La tarde del sábado 11 de febrero, el exjefe de gabinete del Presidente Gabriel Boric, Matías Meza-Lopehandía, llegó hasta una casa en Ñuñoa donde se reencontraría con buena parte de sus otrora compañeros de La Moneda.
El tenor de los saludos no dejaba lugar para confundir la razón del festejo.
-”¡Feliz cumpleaños, Presidente!”, se escuchaba apenas alguien cruzaba la puerta.
Boric, que buscó celebrar discretamente el cumplimiento de sus 37 años en medio de la crisis desatada por los incendios forestales que todavía afectan a la zona centro-sur, sonreía frente a cada saludo y abrazaba a los invitados.
La organizadora y anfitriona del asado fue la pareja del Mandatario, Irina Karamanos, y el lugar de encuentro fue la casa de un familiar de Emiliano Salvo, uno de los mejores amigos de Boric y exintegrante del equipo de avanzada presidencial.
El propio Presidente estuvo a cargo de la parrilla que -en esta ocasión- celebró su origen magallánico: cordero al palo. Pero que también le jugó una mala pasada, ya que se cortó un dedo con un cuchillo.
La presencia de Meza-Lopehandía en los festejos da cuenta de la relación personal que cultiva con Boric, más allá de su excargo. Un vínculo que -en todo caso- se replica en varios personeros de Palacio, excompañeros de la corta ruta política o derechamente amigos de infancia del Mandatario y a quienes este reservó algunos lugares en su gobierno.
A diferencia de otras celebraciones, la convocatoria a este cumpleaños fue más amplia de lo habitual. Entre los presentes estuvieron los ministros Camila Vallejo y Giorgio Jackson con sus respectivas parejas -el músico Abel Zicavo y la escritora Camila Gutiérrez; los subsecretarios de Medio Ambiente, Deportes y Trabajo, Maximiliano Proaño, Antonia Illanes y Giorgio Boccardo -amigos desde la universidad-; el jefe del Segundo Piso, Miguel Crispi; el jefe de gabinete, Carlos Durán; el jefe de la División de Coordinación Ministerial, Rodrigo Echecopar; y varios colaboradores, como la periodista Nicole Vergara y el asesor Mario Sillard. También llegaron hasta el lugar la exconvencional Constanza Schonhaut, quien hoy trabaja en el Ministerio del Interior; la delegada metropolitana, Constanza Martínez, y la vicepresidenta de CS, Ximena Peralta.
Otros amigos personales del Presidente, particularmente del mundo de la cultura, se sumaron al festejo: entre ellos el cantautor Nano Stern y la actriz Elisa Zulueta.
La superposición entre parte importante de su círculo más íntimo, que -además- cumple roles de distinta jerarquía en el gobierno, ha sido un permanente foco de tensión durante el primer año de Boric en el poder. En buena medida porque -según coinciden varios de los consultados para esta serie de reportajes- ese es el grupo de contención del Mandatario y con quienes suele conversar e incluso tomar decisiones que han desafiado las instancias formales.
Además de los ya mencionados, el grupo incluye al diputado Gonzalo Winter, el periodista Felipe Valenzuela y el actor Mario Horton.
Un punto aparte es el embajador en España, Javier Velasco, a quien el Mandatario reservó un apetecido cargo diplomático, y el escritor y exconvencional Patricio Fernández, que ha estrechado su vínculo con Boric y ha logrado incorporarse a sus celebraciones más íntimas.
Confidentes en Palacio
En diciembre de 2021, Boric realizó una visita masiva a Punta Arenas junto a un grupo de sus colaboradores. De cierta manera, fue un viaje iniciático, ya que en pocos meses más el exdiputado y exdirigente estudiantil se instalaría en La Moneda tras imponerse en las elecciones presidenciales a la carta de la derecha, José Antonio Kast. Boric sería no sólo el Mandatario más joven en la historia de Chile en alcanzar el poder, sino que también el de menor edad en funciones del mundo. Y varios de quienes lo acompañaban en esa visita tomarían responsabilidades en el nuevo gobierno.
Los convocados fueron los compañeros de ruta de Boric en su carrera política, particularmente en la Izquierda Autónoma, y quienes cumplieron roles durante su diputación en representación de esa zona.
La actividad central de la visita se realizó en su entonces sede parlamentaria, llamada La Idea, y participaron los integrantes de su primera y segunda diputación: entre ellos estaban los ya mencionados Valenzuela, Sillard, Vergara, Schonhaut, Proaño, Winter, Peralta e Illanes. A ellos se sumaron Danilo Mimica (actual seremi de Desarrollo Social en Magallanes), Diego García (seremi de Cultura en Magallanes), Manuel Yáñez (exseremi de Desarrollo Social en el Maule), Paulette Jara (jefa de gabinete de Illanes), Camila Carreño (experiodista de la Secom) y Tomás Boric, hermano del Presidente.
