Cuando había que ir disfrazado al colegio, iba de bombero. Al mes de cumplir los 18 años entré al servicio. Fue algo espontáneo, no me lo cuestioné y nadie me obligó. Esta vocación tiene distintas motivaciones; la mía es familiar. Mi padre lleva 55 años de bombero y cinco de sus seis hijos también lo somos. Mi hijo mayor, de 26 años, también lo es. Los bomberos no jubilan, siempre tienen una función, aunque sea más pasiva. Es algo que se lleva siempre, hasta la muerte.
No existe el tiempo libre. Estudié prevención de riesgos y ahora trabajo en una empresa vinculada a la energía. Así que uno le resta tiempo a la familia para ser bombero. Tuve que irme de cumpleaños y eventos. Un momento estás bailando y, de repente, te tienes que ir; o estás en camino al cine y te llaman porque hay un incendio. Con el tiempo, uno se va organizando, se hace más responsable de los compromisos familiares.
Cada bombero tiene su propia relación con el fuego. En general, es el enemigo. Aunque más que pensar en eso, la pregunta es "por qué soy bombero". La mejor respuesta que he escuchado me la dio un recién ingresado: "Porque le da sentido a mi vida". Entonces el vínculo con el fuego, en esta institución, se da a través del combate. Y eso le da sentido a mi vida, me hace útil.
Estuve en el incendio de Mathiesen Molypac. Fue el 12 de diciembre de 1995, un incendio de alto riesgo. Recuerdo que me costó mucho llegar. Estaba lleno de químicos, así que hubo muchas explosiones, se generó una situación para la que no teníamos experiencia. Increíblemente, murió solo una persona. Fui pitonero esa vez. En esos momentos uno piensa muchas cosas, pero yo nunca me cuestioné lo de ser bombero.
Hay que derribar algunos mitos: en todos los países hay bomberos voluntarios. En EE.UU., el 40% son rentados y el 60% son voluntarios. La diferencia es que, en Chile, ningún bombero es remunerado. Seguiremos siendo voluntarios mientras así lo queramos.
Obviamente que los bomberos tenemos opinión, pero si uno tiene un rol, debe enfocarse en él. Nosotros solamente nos enfocamos en extinguir, no nos preocupamos de las motivaciones de las personas para manifestarse o quemar propiedad. Nos permite brindar este servicio para salvar vidas y bienes. Uno no hace ningún distingo de quién sea o dónde sea.
Siempre es mayor el reconocimiento que las agresiones. La gente corre las barricadas al vernos y, en general, nos respeta.
Bombero que pierde el miedo se transforma en algo peligroso. El miedo es importante. Siempre hay que tener respeto por lo que uno hace. El miedo regula y permite tomar las decisiones adecuadas.
Uno se prepara para muchas circunstancias, pero no para esto. Antes nos tocaba atender el 11 de septiembre y el Día del Joven Combatiente, que eran muy conflictivos, aunque nada comparado a esto. También hemos vivido terremotos, incendios forestales muy complejos, emergencias en otros países y estas dos semanas también han sido muy difíciles. Solo el tiempo, con su justa medida, dirá con qué se pueden comparar.
No tengo otros intereses. Quiero terminar mi período de comandante, volver a mi compañía y de ahí bajar el nivel de actividad para dedicarme a otras cosas y ver cómo canalizo ese tiempo libre. Solo quiero tener una vida un poco más normal.