No es llegar y largar nombres al aire. Tampoco -espetan varios- hablar de “nuevos liderazgos” en un desierto opositor que no se parece en nada a lo de antes, con varias pruebas por pasar antes de ver quiénes quedan en pie. Y quién sabe si a última hora, así de la nada, sale alguien que cercene los planes de los para entonces “favoritos” de la próxima presidencial.
Ahora la derecha parte a la “B” sin Piñeras ni Lavines ni nada similar que parezca hacer sombra; a casi toda esa generación la ven jubilada. Entremedio se les coló el recién vencido candidato presidencial que no se va ir a la banca, y a quien por lo mismo varios no tardaron ni un día después de la elección en poner en duda su lugar. Y las ineludibles preguntas: quiénes somos, para dónde vamos y cómo lo hacemos.
Con tal revoltijo y aunque es muy temprano para clavar apuestas, la carrera de ambiciones por hacerse del control de la oposición ya partió y de acá a marzo podría quemar su prólogo. Algunos de los más”jóvenes” y que lograron hacerse o conservar un espacio dibujan planes. Pero saben que poco depende de ellos mismos y que faltan datos cruciales antes de atarse a decisiones. En el sector enumeran: uno, el destino que tenga la predecible y para muchos necesaria feria de estoques más o menos largos para desentrañar las lecciones de la cadena de derrotas 2020-2021 (algunos aprovecharán la pasada de cuentas y culpas que comenzó para sacudirse rivales). Dos, esperar las señales del gabinete del presidente electo Gabriel Boric antes de que la o las derechas se inclinen por una oposición ruda desde el minuto uno.
Tres, el lío de cuántos hilos tendrá el puente colgante con los Republicanos, con cuyos parlamentarios negociarían votos desde proyectos hasta para luchar por las nuevas comisiones legislativas; capítulo aparte la mesa del Senado (lo que haga la UDI con ellos será una “señal tremenda”, ven algunos). El saliente oficialismo tomó rápidamente distancia de ellos y lo harán quienes quieran armar una derecha liberal; caso especial el drama en curso en Evópoli y los planes del mando UDI de reformatearse.
Cuatro, si el sector se volverá o no a partir entre Apruebo y Rechazo (ojo con los aspirantes a líderes) ante el plebiscito de salida con voto obligatorio de la Constitución (agosto-septiembre), de la que recién sabremos por goteo cuando hacia fines del verano comience a votarla la Convención (que expira en julio). Después, la pugna en Valparaíso por las leyes que deje el texto.
Esta gymkana tendrá su primera prueba en votos en las próximas municipales (quizá el 2024). Vamos a lo que -según cuchichean actores del sector y leyendo el mapa- podría ser este cuadrilátero.
Interesados, quién dijo yo
José Antonio Kast (55) tiene en contra no estar en el Congreso, que es donde varios creen se librará esta brega. Que los 15 diputados y el senador que eligió quizá sean más noticia que él. En Chile Vamos ven las cámaras sobre Johannes Kaiser, Gonzalo de la Carrera y Gloria Naveillán, aunque los primeros renunciaron forzadamente a Republicanos (un íntimo de Kast sentencia que “él debe ver cómo conduce su partido a una derecha con valores, pero no con ideas locas”). Y el resto de la derecha, más allá de sílabas de buena crianza, no se la va a regalar con tanto interesado.
También le cargan haber perdido por casi 1 millón de votos y que su 44,13% los deja casi como con Pinochet en el ‘88. Pero otros destacan que quedó apenas unos 140 mil votos bajo la marca de Piñera 2017. Los 3,65 millones que sacó Kast -prestados, dirán varios- son su gran póliza. Su gente sabe que es vital defenderlos (y engordarlos), y también que el resto del sector querrá expropiárselos lo más rápido posible.
“No los vamos a abandonar” dijo el miércoles a sus votantes y en Chile Vamos hay pretendientes susurrando que “ya perdió esos votos”, ”ese fue su techo”. Kast, dicen los suyos, asume que le toca recibir fuego derechista y no ha reclamado porque haya ocurrido tan pronto. Sus chances apuntan a entrar en “barrios populares”, armarse para las municipales y alcanzar “los 500 mil votos que faltaron”, piensa su anillo. Y según le vaya a Boric, claro. Todo está por analizarse (incluso replegarse mediáticamente, como creen sus aliados en la UDI).
A su rival Marcela Cubillos (54) la ven con un pie fuera del baile quienes creen que la Convención no luce mucho, que tampoco es parlamentaria, y que con su marido Andrés Allamand instalado en Madrid (terminado Piñera II asumirá como Secretario General Iberoamericano) estará yendo y viniendo. Pero aún es temprano para conjeturas. Su prioridad es la reconstrucción de la derecha y conversa con bolsones RN, Evópoli y UDI; cree que es un asunto más profundo que una simplona reyerta por liderazgos.