El entonces Mandatario electo agradeció a cada uno el trabajo compartido y -en señal de retribución- les obsequió un pingüino de felpa con una banda presidencial. Fue en el clásico cordero asado al palo -que ya parece marca registrada del Presidente- donde Boric pudo compartir con el grupo sus íntimas impresiones por el inminente desembarco en la Moneda.
“Estoy estresado con los nombramientos”, confesó.
Allí, en Punta Arenas, su tierra natal y donde viven sus padres, el Mandatario mantiene un círculo de amigos de infancia, entre los que están Felipe Jeria, Raúl Domínguez, Beatriz Silva, Javiera Román y el médico Francisco Vergara.
Los dos primeros -Jeria y Domínguez- asumieron cargos públicos una vez que Boric se instaló en La Moneda. El primero como director regional del Fosis en Magallanes y el segundo como jefe de División de Fiscalización de la Subtel.
La dinámica de las visitas suele ser parecida: jugar truco -popular juego de cartas en Magallanes-, escuchar música (tenían una banda), hablar de fútbol y tomar piscola.
Pero esa vez que regresó ya como Presidente electo, al grupo le quedó claro que algo había cambiado.
-”Estoy esperando el llamado del Presidente Biden”, les dijo Boric, ante la sorpresa de todos.
Quizás la escena hizo recordar al grupo -guardando las proporciones- aquella vez en que el Mandatario fue elegido presidente del Centro de Estudiantes de Derecho en la Universidad de Chile y les envió a todos un correo electrónico en el que se leía: “No dejen que me pierda”.
Entre los amigos personales del Mandatario que desempeñan cargos en La Moneda, uno que destaca particularmente es Emiliano Salvo.
El licenciado en historia -de 36 años y militante de Convergencia Social- no ostenta un rol de relevancia en Palacio. De hecho, partió integrando la avanzada presidencial y -por estos días- realiza las mismas funciones, pero para el ministro de Energía, Diego Pardow. Pero nadie duda de su cercanía con Boric.
El Mandatario suele concurrir a la residencia de Ñuñoa y al departamento de Salvo cuando busca espacios de distensión. Ambos son amigos desde 2014, cuando Boric era diputado y los presentó un integrante de su equipo. Desde ahí profundizaron su amistad hasta convertirse en confidentes. Tanto, que la noche antes del cambio de mando, el jueves 10 de marzo, participó de una íntima cena con la familia Boric Font y Karamanos en el Palacio Presidencial de Cerro Castillo. El grupo lo completaban los amigos del Presidente de Punta Arenas, Valenzuela, Silva y Sillard, además del músico Nano Stern, quien cantó y tocó el piano.
La cena tuvo una eterna sobremesa que Boric debió abandonar para poder descansar. Algunos alojaron en la residencia presidencial, que en la mañana del viernes 11 recibió a primera hora a los entonces nuevos ministros de Estado para la foto oficial.
Aunque quienes conforman el grupo más cercano a Boric aseguran que sólo funcionan como un grupo de contención y que jamás se han tomado decisiones políticas en esos espacios, que a lo más son de reflexiones políticas, el fantasma de su real influencia está instalado en La Moneda.
En particular, porque en esos espacios también suelen participar los ministros Jackson y Vallejo, ambos miembros del comité político.
En la sede de gobierno, en particular en los primeros meses del mandato de Boric, se solía aludir a “los asados de los domingos” como una instancia informal de toma de decisiones.
Las mismas fuentes identifican como una de las grandes damnificadas de ese estilo a la entonces ministra del Interior Izkia Siches. Señalan como ejemplo la discusión del proyecto de infraestructura crítica cuando ya estaban coordinados con la comisión mixta y tenían la iniciativa en tabla para el lunes 16 de mayo.
En ese momento, luego de largos esfuerzos para cuadrar a los parlamentarios de Apruebo Dignidad y del Socialismo Democrático, la ministra recibió un llamado de último minuto: “Hay comité político de emergencia”. Ahí le comunicaron que se iba a revertir la estrategia y la sensación instalada fue que el cambio de postura se había acordado fuera de La Moneda.
El mentor universitario
Un evidente choque de los dos mundos presidenciales se produjo a principios de 2023, cuando Boric anunció la renuncia de Meza-Lopehandía -su entonces jefe de gabinete- tras la serie de equivocaciones que rodearon los indultos a los presos del estallido social y el exfrentista Jorge Mateluna.
La historia es conocida. Nadie duda en La Moneda de que uno de los principales impulsores de los indultos era el mismo Meza-Lopehandía, quien concentró en sus manos la propuesta que se haría a Boric.
