Pennsylvania tiene un sobrenombre muy especial: el “Keystone State”, o el “estado clave”, en español. Originalmente, el apodo hacía referencia al uso de la palabra en términos agrícolas y arquitectónicos, pues era la cuña geográfica y estratégica en la que se basaron las Trece Colonias fundadoras de Estados Unidos. Hoy, sin embargo, su uso responde a otro factor igual de importante. Es allí donde las candidaturas demócratas y republicanas se juegan gran parte de las elecciones presidenciales, y los próximos comicios del 5 de noviembre, donde Kamala Harris y Donald Trump se enfrentarán, no son la excepción.
Para entender su fundamental valor en el sistema de votación estadounidense, dos factores entran en juego. Por un lado, está lo reñida que han sido las votaciones en el estado ubicado en el noreste de EE.UU. en las últimas tres elecciones presidenciales. Hasta ahí, no dista mucho de otros “battlegrounds” o “campos de batalla”, como se conocen los estados oscilantes que pueden decantarse para cualquiera de los dos principales candidatos. El segundo factor reside en que, entre todos ellos, Pennsylvania es el estado que otorga más votos del Colegio Electoral, haciendo del lugar una prioridad en la matemática para llegar a la Casa Blanca.
Y la evidencia del interés que tanto la campaña de la actual vicepresidenta, Kamala Harris, como el expresidente y candidato republicano, Donald Trump, han puesto en este estado, se refleja en datos y en apariciones físicas.
Según la firma AdImpact, que rastrea la compra de propaganda en la nación norteamericana, los comandos de Trump y Harris están gastando más dinero en publicidad política en Pennsylvania que en cualquier otro estado indeciso durante la presente elección.
Pero no es solo dinero lo que se ha invertido en el estado. También lo es el tiempo. ¿Dónde se realizó el único debate entre la candidata demócrata y el republicano? En Filadelfia, la ciudad más poblada de Pennsylvania.
Kamala Harris arribó al estado cinco días antes de aquel primer -y único- encuentro político con su rival. Esta misma semana, el expresidente Barack Obama lideró un mitin en apoyo de Harris en Pittsburgh, Pennsylvania, donde dedicó palabras puntuales a los hombres negros del disputado estado: que dejen “las excusas” y apoyen a la candidata demócrata.
En el otro lado de la vereda, este fue uno de los lugares que Trump utilizó en la elección pasada para afirmar, hasta ahora sin poder probarlo de ninguna manera fehaciente, que se había cometido fraude electoral en su contra. Tras un muy retrasado recuento de votos por correo, el entonces mandatario cuestionó los casi 80.000 sufragios que le dieron la victoria a su entonces rival, Joe Biden, en ese estado.
Esa retórica no ha cambiado. En un reciente mitin en Erie, Pennsylvania, el expresidente volvió a hacer acusaciones infundadas sobre el sistema electoral, despertando aplausos entre sus seguidores. “Hacen trampa en este estado, especialmente en Filadelfia”, dijo el 29 de septiembre. Unos 160 kilómetros al sur, en Butler, Pennsylvania, fue donde Trump recibió un disparo que rozó su oreja, en julio de este año. Una semana atrás, el expresidente volvió a la misma ciudad para un mitin.
Filadelfia también fue la ciudad que la tienda demócrata eligió para presentar al número dos de Harris, Tim Walz, gobernador de Minnesota del que, esperan, pueda arrastrar votos de la clase trabajadora en el “muro azul”, nombre con el que se conoce a los 18 estados y el distrito de Columbia, en que el Partido Demócrata ganó en cada elección presidencial entre 1992 y 2012.
Ese mismo día, el 6 de agosto, JD Vance, la carta a la vicepresidencia de Donald Trump, apareció en un evento político en la propia Filadelfia, probando que ningún bando puede ceder espacio en aquel estado.
¿Por qué Pennsylvania?
Si se observan los estados reñidos, suelen ser siete los que los analistas nombran como los más importantes. Se trata de Arizona (11 votos electorales), Georgia (16), Michigan 15), Nevada (6), Carolina del Norte (16), Wisconsin (10) y Pennsylvania. Es más, en la pasada elección, este último ni siquiera estuvo entre los tres más reñidos en términos de votos. En una primera mirada, alguno podría plantear como estrategia el centrarse en esos más cercanos en las elecciones pasadas y lograr un mayor número de estados a favor, en vez de desgastarse en solo uno.
Y la respuesta es simple: matemáticamente, perder Pennsylvania y sus 19 votos electorales haría mucho más difícil una victoria a nivel nacional, pues requeriría de una combinación compleja en los otros estados en disputa para nivelar la carrera. Vale recordar que en el país norteamericano no vence el que logre imponerse en el voto popular, como le ocurrió a Hillary Clinton, precisamente ante Donald Trump, en 2016. Quien llega a la Oficina Oval es quien obtiene la mayor cantidad de votos electorales, puntualmente 270 de los 538 votos posibles.
Para explicar esta diferencia, La Tercera habló con John Zogby, analista político y fundador de John Zogby Strategies, una de las encuestadoras con más prestigio en EE.UU., quien confirmó que “de todos los siete auténticos campos de batalla, Pennsylvania es el más relevante, puesto que el candidato que gane en Pennsylvania tiene una gran ventaja”.
