Han pasado dos semanas de la elección del 7-M y Natalia Piergentili, acaso una de las más derrotadas, tiene el mismo diagnóstico desde el momento en que su lista no sacó ningún consejero, en que ella no salió electa y que republicanos barrió con el Consejo Constitucional que el país votó ese día.
A contrapelo de sus exsocios socialistas, Piergentili, presidenta del PPD, resolvió con su partido ir en una lista separada del PS y de Apruebo Dignidad, apostando a representar a una centroizquierda menos amiga del Frente Amplio y el PC. Pero le fue pésimo a su lista y, de paso, sus exsocios culparon su mal resultado obtenido al arrojo PPD. Piergentili lo sabe, lo asume y lo reflexiona.
-Nosotros hicimos la apuesta de ampliar la base progresista del gobierno y no resultó. Fue una derrota y hay que ponerles cara a las derrotas Ahora, ¿es una derrota del PPD, de la lista Todo por Chile o del progresismo chileno? Yo creo que es una derrota más amplia.
“No creo en las conjeturas numéricas hechas sin ninguna prolijidad, de que en una lista hubiéramos sacado no sé cuántos consejeros más. Entonces, si alguien quiere buscar un chivo expiatorio, la tozuda Natalia Piergentili que defendió las dos listas, no tengo ningún problema. Pero si alguien quiere mirar la realidad de lo que sucedió, yo de verdad estaría haciendo la autocrítica de todo el progresismo, que es qué pasa que los ciudadanos no ven en nosotros quienes puedan responder a sus dolores. Porque podemos alegar de que la elección versó mucho sobre el tema de seguridad, bueno, siempre versan sobre temas de coyuntura. Pero cuando uno analiza los datos y ve que tanto nuestra lista como Unidos por Chile les va mejor en los segmentos altos y medios, y no en los sectores populares, ese es el tema de fondo”.
¿Se desconectaron con esa parte de la sociedad que es la que están llamados a representar?
Hay cosas que tienen que ver con desconexión, con un lenguaje que es poco fácil. Esto de hablar de “los pueblos de Chile sobre las desigualdades”... Yo que trabajé en La Pintana, te diría que las señoras que iban a la oficina donde yo trabajaba no entienden nada de eso. Entienden si les dices: vamos a trabajar para que disminuyan las listas de espera o porque no haya balaceras en su casa. No hablamos de pobreza. Hablamos de agendas identitarias cuando todavía existen deudas sociales muy relevantes. Entonces, ¿puedes hablar de las dos cosas? Sí, el punto es cuánta importancia le das a cada cual.
Claro, porque alguien le podría decir que eso es como facho pobre o de la gente...
Cuando Bachelet impulsó todo lo que tenía que ver con la agenda de protección social e instaló la pensión para dueña de casa, podía hablar de matrimonio igualitario, porque estaba, por una parte dando respuesta a los dolores sociales y además imponiendo una agenda. Pero cuando tú solo estás imponiendo una agenda y la gente no es capaz de ver que te estás haciendo cargo de los dolores sociales, estás desintonizando. Hoy día no somos una mayoría social y eso hay que asumirlo para analizarlo y para revertirlo.
Usted dice que esto es una derrota de todo el progresismo, ¿cuál es el análisis con que se ha encontrado dentro de la centroizquierda y el Frente Amplio? ¿Hay una ceguera, quizás, en quienes plantean que no les fue tan mal?
No he tenido la posibilidad de conversar con todos los actores. Pero yo creo que no existe hasta ahora un análisis profundo sobre una decisión. ¿Cuál? ¿Yo le quiero seguir hablando al 30%, a los míos, a los que votaron Apruebo, a los que votaron por mi lista, o quiero volver a ser una mayoría social y política? Y yo creo que eso hay que declararlo, porque cualquiera de las dos cosas es absolutamente válida. Si tú me preguntas a mí, yo estoy por volver a construir mayorías sociales y políticas.