Prueba de ello -señalan en el oficialismo- fue que el entonces jefe de gabinete fue quien -con evidente satisfacción- adelantó uno a uno a los presidentes de los partidos de Apruebo Dignidad y del Socialismo Democrático la medida poco antes de que se hiciera pública.
Meza-Lopehandía no imaginó que lo que consideraba un triunfo político casi personal, ya que debió enfrentarse por meses a varias voces opositoras a la medida, como la de la entonces jefa del Segundo Piso, Lucía Dammert, daría el punto final a su paso por La Moneda.
Para ese entonces el abogado concentraba varias críticas. La principal de ellas era el celo con el que administraba los contactos de Boric, filtrando información y recados.
-”Ya no ocupo WhatsApp. Urgencias con mi jefe de gabinete, Matías Meza”.
El 20 de mayo, el Mandatario cambió su estado de WhatsApp por consejo de sus asesores, quienes le advirtieron que debía cuidarse en sus interacciones a través del celular.
Boric optó por descargar la aplicación Signal, que protege la privacidad de sus conversaciones, y derivar a quienes intentaban contactarlo con su jefe de gabinete. El punto fue que a Meza-Lopehandía se le cuestionó por “encapsular” al Mandatario, lo que le hizo sumar enemigos.
La influencia del jefe de gabinete en algunos nombramientos en el gobierno también alargó la lista de sus detractores. Una de las primeras fue Siches, a quien se le comunicó que la designación de los encargados del plan para La Araucanía no estarían en sus manos:
-”Eso dependerá de Matías”, le comentaron. La afición del jefe de gabinete en el tema era tal, que sus antiguos compañeros de militancia lo apodaban el “lonco Meza”.
El abogado nominó a Salvador Millaleo y Rubén Sánchez (quien era el enlace en la Macrozona Sur) como encargados del tema. La desconexión entre el equipo de la ministra del Interior y las designaciones desde Presidencia se hizo notar desde el principio. Y tuvo su máximo punto de tensión en la frustrada visita a Temucuicui, donde Siches quedó resentida por pagar culpas que para ella debieron ser compartidas con el exjefe de gabinete.
Y es que Sánchez fue parte de la avanzada y también iba en uno de los autos de la comitiva, que al llegar a la entrada de Temucuicui decidió dividirse ante las señales confusas que veían y la inseguridad de los presentes cuando notaron que a recibirlos iba a llegar Marcelo Catrillanca -padre de Camilo Catrillanca-, y no Juan Catrillanca, el abuelo y el que verdaderamente tiene influencia en la comunidad.
En el auto de adelante se subió el entonces jefe de gabinete de Interior, Roberto Estay, junto a otros asesores y Catrillanca, y en el auto de atrás, Siches junto a escoltas y otra integrante de la comunidad. Eso hasta que se vieron obligados a detenerse, porque a muy pocos metros del auto que lideraba la caravana unos hombres con armamento de guerra disparaban al cielo y el camino estaba cortado.
Catrillanca no dudó en bajarse para tranquilizar la situación, pero en la comitiva nadie entendía los diálogos en mapudungún. Estaban entregados.
El resto de la historia, que marcó el primer fracaso del gobierno, es conocida.
No fue la única vez que Meza estuvo cuestionado internamente por su influencia en las decisiones. También generó un fuerte ruido en el Ministerio de Salud cuando su esposa, Carmen Morales -licenciada en Filosofía-, ingresó a trabajar a la Subsecretaría de Redes Asistenciales sin previo aviso.
-”¿Cómo nadie nos entregó la información? Esas decisiones tienen que pasar por la ministra”, fue la respuesta inmediata del gabinete de la entonces jefa de cartera, Begoña Yarza, al equipo del subsecretario Fernando Araos, militante de Convergencia Social, donde también participan Meza y su pareja.
La incomodidad de Yarza fue tal, que les ha confesado a sus cercanos que le hizo llegar su queja a Boric por la incomodidad que generaba que la pareja de su colaborador más cercano estuviera en la subsecretaría, lo que se traducía en que la línea de Araos con Presidencia era evidentemente más directa que la suya.
Aunque Meza antes de llegar al gobierno no era considerado dentro del círculo íntimo del Presidente, el abogado siempre fue catalogado como su “mentor político en la universidad” -por sobre intelectuales como Carlos Ruiz- y una persona de su extrema confianza.
Ambos se conocen desde 2004, cuando Boric era un novato universitario y Meza, el líder del colectivo “Estudiantes Autónomos” (que luego mutó en la Izquierda Autónoma). Y se reencontraron cuando Meza trabajó como investigador de la biblioteca del Congreso y Boric era diputado, por lo que lo asesoraba en algunos temas de su dominio. En 2021 se sumó a la campaña presidencial y estrechó cada vez más su vínculo con el Presidente.
