A Maickel Villegas le ofrecieron $40 mil por un trabajo de vigilancia. La persona que lo llamó para contarle sobre ese trabajo fue Á.C., el menor de edad que fue el primer condenado por el secuestro y homicidio del teniente en retiro del ejército venezolano Ronald Ojeda.

Esa es la versión de su defensora, Jeannette Cofré. Si bien Maickel Villegas no ha declarado desde su detención -imputado por secuestro con homicidio contra Ronald Ojeda-, y su familia ha preferido no entregar declaraciones, se han sabido más detalles de su vida en Chile.

Villegas llegó desde Perú como turista en enero de 2018. Cruzó el paso fronterizo Chacalluta. Lo hizo sin antecedentes penales. Tampoco tiene anotaciones de ese tipo ni en Chile ni en Venezuela. Eso le permitió obtener dos visas temporales: una en 2019 y otra en 2021. Luego empezó un proceso para obtener la residencia definitiva el 1 de octubre de 2023, según aseguró el director de Migraciones, Luis Thayer, en una entrevista con La Tercera en julio del año pasado.

Esa solicitud fue acogida a trámite el 12 de enero de 2024. Entre las razones para esto se listan que Villegas presentó otra vez sus antecedentes penales sin anotaciones, cotizaciones y un contrato de trabajo en Chile. Por ende, desde ese día de enero Villegas obtuvo de inmediato una visa para trabajar en Chile.

Según fuentes del Ministerio Público que conocen bien la investigación, Villegas tenía una vida “normal” en el país.

La principal ocupación del extranjero en Chile fue ser repartidor de encomiendas para una empresa que trabajaba para Mercado Libre. No estaba vinculado a ninguna organización criminal. Trabajaba -según Cofré- como jefe de bodega en una empresa.

Con el tiempo Villegas también echó raíces aquí: tiene dos hijos con dos parejas distintas. Ambos han vivido en Chile.

Su círculo cercano en el país eran su hermana y su cuñado. Su hermana está casada con un venezolano que fundó el año 2023 una empresa de transportes. Tiene sede en Melipilla, donde también viven. La empresa se dedica a trabajar con camiones para mover contenedores marítimos desde el puerto de San Antonio.

Fue así como Villegas obtuvo acceso a un vehículo: un Chevrolet Sail de color blanco. Su cuñado sacó el crédito, pero Villegas pagaba “sagradamente”, según dicen investigadores, la cuota del vehículo. Era su medio de trabajo y lo usaba a diario mientras vivía en San Joaquín.

Según Cofré, esa normalidad se rompió en febrero de 2024. Ese mes, cuenta la abogada, Á.C., un menor de edad venezolano con antecedentes delictuales en Chile, contactó a Villegas y le ofreció el trabajo.

El subprefecto Hassel Barrientos, jefe de la BIPE Antisecuestros de la PDI, tiene una idea sobre cómo se generó este contacto.

-Muchos de los migrantes en situación irregular se conocen de sus ciudades o barrios de origen. Esto apunta a que se conectaron, ya que se conocían previamente. Que estaban asociados a alguna estructura criminal y lo invitaron a apoyar esta operación de secuestro por un pago previo o posterior.

Barrientos dice que el monto por el que Villegas entró a la operación aún se investiga.

Para hacer esta operación, Á.C. le indicó a Villegas que tenían que usar el Chevrolet que usaba para repartos.

Quien lideraba la operación del secuestro, según los antecedentes que han podido reunir los investigadores, era Walter Rodríguez. El sospechoso era parte de Los Piratas, una célula del Tren de Aragua dedicada a los secuestros extorsivos. De hecho, estaba siendo investigado por otros dos casos en Chile y tenía una orden de detención vigente.

Días después, el 21 de febrero de 2024, a las 22.00, Maickel Villegas pasó a buscar a Á.C. a su domicilio en Santiago Centro.

La dupla fue a comer hamburguesas y luego se acercaron de inmediato al domicilio de Ronald Ojeda en calle El Molino, Independencia. Lo que indica el registro de cámaras es que esperaron, primero, en el estacionamiento de un supermercado. Á.C. posteriormente declaró que se estacionaron a fumar marihuana.

