“Estoy muy sensible”. Esa fue una de las frases que el Presidente Sebastián Piñera lanzó el miércoles pasado, al menos en dos ocasiones, durante una reunión por Zoom que sostuvo con los parlamentarios oficialistas de las comisiones de Trabajo de la Cámara y del Senado.
El Mandatario lo dijo con ironía, apuntando a los cuestionamientos que algunos legisladores de RN y la UDI habían planteado en los días previos sobre la forma en la que el gobierno estaba llevando adelante la reforma previsional y las modificaciones que anunciaría el Ejecutivo. Esto, ya que desde Chile Vamos acusaban, entre otras cosas, que no se les había informado nada. Reclamos de ese tipo han sido habituales en la segunda administración de Piñera, quien ha debido lidiar con una compleja relación con el bloque oficialista, aunque menos conflictiva que la que tuvo en su primer gobierno con la entonces Alianza.
La diferencia ahora es que se da en un momento clave para el Mandatario y para la centroderecha: a 12 meses de que Piñera deje La Moneda y a poco más de un mes de las elecciones municipales, de gobernadores y de constituyentes. Para varios en el oficialismo esos comicios marcarán una especie de fin definitivo y simbólico del gobierno, ya que a la habitual pérdida de poder e injerencia en la agenda pública que se produce al final de cualquier administración, se suma el hecho de que, tras esa fecha, el centro del debate estará en el trabajo de la convención constitucional y en la preparación para las elecciones presidenciales y parlamentarias. Sin embargo, en el Ejecutivo se resisten a asumir ese factor y apuestan a que este año será fundamental para instalar definitivamente lo que esperan que sea el -hasta ahora difuso- “legado” de Piñera.
En la cita del miércoles -en la que también participó el ministro de Hacienda, Rodrigo Cerda- se abordó, primero, el tema de pensiones, justamente uno de los hitos clave que identifican en el círculo cercano al Mandatario y en Chile Vamos para la recta final, como una de las “grandes reformas” que el gobierno busca dejar como parte de su legado. Así, también se discutió cómo defender la propuesta del gobierno, en contraste a la idea de destinar íntegramente el 6% de cotización adicional a un fondo solidario, como defienden en sectores de la oposición. “Si es así, yo prefiero que no se vote”, habría dicho Piñera en la reunión, según los asistentes. Además, planteó -de acuerdo a las mismas fuentes- que se debía “aprovechar” que “tenemos el viento a nuestro favor”, apuntando a que, según sondeos de opinión, la mayoría de las personas prefiere que la cotización adicional vaya a sus cuentas individuales.
Uno de los más férreos impulsores de la idea contraria a esa es el senador Juan Pablo Letelier (PS), a quien el propio Piñera decidió contactar hace algunos días para abordar el escenario, según comentó el Mandatario a los parlamentarios oficialistas en la reunión del miércoles pasado. Esto, asumiendo -tal como en otras ocasiones- un rol activo, algo que en el círculo de Piñera dicen que será la tónica en su último año.
Precisamente, en Palacio ven al Jefe de Estado más “inquieto” que antes, justamente por ser esta su última etapa como Mandatario, lo que se ha traducido en varios hechos específicos, entre ellos, una mayor presión hacia los ministros para lograr acciones concretas en ciertas áreas.
En el gobierno, en todo caso, hay quienes ven con inquietud el rol tan activo del Presidente en su último año, porque creen que se han ido tomando decisiones que parecen ser improvisadas. Por ejemplo, señalan que hay que irse adecuando a las exigencias del Mandatario, lo que implica ir modificando algunas de las pautas. Y también en el oficialismo cuestionan en privado el anuncio que hizo Piñera respecto de La Araucanía, cuando llamó nuevamente a un acuerdo sin nada concreto en vez de tomar -dicen- acciones más decididas.
Pese a ello, en paralelo, el Ejecutivo elaboró un plan para los próximos 12 meses, que considera acciones definidas, con fechas y responsables. Todo esto, en torno a los ejes para su último año. Uno de ellos es la reforma previsional, además del manejo de la pandemia y la vacunación, algo en lo que el gobierno ha sido bien evaluado, pero que Piñera aún no logra capitalizar en respaldo a su figura. Por ejemplo, en la última encuesta Cadem -difundida esta semana- el Mandatario obtuvo un 24% de apoyo a su gestión, mientras que el respaldo al manejo del gobierno frente al coronavirus llegó a un 58%.
Asimismo, los otros ejes son lograr que los procesos electorales resulten de buena manera; avanzar en seguridad ciudadana; en algunos temas de salud y educación, y en la reactivación económica y del empleo. De hecho, una de sus apuestas es que el desempleo se sitúe debajo de los dos dígitos y que la economía termine creciendo entre un 4% y 5%, lo que podría ser facilitado por la racha que está teniendo el cobre, que la semana pasada llegó a su mayor valor desde 2011.
