En tan solo dos semanas, entre el 4 y el 20 de octubre de 2015, Portugal pasó de una victoria de los conservadores a un inédito pacto entre la izquierda que permitió al Partido Socialista, de la mano de António Costa, gobernar en solitario. El apoyo parlamentario puso fin a 40 años de disputa férrea entre los socialistas y el Partido Comunista (PCP), y dio un espaldarazo a los triunfantes nuevos liderazgos progresistas del Bloque de Izquierda (BE). Dejando de lado las diferencias para abrazar las similitudes a cambio de lograr una estabilidad y gobernabilidad necesarias para un resurgir después del rescate económico, el episodio en vez de hundir al país terminó por transformarlo en un símbolo del “milagroso” modelo de gobierno monocolor del que se toma nota en otras latitudes para replicar el éxito y evitar los entuertos.
Para el politólogo argentino y docente de la Universidad de Lisboa Andrés Malamud, “la geringonça, como es conocida la coalición parlamentaria constituida en 2015 que permitió un gobierno en minoría del Partido Socialista con apoyo legislativo de dos agrupaciones de izquierda, no fue un pacto tripartito, sino radial entre el PS y cada uno de los dos partidos de izquierda, que no tuvieron diálogo entre sí. Los pactos se basaron en acuerdos mínimos sobre políticas públicas, fundamentalmente la recomposición salarial, y no incluyeron reparto de cargos en el gobierno”, señala en conversación con La Tercera.
Los pactos (en Portugal) se basaron en acuerdos mínimos sobre políticas públicas, fundamentalmente la recomposición salarial, y no incluyeron reparto de cargos en el gobierno.
Andrés Malamud, docente de la Universidad de Lisboa
La crisis financiera global de 2008 llegó a tocar la puerta de Europa y luego de Portugal. El abultado déficit fiscal comenzó a agobiar al país, que en 2010 decidió solicitar ayuda a la troika, compuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE), que al año siguiente desembolsó US$ 88 mil millones a cambio de un ceñido plan de austeridad que golpeó a los sueldos y pensiones de los trabajadores. Un año antes de las legislativas de 2015, el gobierno del primer ministro portugués Pedro Passos Coelho había pagado su deuda y celebró los 102 escaños obtenidos, mientras los socialistas alcanzaban tan solo 86 puestos y quedaban fuera.
Sin embargo, António Costa, en un intento por evitar un gobierno dominado por la coalición conservadora Portugal al Frente, integrada por el Partido Social Demócrata, Centro Democrático Social y Partido Popular, inició una moción de censura y terminó por formar una convergencia política hasta ese momento imposible, y que marca una ruta para la socialdemocracia europea.
“Suficientes puntos de coincidencia, pero demasiados pocos para formar un gobierno homogéneo”. Así, la prensa internacional describió el Ejecutivo socialista de mayoría absoluta, que pese a desencuentros en el camino, permitió un “ajuste a la sustentabilidad fiscal”, que benefició a la población y que mantiene a Costa dirigiendo al país desde hace seis años.
Según el diario La Vanguardia, el gobierno de minoría con respaldo sin peticiones logró capitalizar la mejora de la economía. En tres años, el desempleo pasó de un 16,3% a un 6,7%; el déficit fiscal del 11% al 0,5%; la deuda pública cayó del 133% al 120%, y el turismo terminó como la estrella, pasando de representar de un 13% al 17% del PIB.
¿Modelo portugués a la chilena?
La contundente victoria electoral del abanderado de Apruebo Dignidad (AD), Gabriel Boric, en la segunda vuelta lo tendrá instalado en marzo en el sillón presidencial de La Moneda. Sin embargo, la coalición del mandatario electo, compuesta por Revolución Democrática (RD), Convergencia Social (CS), Comunes, la Federación Regionalista Verde Social (FRVS) y el Partido Comunista de Chile (PC), no cuenta con una mayoría en el Congreso -representa un 25% en la Cámara de Diputados y un 10% del Senado-, por lo que deberá pactar para sacar adelante parte de su programa de gobierno, haciendo necesarias las negociaciones con los partidos de centroizquierda.
“Uno de los modelos que miramos y que en el Frente Amplio discutimos es el de Portugal. El caso portugués nos inspira porque constituyó una innovación política en Europa y en el mundo. No para copiar y pegar, porque no es el mismo contexto ni experiencia, sino para buscar fórmulas pragmáticas y flexibles de gobernabilidad. En Portugal, el Ejecutivo está a cargo del Partido Socialista, y en Chile, de Apruebo Dignidad, que es la coalición de gobierno y Gabriel Boric, el presidente electo, elige su gabinete con autonomía y libertad. Al mismo tiempo, necesitamos un acuerdo en el Parlamento como Portugal para que las fuerzas políticas y sociales respalden al gobierno. La distinción que hacemos es que esas fuerzas no tienen por qué necesariamente cargar con la responsabilidad política del gobierno, pero sí pueden poner a disposición determinados cuadros políticos y técnicos para tener un buen gabinete, que dé un buen gobierno que permita dar estabilidad y llevar adelante acuerdos parlamentarios. No es un cheque en blanco, no es un apoyo incondicional”, explica a La Tercera el senador de Revolución Democrática (RD) y parte del equipo de Gabriel Boric, Juan Ignacio Latorre.