Lo que tenían que hacer era vigilar y avisar la llegada de Ojeda a su edificio, además de grabar el secuestro del exmilitar.

Lo que indican fuentes que conocen de investigaciones previas sobre secuestros, es que es probable que hayan llamado a Villegas, precisamente, porque no tenía antecedentes delictuales. Lo llamaron para tareas de vigilancia. Eso permitía que, si eran detectados por la policía en medio de la vigilancia, ningún antecedente aparecería. Tampoco serían vinculables a delitos previos o a otros integrantes.

Según su defensa, cuando Villegas vio a los cuatro hombres vestidos de PDI salir con un hombre tomado del cuello, esposado, en calzoncillos y descalzo, se sorprendió.

A continuación -contó a su defensora- el menor de edad lo amenazó con un arma. Tenía que colaborar con el secuestro.

Lo otro que asegura la defensora es que Villegas siempre evitó mirar a los ojos a los encapuchados. Tenía miedo.

Desde Cancillería comentan que la extradición tuvo que ser coordinada en tiempo récord: tenían 24 horas antes de liberarlo. Hubo que coordinar los tiempos entre los intervinientes, el tribunal y Costa Rica un viernes por la tarde. Así, lograron dejar a Villegas en prisión preventiva a través de una audiencia telemática. Foto: Facebook

Los cabos sueltos

El secuestro de Ronald Ojeda requirió de unas veinte personas para realizarse.

Lo afirma el prefecto Barrientos, que aporta algo más sobre la forma en que operan estas células.

-Se están investigando los roles de más personas además de las que aparecen en los videos -dice-. Hay roles como el perfilamiento de la víctima, el secuestro, la cobertura, el cautiverio y, por último, la muerte de la víctima.

Barrientos conoce del tema: investigó la ola de secuestros extorsivos que apareció a mediados del año 2022 en el país, de la mano de organizaciones como Los Piratas.

El subprefecto dice que, hasta el secuestro de Ojeda, nunca habían visto en su brigada un caso similar. Lo dice por la forma en que se cometían esos delitos en el país. Por lo general se hacían de forma rápida, sin tanta premeditación: elegían una víctima vinculada preferentemente al narcotráfico para cobrar rápidamente la cuota de liberación.

-Pero en este delito -dice Barrientos- entendemos que pudo haber requerido más tiempo.

Según fuentes cercanas a la causa, el secuestro de Ronald Ojeda fue planificado con unos seis meses de antelación, dada su complejidad.

Lo otro que indican, es que además de que el teniente no era un blanco que dispusiera los montos que usualmente se piden para una liberación -unos $100 millones-, lo más claro es que ni siquiera pidieron un monto.

Lo otro que hace descartar que el crimen de Ojeda tuvo otro móvil: su cuerpo fue escondido con el propósito de que desapareciera. En otros casos en que los secuestros terminan en homicidio, los cuerpos son encontrados a un costado de la carretera.

Por todo esto, las señales de que el secuestro de Ronald Ojeda tuvo un móvil político son claras. De hecho, el fiscal regional de la Fiscalía Metropolitana Sur, Héctor Barros, ha sostenido públicamente esa tesis.

Maickel Villegas durante su adolescencia en Venezuela. Foto: Facebook

Lo otro que llama la atención de los investigadores: el hecho de que los secuestradores hayan tomado tantas precauciones, pero que hayan dejado los videos de las cámaras del edificio. Eso, dicen, habla de una intención de querer dejar imágenes que mostraran que unos “PDI” estaban sacando a Ojeda de su casa. Esto -señalan- podía ayudar a reforzar la tesis de que esta era una operación de bandera falsa.

Walter Rodríguez, señalan fuentes de la Fiscalía, era una persona afín al gobierno venezolano: trabajó para el gobierno del Estado de Aragua en 2015.

Hay más: Rodríguez había estado vinculado a secuestros extorsivos en Chile meses antes del secuestro del exteniente. Es por eso que ya era un sujeto de interés para la PDI. Y a Chile entró y salió solo a secuestrar a Ojeda, dicen quienes conocen la causa de cerca.

-Rodríguez es parte del Tren de Aragua -señala por su parte Hassel Barrientos-. Estaba investigado e imputado en otros dos casos de secuestro investigados por esta BIPE, ocurridos en la Región Metropolitana.

