Durante la cobertura de La Tercera de las elecciones presidenciales en Argentina, una de las frases que más se repitió, tanto previo como posterior al balotaje en que Javier Milei se transformó en el próximo mandatario transandino, fue: “No lo sé”. Ni quién iba a ganar, ni -con el economista de La Libertad Avanza ya preparando su arribo a la Casa Rosada- cómo se darán los primeros tres meses de la administración libertaria, ni si logrará terminar su mandato. Pero los argentinos sí saben una cosa. Independiente de quién hubiera ganado, vendrán meses duros.

“Estamos felices. No sabemos lo que va a pasar, porque nos han vendido muchas veces, pero queremos un cambio. Esto ya no puede seguir. Muchos años, muchas décadas con lo mismo, así que estamos felices de que la gente haya reaccionado”, señaló a este periódico Noelia (43), una de las cientos de personas que acudieron a celebrar al Obelisco la noche del 19 de noviembre. Acompañada por su esposo y sus dos hijos, admitió que “lo que pueda llegar a pasar es una incógnita, pero de este gobierno (el saliente, de Alberto Fernández) se puede esperar cualquier cosa”.

Los partidarios del presidente electo argentino Javier Milei celebran en el obelisco después de la victoria libertaria. Foto: REUTERS.

Las posibles medidas que tomen Javier Milei y su gobierno, especialmente las que a la economía refieren, podrían decantar la balanza hacia el estallido en las calles, con los sindicatos expectantes y recién saliendo del shock inicial.

Loris Zanatta, profesor de Historia de América Latina en la Universidad de Bolonia, Italia, aseguró a este diario que “si uno le preguntara a un peronista, contestaría que desde el regreso de la democracia, en 1983, el movimiento siempre fue leal con los gobiernos democráticos no peronistas. Pero eso no es para nada así. La agresividad contra los gobiernos no peronistas fue variable, pero siempre hubo una enorme agresividad”.

En el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) se dio la cuantiosa cifra de 13 paros nacionales en un plazo de 67 meses –”esto roza el golpismo”, señaló Zanatta–. Con Carlos Menem (1989-1999), fueron ocho en 125 meses, mientras que Fernando de la Rúa (1999-2001) enfrentó nueve en 24 meses. En los gobiernos kirchneristas, el propio Néstor Kirchner (2003-2007) tuvo que lidiar con un paro en sus 55 meses, y Cristina Kirchner (2007-2015), con cinco en 96. Mauricio Macri (2015-2019), en tanto, también vivió cinco, pero en solo una gestión de 48 meses.

Período de gracia

Si bien las encuestas pronosticaban mayoritariamente una victoria de Javier Milei en las elecciones del domingo pasado, no previeron una distancia tan grande como la que se dio. Casi 12 puntos de distancia entre Sergio Massa, el ministro de Economía que el peronismo proclamó como su representante, y el candidato de La Libertad Avanza, quien hace solo dos años hizo su arribo a la política tras lograr un cupo como diputado de la nación por la ciudad de Buenos Aires.

Ese margen, equivalente a 14,4 millones de argentinos entregando su respaldo a Milei, pero entre dos candidatos diametralmente opuestos, abre las interrogantes sobre si el nuevo mandatario contará con los famosos 100 días de “luna de miel” que generalmente acompañan a una nueva administración. Pero hay un dato no menor. Milei toma el mando de la Argentina del 142% de inflación interanual, con un 40% de pobreza y una soga al cuello llamada deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En opinión de Julio Burdman, politólogo argentino, saber si se dará el período de gracia “es muy incierto”. “Yo creo que Milei va a encarar de entrada una apertura del mercado de cambios, que va a ser un tema muy complejo”, dice. La razón sería la aplicación de algunas de las más polémicas medidas económicas del presidente electo, donde destacan ideas como la dolarización, pero más inmediato, cree Burdman, su propuesta de eliminar el cepo cambiario. Esta hace referencia a la fuerte intervención que el Estado hace en el mercado de cambios, donde se prohíbe la compraventa de muchos de los dólares que circulan en Argentina.

