La pandemia del coronavirus cayó como un balde de agua fría para la Unión Europea. Si a comienzos de año podían celebrar con un liderazgo nuevo por haber salido airosos luego de una década en la que enfrentaron una severa crisis económica, una crisis de refugiados, además del drama que conllevó el Brexit, podían incluso pensar en la idea de reformar el bloque tal como lo planteó el Presidente francés, Emmanuel Macron, a fines del año pasado. Sin embargo, llegó el Covid-19, que con más de 158 mil muertos en el bloque, se ha transformado no solo en una crisis sanitaria de inconmensurables dimensiones, sino que también en un desafío económico, político y social, que incluso ha llevado a que surjan voces que cuestionen los pilares que sustentan a la UE.
Ejemplo de esto es lo que ocurre en países como Italia, donde el coronavirus ha dejado más de 32 mil muertos. Los italianos han comenzado a perder la fe en el bloque y crece el número de partidarios de abandonar la Unión Europea, al sentir que los países menos afectados por la pandemia no los han ayudado. Así lo reveló un sondeo de abril de Tecné, en el que un 42% de los consultados se mostró a favor de abandonar el bloque. En noviembre de 2018, solo un 26% respaldaba la idea.
“He cambiado mi forma de pensar sobre Europa. Estamos enfrentando una emergencia y ver que estos países dan su espalda es realmente incómodo”, dijo Marco Tonde, agente de bienes raíces, citado por la BBC. Es en este contexto que muchos ya han comenzado a preguntarse: ¿Cuánto cambiará Europa luego del coronavirus?
Tal como lo planteó el agente inmobiliario, el Covid-19 puso de manifiesto las divisiones al interior del bloque en momentos en que los Estados miembros debaten sobre el tamaño que tendrá el Fondo de Recuperación para la pandemia. El lunes, Alemania mostró un cambio radical cuando la canciller alemana, Angela Merkel, estuvo de acuerdo con la idea de su homólogo francés, Emmanuel Macron, para que unos 500 mil millones de euros del presupuesto comunitario sean destinados a un fondo de reconstrucción. Madrid y Roma son los que más han alzado la voz para pedir ayudas financieras de fondos europeos y ahora les prometieron subvenciones, en lugar de préstamos. Eso sí, es una idea que tiene que ser aprobada por los 25 restantes y que ya despertó el enojo de los llamados países frugales: Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca.
En conversación con La Tercera, el investigador del centro de estudios Carnegie Europe, Stefan Lehne, señala que las divisiones reales entre los países del norte y el sur en el bloque ya se habían abierto en la crisis financiera y nunca se sellaron, por lo que se puede esperar que en un mundo post-coronavirus persistan. “La diferencia de ahora es que los países más afectados del sur, como Italia y España, no pueden ser culpados por lo que pasó, sino que si se quiere decir, tuvieron mala suerte. Por primera vez tenemos a estos dos protagonistas de ambos lados, Francia y Alemania, que lograron unirse para llegar a un acuerdo común para tomar un riesgo. Sin embargo, el problema es que el momento para que todos sigan a Francia y Alemania ya pasó. Ahora muchos otros países tienen dudas y no están listos para adquirir esta clase de deudas”, señaló Lehne, quien trabajó durante años en el ministerio de Relaciones Exteriores de Austria y en el Consejo de la Unión Europea.
“El resultado es incierto. Pero es muy importante que Alemania haya cambiado su postura, porque es uno de los más férreos defensores de esta suerte de escuela a favor de la reducción del riesgo. Aunque si no logramos revivir la economía en una buena forma, sobre la base de la solidaridad, entonces los desequilibrios entre el norte y el sur van a ser más grandes, las tensiones serán más grandes”, añadió.
Para la directora de Europa y Geopolítica del think tank en Bruselas Friends of Europe, Shada Islam, “la nueva postura económica que ha surgido recientemente es muy importante, teniendo en cuenta su foco en la inversión en la salud pública, la protección de los trabajos y las empresas”. “Los gobiernos de la Unión Europea, en este tiempo, no se pueden enfocar en rescatar a las grandes compañías e ignorar las necesidades de las de las personas sin trabajo. El paquete de recuperación tiene que estar enfocado en las personas, de otra forma, el proyecto europeo habrá sufrido un duro golpe”, explicó a La Tercera.