Lo otro que asumen, tanto Barrientos como fuentes dentro del Ministerio Público, es que aún quedan muchos cabos sueltos sobre la investigación y lo que pasó después del 21 de febrero.

Además del Chevrolet de Villegas, en la operación participó un Nissan Versa -donde se trasladó a Ojeda- y un Hyundai i10. El grupo se movió al sur y empalmaron con la Costanera Norte.

Allí comenzaron los problemas. En el kilómetro 20 de esa autopista el Nissan que llevaba al teniente secuestrado quedó en panne. Por eso le pidieron ayuda a los otros dos autos, quienes fueron en auxilio de la operación.

Tres de los individuos vestidos de policías se subieron al auto de Villegas. En el trayecto, relató Villegas a su abogada defensora, le fueron pegando. Walter Rodríguez, en tanto, se fue con Ojeda en el Hyundai. Enfilaron al sur, rumbo a San Bernardo, a una población cercana al Hospital El Pino. Ojeda nunca se subió al auto de Villegas.

Cuando entraron a la comuna de El Bosque las cámaras pierden el rastro del vehículo. En adelante, el relato que existe es el de Á.C., quien dice que los policías se bajaron en una casa y entraron tapados con frazadas. El menor de edad declaró algo más: a los policías que se bajaron del auto les sintió un acento familiar. El del estado de Aragua, en Venezuela.

Según Cofré, Villegas declaró lo contrario:

-Me dijo que él podía dar la ubicación exacta donde se bajaron en San Bernardo. Y que las personas que los recibieron allí tenían acento chileno, y que se veían muy flaites.

Ese es uno de los cabos que falta por atar, dicen en el Ministerio Público: la dirección exacta donde se bajaron los policías aún es un misterio. Ni los que declararon han entregado información, ni tampoco existen registros de cámaras de ese momento.

Luego de eso, el Hyundai que llevaba a Ojeda y Rodríguez se devolvió al norte, rumbo a Renca. Según las mismas fuentes que hablan en reserva, aún no se sabe por qué enfilaron hacia allá, aunque Á.C. declaró que la intención era quemar el Nissan que quedó botado.

Es por esto, y porque las cámaras luego pierden de vista el auto donde iba Ojeda, que no hay certeza aún de cómo y cuándo llegó el teniente a la toma donde fue encontrado muerto y enterrado dentro de una maleta. Solo existen estimaciones.

La forma en que los investigadores llegaron a Villegas, dicen, fue cuando volvió a pasar con su auto en Avenida Santa Rosa unas horas después del secuestro. Un pórtico lo registró. Cuando pidieron los videos, lo encontraron en una bencinera cargando combustible.

Allí cometió un error casi absurdo: a la hora de cargar bencina, a cara descubierta y en pleno secuestro en marcha, entregó su RUT para acumular puntos y pagó con su tarjeta.

En tanto, los investigadores llegaron a la identidad de Á.C. por otro método: revisaron los números de teléfono que habían pasado por las antenas cercanas a los puntos geográficos clave del secuestro. Así, había dos números que habían estado en todos esos lugares al mismo tiempo: el del menor de edad y el de Villegas.

Lo otro que creen los investigadores que conocen bien la causa es que nunca estuvo planificado que Villegas tuviera participación en ayudar a esconder a los falsos policías. Su rol inicial era solamente vigilar, pero se vieron obligados a pedirle auxilio cuando el otro auto quedó en panne.

Villegas nunca escapó -dice Cofré- porque tenía miedo de lo que le podían hacer. Se enteró de que eran miembros del Tren de Aragua por la televisión.

La fuga

Dos días después del secuestro de Ronald Ojeda, Maickel Villegas decidió escapar de Chile. Lo hizo a través del paso internacional Colchane. Según los investigadores, el hecho de que el delito haya sido difundido a nivel nacional a las pocas horas bastó para que Villegas decidiera abandonar el país.

Además, según relatan las mismas fuentes, por lo general quienes se ven envueltos en un secuestro con homicidio abandonan Chile casi de inmediato.

Jeannette Cofré relata que llegó a ser defensora de Villegas a través de miembros de su familia. Según lo que comenta, Villegas le entregó algunos detalles de esos días de escape cuando lo visitó en la cárcel.