El intento del gobierno por controlar el complejo mercado cambiario, que se arrastra durante varios gobiernos, tiene como objetivo el evitar que los argentinos compren dólares de forma masiva como estrategia para refugiarse de la inflación, lo que implicaría una devaluación del peso local.

Un billete de mil pesos argentinos sobre varios ejemplares de cien dólares estadounidenses. Foto: REUTERS.

“Milei va a eliminar el cepo, y será complicado, porque una vez que abra el mercado de cambios, seguramente va a haber una gran corrección de los precios, se va a dar un período inflacionario fuerte y eso va a traer alzas de precios, problemas varios, y seguramente el enojo de muchos argentinos con el gobierno. Por lo tanto, yo creo que no va a haber luna de miel. Más que un período de gracia, lo que va a ocurrir es la pregunta sobre la tolerancia –o no– de la población a la apertura del cepo bancario”, planteó Burdman.

El propio Javier Milei señaló que los seis primeros meses de su gestión “serán muy duros”, porque “el ajuste lo vamos a tener que hacer”. Advertencia también dada por el expresidente Mauricio Macri, a todo esto, personaje que logró introducir en el gabinete a varios nombres suyos, en una contradicción a la propuesta inicial de Milei sobre eliminar a la “casta”, en sus propios términos. Allí, destaca la inclusión de Patricia Bullrich como la próxima ministra de Seguridad, repitiendo el cargo que Macri le dio en su gobierno, y pese al calificativo de “tirabombas” que Milei le dio a su rival durante la campaña de primera vuelta.

Pero el nombramiento que, probablemente, más olas políticas y económicas generará, es el sindicado como nuevo ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, exfuncionario macrista que en su tiempo fue calificado como “el Messi de las Finanzas” cuando ocupó el puesto de ministro de Finanzas, entre 2017 y 2018. “Casta” pura.

En términos concretos, La Libertad Avanza simplemente no cuenta con suficientes miembros calificados como para rellenar los cientos de puestos de primera línea que el Estado argentino requiere, lo que, tarde o temprano, llevaría al espacio libertario a utilizar la alianza forjada con Macri.

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, sonríe junto al expresidente Mauricio Macri durante la ceremonia de investidura, el 10 de diciembre de 2019. Foto: REUTERS.

Los sacrificios, en todo caso, están asumidos por parte de los votantes mileístas. Con 70 años de edad, Ricardo Romero señaló haber votado al libertario, pero, además de por una razón político-ideológica, lo hizo en respuesta a una supuesta “involución de los valores”. “Estos tres meses van a ser complicados, pero es una ventana al futuro. En esos 100 días habrá que hacer un sacrificio. Creo que todos tenemos que poner el hombro para sacar este país adelante. Había que hacer un corte con los partidos tradicionales, el radicalismo y el peronismo, sobre todo este último”.

Metros más allá, en la Plaza Lavalle, frente al Teatro Colón, un grupo de estudiantes celebraba el fin de su etapa escolar con una fiesta, DJ incluido, bailando en una esquina de la plaza con la ropa del colegio, la cara y el pelo pintados de múltiples colores.

“Es un país muy rico, es una lástima que haya habido una involución en todos los valores, en la educación y basta con ver acá”, y apunta a los jóvenes. “Estamos viendo un espectáculo desgraciado, pero bueno, es la juventud”, cerró.

La respuesta opositora

“Se viene el estallido, se viene el estallido, de mi guitarra, de tu gobierno, de tu gobierno, también”. Así comienza Se viene, canción de Bersuit Vergarabat que el electo Presidente de Argentina, Javier Milei, solía utilizar en sus actos de campaña. Le gustaba usarla como metáfora de “la casta”. ¿Podrían darse vuelta los roles?

En las celebraciones posteriores al domingo 19, Agustín Fabri, que a sus 19 años dijo conocer a Milei desde hace al menos cuatro, cree que lo que se verá en los próximos meses será “destrucción. Van a intentar boicotearlo, porque siempre pasa. No importa quién gane, siempre va a pasar lo mismo. Esperemos que no pase nada tan grave, pero es lo que podría ocurrir, dentro de todo”, dijo a La Tercera.