Por eso mi análisis de lo que sucedió es mucho más profundo, o debiese ser mucho más estratégico, mucho más amplio. En cambio, si yo estoy contenta con ese 30%, que es mi grupo objetivo, que es el mismo de la primera vuelta de Boric, etc…, claramente la autocrítica no me la tengo que hacer. Tengo que seguir como estoy y con el mismo relato. Por eso te digo que esa es una decisión anterior. Si tú me preguntas a mí, yo quiero volver a construir mayoría.
El desafío parece más difícil, porque usted está en el centro político que está desaparecido hoy…
No encuentro que esté ni en el centro político, ni que esté desaparecido. Y más que hablar de centro político, hablaría de una socialdemocracia que plantea reformas, no refundaciones, que plantea cambios, gradualidad, crecimiento económico, etc. Quien ahora diga ganó la derecha, tampoco está leyendo bien lo que sucede.
Chile se convirtió en un país que quiere respuestas, que busca inmediatez. Mira, en la última encuesta Bicentenario de la UC, que lleva 16 años haciéndose, por primera vez cuando tú le preguntas a alguien si sus hijos van a estar mejor que ellos, te dicen que no. Y la misma encuesta dice que para la gente el largo plazo es tres meses…
Ahora, independiente de la inmediatez, uno podría pensar que esa fórmula de progresismo ya no engancha, la gente ya no lo quiere. ¿Cómo se reconstruye ese discurso?
Yo creo que si tú le preguntas a la mayoría de los chilenos sobre si quieren un país que tenga ciertos mínimos sociales, que no haya abusos, que la desigualdad territorial no sea tan grande, te va a decir que sí. Yo creo que aquí el punto no es el mensaje, es el mensajero. Aquí los políticos hemos cometido errores que la ciudadanía ve y no perdona.
Pero ustedes tienen un problema de mensajeros, entonces.
Tenemos varios problemas. Primero, que somos parte de un gobierno que habla de seguridad, pero que después de los indultos perdió credibilidad. Y eso hasta ahora no se ha podido recomponer. O sea, la ministra Tohá, después de su brillante interpelación, después de cosas concretas que ha mostrado, la sensación no ha cambiado. Entonces, no es solo que la gente no quiera ciertas fórmulas de la Concertación, sino que espera más de la política. Al menos espera más sintonía con la política. Y creo que por eso hay tan buenos recuerdos de la Concertación, que terminó con muchas deudas sociales, pero no había día en que no se hablara de pobreza, de infraestructura, de seguridad, de cosas que la gente necesita escuchar y dice “este país va para adelante”.
¿Y cuánto influye en que no exista ese discurso el hecho de que aquí hay dos coaliciones que finalmente no logran tragarse entre ellas?
Yo creo que las coaliciones o las relaciones en la vida no se decretan, se construyen. Y es difícil construir coalición cuando tú eres gobierno y tienes al mismo tiempo que seguir haciendo. Cuando se armó la Concertación, pudieron ponerse de acuerdo distintas posturas, que habían estado en trincheras distintas, pero tuvieron el tiempo para hacerlo, la posibilidad de perdonarse mutuamente, de entender cosas y de tener, además, un enemigo común. Nosotros no tenemos tiempo ni la capacidad, porque somos gobierno. Entonces en vez de tener una conversación donde se expresan diferencias, se expresan a la hora de votar en el Parlamento, se expresan a la hora de opinar, se expresan a la hora de transmitirnos nuestras historias biográficas, políticas.
Por eso, cuando el Presidente llama a la unidad no se ve muy lograble.
Mira, si la unidad es que seamos una sola coalición, yo creo que eso no va a pasar. Por miles de razones. Pero si el Presidente nos dice, “yo los invito a la unidad para gobernar con esta agenda, para legislar con estas prioridades”, eso sí se puede hacer.
Ya, pero en la agenda están las diferencias. Por ejemplo, después de la elección está de nuevo en cuestión el programa. Hay un sector que quiere mantenerlo y otro con más inclinación a modificarlo.
