La foto y las palabras que el domingo pasado quedaron registradas en la historia de Argentina, cuando la candidata de Juntos por el Cambio (JxC), Patricia Bullrich, venció a Horacio Rodríguez Larreta en las primarias de la coalición de derecha de cara a las elecciones presidenciales de octubre, distan mucho del escenario que durante jornadas de su infancia y juventud vio en el living de su hogar.
“Estos resultados tienen que ver con la oportunidad que nos han dado de conducir y liderar un cambio profundo para la Argentina”, dijo Bullrich tras vencer, mientras las cámaras la fotografiaban escoltada por el expresidente de Argentina, Mauricio Macri, y su contrincante, el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es la culminación de una vida política de décadas que, sin embargo, inició en una dirección drásticamente distinta. Al otro lado de la grieta.
Años atrás resurgió la discusión sobre si fue una montonera, organización guerrillera en la época en que Juan Domingo Perón estaba exiliado, o incluso si participó de operaciones durante la dictadura argentina en la década del 70. “Yo no fui montonera, pero tuve el marido de mi hermana, el compañero de mi hermana fue Rodolfo Galimberti, con lo cual tuve un involucramiento muy fuerte desde muy chiquitita”, dijo en abril de 2017 a Mirtha Legrand en su programa Almorzando con Mirtha Legrand.
Había sido inquirida de forma frontal: “¿Fuiste montonera?”, le había preguntado la icónica presentadora. “No, yo fui de la Juventud Peronista”, respondió Bullrich.
Siempre ha negado su vínculo con la organización guerrillera, pese a que dos libros relatan incluso su participación en operativos montoneros. Sin embargo, concedió a Legrand que “a mi casa vino a comer (el expresidente Héctor) Cámpora, (el fundador de Montoneros, Fernando) Abal Medina. Yo era chica y venían todos a comer a casa”, aseveró en dicha entrevista.
Varias décadas después, Bullrich busca llegar a la Casa Rosada de la mano de Juntos por el Cambio y la derecha, en una evolución política que duró décadas y que la hizo transitar desde un lado al otro del espectro ideológico.
Sin embargo, según diversos analistas políticos argentinos consultados por La Tercera, la etiqueta de la “madre de halcones” y su pertenencia al ala más dura de JxC debería ser matizada, pese a que efectivamente cuente con un discurso fuertemente centrado en la seguridad y una visión más conservadora en esta materia –”mano dura”, dirían algunos–, donde efectivamente se distancia de los moderados, como el ahora derrotado Rodríguez Larreta.
Una joven peronista
La victoria de Bullrich en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), donde se impuso ante el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de una postura más al centro del espectro político tradicional, dejó en claro que el destino de la oposición tradicional –fuera de la figura externa que es Javier Milei– estaría en manos de la exministra de Seguridad de Macri.
Pero su camino ha estado en constante transformación. Hace 20 años, coinciden politólogos, dio el salto definitivo que la posicionó en el marco de la derecha tradicional y que hoy la tiene compitiendo por el sillón de la Casa Rosada.
El apodo de “madre de halcones”, con relación a su aparente dureza y su postura al extremo derecho de Juntos por el Cambio, dista de sus primeros acercamientos a la política. Cercanía a la que, por su pedigrí familiar, era difícil de escapar.
Nacida en 1956, en el corazón de una familia tradicional aristocrática argentina, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón ha estado ligada desde la cuna a los grandes nombres de la política nacional. Hija de Alejandro Bullrich y Julieta Luro Pueyrredón, su lista de antepasados incluye a Juan Martín de Pueyrredón, director supremo de las provincias del Río de la Plata, y a Honorio Pueyrredón, ministro del gobierno de Hipólito Yrigoyen. Este último era el padre de su abuela, y posiblemente la figura que propició el cambio de rumbo en sus intereses tempranos por la política que la acercaron al peronismo, según ha deslizado la propia Bullrich en entrevistas a lo largo de los años.
