A más de seis horas al interior de la ciudad de Cajamarca, rodeado de áreas verdes, rutas de tierra sin pavimentar, zona de criaderos de animales y en el corazón del pequeño poblado de Chugur está la casa familiar de Pedro Castillo. En un inmueble de dos pisos con una escalera roja y un letrero de “Jesús es mi pastor” vive con su esposa y tres hijos. Un escenario que cambiará a partir del 28 de julio, cuando jure como el próximo Presidente de Perú (2021-2026). Tras su inédita victoria electoral, el candidato anti-establishment y profesor rural de izquierda deberá dejar atrás el silencio de la chacra en el campo para intentar abrirse paso ante la élite política de Lima como nuevo inquilino del Palacio Pizarro.

José Pedro Castillo Terrones nació el 19 de octubre de 1969 en Puña, provincia de Chota. Es el tercero de los nueve hijos de la pareja de Ireño y Mavila, ambos campesinos analfabetos dedicados a trabajar la tierra en su caserío. Creció rodeado de sus hermanos Mercedes, Adelinda, Fabián, Gloria, Elisa, Irma, Elvira y Amelia en uno de los distritos más pobres del país.

Para asistir a clases en la educación básica, los jóvenes debían caminar más de dos horas para llegar a su escuela rural. Sin haber terminado aún la secundaria, Pedro Castillo tuvo sus primeros trabajos en plantaciones de arroz.

El candidato de Perú Libre participa de un tradicional desayuno electoral en su vivienda, en Chugur, Cajamarca, con su familia. Foto: Agencia Andina

Dados los escasos recursos del núcleo familiar, algunos integrantes de los Castillo Terrones migraron a otras ciudades buscando una mejor vida y más oportunidades.

“Los primeros en salir de Cajamarca fueron los hermanos de mis abuelos y trajeron a mis tías a Lima. Mi tío Pedro Castillo nos contaba que cuando tenía menos de 20 años venía a la capital a vender en la calle periódicos y helados, pero con el calor se derretían, entonces se ponía a llorar porque perdía la inversión. Nosotros somos de una familia muy humilde y pobre, por eso cuando niño nunca pensé que el profesor podía llegar a ser Presidente. Pero recuerdo que siempre lo escuchábamos cuando hablaba de política, nos decía que había una necesidad de cambio, de un sistema que nos tenía abandonados, especialmente a los pueblos originarios”, señala en conversación con La Tercera Cledin Vásquez Castillo (26), sobrino del próximo mandatario peruano.

Según el portal peruano Sudaca, en la casa de Pedro Castillo algunos de sus sobrinos conocieron por primera vez figuras de izquierda, con un DVD de Ernesto “Che” Guevara y varias discusiones.

En octubre pasado, cuando el titulado de pedagogía del Instituto Octavio Matta Contreras tomó la decisión de postularse a la Presidencia no tenía experiencia política y solo contaba con el respaldo del incipiente partido Perú Libre (PL).

Pedro Castillo participa en caravana junto a simpatizantes en la región de Tumbes. Foto: Agencia Andina

Ante el reto, la familia tuvo un papel clave en la campaña. Sin presupuesto y sin apoyo nacional, los hermanos y sobrinos del “profe” se conectaron a través de un Zoom a fines de 2020 para coordinar lo que sería la travesía electoral que partió el 16 de febrero, un mes y medio después que sus contendores, debido a que el candidato se contagió de Covid-19 y debió estar en cuarentena.

Para poner en marcha la estrategia, Cledin prestó un vehículo Kia para que Pedro se movilizara en la gira nacional, mientras que el enclave familiar determinó que el sobrino Gian Marco (23) sería el fiel acompañante y escudero de cara a la primera vuelta presidencial del 11 de abril pasado, cuando el docente dio la sorpresa al obtener el primer lugar con un 18,92% de los votos.

Para el balotaje del 6 de junio, en que Castillo finalmente venció con un 50,13% a Keiko Fujimori (49,87%), se sumó al equipo Fray (hermano de Cledin), como encargado de la seguridad y la agenda. “El Partido Perú Libre tampoco nos brindaba mucho apoyo, porque estaban recién en crecimiento y creación, entonces Gian Marco (hijo del hermano mayor de Pedro Castillo) y mi hermano Fray (31) no se despegaban del profesor. Ellos se encargaban de todo, su alimentación, sus medicinas, las fotografías y hasta el agua que tomaba, porque teníamos que cuidarlo al máximo. No confiábamos ni en los mejores amigos o dirigentes, solo la familia. Después que recibimos la noticia el lunes (la proclamación oficial del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) estamos más tranquilos, porque fue una lucha muy dura. Teníamos temor de que algo nos pasara como familia o al profesor, porque no es fácil enfrentarse a un sistema que ha gobernado años al país y pensamos que podría haber represalias por venganzas políticas”, explica Cledin.

Efectivamente, tras el balotaje el fujimorismo denunció “fraude en la mesa”, judicializando los comicios, lo que desencadenó fuertes choques entre seguidores de ambos candidatos en Perú. Este escenario hizo que Pedro Castillo se refugiara en “viejos conocidos”.

