Con más de 30 años trabajando en Asia del Sur y Afganistán, Patricia Gossman conoce bien la historia reciente del país gobernado nuevamente por los talibanes. Doctorada en Estudios de Asia del Sur de la Universidad de Chicago y autora de varias publicaciones sobre temas de derechos humanos en la región, la actual directora asociada de Human Rights Watch para Asia cubrió en la década de 1990 la actividad en Afganistán como investigadora principal de la ONG internacional. Y antes de unirse a HRW, Gossman fue directora del Programa de Afganistán en el Centro Internacional para la Justicia Transicional en Afganistán, además de fundadora y jefa del Proyecto de Justicia de Afganistán, una iniciativa encargada de documentar los crímenes de guerra cometidos durante el conflicto afgano (1978-2001).
Además de la llegada de los talibanes al poder, Gossman se muestra preocupada por la crisis humanitaria que enfrenta Afganistán, la que, a su juicio, requiere de una respuesta “urgente”, como manifestó el viernes en un reporte de HRW, donde se advierte de la agudización del hambre y colapso del sistema educativo y de salud luego de que los insurgentes se hicieron con el control del país el 15 de agosto pasado. Un escenario, agrega, que amenaza derechos humanos fundamentales, en particular los derechos de mujeres y niños.
“Es entendible que los gobiernos donantes tengan reparos al momento de brindar asistencia y financiamiento a Afganistán bajo el control de los talibanes, en vista de sus nefastos antecedentes de derechos humanos y los nuevos abusos de los que se toma conocimiento”, explicó Gossman. “A fin de evitar que una situación que ya es muy precaria se siga agravando, los donantes deben aceptar con urgencia apoyar a organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales que puedan brindar ayuda de emergencia para alimentos, salud y educación, y establecer un plan de asistencia que involucre de manera directa a los talibanes”, señaló en el reporte.
Según Gossman, “Afganistán enfrenta ahora una crisis económica que afecta las necesidades básicas de millones de afganos”. “Los donantes deben encarar con urgencia la difícil tarea de asegurar que el apoyo de emergencia llegue a las personas afganas más necesitadas y, al mismo tiempo, no facilitar que los talibanes cometan abusos”, precisó.
En la siguiente entrevista con La Tercera, Gossman profundiza en el impacto que representa para Afganistán la nueva llegada del grupo islámico al poder, tal como ocurrió entre 1996 y 2001.
¿Human Rights Watch seguirá trabajando en terreno en Afganistán después de la salida de las tropas estadounidenses?
Seguimos en contacto con una variedad de personas, tanto dentro como fuera del país. Sin duda, tenemos la intención de seguir documentando las violaciones de los derechos humanos y abogar por los derechos humanos en Afganistán. También esperamos poder plantear nuestras preocupaciones directamente a las nuevas autoridades.
Los talibanes buscan presentar un rostro moderado mientras toman el control en Afganistán. ¿Cree que los insurgentes realmente han cambiado desde su primer gobierno?
Veremos. En cualquier caso, Afganistán ha cambiado y los talibanes aún tienen que demostrar que están preparados para gobernar de una manera que tenga en cuenta las demandas de una población más joven, diversa y más conectada a nivel mundial.
¿Qué tipos de abusos contra los derechos humanos se han denunciado ya en Afganistán desde que los talibanes volvieron a tomar el poder?
Hemos documentado asesinatos por represalia, especialmente de algunas antiguas fuerzas de seguridad del gobierno, y otros abusos como la expulsión de civiles de sus aldeas; así como las restricciones al trabajo de las mujeres y la educación de las niñas y las mujeres; y uso excesivo de la fuerza contra manifestantes y multitudes. Estamos monitoreando la situación de activistas y periodistas que han informado haber recibido amenazas.
Existe una especial preocupación por la situación de los derechos de la mujer. Los talibanes han dicho que respetarán sus derechos bajo la ley islámica. ¿Qué se puede esperar teniendo en cuenta la historia de opresión del régimen talibán contra las mujeres?
Como mencioné, nos preocupan las restricciones para que las mujeres asistan a la escuela secundaria y la universidad, si bien pueden estar permitidas, la falta de personal femenino y profesoras significará que, de hecho, no podrán asistir. Los talibanes parecen estar diciendo que no habrá mujeres en los altos cargos del gobierno, lo que también es preocupante, y les han dicho a otras mujeres que dejen sus trabajos y se queden en casa; todo esto está demasiado cerca de las restricciones del pasado.
¿Le preocupa la situación de los extranjeros y afganos que trabajaron con las fuerzas internacionales que no fueron evacuados de Afganistán?
Sí, muchas de estas personas, junto con otras que trabajaron en los medios de comunicación o para organizaciones de la sociedad civil, son vistas como vinculadas con extranjeros y ahora enfrentan amenazas.
Ahmad Massoud, hijo de un famoso comandante de la Alianza del Norte asesinado días antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, dijo a la cadena Al-Arabiya que un conflicto interno era “inevitable” si los talibanes se negaban a entablar conversaciones con las fuerzas de la oposición. ¿Es inevitable una guerra civil?
Ha sido una guerra civil durante 43 años. Los talibanes han logrado una victoria militar, pero para evitar continuar la guerra deben estar dispuestos a resistir la tentación de tomar represalias contra quienes apoyaron al gobierno anterior. Como bien sabe Massoud, las fuerzas que llegaron al poder después de la caída del gobierno de (el expresidente Mohammad) Najibullah, incluido su padre, no pudieron formar un gobierno que respetara los derechos humanos y, en cambio, participaron en un brutal conflicto el uno contra el otro, a menudo apuntando a civiles.