Tras ganar los comicios, pocos se sorprendieron de que Meza fuera el primer cargo oficializado por Boric.
La relación se intensificó cuando asumió la jefatura de gabinete y pasó a ocupar la oficina más cercana a la del Mandatario en La Moneda. Fuera de ella también se comenzaron a visitar. ¿El panorama ideal? Ver partidos de la Universidad Católica, club del que ambos son hinchas.
Antes de su salida del gobierno -en todo caso- Meza sumó varias batallas ganadas. La más emblemática es la que terminó con la entonces jefa del Segundo Piso, Lucía Dammert, fuera de La Moneda.
Uno de los motivos de los desencuentros era que el jefe de gabinete era muy celoso de su influencia sobre el Mandatario en temas como La Araucanía, el proceso constituyente y derechos humanos, con los indultos como prioridad, en los que solía adoptar posiciones contrarias a Dammert.
Con el correr de los meses, la socióloga fue bajando su ascendencia sobre el Mandatario y perdió disputas como el rol que debía asumir Boric -por ejemplo- frente a la campaña del Apruebo, donde Dammert impulsó la tesis de que el Presidente mantuviera distancia de la campaña del plebiscito y el abogado, la de involucrar a Boric.
Meza, además, desplegó durante meses un manto de protección sobre algunos funcionarios de Palacio e incluso miembros del gabinete, como el exjefe de producción y avanzada Nelson Alveal; Andrea Reyes, parte del equipo del Segundo Piso, y la exministra de Justicia Marcela Ríos (CS).
Una de las disputas entre Dammert y Meza ocurrió el 6 de septiembre, durante el cambio de gabinete posplebiscito, cuando Ríos era candidata a salir.
La jefa del Segundo Piso era proclive a relevar a Ríos de sus funciones y nominar en el cargo al subsecretario de la cartera, Jaime Gajardo (PC). Pero el entonces jefe de gabinete se opuso:
-”La ministra Ríos no puede salir”, dijo el abogado.
Tras producirse el ajuste ministerial -hasta la fecha el más ambicioso de la administración Boric y que instaló a Carolina Tohá en Interior-, Ríos almorzó junto a la también aliviada titular de Cultura, Julieta Brodsky (CS), quien hasta hoy está cuestionada por su gestión.
-”Nos salvamos”, era el comentario que varios de los que se las encontraron en el lugar pudieron escuchar.
A mediados de ese mes de septiembre la propia Dammert advirtió su escasa influencia y optó por renunciar. No podía proyectar que menos de tres meses después -6 de enero de 2023- sería el turno de Meza-Lopehandía de dejar su cargo.
La falta de respaldo a los indultos presidenciales que atizaron la caída de la popularidad presidencial, ya en baja tras el plebiscito, y -sobre todo- la desprolijidad en el manejo de información que hizo que Boric terminara incluyendo en la nómina de indultados a personas con un alto compromiso delictivo, sellaron el destino de Meza-Lopehandía.
No fue -para nada-, coinciden quienes conocieron de los pormenores del despido, un tema fácil para el Mandatario, a quien hubo que convencer de que no había alternativa.
El propio Meza Lopehandía intentó resistir la embestida. Pero no había vuelta atrás: junto a Ríos debió asumir la responsabilidad del controvertido episodio.
Llamado de atención
La dupla Jackson-Vallejo constituye la excepción entre quienes tienen un vínculo de amistad con el Presidente y que -además- forman parte de la primera línea de su gobierno.
Aunque la vocera ha resentido las últimas incorporaciones en el gabinete -particularmente la que lideran Tohá y Ana Lya Uriarte en la Segpres-, Vallejo no ha provocado preocupaciones mayores en Boric.
Un caso distinto es el de Jackson, quien tempranamente evidenció que su paso por la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de la relación entre el gobierno y el Congreso, tendría poca vida.
En el último cambio de gabinete -el de septiembre- el Mandatario optó por mover a Jackson al Ministerio de Desarrollo Social, y para la emergencia desatada este verano por los incendios forestales, desde el gobierno se pidió relevar el rol del exdiputado como enlace con La Araucanía como una manera de apuntalarlo en el cargo.
El relajo en el estilo del ministro tras su salida de la Segpres ha concentrado la inquietud del Presidente en las últimas semanas. Para las fiestas de fin de año, Jackson -quien comenzó, por ejemplo, a usar un aro- subió a sus historias de Instagram sus festejos junto a su pareja.
En las imágenes que subió el ministro de RD se escuchaba de fondo una canción de Bad Bunny que dice: “Y empezar el 2023 bien cabrón...”.
Al Presidente no le pareció bien que -en medio de los cuestionamientos de la oposición, que terminaron con una acusación constitucional en contra de Jackson- el titular de Desarrollo Social utilizara ese tono en sus redes sociales.
Y le llamó la atención.