Esa discusión es inoficiosa, porque tenemos minoría en el Parlamento. Fácil. Entonces, además, seamos concretos. Cuando Apruebo Dignidad dice “tenemos que volver al programa”. ¿A cuáles proyectos del programa? Porque ningún Mandatario ha llevado adelante todo el programa, que es una declaración más bien de intereses. Porque distinto es que en una reunión llegue uno y diga “creemos que las prioridades para nosotros son estas”. Segundo, creo que aquí la pelea no es entre nosotros. Es asumir primero cuáles son las urgencias sociales y cuáles de esas tienen que ser materia de ley. Yo creo que pensiones y tributaria.
Sobre eso, ¿estamos de acuerdo en ciertos mínimos? Sí. ¿Vamos a ser capaces de ceder en algunos aspectos porque resulta que no somos mayoría? ¿Qué nos importa más: terminar sacando una reforma con estos mínimos o hacer un saludo a la bandera? Pero de triunfos morales la gente no vive. Hay que tomar esas decisiones.
Ascanio Cavallo el domingo pasado planteaba que “el proyecto definitorio del Frente Amplio siempre ha sido barrer con el PS, DC, el PPD y el PR y toda esa hojarasca que considera repelente y anacrónica. No hay razón para no tomárselo en serio”. ¿Cómo se puede estar unidos cuando al final, cuando uno de los socios de esta alianza tiene por objetivo final barrer al otro?
Yo confío en lo que ha planteado el Presidente, que él no está por la teoría del reemplazo, que mucho tiempo estuvo. Que se da cuenta que somos necesarios, que gobernar es mucho más difícil de lo que se cree, que todo aquello que nos apuntaba con el dedo, no es por falta de voluntad o por desidia, es porque también hay obstáculos. También yo podría hacer un juicio a este gobierno en tres años y decir no hizo tal cosa e inmediatamente alguien me podría decir, “pero es que no hubo mayoría parlamentaria”, que era lo que muchas veces nos pasaba a nosotros, pero para ellos no había disculpas posibles. Entonces creo que la realidad ha sido súper clarificadora de las dificultades, que no nos exime a nosotros de haber cometido errores, etc. Ahora, por eso te digo, la unidad por la unidad, no.
Es unidad para qué.
La unidad de propósito en una agenda política y legislativa es otra cosa. Porque, además, nos fijamos mucho en el Parlamento, cuando muchas de las cosas que a las personas les llegan están en gestión. Hay mucho de precariedad o de falta de eficiencia, sobre todo en las instancias regionales, y eso también es parte de la experiencia cotidiana de las personas.
Al día siguiente de la elección, uno de los comentarios que se escuchaba en el mundo más de la izquierda era que el salvataje del Socialismo Democrático después del Rechazo no sirvió de nada. Les fue igual en votos.
A ver, fuimos juntos en el Apruebo y también nos fue mal. Y si alguien creía que a nosotros nos estaban invitando para salvar algo, se equivocó. Nos invitaron para ampliar una base de política, de gestión, en fin. Y creo, además, que los ministros del Socialismo Democrático siguen siendo los ministros anclas del gobierno.
Pensando en la próxima elección, que es la municipal, ¿repetirían la fórmula de las dos listas o van a ir juntas con el PS?
Creo que las condiciones políticas son distintas. Si uno no aprendiera de los fracasos sería el rey de los huevones. Pero creo que no hay que tomar decisiones sobre caliente, sino que trabajemos para tener los mejores elencos y competitivos, y veamos cómo lo hacemos. Porque, ¿cuáles son los criterios? ¿El que tiene mantiene o todo se puede disputar? Porque si tú me dices “el que tiene mantiene”, yo no sé si me siento representada con la gestión de Irací Hassler (PC) en Santiago.
Hay mucho temor en el mundo del Frente Amplio a esta ola republicana. ¿Cómo la enfrenta?