En el oficialismo, además, dicen que se están preparando iniciativas como, por ejemplo, subsidios en materia de empleo para acelerar la reactivación una vez que se haya avanzado más en la vacunación contra el coronavirus. Ambos temas son para Chile Vamos los que terminarán determinando el éxito o fracaso político de este gobierno: la protección de la población chilena contra la pandemia y la recuperación económica.
Parte de esos puntos y del activo rol del Mandatario fueron parte de la presentación que realizó Piñera en enero, durante un consejo de gabinete, de una reunión que sostuvo el jueves con todos los intendentes y también del encuentro que lideró el jueves de la semana pasada en su casa con los timoneles y secretarios generales de Chile Vamos.
Ese día, si bien la conversación comenzó con la compleja situación que se vive en La Araucanía, poco a poco fue girando también hacia un análisis general sobre el último año que le queda a la administración de Piñera antes de tener que entregarle la banda al próximo gobernante. Esto último, de hecho, es algo que el propio Mandatario ha abordado en conversaciones con exintegrantes de su gabinete y de su círculo cercano, a quienes les ha transmitido que es fundamental que alguien de la centroderecha logre sucederlo en La Moneda. Y en esas mismas conversaciones, además, ha delineado parte de su estrategia para el último año.
En la cita de la semana pasada se planteó que la idea es ir avanzando en cada uno de esos ejes con hechos concretos. Y en el caso de pensiones, Piñera les planteó -según los asistentes- que si no hay un acuerdo con la oposición, la idea es que se vote en el Senado a fines de marzo o principios de abril, es decir, poco antes de las elecciones, comicios que serán clave no sólo para el devenir del gobierno, sino que también para Chile Vamos y su aspiración de retener el poder en La Moneda en el próximo período presidencial.
En ese sentido, los dirigentes oficialistas abordaron con el Mandatario en la reunión la estrategia electoral que se está aplicando y cómo la gestión del gobierno -pero principalmente el respaldo del Ejecutivo en las encuestas- puede afectar o beneficiar a los candidatos de Chile Vamos.
Al respecto, además, el Mandatario pidió que exista una primaria presidencial de Chile Vamos lo más armónica posible. Esto -agregó- como una manera de mostrar a un sector político ordenado, un punto que en Chile Vamos buscarán resaltar en los próximos meses, intentando marcar un contraste con el escenario que existe en la centroizquierda.
La recta final del gobierno, especialmente en un año que será trascendental para el país por el proceso constituyente, es vista con atención por el oficialismo y la oposición, pero también por los analistas políticos.
Así, por ejemplo, Roberto Méndez sostiene que el Ejecutivo “ha remontado” y que “está en una mucho mejor posición”. A su juicio, Piñera “probablemente va a pasar a la historia por lo que hizo en estos dos últimos años, en términos de la pandemia y también por el proceso constitucional, más que lo económico”. Y agrega: “En el proceso constitucional se está jugando algo el gobierno: que el proceso sea exitoso y se desarrolle bien, lo que no era evidente cuando comenzó todo esto (…). El gobierno ha construido en la reforma constitucional y en la pandemia dos cosas que no eran esperadas, que no estaban en su programa, pero que finalmente han sido oportunidades para que el Presidente despliegue esa capacidad de gestión que lo ha caracterizado. Y creo que es la herencia que le está dejando a su sector político para un eventual gobierno de continuación”.
La gran duda es si la elección de constituyentes de abril marcará un fin simbólico de esta administración. “Como todos los gobiernos, al final van perdiendo poder y se da este fenómeno que se conoce como el ‘pato cojo’, pero creo que no va a ser tan exagerado, porque hay suficientes demandas para que el gobierno sea plenamente vigente. La pandemia seguirá vigente todo este año, el tema de pensiones se va a seguir discutiendo, la seguridad pública en La Araucanía. Entonces, es un gobierno que va a estar con las manos llenas de tareas. No lo veo como un gobierno esperando que se cumpla el plazo”, dice Méndez.
“En el año constitucional, su principal tarea es aportar a que ese proceso transcurra con fluidez, pasión y diálogo. Además, la reforma de pensiones no aguanta más, y es hora de abrir una discusión sobre el tema tributario para pagar la cuenta del Covid-19”, agrega el analista Carlos Correa, junto con señalar que Piñera “tiene un buen equipo de ministros y ministras, le vendría muy bien al futuro de su sector político que privilegiara potenciarlos”. Esto, apelando al rol protagónico que busca tener el Mandatario en la recta final de su mandato.