Fue un acuerdo que se tomó de forma unánime y que comenzará a aplicarse desde la próxima semana, cuando el PPD inicie una ronda de reuniones con un grupo de partidos de la oposición.
El miércoles en la noche, la directiva de esa colectividad resolvió -sin la presencia del timonel y precandidato Heraldo Muñoz, quien dejó la conducción de forma momentánea en manos de Francisco Vidal- desechar una serie de propuestas que habían surgido en los últimos días y empujar definitivamente la idea de un abanderado presidencial común del “progresismo”, junto al Partido Socialista, el PR, el PRO y Nuevo Trato, para llevarlo a la primaria legal.
El acuerdo, en todo caso, incluye dos elementos clave: primero, ejes programáticos de esta nueva plataforma y, segundo, una política de alianzas. Todo ello será propuesto formalmente por el PPD a cada uno de esos partidos en reuniones individuales con las respectivas directivas, lo que comenzará este lunes a las 10.00 con el PS.
“La resolución es que el PPD va a jugársela por un candidato único de la izquierda socialdemócrata para el 4 de julio. Para eso, vamos a iniciar nuestra ronda de reuniones con el PS, nuestro socio principal”, explica Vidal. Y agrega: “En el PPD se acabó el tema de llegar a todo evento el 4 de julio. Y para mantener esa línea, les vamos a decir a los socialistas y a los otros partidos que nuestra candidatura debe ir acompañada de un programa común y de una política de alianzas común (…). Lo que queda es concordar el mecanismo para definir ese candidato común para competir con la DC y otros el 4 de julio”.
La resolución es uno de los últimos elementos del enredado panorama presidencial de la centroizquierda, que comenzó a complicarse la noche del lunes de la semana pasada en un privado de un restaurante de Santiago, donde -con bebidas y un picoteo- se reunió un reducido grupo de dirigentes: por el PS, el timonel Álvaro Elizalde, el secretario general, Andrés Santander, y el vicepresidente Marcelo Schilling; por el PPD, Muñoz, Vidal, el senador Guido Girardi y el exdiputado Víctor Barrueto.
Ese encuentro tuvo como objetivo abordar una serie de temas que preocupan al denominado eje socialdemócrata de la oposición, dos partidos que históricamente han sido aliados, que han promovido -en ocasiones anteriores y aún sin éxito- la posibilidad de una fusión y que ahora ven cómo el escenario presidencial se les ha transformado en un puzzle que aún no logran resolver. Esto, cuando nuevamente se encuentran en el bando opositor intentando retomar el poder de La Moneda una vez que finalice el segundo mandato del Presidente Sebastián Piñera.
Sin cartas con alto respaldo
Al gran número de precandidatos presidenciales que maneja la centroizquierda se suma, por un lado, el hecho de que la gran mayoría no concita un respaldo suficiente en las encuestas para perfilarse con fuerza ante los abanderados del oficialismo. Esto, a diferencia del alcalde Daniel Jadue (PC), quien lidera en varios sondeos entre los nombres de la oposición. Y, por otro lado, el sector aún no ha dado con la fórmula definitiva para enfrentar los comicios de noviembre.
El mayor inconveniente está en el eje PS-PPD, ya que el PC y el Frente Amplio tienen su historia aparte. La complejidad está ahora instalada en cómo el mundo socialdemócrata diseña su perspectiva presidencial y su propuesta de gobierno alternativa.
Y el primer obstáculo surgió cuando al interior de ese sector se empezó a poner en duda la posibilidad de acordar un candidato único del PS y el PPD para presentar en la primaria legal de julio, una alternativa que había sido conversada previamente entre ambos partidos y que había tenido en alerta especialmente a la DC, que veía cómo sus socios podrían unir fuerzas y concentrar votos en favor de una sola carta, lo que perjudicaría a Ximena Rincón en una primaria legal de la centroizquierda. Ahora, en caso de que prospere la idea de una carta común que incluya a otras fuerzas progresistas, el panorama para la DC sería aún más complicado.
Las posturas
¿Qué es lo que realmente está ocurriendo en este sector de la oposición? ¿Cuáles son los cálculos que sacan para diseñar finalmente el esquema para la elección presidencial? Las miradas son varias.
En la reunión de la semana pasada ya comenzaron a advertir desde el PPD ciertas dificultades para realizar una preprimaria con el PS, postura que se cristalizó cuando la colectividad que lidera Muñoz fijó para el 17 de abril un consejo general en el que tomarán una decisión definitiva.
Para el PS, esa fecha provoca mayores dificultades para realizar una preprimaria, porque sólo quedarían dos semanas para la inscripción de los candidatos a la primaria legal de julio. La movida, de hecho, fue vista en el socialismo como resultado -dicen- de un temor de Muñoz a medirse con Paula Narváez, quien ha transmitido en privado a los dirigentes del PS la conveniencia de fijar una carta común y lograr un apoyo de la mayor cantidad de partidos y actores posibles.
