenciales del 2 de octubre. Acompañado de la primera dama, Michelle Bolsonaro, el jefe de Estado pidió que el país no experimente “los dolores del comunismo” y volvió a posicionarse contra “el aborto, la ideología de género y la liberación de las drogas”. “Hoy todos pueden decir que tenemos un Presidente de la República que cree en Dios, respeta a sus policías y militares, a la familia brasileña y que debe lealtad al pueblo”, expresó.
Así, pese a que Lula afirmó ayer en un acto en Sao Paulo que la religión “está de moda” y que “las iglesias no tienen que tener un partido político”, Folha de Sao Paulo destaca que “el segmento religioso se convirtió en blanco de disputa entre campañas”. Según el periódico paulista, los aliados del petista han visto un avance de Bolsonaro entre los evangélicos, un grupo en el que el presidente ya tenía una ventaja y que apoyó mayoritariamente al actual mandatario en 2018.
Este segmento de la población preocupa al PT, ya que abarca un segmento de bajos ingresos que se beneficia de programas sociales como Auxilio Brasil. Y Lula centra su discurso en la población más pobre. Así, mientras el expresidente intenta contener el avance de Bolsonaro, el actual mandatario se esfuerza por mantener y ampliar el dominio entre los evangélicos, señala Folha.
Si bien las últimas encuestas colocan a Lula como el favorito, éstas mismas también muestran el predominio de Bolsonaro entre los evangélicos. El líder del PT cuenta con una ventaja de 15 puntos porcentuales sobre el actual mandatario, según la última encuesta de Datafolha divulgada el jueves.
De acuerdo con el sondeo, Lula tiene un 47% de intención de voto, mientras que el líder de la ultraderecha brasileña alcanza a un 32%. Con la ventaja que mantiene el petista, destaca Datafolha, el expresidente tendría posibilidades de ganar la elección en la primera vuelta por un pequeño margen con el 51% de los apoyos contra 35% de Bolsonaro, considerando los votos válidos (sin blancos ni nulos). En un eventual balotaje, el 30 de octubre, el izquierdista superaría al actual presidente por 54% contra 37%.
Pero el mismo sondeo revela el favoritismo de Bolsonaro entre los evangélicos. El presidente aumentó su ventaja sobre Lula en este grupo religioso de 10 a 17 puntos porcentuales: saltó del 43% al 49% de intención de voto en el último mes, mientras que el petista fluctuó negativamente del 33% al 32%.
Entre los católicos, la variación entre las dos últimas rondas no fue significativa. Lula continúa liderando con casi el doble de intención de voto (52%) que su principal rival, que fluctuó positivamente, del 25% al 27%. En Brasil, el 50% del electorado se declara católico y el 27% evangélico, también según Datafolha.
Otro sondeo, elaborado por Ipec para TV Globo, revela que Bolsonaro cuenta con el 47% de las intenciones de voto entre los evangélicos, mientras que Lula alcanza al 29%. Una relación que se invierte entre los católicos, donde el petista lidera con el 51% de las preferencias, frente al 26% del actual presidente y candidato a la reelección.
“El último dato oficial sobre la proporción de evangélicos en Brasil es de 2010, cuando se realizó el último censo. En ese momento, la proporción de evangélicos era del 22%. En nuestra última encuesta obtuvimos un 28% de votantes que se declararon evangélicos”, comenta a La Tercera Márcia Cavallari Nunes, CEO de la encuestadora Ipec.
Anna Virginia Balloussier, periodista de Folha de Sao Paulo, destaca que el embarque de este bloque cristiano en la política brasileña comenzó en la Asamblea Constituyente que formuló la Constitución de 1988. Allí se formó la primera bancada evangélica, que le dio “un baño bíblico” al presidente de la Asamblea Constituyente, Ulises Guimarães, según sus propias palabras.
“Los líderes evangélicos, especialmente los pentecostales, aprovecharon el contexto de apertura democrática para invertir en activismo político”, dice Ricardo Mariano, profesor de sociología de la Universidad de Sao Paulo que acuñó el término “neopentecostales” en su tesis de maestría en la década de 1990.
Pero hoy los expertos difieren sobre el impacto que los evangélicos pueden tener en el resultado de la próxima elección. “El voto evangélico sí que tendrá importancia en estas elecciones, siempre lo ha tenido en realidad, pero eso se notaba más en elecciones locales, para alcaldes sobre todo o incluso gobernadores”, comenta a La Tercera Paulo Afonso Velasco Júnior, cientista político de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. “Bolsonaro seguramente tiene más facilidad (en captar el voto evangélico), porque su mujer hace mucho ese rol, es muy cercana a las iglesias evangélicas y todo el rato está hablando sobre Dios. Además, la agenda conservadora de Bolsonaro acaba teniendo mucha relación con los evangélicos en general. Y en su gobierno ha tenido el apoyo del grupo evangélico en el Parlamento”, agrega.
En cambio, dice el académico, “Lula tiene un poco más de dificultad, pues es un político de izquierda y tiene una agenda mucho más progresista que muchas veces no interesa a los evangélicos, pero también está sabiendo jugar el juego. Podemos recordar que hace algunos meses afirmó que apoyaba el aborto más amplio en Brasil y al día siguiente, dijo que no, que se había equivocado y que no lo apoyaba”. “Lula está evitando algunas declaraciones que pueden ser muy peligrosas y tener efectos indeseados al perder esos votos”, acota.
En cambio, Rafael Duarte Villa, analista de la Universidad de Sao Paulo, dice que no hay que olvidar que los católicos, que constituyen casi la mitad de la población en Brasil, “votan mayoritariamente por Lula en esta elección, lo que neutraliza el voto evangélico mayoritario en Bolsonaro”. Asimismo, el académico apunta a otros factores como más importantes en esta elección. “Creo que hay una exageración sobre que el factor religioso será decisivo en esta elección. Probablemente las dimensiones regionales y socioeconómicas (sobre todo el porcentual de votos de cada candidato en las regionales de mayor concentración de población, Sureste y Noreste, así como el porcentual de votos de cada candidato entre los más pobres) serán los que impactarán más la elección, relegando un poco la variable religión”, explica a La Tercera.
Con todo, Lula intenta recuperar a este electorado por todos los medios. Como parte de su operación de seducción, el líder del PT ha organizado varias reuniones con pastores influyentes, como Paulo Marcelo Schallenberger, de la Asamblea de Dios. La elección de Geraldo Alckmin como su candidato a la vicepresidencia, un católico de la derecha moderada que tiene buenas relaciones con los conservadores y evangélicos, acerca al petista a esta comunidad.
Sin embargo, Cavallari Nunes cree que la suerte ya está echada. “En esta elección, Lula y Bolsonaro tienen perfiles de electores antagónicos, encuentro difícil que haya alguna reversión entre los evangélicos”, asegura.