Su horizonte mira a un año (quien sabe después, dicen sus amigos). Uno, que el sector lea la derrota, enmiende y llegue al voto de los jóvenes que entraron al padrón electoral, y mujeres. Dos, que parlamentarios y convencionales unan cabezas. La crucial lucha constituyente no acabaría en el plebiscito; seguiriría en el Legislativo y ella considera que en torno a eso el sector ha de dibujar su relato en busca de mayorías.
Varios ven que no se marginó de las pasadas de cuenta (tuvo un round tuitero esta semana con Mario Desbordes a propósito de vetar o no a Sebastián Sichel, aunque cuesta tanto encontrar quien le vea a éste un futuro en la derecha).
Luciano Cruz-Coke (51) tiene todas las ganas tras llegar al Senado, pero está fuera del concurso por su nueva mesa (Evópoli tiene tres senadores). Le interesan comisiones como Constitución, Hacienda y otras. Según se plante Boric, piensa en ser un opositor dialogante y pro acuerdos -por ejemplo- si una reforma tributaria no le pega a las pymes. Pero no si se empujan indultos.
Votó Rechazo el año pasado. Tiene el voto abierto en el plebiscito de salida, pero -dicen los suyos- cree que la marca alcanzada por Kast deja el piso de un futuro Rechazo en 40% y ya no en 20%. En el Senado tendrá rivales con tanta o más hambre que él.
Manuel José Ossandón (59) pinta para uno. Sobrevivió al frente judicial, se reeligió con 280 mil votos (10,55%) y su primera meta es la presidencia del Senado. Pero en el sector no le perdonan aprobar los retiros de pensiones y abstenerse en la última acusación contra el Presidente Piñera.
Según termine la negociación izquierda-derecha para lotearse esa testera, si lo logra le tocaría un año y se daría el gusto de quitarle la banda a su antiguo rival y cruzársela a Boric en marzo; cree que a falta de apoyos derechistas podría conseguir ajenos. En RN piensan que las buenas relaciones que le atribuyen con el FA pueden ser útiles. Por la presidencia del Senado, Ossandón enfrenta -además del UDI Juan Antonio Coloma (65)- dos rivales.
Una es la senadora electa RN Paulina Núñez (38, ver entrevista en pág. 24) que según como sea lea, lo logró (15.637 votos) sin la amenaza de Karen Rojo, o con Sichel y la derecha en contra suya en Antofagasta (también fue pro retiros de pensiones). Además de su marido, el exministro Cristián Monckeberg, tiene las simpatías de Desbordes, quien se ve a sí mismo, a Monckeberg y al jefe RN Francisco Chahuán (50) fuera de esta liza.
Éste tiene a favor liderar el partido más grande aunque quemó harta nave por Kast (otros dirán que fue leal). Es vox populi que también busca la mesa del Senado para entrar en carrera, pero si es paritaria perderá margen. Y todos ven que es eso o seguir al mando del partido. Su secretario general, Diego Schalper: “El solo aparece como alternativa en la medida que a RN le toque al tercer o cuarto año porque está comprometido con su directiva que va a terminar su periodo”.
El reelecto diputado Francisco Undurraga (56) será el jefe de su castigada bancada -perdieron al presidente Evópoli Andrés Molina en noviembre- y desea perfilarse armando un polo liberal: ya dijo que no quiere nada con sus pares de Republicanos. Quiere armar grupo con los de su facción en el fracturado partido y con socios fuera de éste. En el colectivo apuntan que las aspiraciones que tenga el senador Felipe Kast (44) dependen del destino de su tío José Antonio.
Fuera del Congreso varios miran al saliente vocero Jaime Bellolio (41), amigo y aliado del capitán UDI y senador electo Javier Macaya (42). Tiene dos problemas: salió del Congreso y la chapa piñerista, así que también ven muy mala idea que marche a la Fundación Avanza Chile. Macaya está por trabajar para el Apruebo de salida, y que en la fase de contenidos de la Convención influyan sus constituyentes. Otros creen que “no puede ser un Rechazo a secas”. Varios en el sector piensan que atarse a eso puede ser un lastre electoral histórico como el Sí del ‘88 (Piñera siempre dice que votó No).
En el mando UDI -flaca en nombres- ven un teórico futuro de Bellolio en una alcaldía. En La Florida tiene ganas el alcalde Rodolfo Carter (50). Su discurso sería a favor de un sistema de libertades y defendiendo a las personas de los abusos. Pronto lanzará un sistema de médicos a domicilio y asistencia sicológica a jóvenes que la necesiten para asumir en público su homosexualidad.
No hay quien vea fuera del mapa a Evelyn Matthei (68). La alcaldesa de Providencia tiene casi todo su segundo período por delante, pasó la prueba de lealtad con Kast (nunca dice qué votó) y empezó a cobrarle cuentas a la mesa UDI por la primaria; allá retrucan “¿habría sido distinto con ella?”. Sus seguidores le dicen que “debió ser usted” y ha sentenciado que la eliminatoria fue mal hecha porque ninguno (Sichel, Lavín, Briones y Desbordes) blandía las ideas de la derecha. Con ella siempre puede haber sorpresas.