En ese contexto, en el encuentro de la semana pasado hubo algunos miembros del PPD, como Vidal, que deslizaron ante sus socios del PS la opción de recurrir a una encuesta para definir una carta común.
Por esos días, sólo estaba formalmente la idea de un abanderado PS-PPD, ya que la idea de sumar a más fuerzas del progresismo estaba en duda ante la negativa de algunos de esos otros partidos, lo que ahora esperan revertir. Además, algunas figuras como Guido Girardi impulsaban la idea de marginar a la DC de la primaria legal, lo que estaría desechado ahora con la decisión tomada el miércoles en la directiva del PPD.
Con este nuevo escenario, las alternativas son encargar una encuesta especial que dirima o realizar una “convención” entre ese partido, el PS, el PR, el PRO y Nuevo Trato, aunque en el socialismo insisten en la idea de una preprimaria. “Es muy importante que tengamos una candidatura común y unitaria del mundo de la socialdemocracia. Insistiremos en la primaria, por ser el mecanismo más democrático y representativo”, dice Elizalde. “Tenemos un acuerdo y esperamos que se cumpla. Esto no es un tema de viabilidad, es un tema de voluntad política”, agrega. Además, recalca que “no olvidemos que fue el PPD el que anunció el mecanismo de primaria, por lo que llama la atención que planteen ahora una alternativa distinta”.
El “fantasma” de la Concertación
En contraste, sin embargo, el propio Girardi explica sus motivos y cómo visualiza el panorama presidencial en la oposición. “La gracia de la encuesta es que tiene un componente ciudadano, donde no son los partidos los que resuelven. Una preprimaria es un acarreo de los partidos y una decisión de los partidos”, sostiene el senador.
“Lo que yo planteo es un bloque progresista que permita disputarle el terreno a Jadue y a (Pamela) Jiles, porque ellos no logran garantizar futuro, ya que en ninguna parte del mundo ha tenido éxito la izquierda tradicional. Es un error reeditar la Concertación o presentarnos sólo como partidos o como la élite, se requiere también incorporar actores del mundo social. Esto requiere de audacia y tiempo que, a lo mejor, no tenemos. Y si no logramos eso, si no hay voluntad política, que lo encuentro lamentable, al menos tenemos que tener un candidato único PS-PPD”.
Esta última frase de Girardi da cuenta no sólo de su idea de impulsar un bloque progresista distinto a la Concertación, sino que también refleja parte de la realidad que se ha ido imponiendo en los últimos días y que se consolidó con la decisión que tomó la mesa del PPD el miércoles. “Si se margina a la DC para reforzar al progresismo de la Unidad Constituyente, llegar a noviembre con dos cartas de centroizquierda es destinarse a ser la tercera fuerza política del país”, advierte Vidal.
Qué conviene más
Detrás de todo este escenario hay cálculos no sólo sobre la oferta programática y de unión de fuerzas que sería estratégicamente mejor presentar en la elección, sino que también sobre la conveniencia puramente electoral que tiene una u otra opción.
Por ejemplo, en el entorno de Narváez no ven con agrado la opción de dirimir mediante una encuesta, ya que -dicen- han tratado de proyectar una propuesta de candidatura distinta, que apela a la participación. Asimismo, admiten que tampoco le convendría a Narváez esa alternativa, considerando que aún debe crecer en apoyo y conocimiento en los sondeos de opinión. Y como contraparte, en el PPD saben que la maquinaria electoral del socialismo -al ser un partido más grande- podría perjudicar a Muñoz si se opta por una primaria.
En el PS y el PPD admiten, además, otra inquietud: que si van separados, crecen las opciones de que esa dispersión de votos facilite un triunfo de la abanderada DC.
Pero, al mismo tiempo, en un sector del PPD están conscientes de que hay un electorado que cuestiona el proyecto llevado adelante por la Concertación y que, por lo mismo, necesitan proyectar una nueva fuerza política para el momento que vive el país.
“Lo principal es levantar un proyecto alternativo, de cambios profundos, que sintonice con el país de hoy, que devuelva la confianza a la gente y que conecte con el mundo popular, más que cualquier sopa de letras o de siglas que cada vez le dice menos a la ciudadanía”, dice Barrueto, junto con señalar que “la elección presidencial está completamente abierta, ya que las encuestas hoy en día representan muy poco cuando el 60% de las personas no tiene opción”.
Cómo la elección de abril podría inclinar la balanza
En todo caso, en las colectividades dicen que este escenario será difícil de resolver antes de los comicios de abril, porque el panorama podría cambiar dependiendo de los resultados.
Un factor será, primero, las cifras que obtenga cada colectividad -principalmente el PS, PPD y la DC- en concejales, algo que históricamente ha servido para medir el peso de los partidos políticos.
Pero, adicionalmente, en la centroizquierda también mirarán con atención el número de alcaldes que obtenga cada uno y el porcentaje de constituyentes. En ese sentido, sostienen que después de esos comicios debería clarificarse cómo se armará finalmente el hasta ahora enredado escenario presidencial para el sector.