Necesitamos un acuerdo en el Parlamento como Portugal para que las fuerzas políticas y sociales respalden al gobierno.
Juan Ignacio Latorre, senador de Revolución Democrática
Para el senador, “en Chile tenemos un Congreso con dos cámaras empatadas y un régimen presidencialista que es distinto al portugués. Por esto, tendremos que tener la disposición de llegar a acuerdos con la derecha, buscar negociaciones parlamentarias, gradualidad en la implementación de los cambios, es decir, todo lo que implique dar gobernabilidad. Gabriel Boric necesita convocar a distintos mundos, independientes, sociales y de la política tradicional para respaldar al Ejecutivo. Eso sí, las conversaciones con las otras fuerzas no están siendo en base a cuántos ministerios, cuántas subsecretarías, el cuoteo típico, sino que el criterio ha de ser que necesitamos a disposición a las y los mejores para que nos ayuden a dar soporte al gobierno a nivel nacional y regional”.
Los guiños del Frente Amplio al modelo portugués no son nuevos. En julio pasado, el coordinador programático de Gabriel Boric y director de Espacio Público, Diego Pardow, señaló a la prensa que “a mí en particular me gusta mirarme en el espejo de Portugal, que es una economía pequeña dentro de la Unión Europea (UE). Su camino para transitar al Estado de bienestar, la apertura de eso estuvo por una especie de estallido social, que fue la Revolución de los Claveles, y un año después se hizo una reforma constitucional. La Revolución de los Claveles fue a principios de la década del 70, y esa nueva Constitución, que también es de esa época, está todavía vigente”.
Desde el balotaje, el equipo de Boric está llevando adelante una serie de reuniones con distintos integrantes del espectro político -desde el Partido Radical, la DC, el PPD, el Partido Socialista hasta el Partido Liberal- y de movimientos sociales para que a fines de enero se conozca el futuro gabinete. Aunque el grueso de la oposición al gobierno de Sebastián Piñera se cuadró con Apruebo Dignidad, la injerencia directa del sector en el futuro gobierno es una incógnita.
“Pueden estar tranquilos, no somos santos milagreros, somos un gobierno responsable”, defendió Costa tras su ascenso en 2015, entre dudas y respaldos.
No obstante, Chile es uno de los países que intentan aterrizar aspectos del modelo de gobierno de Portugal. En septiembre de 2019 y en plena recta final de la campaña presidencial argentina, Alberto Fernández viajó hasta Lisboa donde se reunió con António Costa en el Palacio de São Bento.
Según el diario argentino La Nación, en ese momento, el kirchnerismo y otros sectores de la oposición proponían a Fernández seguir el “camino portugués” de la aplicación de un plan económico soberano sin los organismos internacionales, como alternativa para la recuperación argentina y contra el ajuste.
Ese mismo año fue el turno del líder del gobierno español, Pedro Sánchez, que en medio de un complejo escenario político decidió pactar por un gobierno progresista con un histórico acuerdo entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP), dando como resultado el primer gobierno de coalición desde el regreso a la democracia en España.
El ‘modelo portugués’ se basó en dos factores: baja radicalización (ideológica) y baja ambición (por cargos). Difícil de repetir.
Andrés Malamud, docente de la Universidad de Lisboa
Sánchez defendió ante la prensa que “el reto de la socialdemocracia hoy es saber entenderse con otras fuerzas progresistas. El mejor ejemplo de esto es Portugal. Hay que salir del exclusivismo, y esa es la gran lección que nos han dado nuestros vecinos: las izquierdas se pueden entender con la socialdemocracia como gran vector”.
Para Malamud, “el ‘modelo portugués’ se basó en dos factores: baja radicalización (ideológica) y baja ambición (por cargos). Difícil de repetir”, sostiene.
A seis años del “milagro” portugués, António Costa aseguró que la fórmula de la geringonça terminó después de la reciente negativa del PCP y BE de continuar el pacto ante la falta de consenso por los presupuestos, lo que derivó en la convocatoria a unas elecciones anticipadas para el próximo 30 de enero. Sin embargo, el socialista asegura: “No cierro la puerta a nadie”.
Aún con las dudas sobre el futuro, Portugal iniciará un nuevo año con una serie de iniciativas aprobadas por el gobierno de Costa. Entre ellos aparece que, desde el 1 de enero, el sueldo mínimo tendrá el mayor aumento, pasando a US$ 798 mensuales, así como un reajuste del 0,9% a los funcionarios estatales y de entre el 0,2% al 1% a las pensiones. Además, debido al avance de ómicron, los portugueses tendrán nuevas reglas de teletrabajo, como períodos de descanso y la obligación de las empresas a costear todos los gastos derivados, como la electricidad o internet.