Desde ambicioso y audaz, hasta temerario y narcisista. Con esos términos ha sido calificado el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, por sectores del oficialista Partido Socialista Obrero Español (PSOE) opositores a su figura. Polarización interna sobre un nombre clave en el país ibérico que hoy busca ser reelecto en las elecciones generales que él mismo adelantó tras la debacle de la izquierda en los comicios municipales y autonómicos del pasado 28 de mayo.
No es la primera vez que se recrimina a Sánchez en la colectividad, pese a que no cuenta con muchas contestaciones de poder reales dentro del partido, explicaron expertas a La Tercera.
“Siempre en los partidos democráticos hay contestaciones a los liderazgos. En el caso de Sánchez, no hay mucha realmente. O hasta ahora. Si pierde las elecciones, ya veremos qué ocurre, porque las derrotas electorales pasan factura”, explicó Paloma Román Marugán, directora del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Complutense de Madrid.
Recientemente, un documental que retrata al secretario general del PSOE como un “autócrata”, según algunos miembros del socialismo español, fue “censurado”, acusa su director. En tanto, un extenso perfil del diario El Mundo puso nuevos antecedentes sobre la mesa acerca de cómo es visto el actual jefe de gobierno de España por alas anti-Sánchez y rivales políticos.
Las elecciones generales de hoy podrían sacar al PSOE de la dirección del país justo cuando España asumió la presidencia del Consejo de la Unión Europea, a principios de julio. Según las últimas encuestas publicadas antes de la veda de cinco días, el partido no había logrado remontar la distancia que le sacó el Partido Popular (PP), principal agrupación contendora para ocupar la presidencia en La Moncloa.
Alberto Núñez Feijóo, senador y presidente del PP, tampoco está exento de recriminaciones, especialmente en la centroderecha, que no ve con buenos ojos tener que pactar con los ultras de Vox en caso de no alcanzar la mayoría absoluta de los escaños parlamentarios por sí solos. Pero este mismo juego de alianzas, que también hizo posible el segundo gobierno de Sánchez cuando pactó con Unidas Podemos, es parte de la explicación de la división que produce su figura, creen analistas.
Así, el resultado de las generales del 23-J es visto como la prueba definitiva de un presidente que debió enfrentar no solo las consecuencias de la pandemia del Covid-19, sino también la guerra en su continente. Y si bien las cifras económicas, que en la más pesimista de las lecturas son competentes –o derechamente buenas–, esto no parece convencer a todos en España.
Problema de personalismos
Entender la posición actual de Sánchez es hacer un repaso por su meteórico ascenso político, donde muchas veces –y tal como en esta ocasión con el adelanto de las elecciones– juega “al límite”, dijo a este periódico María de los Ángeles Fernández Ramil, doctora en ciencia política.
“Aunque es una persona que trata de proyectarse una imagen de sí mismo como la de un sobreviviente”, señaló, “puede ser visto como un político que no solamente gusta de arriesgar, jugando al límite, sino que ha llevado la mentira a un nivel superior. Poco antes de pactar con Podemos para concretar el primer gobierno de coalición de la historia reciente de España les dijo a los españoles que ‘pactar con Podemos le quitaría el sueño’, para luego hacerlo al día siguiente”.
Secretario general del PSOE entre 2014 y 2016, donde protagonizó una crisis interna en la que terminó renunciando al puesto y luego a su acta de diputado, volvió a la carga en 2017 en unas polémicas primarias donde se impuso a Susana Díaz. Y según Judith Astelarra, doctora en ciencia política de la Universidad Complutense de Madrid, esto marcó a la figura de Sánchez.
“Era un outsider que fue elegido secretario general en unas primarias en 2014. En 2016 se opuso a convertir a Mariano Rajoy en presidente de gobierno con la abstención del PSOE, lo que hizo que se le echara de mala manera en un comité federal, famoso por su violencia contra él”, rememoró.
Luego vendría 2018, cuando se aprobó por primera vez en la historia posdictadura de España una moción de censura contra un presidente (la de Mariano Rajoy, del PP), provocando, por ende, la primera presidencia por esta vía. Y el manto recayó en Sánchez.
Ahí se acuñó un concepto que, hasta el día de hoy, acompaña al socialista: el “sanchismo”. En palabras de Astelarra, se trata de “un término de la derecha que desde el primer momento se opuso al gobierno de coalición, resultado de dos elecciones democráticas en 2019, con mayoría parlamentaria para ser elegido y con apoyos de otras fuerzas cuando se necesitaban mayorías absolutas. Este gobierno fue calificado como gobierno ilegítimo desde el comienzo, algo que no respetaba la decisión democrática de las urnas en el Parlamento. Y se convirtió a Pedro Sánchez en el tirano a cargo de este gobierno ilegítimo”.
Más crítica con el presidente, y citando al politólogo Manuel Arias Maldonado, Fernández lo define como “un modelo de gobierno que se apoya en fuerzas destituyentes, dando un giro copernicano a lo que fue la tradición de socialdemocracia liberal y el pensamiento del PSOE por 140 años”.
La figura polarizante de Sánchez fue rescatada por el diario El Mundo cuando recopiló numerosas miradas tanto al interior como en los alrededores de la colectividad. “Pedro es Pedro y su único interés es Pedro”, dijo a aquel diario Soraya Rodríguez, exportavoz del grupo socialista en el Congreso y eurodiputada del ahora casi extinto Ciudadanos. “Yo no dudo de que tenga convicciones, porque todo el mundo las tiene, pero cualquier convicción que tenga es mucho más débil que su ambición”.
