Necesitaba hacer algo más artístico. Era plena época de protestas en dictadura, cuando tuve una crisis vocacional. Estudiaba Ingeniería en la Universidad de Chile y decidí solo terminar el plan común y cambiarme a Cine. Al hacer la práctica elegí el área de sonido en el estudio Filmocentro, donde me pedían locutear cosas chicas. Así fue como de a poco entré en este mundo.
Dentro de 10 años, espero solo hacer locuciones que me gusten. Al principio, cuando renuncié al estudio y opté por dedicarme por completo a ser locutora, aceptaba todas las pegas que me ofrecían, porque tenía dos hijos que mantener. Hoy filtro cada vez más.
El tono de voz para el Metro debía ser neutro y calmado. Hicimos muchas pruebas para dar con lo que se necesitaba. Era importante lograr esa sensación, porque les vas a hablar todos los días a personas que van en un vagón camino a su trabajo o que muchas veces están contra el tiempo. Fue justo hace una década que grabé la voz de la Línea 1 del Metro de Santiago, en septiembre de 2009. Luego seguí con las líneas más nuevas, que sumaron mensajes en inglés.
No me da pudor escucharme. Creo que el trabajo que hice es bueno. Eso sí, un amigo me dijo hace un tiempo que a la Estación El Golf la pronunciaba sin la efe final, pero eso tiene que ver con que el sistema de audio es de baja fidelidad.
Me han reconocido tres veces. Una vez fue en una tienda de jeans donde el chico que me estaba atendiendo se dio cuenta; otra vez fue con una ejecutiva de una compañía telefónica. La voz del Metro debe ser el 1% de mi trabajo. También soy la voz que sale en los parlantes generales del aeropuerto de Santiago, esa que te da mensajes de seguridad antes de subirte a un avión.
A veces llamo para pedir una hora al doctor y escucho mi voz. Resulta que muchas veces esa grabación que te dice que te mantengas en línea para esperar ¡soy yo! También me pasa que algunos amigos me presentan como la voz del Metro a la gente nueva. Termino diciendo: "Se inicia el cierre de puertas", lo que ayuda mucho a romper el hielo.
Los locutores estamos desprotegidos. Durante mucho tiempo fuimos solo un grupo de 30 personas. Juntos hemos tratado de sindicalizar el gremio sin mucho éxito, porque no hay una ley que nos respalde. Fernando Solís, y otros más, se contactaron con locutores de Argentina y Uruguay que están mucho más avanzados que nosotros; también fuimos a hablar al Congreso con algunos diputados y hasta tratamos de unirnos al sindicato de actores, pero nada nos resultó.