“La Unión Europea está tratando ahora de compensar por el tiempo perdido y hay esfuerzos para mostrar al mundo y a los ciudadanos europeos un frente unido. Pero creo que las heridas de este período, la falta de solidaridad, no sanarán muy rápidamente. Esto porque las economías europeas se están desacelerando por las medidas de confinamiento. Si bien la Unión Europea no se desmoronará por esto, tomará tiempo para que se sanen las diferencias”, añadió Islam, una de las intelectuales más influyentes de Bruselas según Politico.
En este contexto el problema del confinamiento no ha sido menor: las personas se encerraron en sus casas desde Madrid hasta Varsovia por igual, con la evidente consecuencia de la paralización de la economía. Se espera que este año el PIB caiga 7,4%, en comparación con el 4,3% que se contrajo en 2009, el peor año de la crisis financiera.
El regreso de las fronteras
Por otro lado, en un artículo del think tank Centre for European Reform, el analista Charles Grant señala que existen tendencias que se están produciendo en el bloque, las que si bien se conocían con anterioridad a la llegada de la pandemia -como las divisiones internas-, ahora se están acelerando, algo que es posible ver con el fortalecimiento de las fronteras, por ejemplo.
Grant explica que antes de la llegada del coronavirus, la Unión Europea había hecho esfuerzos significativos para fortalecer la frontera externa de la zona Schengen, luego de la crisis migratoria de 2015. En ese sentido, la agencia fronteriza del bloque aumentó su rol para complementar el trabajo de los guardias fronterizos. Eso no impidió que algunos países tomaran sus propias medidas proteger sus límites.
“El coronavirus evidentemente ha aumentado la sospecha hacia los extranjeros. El 16 de marzo los países de Schengen acordaron que cerrarían su frontera externa para los viajeros no esenciales. Han brotado más obstáculos al movimiento dentro de Schengen, como los controles entre Francia y Alemania. En algún momento los gobiernos tendrán el virus más o menos bajo control, pero ellos estarán muy recelosos de relajar la frontera de Schengen”, señaló el experto.
Otros de los problemas que ha sacado a la luz la pandemia es que no existe una respuesta europea al respecto, debido a que las instituciones no tienen una prerrogativa para hacer frente a situaciones sanitarias, ya que la salud es un tema que le compete a cada Estado. No fue sino hasta que el brote golpeó a la región italiana de Lombardía que el bloque se preocupó por el Covid-19.
“Siempre han sido competencia de cada Estado los temas de salud y eso va a seguir. Lo que sí tiene sentido que cambie es que haya competencia a nivel europeo es cuanto al manejo de las pandemias. Por ejemplo, que tengamos un sistema de advertencia temprana, para almacenar medicamentos, un sistema común para almacenar sistemas de protección, para desarrollar vacunas y medicamentos”, indicó Lehne.
En la misma línea, Vessela Tcherneva, del centro de estudios European Council for Foreign Relations, sostuvo que en una Europa post-crisis “veremos más coordinación interna en relación a los asuntos de la salud entre los Estados miembro, lo que es una buena noticia para los sistemas de salud menos desarrollados”.
A nivel general, Tcherneva sostiene que la crisis del coronavirus ha mostrado el regreso del “gran Estado”, donde los gobiernos dirigen la economía durante los tiempos difíciles, lo que necesitará más recolección de información y en algunos casos mayor vigilancia. “Cuando miremos hacia atrás la crisis actual, probablemente la veremos como un gran catalizador de la digitalización. Solo las democracias robustas podrán lidiar con estos cambios sin convertirse en un modelo a lo “Gran Hermano”. Por lo tanto, el caso Húngaro es muy importante. Se tienen que detener esas políticas de adquirir poder de manera ilimitada, como el Presidente Viktor Orban”, explica a La Tercera, Tcherneva, quien ejerció como portavoz de la cancillería de Bulgaria.
“Si la Unión Europea tiene éxito en persuadir a sus ciudadanos de que es el garante de su seguridad y prosperidad en el largo plazo, mediante el Fondo de Recuperación o simplemente al recolectar mascarillas o medicamentos, será un gran paso en el proyecto en sí mismo. En cierta forma se trata de la sobrevivencia de la Unión Europea”, concluyó Tcherneva.
Así, al tiempo que el continente enfrenta -como lo dijo la canciller Angela Merkel, “la peor crisis de su historia reciente”-, ya es posible ver en la práctica algunos cambios: no solo las personas ahora usan protecciones como mascarillas, sino que también los restaurantes han establecido medidas para mantener el distanciamiento social. Además, algunos países -que tienen el mismo nivel de control de la pandemia- acordaron burbujas de viaje, en la que sus habitantes podrán cruzar las fronteras. Eso sí, se vienen muchos otros cambios.