-Él llama a su madre y le dice que le va a poner su nombre a su hijo, porque parece que no estaba bautizado. Luego le dice: me voy. Y se fue a Venezuela.

Cofré sigue su idea.

-Llegó a Venezuela por tierra, después de unos diez o quince días. Llegó a la casa de su mamá, que vive en Chile, pero tiene un cuidador. Y se encontró con que destrozaron la casa de su mamá y el cuidador fue detenido por el gobierno de Maduro. Mientras no se entregara Maickel Villegas en Venezuela, ellos no iban a soltar a esta persona.

El prefecto Barrientos pide mesura frente a esta versión.

-Eso no está establecido fehacientemente. Lamentablemente no tenemos un canal fluido de información con las autoridades venezolanas. Presumimos que sí llegó a ese país.

A Villegas lo encontraron cruzando desde Panamá a Costa Rica. La intención, presumen, es que haya estado tratando de llegar a Estados Unidos.

Según detalló a La Tercera la Oficina de Asesoría Técnica y Relaciones Internacionales (OATRI) del Ministerio Público de Costa Rica, Villegas fue detenido el 12 de julio “en Paso Canoas por la Policía de Migración. Fue detenido administrativamente por su condición migratoria irregular”. La alerta roja de Interpol que puso la PDI chilena saltó, y arrestaron a Villegas, quien fue trasladado a San José, la capital de ese país.

Fuentes de Cancillería y del Ministerio Público señalan que la extradición de Villegas se logró en tiempo récord: desde su detención ese viernes solo pasaron algunas horas entre que se formalizó en ausencia ante el Tercer Juzgado de Garantía de Santiago. La Corte de Apelaciones de Santiago, en tanto, constituyó de urgencia la sala de turno para conocer la petición de detención preventiva elevada desde el tribunal de garantía. La misma Subsecretaria de Relaciones Exteriores, Gloria de la Fuente, viajó a Costa Rica para presentar personalmente la solicitud formal de extradición al Canciller de ese país, Arnoldo André Tinoco.

Según fuentes del Ministerio Público, Villegas estuvo a punto de declarar en Costa Rica. Pero eso cambió cuando la abogada defensora, Jeannette Cofré, tomó su patrocinio. Allí, el repartidor se retractó.

Cofré explica esto.

-Lo querían hacer es declarar sin que tuviéramos acceso a la carpeta.

Hassel Barrientos dice que uno de los grandes obstáculos de la investigación ha sido la traba de la migración.

-Ha sido una investigación bastante acuciosa, pero también compleja. Porque se trata, en el caso de los autores, de personas extranjeras. Muchos de ellos están en condición migratoria irregular. Ha costado levantar la evidencia.

Barrientos dice algo más.

-Hay complicaciones. Cuando fueron individualizados e imputados, estos ciudadanos ya estaban fuera del país. Son delincuentes que tienen rutas de escape ya establecidas para ejecutar operaciones delictivas en nuestro país.

Por esto Barrientos asume algo.

-No tenemos certeza de que el resto de los imputados estén fuera del país.

El Ministerio Público, por su parte, se reservó indicar para este reportaje si es que hay más sujetos identificados.

La defensora de Villegas mantiene su postura: dice que el repartidor fue engañado y amenazado.

Pero el fiscal adjunto jefe de la Fiscalía Metropolitana Sur, Alex Cortez, cree lo contrario: la participación de Villegas es clara.

-Hay evidencia contundente que da cuenta del conocimiento de lo que estaba haciendo.

Su defensora critica algo más: que la causa de Villegas se haya separado de la principal.

-Acá están deteniendo gente para mostrar resultados -dice-. Y lo otro, ¿por qué el fiscal aún no me acredita como abogada en la causa? Ellos tienen muchos videos y aún no tengo acceso a ellos.

Desde Fiscalía dicen que las causas se separaron para evitar que los tiempos que disponen para investigar la causa principal, la de Ojeda, se hagan más cortos. Además, agregan, quieren evitar las filtraciones de información por el constante cambio de patrocinios de abogados defensores.

Nueve meses después del secuestro, solo hay un punto en que concuerdan tanto los investigadores como la defensora: a Ronald Ojeda siempre quisieron matarlo.