Esa división, agregó el periódico, poco ayudó al presidente en la debacle de las elecciones municipales y autonómicas del 28M, donde no se habló de la subida del sueldo mínimo, reforma laboral y eutanasia, o incluso los avances pospandemia. En cambio, el tema recurrente era Sánchez y sus aliados políticos. El Confidencial, en tanto, aseveró que en el PP eran plenamente conscientes del talante polarizante de Sánchez y del factor determinante de su figura para la movilización del electorado socialista.
Coincidió Ignacio Varela, subdirector del gabinete de la Presidencia del gobierno de Felipe González durante 11 años y miembro de los equipos electorales del PSOE durante otros 35, quien afirmó que “su ambición es desaforada” y que “todo en Sánchez es excesivo. Su tenacidad, su audacia y su ambición. Es capaz de traspasar cualquier límite y eso le da una gran ventaja competitiva. Ese es el secreto de algunos de sus éxitos, pero también lo que lo hace tan peligroso. A dos pasos del precipicio, siempre hay alguien que se detiene. Él, no”.
Vale acotar que el ala seguidora de Felipe González, y el propio González, ha sido fiel opositor de Sánchez. Según Vozpópuli, el expresidente ha eludido pedir el voto para el actual jefe de gobierno, puesto que este no lo demandó. “Felipe González escribió en un periódico local que solo un gobierno de coalición PSOE–PP daría estabilidad. Por supuesto, echando a Pedro Sánchez”, confirmó Judith Astelarra a La Tercera.
El vínculo del PSOE con Podemos y el ala más izquierdista del espectro español explicaría la reticencia de sectores más centristas entre los socialistas, lo que podría generar una polarización en su figura. Según Paloma Román Marugán, Sánchez “tiene algunas voces discordantes, que las ha tenido con anterioridad a las elecciones del 28 de mayo, pero sobre todo provienen de lo que llamamos barones autonómicos (líderes autonómicos con gran poder territorial, definió ABC) poco favorables al concierto con partidos a la izquierda del Partido Socialista y que siempre han tenido, porque esas alianzas hubieran pasado factura, como ha ocurrido en algún caso a ellos mismos en sus propios territorios”.
“Nunca hemos tenido un secretario general más amplio en su espectro ideológico”, dijo a El Mundo un alto cargo del PSOE. “Es capaz de dar su primer mitin con una bandera de España gigante y pasar luego a asumir un discurso más propio de la extrema izquierda. Y eso nuestro electorado no lo comprende y no lo comparte. Ha vaciado el partido de su conciencia política y se ha quedado las siglas para alejarnos del centro y colocarnos en una esquina del tablero”.
María de los Ángeles Fernández, en tanto, considera la figura del presidente como una “de talante plebiscitario, que tiende a dividir”, puesto que “ha contribuido a polarizar la política española en general con un mensaje tal que no votar socialista equivaldría a ser fascista, trumpista, machista y ultraderechista”. En la misma línea, agregó que los pactos con Podemos, así como con ERC y EH Bildu, “han tenido un impacto en su base electoral, porque muchos socialistas ven con asombro cómo se ha torcido una tradición de partido más socialdemócrata liberal para llegar a pactar ahora con fuerzas más radicales, tanto de izquierda como separatistas y votarán al PP”.
Con miras a los resultados
La proyección electoral, siempre compleja, dependerá de puntos muy específicos, donde unos cuantos apoyos en lugares clave podrían hacer la diferencia de concretarse los pronósticos que hablan de una victoria de los populares. Para Fernández, “el dilema sería si (el PP) gobierna solo o necesitará apoyarse en otros partidos (Vox). El Partido Popular tiene un suelo muy sólido de unos 150 escaños, pero con la mente puesta en una veintena de provincias en las que el último puede ser clave para lograr un resultado que supere los 160 y que se acerque lo más posible a la mayoría absoluta”.
Astelarra, en cambio, ve en este proceso de cambio electoral un reflejo del escenario mundial, donde “no responde a cuestiones coyunturales de esta campaña electoral, sino a la marea de fondo que es el crecimiento de la derecha y extrema derecha en toda Europa, y también en EE.UU. Por eso al PP le es más fácil movilizar a su electorado. Al mismo tiempo, se ha producido un desplome de la izquierda (Podemos y Sumar) en las elecciones de mayo, no tanto del PSOE, que incluso en algunos lugares aumentó su voto”.
Si bien Sánchez ha mostrado buenas cifras de recuperación pospandemia y en medio de una guerra a las puertas de la Europa occidental, la discusión, como se vio en el único debate entre Núñez Feijóo y Sánchez, no está centrada en aquello. Así lo cree Paloma Román, quien planteó a este diario que “cuando ocurren estas situaciones, quien está en el poder es a quien se le atribuye que las cosas no se hagan bien. Sánchez tiene unos datos de gestión político-económica pospandemia muy buenos. ¿Qué es lo que ha ocurrido? Por un lado, ha tenido que enfrentarse a una oposición muy confrontativa, nada dialogante, que continuamente ha puesto dificultades a todo lo que podía hacer el gobierno y, por lo tanto, no ha encontrado más ayuda que la de los propios socios”, argumentó.
“Aquí, aparte de los errores que sin duda ha cometido Sánchez, tanto dentro del partido como dentro del gobierno, no hay que olvidar el peso que tienen los medios de comunicación conservadores en España, que son muy duros con Sánchez. Incluso marcan la agenda el propio PP, y este dato es importante, porque influyen en la opinión pública y hacen ver a veces las cosas de forma muy diferente a como las presentan, sin olvidar que se han cometido errores, y eso también está en los hombros del presidente”.