Cuando era una niña, fue ella quien la llevó a conocer personalmente al cuatro veces candidato presidencial de la Unión Cívica Radical, Ricardo Balbín. “Yo creo que se equivocó mi abuela, pues si me hubiera llevado a la Juventud Radical, por ahí yo seguía ese camino. Pero claro, Balbín para mí en ese momento era un señor grande, antiguo. Salí como espantada y me fui por otro lado”, dijo tiempo atrás al medio local FiloNews.
Tiempo después, la ahora candidata presidencial de JxC se integraría a las filas de la Juventud Peronista, hecho que, en opinión de Julio Burdman, analista político argentino, es algo común en el escenario transandino.
“En primer lugar, la mayoría de los dirigentes importantes de Juntos por el Cambio pasaron por el peronismo. El propio Mauricio Macri estuvo cerca de iniciar su carrera en el peronismo menemista, pero no se dio y, bueno, terminó en otra vía. Rodríguez Larreta estaba en el peronismo, Cristian Ritondo estaba en el peronismo, María Eugenia Vidal estaba con Rodríguez Larreta colaborando en el peronismo, Diego Santilli, el candidato en la provincia de Buenos Aires, venía del peronismo”, detalló.
“La mayoría de los dirigentes de la segunda línea del partido de Mauricio Macri estuvo en el peronismo, sobre todo en la época de Carlos Menem. Patricia Bullrich también venía del peronismo en los 70, es una historia muy antigua, ella era adolescente, pero luego fue peronista en los 80, en los 90, estuvo en el peronismo menemista y en algún punto de los 90 ella rompe con Menem y arma su propio partido”, continuó el experto.
Pero antes de esa parte, la posdictadura, Bullrich pasó por un grupo más polémico, o así lo han asegurado autores de dos libros que detallan aspectos de la historia de la candidata presidencial. Conocida es su relación con Rodolfo “Loco” Galimberti, dirigente montonero y comandante de la Columna Norte de Montoneros que estaba casado con su fallecida hermana Julieta -quien murió a los 28 años en Francia, en un accidente automovilístico-, lo que siempre la ha ligado al movimiento guerrillero.
Si bien Bullrich ha negado siempre su afiliación a los montoneros, investigaciones periodísticas aseguran que no es así, donde incluso se detalla que cuando joven habría participado de dos operativos clandestinos bajo el nombre clave de “Carolina Serrano” o “Cali”.
Pero también había otro personaje extremadamente cercano a la exministra de Seguridad: Marcelo “Pancho” Langieri. Miembro del círculo íntimo de Galimberti entre los montoneros, además de docente y sociólogo, detalló el periódico Perfil, se casó con Patricia Bullrich. Fue con Langieri con quien, a los 21 años, la candidata salió exiliada del país, período en que tuvo a su hijo Francisco.
“Nació en la clandestinidad, en condiciones muy precarias”, dijo el ahora exesposo de Bullrich a la revista Resistencias. “Mi hijo estaba inscrito con un nombre trucho y lo anotamos con su verdadero nombre como cuatro años después”, continuó.
Según Marcelo Larraquy y Roberto Caballero, en su libro Galimberti, De Perón a Susana, de Montoneros a la CIA, la candidata tuvo dos roles secundarios en distintas operaciones: el secuestro de un empresario estadounidense de la compañía Sudamtex, en septiembre de 1976 y, dos años antes, el de los hermanos empresarios Juan y Jorge Born.
Ricardo Ragendorfer, autor del libro Patricia, de la lucha armada a la seguridad, dijo al medio Chequeado que sus fuentes para sostener que Bullrich participó del primer hecho vienen del propio “Marcelo (Langieri), su pareja de entonces y padre de su hijo. También, de datos que circularon entonces en Montoneros; yo andaba en ese ambiente. Y, dicho sea de paso, yo fui muy amigo del ‘Gringo’ Caretti, uno de los caídos ese día”.
En cuanto al segundo hecho, matizó asegurando que “el rol combatiente de Bullrich era bastante modesto. En el secuestro de los Born su única participación fue hacer trabajos muy modestos de inteligencia previa, como monitorear el tránsito de la Avenida Libertador. Esa información viene de otro lado, de documentos, de un tal ‘Rolo’ (un miembro de la Columna Norte de Montoneros) y algo de ‘Pancho’ (Langieri)”.