Primero, desde el reconocimiento de que ellos ganaron democráticamente, y que la gente vota con el sentido común que en ese minuto tiene. Y a propósito de eso, visualizar en qué cosas ellos lograron calar y nosotros no. Porque pararse y decir “es que estos fachos, que van a barrer con todo, que no van a respetar el Estado social democrático de derecho”, es seguir pensando que mides 1,80 m cuando mides 1,40 m. Y segundo, tenemos que enfocarnos en lo importante hoy día, que es este diálogo político para las reformas y mejorar la gestión. Yo no puedo generar adhesión si tengo problemas de gestión, si sigo hablando de la agenda identitaria y más encima peleo con los republicanos y encuentro que la gente es tonta porque votó por ellos.
¿Cuesta mucho que en su sector compartan eso?
No, yo te diría que no. Nosotros tenemos consejos como el PPD, pero queremos organizar un encuentro entre todo el Socialismo Democrático y que se sumen otros más para conversar esto, pero de verdad. No con el Twitter, ni el eslogan, ni la cuñita fácil, ni la cosa achorada. Y por eso te digo que para mí, la pregunta de fondo es la primera. ¿Dónde quiero estar? Porque si alguien me dice “yo quiero reafirmar a los míos nomás”, no sé si va a ser parte de una autocrítica más profunda.
Hay una pulsión importante en el Frente Amplio por afirmar a los suyos. Y creer que no hay que girar. Sacaron ocho consejeros.
Difícil gobernar sin construir mayoría.
¿No ve interés de autocrítica en ese mundo?
Yo creo que sí. Pero por eso te digo que es tan importante tomar esa decisión de base. Si les quieres seguir hablando a los monos peludos, al 30% que tienes, a les compañeres, no creo que tengas ganas de hacer autocrítica. Sigues apapachando a ese sector con la agenda de identidad sexogenérica y todas esas leseras. Ya. Pero si dices “chuta, nosotros fuimos mayoría social y política. Nuestros planteamientos fueron parte de la reconversión de este país y hoy día no lo somos”, pucha que te queda una brecha de autocrítica.
¿Qué debiera pasar aquí con el proceso constituyente? ¿Ve voluntad de las coaliciones de gobierno de sacarlo adelante? ¿O hay un cierto interés, dado el escenario, porque fracase?
Mira, uno no tiene que ser ególatra en esto. Cuando están los otros piensan que va a quedar la escoba y cuando están los míos, no. Pero déjame decirte que después de la experiencia anterior, calladito es más bonito. Entonces, sí creo que uno tiene que darles el beneficio de la duda a las fuerzas democráticas y republicanos, que yo no tengo nada que ver con ellos, son una fuerza democrática. Segundo, yo creo que si se respeta y se mejoran aspectos que tienen que ver con el acuerdo de los expertos, puede ser un texto minimalista, razonable, habilitador de procesos políticos. Y yo con eso me quedaría tranquila.
Y cerrar por fin el capítulo.
A estas alturas como que no tiene mucha importancia, pero yo a veces me pregunto, ¿le habremos dado respuesta razonable al estallido?
Bueno, esa es la gran pregunta.
¿Necesitábamos una nueva Constitución habilitante de procesos políticos? Sí, lo creo. Pero creo que el estallido no fue un estallido de izquierda, fue un estallido contra el abuso, no contra el mercado, sino que la gente quiere que le alcance para ir al mall y comprar. Y romantizamos o sobreinterpretamos, porque a lo mejor hubiese sido el momento para hacer un pacto social. Que esa debió ser la respuesta institucional.
Pero ya está.
Ya está. Pero por eso te digo, las soluciones que uno a veces da a ciertos problemas, por muy bien que te parezcan en su minuto, uno tiene el derecho de evaluarlas en la perspectiva. Y sigue urgiendo un pacto social. Y creo que en eso Boric tiene la oportunidad de decirle a la derecha, bueno, “mire, soy minoría, no voy a poder hacer tal y tal cosa, pero al menos, entre todos, entreguemos a Chile una reforma de pensiones”. D