Según el encuestador, el estado también funciona como un termómetro electoral, ya que “puede darnos una idea de cómo votarán los electores de los barrios obreros y de las ciudades pequeñas en estados como Michigan y Wisconsin. Filadelfia, que tiene un voto negro muy importante, puede ayudarnos a ver cómo les irá a Carolina del Norte y Georgia”, explicó.
Volvamos a las matemáticas y los posibles escenarios de noviembre. Haciendo ficción política, si Donald Trump ganase los mismos estados en los que se pintó de rojo el mapa en 2020, le sumamos los 19 votos de Pennsylvania, también, suponiendo que venza, eso le daría 254, todavía no lo suficiente para llegar a la Casa Blanca. Pero si se suma Georgia, un estado indeciso tanto en 2020 (fue el de menor margen en favor de Biden de los siete lugares clave) como en las actuales encuestas de intención de voto, Trump alcanzaría el número mágico y, por ende, la presidencia.
Esto quiere decir que el exmandatario solo requeriría de repetir su performance de 2020, algo que se mantiene dentro del margen de error de las encuestas actuales, y luego dar vuelta Georgia -muy parejo en esa ocasión- y Pennsylvania, para vencer. Con esto, se olvida de los otros cinco estados disputados.
Dicho de otro modo, con Pennsylvania en el bolsillo, la combinación de estados necesarios para una hipotética victoria de Trump se hace mucho más sencilla. Podría ser el citado estado más Georgia; Michigan; Wisconsin y Nevada; Arizona y Nevada, y así una larga lista de mezclas. Al contrario, si pierde Pennsylvania, tendría que vencer en Wisconsin, Arizona y Michigan al mismo tiempo para alcanzar los 270 votos electorales, lo que parece una tarea mucho más compleja. Su esperanza es, tal como ocurrió en 2016, vencer en Georgia y Pennsylvania, lo que le bastaría para imponerse.
Lo mismo ocurre en la otra cara de la moneda. La dupla Biden-Harris venció en 2020 tanto en Pennsylvania como en Georgia, lo que la tienda azul planea replicar en el actual ciclo político. Y, al igual que Trump, la vicepresidenta sabe que lograr los 19 votos electorales le significarían un camino mucho más sencillo a la Casa Blanca. A la demócrata le bastaría con conservar Pennsylvania y sumar un par de estados pequeños de los siete indecisos, y aun así sería electa como la primera presidenta de Estados Unidos.
También hay un componente histórico. Al menos desde 1948, nunca un demócrata ha ganado la carrera presidencial sin imponerse en Pennsylvania, lo que eleva la urgencia de la tienda azul por imponerse en el disputado estado.
Las claves del estado
De momento, la carrera por el importante estado del noreste estadounidense se mantiene abierta y nadie hace apuestas muy arriesgadas. La Tercera entrevistó a Daniel J. Mallinson, académico de la Escuela de Asuntos Públicos de la Penn State Harrisburg, universidad de Pennsylvania, y ante la pregunta sobre qué podría dirimir la ligera diferencia entre ambos candidatos que han reportado las encuestas, recalcó ese aspecto: el de lo pequeño de la distancia.
“‘Ligera’ es la palabra clave”, señaló a este periódico. “Mi respuesta honesta a esto es que la elección probablemente va a ser muy reñida una vez más y estamos hablando esencialmente de una moneda al aire en este momento. Harris está técnicamente por delante en las encuestas, con un 49%, pero hay una variedad de razones para pensar que en realidad está empatada. Dicho esto, cualquier cambio marginal en el comportamiento electoral puede marcar la diferencia”.
Y añadió: “Harris ha intentado recortar los márgenes de Trump en las zonas rurales, Trump ha tratado de hacer lo mismo en las zonas urbanas, aunque gran parte de eso fue cuando Biden aún era el candidato y mostraba mucha debilidad entre los votantes más jóvenes y afroamericanos, y Harris ha apuntalado gran parte de ese apoyo. Al mismo tiempo, ambos luchan por los suburbios”.
Es por eso que es cauto a la hora de hacer pronósticos. “Es difícil señalar una cosa para decir ‘fíjate en esto para saber quién ganará’. Mi perspectiva es que va a estar reñido y no lo sabremos la noche de las elecciones, al menos en Pennsylvania. Así que es probable que pasen un par de días hasta que el recuento final nos muestre el resultado en el estado”, cerró.
La mirada numérica la aportó John Zogby, encuestador que aseveró a este periódico que “cuando el Presidente Biden seguía en la carrera, era competitivo en esos estados disputados, pero iba rezagado entre los grupos de votantes clave que permitieron ganar a Obama y a Biden en 2020: jóvenes, mujeres, hispanos y negros”. Su edad y agudeza mental, añadió, no desaparecían en las menciones de los consultados por su firma de sondeos.
Pero, al igual que Mallinson, no ve un favorito. “La entrada de Harris permitió, primero, cambiar la conversación, hacer de la carrera una generacional, y ayudar a crecer el apoyo entre estas partes importantes de la ‘Coalición Obama’. Hoy, la carrera está en equilibrio, sin un verdadero favorito. Y es probable que siga así durante algún tiempo”, cerró.