La tarea en la operación Sudamtex, en cambio, sí tuvo una participación activa, relataron en su libro Larraquy y Caballero. “El día de la operación, a las 8 de la mañana del 14 de septiembre de 1976, ‘Cali’ hizo una recorrida por el lugar de la cita antes de la hora establecida y advirtió movimientos extraños. Estaba desarmada. Trató de pasar desapercibida, pero desde un auto empezaron a seguirla. Corrió, dobló en una esquina, saltó al jardín de una casa y se zambulló en el pasto, rezando y mirando al cielo”, se lee en un pasaje del texto.
“Logró despistarlos. Pero a los dos minutos, escuchó los disparos: ‘Ramón’, un soldado de San Isidro, fue baleado cuando llegó a la cita. Intentó escapar y, herido, le hizo señas desesperadas al ‘Gordo’ Lizaso y al ‘Gringo’ Caretti, que venían por Paraná en el Rastrojero con las armas de la operación”, cierra.
Cruzando la grieta
Bullrich siempre ha negado su supuesta militancia montonera. En diálogo con La Nación respecto a ese período, dijo que “en los 70 muchos pensamos que la forma de cambiar el mundo era a través de la violencia. Y fue un error. Hay dos tipos de personas. Los nostálgicos, que se quedan reivindicando ese pasado, y los inteligentes, como hizo el Pepe Mujica en Uruguay, que a pesar de su pasado no quiso impulsar una venganza contra las Fuerzas Armadas. En los 70 yo llegué a pensar que todo iba a cambiar, que se iba a moldear el ‘hombre nuevo’. Y me di cuenta de que estaba equivocada”.
Para 1985, Bullrich enfrentó, megáfono en mano, al expresidente Raúl Alfonsín en la Plaza de Mayo. Pero fue en el cambio de siglo cuando inició el salto definitivo hacia la vereda del frente, ingresando al gobierno de Fernando de la Rúa como secretaria de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios, y luego como ministra del Trabajo.
Ese pasado, cree el analista transandino Orlando D’Adamo, no afecta al presente de la candidata. “Nunca fue un tema el pasado de Patricia Bullrich. Su lejanísimo, a casi unos 50 años, pasado vinculado a algunas organizaciones de la izquierda peronista. Ella fue evolucionando gradualmente, si es que lo podemos llamar así, eso es cuestión de gustos, alejándose de esas posturas más extremistas, siempre a posturas más moderadas”, dijo a este medio.
La politóloga y directora de la Escuela de Política y Gobierno en Pontificia Universidad Católica Argentina, María Lourdes Puente, fue incluso más allá y planteó a La Tercera que “no sería muy acertado ubicarla en un arco ideológico, es decir, su trayectoria política estaría más ligada a la vinculación con el poder y al clima de época que a sus convicciones”.
En una línea similar, Burdman aseguró que, a diferencia de la imagen dura de Bullrich, “el único elemento de dureza es la seguridad”, puesto que el resto de los componentes de su discurso se podrían considerar dentro de lo que tradicionalmente se considera el liberalismo. “En términos morales-culturales, ella no es muy de línea dura, es atea a favor del aborto, a favor de la perspectiva de género. Económicamente, es más bien liberal, pero eso no la distingue de nadie en particular. En materia internacional tiene una línea más bien occidentalista, pero ahí no hay nada en particular tampoco. No tiene lectura de la historia, ni de ningún tema que sea particularmente conservador. No hace reivindicación de los militares, ni nunca se le ha escuchado decir nada extremista de ningún tipo”, explicó.
“Lo que tiene que, en Argentina, suena a la derecha, pero en cualquier otro país tal vez no lo sería, es esto de que tiene línea dura en materia de seguridad pública, que es una característica que adquirió siendo ministra de Seguridad, porque antes de su paso por el Ministerio de Seguridad en 2015, nunca nadie pensó en Patricia Bullrich como línea dura en términos de derecha política. Y en realidad, yo creo que también eso es parte de una suerte de marketing”, cerró Burdman.