Un manifestante sostiene una pancarta que hace referencia al número de desaparecidos durante la dictadura argentina de 1976-1983 con el nombre del presidente electo de Argentina, Javier Milei, frente a la Casa Rosada. Foto: REUTERS.

Tras el shock inicial entre los referentes de la Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT) luego de la derrota oficialista de hace una semana, los engranajes sindicalistas empezaron a moverse en los días siguientes, en un intento por responder a una derrota que, si se la imaginaban, no la estimaban por tal margen de distancia entre Massa y Milei.

Lentamente, reaccionaron durante la semana. Primero fue Pablo Biró, titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, que reaccionó a la propuesta del electo presidente de “entregar Aerolíneas Argentinas a sus empleados” de manera muy dura. “Si se quiere cargar Aerolíneas, nos va a tener que matar. Y cuando digo matar, literalmente; nos va a tener que cargar muertos. Que me anote primero”, disparó. Horas después, salió a retractarse.

El jueves, sin embargo, se reunió la cúpula de la CGT para analizar sus próximos pasos, momento en que se declararon en alerta, pero sin intención de confrontación inmediata. “Ni un paso atrás por los derechos laborales y la justicia social”, señalaron en la instancia. “Nadie se va a pintar la cara antes de tiempo, pero vamos a mantener la guardia alta y el monitoreo de las medidas que el nuevo gobierno pueda adoptar en perjuicio de los puestos de trabajo, los salarios y los derechos sociolaborales”, agregó un dirigente que participó del encuentro, según consignó La Nación.

El mismo día se realizó un Plenario Piquetero Nacional en la Ciudad de Buenos Aires, el que se movilizó pasado el mediodía al centro porteño y se juntó con la tradicional ronda de los jueves de las Madres a la Plaza de Mayo. “Al ajuste que se viene, claramente debemos enfrentarlo con la organización y lucha de los trabajadores”, dijo en la mañana el dirigente Eduardo Belliboni.

Para Loris Zanatta, es posible que se den dos corrientes al interior del peronismo: el kirchnerista, junto a los movimientos sociales, radicalizados o no, y el peronismo no kirchnerista y el provincialismo. Sobre el primero, aseguró que “ya hablan de resistencia, y eso lo dice todo. Sospecho que harán de todo para debilitar el gobierno, para desestabilizarlo, y no tengo ninguna duda de que, de servir la violencia, intentarán utilizarla también. Y si uno de ellos cae en un conflicto en una plaza, para ellos mejor todavía, porque los mártires son la base de la revolución”.

Miembros del grupo de derechos humanos Madres de Plaza de Mayo protestan contra el presidente electo de Argentina, Javier Milei, el 23 de noviembre. Foto: REUTERS.

En el segundo caso, donde cabría incluir al saliente gobernador cordobés Juan Schiaretti, “el peronismo provincial, el más moderado y tradicional y también más pragmático, intentará pactar con Milei, intentará menemizarlo, o sea, llevarlo a un pacto de tipo corporativo, como el que los gobernadores crearon en su momento con Menem. Y supongo que podrán lograrlo”.

¿Se podría dar un estallido social similar al ocurrido en Chile en 2019? En opinión de Julio Burdman, “la apertura de mercado de cambios y el impacto que puede tener en los precios de los alimentos, tal vez de las tarifas de servicios públicos y domiciliarios, y otros productos que tienen relación con el valor de dólar”, podrían condicionar algo así.

“Si el dólar aumenta mucho, obviamente eso se va a trasladar también a la tarifa eléctrica o las carnes y verduras, que son todos productos, tanto la electricidad como los alimentos de exportación, que están cercanos al precio del dólar. Lo mismo los combustibles, y cuando aumentan los servicios domiciliarios, combustibles y alimentos, tiene impacto en toda la cadena de precios”, cerró.