El martes, el congresista fujimorista Carlos Tubino, un ex vicealmirante de 70 años, conocido por coleccionar los memes que se hacen sobre los comentarios que lanza por Twitter, acudió como todos los días al Legislativo. Sin embargo, ese día se encontró con todas las calles aledañas custodiadas por la policía y un mar humano que estuvo cerca de lincharlo. El día anterior, el Presidente Martín Vizcarra había decretado el cierre del Congreso, que respondió suspendiendo las funciones del mandatario y nombrando a la vicepresidenta, Mercedes Aráoz, como "Presidenta encargada". Tubino quería entrar a como diera lugar al Parlamento, en su calidad de suplente de la Comisión Permanente del Congreso, que tomó las funciones legislativas. "¡Él es sinvergüenza! Te odia el Perú", le enrostró un transeúnte, mientras otros le arrojaron cáscaras de piña, un escupitajo en su chaqueta y hasta un cono naranja de tránsito en su cabeza. "¡Rata!", gritó una mujer. "Señor Tubino: ¿Escucha el repudio? ¿Por qué se aferra a su cargo si el Presidente disolvió el Congreso? ¿Qué siente?", le preguntó una reportera de televisión, mientras el parlamentario no se daba por vencido: "Yo cumplo con mi deber. Estamos en manos de un dictador. Estamos viviendo un golpe de Estado. Me han podido hasta matar".

La ira popular contra este congresista de Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, representa solo una cara de la moneda, pero así y todo, grafica de manera brutal la alta polarización que sufre Perú desde hace años y que, como tantas otras veces, quedó al desnudo esta semana. Los politólogos peruanos coinciden en que esta nueva crisis tiene su génesis en las elecciones de 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski -con Vizcarra y "Meche" Aráoz como vicepresidentes- le ganó a Keiko por apenas 41.057 votos. Desde ese día, estiman los analistas políticos limeños, Fujimori y su mayoría en el Congreso le declararon la guerra al Ejecutivo, que en marzo de 2018 debió ser asumido por Vizcarra tras la renuncia de PPK.

Domingo 29 de septiembre:

En una entrevista publicada por el diario El Comercio, el ministro de Justicia, Vicente Zeballos, señala que el adelanto en un año de las elecciones previstas para 2021 "no es un capítulo cerrado". Fue precisamente el anuncio electoral que hizo el Presidente Vizcarra el 28 de julio el que provocó la ira de "Meche" Aráoz, quien en ese momento declaró que no fue consultada. Y de paso, ahondó la pelea con el Congreso. Zeballos también advirtió en la entrevista que la cuestión de confianza planteada para modificar el mecanismo de elección de los magistrados del Tribunal Constitucional (TC) debía tener un efecto "inmediato". Al mismo tiempo, en el programa Cuarto Poder, el propio Vizcarra advierte que si el Legislativo no procede con lo solicitado por el Ejecutivo, disolvería el Congreso.

Lunes 30 de septiembre:

El primer ministro, Salvador del Solar, acude al Congreso para intentar frenar la elección de los miembros del TC. Esto, para evitar que los partidos políticos tengan tanta injerencia en este órgano. De paso, advierte que si el Congreso, de mayoría opositora, sigue en rebeldía, decretará su cierre. La aparición del premier, que además ejerce como jefe del Consejo de Ministros, provoca un enorme alboroto entre los congresistas fujiapristas (miembros de Fuerza Popular y del APRA), que incluso lo rodean para exigirle que se marche. Poco después -y en un claro desafío al Ejecutivo-, el Legislativo elige a un nuevo miembro del TC. Del Solar entonces fracasa y a las 17.40 Vizcarra anuncia que, amparado en la Constitución, dispone la disolución del Congreso y que deberán efectuarse elecciones legislativas en enero, para concluir el período legislativo (2016-2021). "Decidí disolver el Congreso y llamar a elecciones de congresistas de la República", dice el Presidente, en un mensaje televisado a la nación, desde el Palacio Pizarro.

