Decirlo así a secas, “... si hay un resultado estrecho...” no basta. Es muy simplista y se presta para equívocos porque -además- a este nivel de nervio cada uno puede entender lo que quiere. ¿Estrecho en qué? ¿Como para no reconocer una derrota o dilatar la capitulación cuando vaya el 70%, 80% del conteo? ¿Para no ir a saludar al rival esa noche? ¿Anunciar que se va a pelear el resultado? ¿O ir a impugnar todo el proceso posterior ante el Tribunal Calificador de Elecciones?
Todos esos escenarios hipotéticos implican cosas distintas y nadie tiene una bola de cristal (aunque en la derecha campean más las voces que creen que esto no será por nariz). Para despejar las últimas dudas antes de mañana, La Tercera PM hizo una postrera ronda de consultas en el Servicio Electoral y en el comando de José Antonio Kast, que es el que puso el tema en los últimos días al advertir que un desenlace muy ajustado sería revisable o reclamable.
“Un voto por mesa es algo absolutamente reversible con un recuento de las mesas” dijo ayer en candidato el Partido Republicano (Radio Agricultura). Gabriel Boric ha dicho ya que no objetará el resultado si pierde y lo reconocerá.
Antes de entrar a estas honduras, un poco de historia. Desde que las presidenciales han llegado al balotaje, nunca ha habido un final apretado. Eso de recordar los 31.140 votos de Ricardo Lagos versus Joaquín Lavín 1999 -cerca de uno por mesa de la época- es un craso error porque fue la distancia en primera vuelta. En segunda el UDI perdió por 187.589 y eso es hasta ahora el epílogo más peleado. El Sebastián Piñera v/s Eduardo Frei 2013 fue por 223.392 sufragios; el Michelle Bachelet v/s Piñera 2005, por 486.625, y en el Piñera v/s Alejandro Guillier 2017 la brecha fue de 636.290.
Para que mañana el ganador se imponga exactamente por un voto por cada mesa existente en el territorio nacional, su ventaja al final del escrutinio tendría que ser de 46.639 preferencias. ¿Es estrecho eso como para que el desenlace pueda ser revertido? En el Servel hay quienes hacen ver un detalle: la diferencia entre el conteo que hizo el servicio y lo que calificó el Tricel de la primera vuelta fue de apenas cerca de 1.277 votos. En rigor, ese fue el margen de corrección, dice una voz, que definiría desde ese punto de vista un balotaje demasiado estrecho.
En el comando del republicano: sí, es cierto, pero en primera vuelta no se dio la pelea a fondo en las mesas. Tenían cerca de 25 mil apoderados entonces, recuerdan, pero no se jugaban el resultado estando encima de cada voto y de cada acta. Kast ayer agregó que “lo que dice el Servel como números finales es distinto de lo que decreta el Tricel, que es la institución que tiene que determinar quién gana y quién pierde, y ese es el registro oficial”.
Y -para que quede registro- detalló que “pueden haber errores que se pueden producir o también algún que otro fraude que convierta un 1 en un 11 en una digitación o algo así, por lo tanto, un voto por mesa es algo absolutamente reversible con un recuento de las mesas, y eso es lo que hemos señalado como margen: 50 mil votos”.
Hechas las consultas en su anillo esta mañana, relataron lo siguiente. Uno, afirman que el asunto no lo han discutido a fondo ni tomado decisiones en piedra ante casos a, b o c. Dos, sí piensan -por ejemplo- que si la diferencia es bajo un voto por mesa cuando el Servel (que va a procesar esto muy rápido) lleve contado e informado el 80% ó 90% de los sufragios, o ya sean las 21 horas, daría para pensar y “no podrías reconocer el resultado ahí mismo, tendrías que esperar”.
Otras voces en el comando hablan de poner ojo si la brecha es inferior a 100 mil votos en el mismo día, pero que no habría nada que hacer ni pensar si es mayor. Pero ahí estamos hablando del mismo domingo, no aún de impugnar todo el proceso.
Dato curioso: según el Servel, en rigor las últimas-últimas mesas en escrutarse no son en Santiago ni en Chile, sino en la costa oeste de Norteamérica por la diferencia horaria: Los Angeles, Seattle, Vancouver, por ejemplo. Claro que son pocos votos.
Sigamos. Lo que pueda pasar en adelante no solo depende de si la diferencia es así o más de estrecha, sino del nervio de esta hipotética batalla, en la objeción u observación de votos y actas por parte de los apoderados de mesas. Si hay tensión, peleas o similares entre ambos bandos, tendría que ocurrir ahí, probablemente lo veamos en vivo.
El conteo además podrá ser visto in situ. “Hemos instruido que los locales permanezcan abiertos, porque el público tiene derecho a presenciar el escrutinio. Hemos establecido un aforo máximo de 10 personas por mesa como público -sin contar los vocales y apoderados- para presenciar el escrutinio, así que se debe respetar el acceso al local después de las 18 horas para esos efectos”, explicó ayer sábado el presidente del Consejo Directivo del Servel, Andrés Tagle.
Tampoco es llegar y objetar cualquier voto, “esto no es voluntad de un apoderado que pueda llevar todo lo que quiera, tiene que tener fundamentos. No se puede objetar un voto válidamente emitido”, agregó.
Los republicanos cuentan que desarrollaron una aplicación por celular para que todos ellos se conecten, pensada -más que para tener un conteo rápido paralelo- para tener su propio registro de posibles evidencias, con fotos de las actas y demases. Sin pruebas, de poco sirve seguir escalando eso si se da el caso.
A las 14 horas del lunes, se reunirán sí o sí los colegios escrutadores. Si el comando de Kast encuentra que desde su perspectiva tiene argumentos y razones, desplegará ahí apoderados y abogados, afirman. Estos colegios debiesen tener el mismo día un resultado.
En el cuartel general del republicano hacen una precisión. Solo si después de la tarea de los colegios escrutadores -que, dicen, se nutren de las actas y planillas de escrutinio- ellos siguen teniendo profundas objeciones, ahí recién se abriría la ventana para decidir si recurren al Tribunal Calificador de Elecciones.
“Puede quedar una diferencia sumamente estrecha y probablemente los comandos de los candidatos van a ir a los colegios escrutadores y van a seguir este proceso, y después van a pedir revisiones de todas las mesas que sean dudosas, o que tengan inconsistencias o discrepancias con otras del propio local, o de cuadraturas, que sean revisadas por el tribunal”, comentó Tagle ayer.
Siempre haciendo presente que en el comando esto no lo han discutido a fondo, en el comando detallan que no es llegar y dar ese paso, pedir revisar de nuevo las mesas o impugnar el resultado (sería primera vez en un balotaje presidencial de este tipo). Requiere condiciones.
Una es la brecha. Salvo que -después de todas las fases anteriores- sea cercana a los 10 mil votos, no lo harían. Pero el fondo, insisten, no es tanto el número, no basta que sea apretado. Tendrían que tener antecedentes que les permitan argumentar que el resultado de la presidencial se puede dar vuelta, que el trabajo de los colegios escrutadores no se condice con las actas y papeles que manejan sus apoderados. Si eso no sirve -agregan- lo más probable es que el Tricel no va a acoger un recurso si no cambia el desenlace.