Pedro Castillo participa en caravana junto a simpatizantes en la región de Tumbes. Foto: Agencia Andina

En su juventud, antes de casarse con la también docente Lilia Paredes (48), adoptar simbólicamente a Jennifer (24) para luego tener a sus hijos biológicos Arnold (16) y Alondra (9), el chotano fue “rondero”, como eran denominados los ciudadanos que participaban de grupos de vigilancia campesinos instaurados por los pobladores para evitar ataques de grupos terroristas, como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Justamente, los ronderos de varios pueblos de Cajamarca se organizaron para custodiar la casa en Chota, así como cuidar a la familia.

La religión también fue vital en los últimos meses. Todos los Castillo son fervientes católicos y Pedro un devoto de la Virgen de los Dolores de Anguía. Aunque la próxima futura dama peruana es instructora del Evangelio en la sede evangélica “Iglesia del Nazareno”, que queda cruzando su casa en Chugur, y su hija es asistente del templo.

El mítico sombrero

“La campaña fue tan apretada que a veces teníamos tan solo un día para estar en una región. Llegábamos, tomábamos desayuno en algún mercado local, con caldo o lo que había para seguir el día. Cuando pasábamos con la caravana por algunos lugares la gente salía a la pista a esperar al ‘profe’ y prácticamente bloqueaban la carretera para asegurarse de que Castillo entrara a sus plazas y diera un discurso”, relata a este medio Yuri Castro, estrecho colaborador del docente.

Pedro Castillo participa en caravana junto a simpatizantes en la región de Tumbes. Foto: Agencia Andina

El dirigente recuerda que varios integrantes del equipo querían comprarse un sombrero chotano como el de Pedro Castillo, pero lo más barato que encontraban era a US$ 760 y en algunas zonas hasta por US$ 2.000. “Por eso cuando Castillo se sacaba el sombrero porque le regalaban algo, los sobrinos lo cuidaban como oro”, dice Castro.

La familia de Castillo recuerda que en uno de los mítines el profesor llegó sin sombrero y los residentes no lo reconocían. Hasta que un amigo debió llevar el accesorio y ahí comenzaron a vitorear su nombre, entre aplausos y empujones de sus partidarios.

Hasta el año pasado, la mayor cercanía del profesor con la política fue cuando lideró la mayor huelga docente de la historia del país. Entre junio y septiembre de 2017 quedó paralizado el sistema educativo porque los maestros exigían que el salario mensual mínimo fuera de US$ 500. Ahora es de US$ 610.

Pedro Castillo en la carretera de Anguía a Socota, en Cajamarca. Foto: Agencia Andina

En uno de los encuentros latinoamericanos de gremios sindicales de docentes a los que asistió Pedro Castillo conoció al ahora presidente de la Cámara de Diputados de Bolivia, Freddy Mamani. “Hablamos siempre de las dificultades de la privatización de la educación y las tareas para recuperar la Patria Grande. Seguimos en permanente contacto no solo con Pedro Castillo”, señaló el diputado boliviano a La Tercera en junio pasado.

El camino a Lima

En las últimas semanas, Pedro Castillo mantiene como centro de operaciones una casa de cinco pisos, en el distrito de Breña, en Lima. La realidad de la familia cambiará radicalmente después que el “profe” sea ungido como mandatario. Aún no hay claridad de las eventuales mudanzas, que son catalogadas como un “choque” para sus cercanos.

“No hemos hablado en la familia sobre cambios. Su esposa vendrá a Lima en los próximos días y la familia quiere venir a compartir con él, pero a vivir es difícil. Mis tíos, abuelos y mi mamá crían ganado, gallinas, cuyes, chanchos, ovejas. Esa es su vida, cuidar a sus animales, entonces venir a Lima sería un cambio radical”, apunta su sobrino Cledin.

Para el colaborador de la campaña, Yuri Castro, “la familia de Pedro es muy sencilla y humilde. Me imagino que será un choque cultural importante cuando lleguen a Lima. No están acostumbrados al ruido, la contaminación y la vida ajetreada de la metrópolis, pero lo van a manejar bien”.

Pedro Castillo en la carretera de Anguía a Socota, en Cajamarca. Foto: Agencia Andina

En el plano político, sin embargo, la llegada de Castillo al sillón presidencial suscita preocupación en medio de un país polarizado. Y es que el fantasma de una posible moción de vacancia ronda sobre los hombros del mandatario electo, cuyo partido solo cuenta con una bancada de 37 congresistas, de un total de 130.

“Los desafíos y dificultades son muchísimos para Pedro Castillo en una pandemia, una crisis económica y una situación política controvertida, con un proceso electoral disputado. Las condiciones para el nuevo gobierno son complejas. Castillo deberá sacar a relucir sus habilidades políticas para manejar a las élites políticas, porque son flexibles para acomodarse a sus intereses y beneficios”, explica a este medio el analista político peruano y director de la encuestadora Vox Populi, Luis Benavente. “Esto se va a basar en que tenga un buen equipo político y a la apertura que pueda tener. Si mantiene una postura de extrema izquierda, marxista y leninista, no va a llegar muy lejos al no tener negociación. Se requiere que Castillo negocie y sea flexible no solo con las élites políticas, sino económicas, militares, eclesiásticas, intelectuales, académicas, empresariales”, concluye el experto.