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FOTO: AP[/caption]

El anuncio presidencial provoca el rechazo de la oposición fujiaprista, que responde suspendiendo al jefe de Estado de sus funciones por "incapacidad temporal" y nombra a Aráoz como "Presidenta encargada", como la oposición venezolana hizo en enero con Juan Guaidó. Sin embargo, muchos interpretan que aquella medida no es válida, ya que el Congreso dejó de funcionar. "Esto es un golpe de Estado", exclama Fernando Rospigliosi, exministro del Interior de Alejandro Toledo. "Es un golpe de Estado, estúpidos", lanzó también el excongresista aprista Mauricio Mulder. Con el correr de las horas aparece nuevamente el fantasma del autogolpe de Alberto Fujimori de 1992, aunque la mayoría estima que no son hechos comparables.

Para otros, sin embargo, se trata de una medida apegada a la ley. "El Congreso se ha burlado de la democracia", apunta Verónika Mendoza, congresista y titular del izquierdista Nuevo Perú. "La voz del pueblo es la voz de Dios", escribió en Twitter George Forsyth, alcalde del distrito limeño de La Victoria y exarquero de Alianza Lima. De forma espontánea, estallan manifestaciones a favor de Vizcarra en Lima, Huancayo, Cusco, Arequipa, Puno, Trujillo y Tacna. "¡Sí se pudo!", grita la masa. Pasadas las 22.00, el alto mando militar acude al Palacio Pizarro y posan en una foto con Vizcarra, en señal de apoyo. Algunos interpretan ese gesto como una innecesaria forma de amedrentamiento.

Martes 1 de octubre:

Lima amanece como si nada hubiese pasado el día anterior. Algunos congresistas, como Carlos Tubino, se niegan a aceptar la realidad e intentan ingresar al Legislativo. En una ceremonia en el palacio presidencial, Vizcarra nombra a Zeballos, el titular de Justicia, como nuevo primer ministro. En su editorial, el diario El Comercio estima que "perdimos todos" y que "la disolución del Congreso es un hecho lamentable". Al mismo tiempo, la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep) rechaza las acciones de Vizcarra y tilda todo como una "violación al sistema democrático".

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FOTO: EFE[/caption]

Mientras, en Curitiba (Brasil), fiscales peruanos interrogan a Jorge Barata, el hombre de Odebrecht en Perú, quien confirma que la constructora brasileña realizó pagos a Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, PPK y Keiko Fujimori, además de otras figuras de la política local. Precisamente este caso es el telón de fondo de la crisis peruana, ya que ha enviado a todos esos dirigentes tras las rejas, además de apurar el suicidio de García. Lo que temía Vizcarra era que el Congreso designara a un TC "fujiaprista" que podría liberar a Keiko, revocar la anulación del indulto a Alberto Fujimori y anular el acuerdo de colaboración en el caso Odebretch.

En horas de la noche, "Meche" Aráoz se retracta y anuncia que dimite de manera "irrevocable" a la vicepresidencia y, por lo mismo, a la Presidencia por encargo.

Miércoles 2:

Zeballos, el nuevo primer ministro, anuncia que Vizcarra gobernará hasta el 28 de julio de 2021 y no renunciará al cargo. De paso, estima que la renuncia de "Meche" no es efectiva, porque la presentó ante un Congreso que "no existe".

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FOTO: REUTERS[/caption]

Jueves 3:

Después del mediodía, Martín Vizcarra juramenta a un nuevo gabinete, entre cuyos miembros destaca María Antonieta Alva Luperdi, de solo 34 años, y el diplomático Gustavo Meza Cuadra en Cancillería. Al final de la tarde, "Meche" Aráoz reconoce que su "juramentación" fue un error y que "en la efervescencia del momento surgió (jurar ante) la cruz y la Biblia". Por la noche, una masiva marcha a favor de la disolución del Congreso canta: "¡Y ya cayó, y ya cayó, el fujiaprismo ya cayó!".

Viernes 4:

Vizcarra dice que las "decisiones han sido respetando la democracia y la Constitución". Pese a esto, muchos creen que en Perú nada ha concluido realmente.